Terminada la guerra civil, muchos de los antiguos
combatientes republicanos, temerosos de una represalia segura, optaron
por resguardarse en las montañas próximas y no regresar a sus casas.
Así, el espacio geográfico de Los Montes de Toledo albergó a un buen
número de guerrilleros antifranquistas que recuerdan hoy sus vivencias y
sentimientos en aquella lejana etapa comprendida entre 1939 y 1950.