Lo siento, no me emociona el fútbol hasta alcanzar mi
punto “G”. Ni que la selección nacional llegue al menos hasta
semifinales. Ya saben, el deporte rey, el opio que hace olvidar y amansa
los malos humos de la gente. El deporte que logra encerrar en casa a una
gran mayoría a la que se le concede como en la magnífica novela de
George Orwell, “1984”, sus cinco minutos de odio.
Fíjense en todo lo que está sucediendo en el planeta
Tierra, en nuestro planeta azul. Revueltas conscientes y consecuentes
con la realidad, luchando sin cuartel por sobrevivir. La cosa no es para
mirarse los pies...
Mientras en varios lugares importantes del mundo, su
economía está librando duras huelgas, aquí, bajo coacción y amenazas del
Estado, se toma un tiempo muerto, que aprovechan los interesados en el
comercio al grito de: “OEOEOEOEEEEE, OE, OE. A POR ELLOS, OE, A POR
ELLOS OE”, para llegar con la mercancía y aprovechar la fuerte demanda
dados los por pocos efectivos. Eso sí es aberrante en mi opinión. Han
actuado como si el crudo se hubiera paseado al fin por el sótano y
comenzara una remontada indiscutible hacia el bienestar.
Hace unos días les narraba lo estimulante que era ver
a personas sin carné, ni banderitas, ni siglas, haciendo guardia en las
rotondas. Lo inusual que era la situación. Y no porque haya cesado la
crispación popular, que todo sigue subiendo a parte del oro negro. Estoy
sorprendido del silencio de los medios convencionales y del interés que
han demostrado por minimizar la realidad. Con giros de noticias que
distraen las repercusiones inminentes de esta crisis que el gobierno
dice no ver. Si acaso, parece ser, que sólo ve un leve bache
internacional.
Pero si no equivoco, (que también es posible) como
los propios “compañeros” de los sindicatos mayoritarios acaban por
hablar para decirnos que esta revuelta silenciada ha sido un error.
Ellos comen todos los días y a menudo varias veces. Como decían antaño,
con “Pan Blanco”.
Lo que peor llevo es la miopía de los agentes
sociales (suena a fuerzas de la ley) que han frenado un Derecho
Constitucional como es el Derecho a Manifestarse y a la convocatoria de
huelga. En los años veinte del siglo veinte, se reprimían así. Basándose
en palo y tiros contra aquellos que alzaban su voz y sus gritos. Siempre
hubo incontrolados que van a más, como existen quintacolumnistas del
Siglo XXI, no se confundan en el laberinto, y ejercen de verdugos
creando víctimas.
Humildemente, les pregunto, ¿creen de verdad que el
pase a cuartos de la selección nacional, a semifinales o a la final (que
si se ganara algunos resucitarían a Franco para que lo viera) les iba a
repercutir en su nómina? ¿En el carro de la compra? ¿En las hipotecas?
¿En el combustible del que nos hemos hecho yonkis hasta llegar al punto
de matar a otro por poseerlo?.
Lo siento, pero ya no me convence nada que no sean
hechos. Tan incrédulo soy como santo Tomás. Sólo que además de
introducir mis dedos en las dudas, las interpreto para no convertirme en
un número de la Seguridad Social, un Documento Nacional de Identidad...
Antes de esos atributos que la vida me ha otorgado sin que se los
pidiera, nací desnudo, llorando, con hambre y sin código de barras,
aunque todo se verá.
A esos periféricos pescadores que han llorado ante
las cámaras de televisión pidiendo justicia para poder hacer frente a
sus medios de ganarse el pan. A esos transportistas que se han arruinado
por las subidas de interés en la compra de sus vehículos a los que ya no
pueden abastecerle sin perder, por muchas horas que tengan el día y la
noche. A esos labradores que no comprenden cómo sus productos comprados
especulativamente por intermediarios, llegan al mercado cuadruplicados
sobre su coste. Y sus tractores beben, y la tierra requiere mucha
atención; que nadie les presta sino a través de más deudas A esas
personas, disculpen, pero dudo que les importe una mierda lo que haga la
selección nacional en la Eurocopa.
Tienen otras preocupaciones como la de sacar adelante
a sus familias, sus camiones, sus pequeñas empresas a las que cada vez
se les niega más el futuro. A los autónomos que existen como los
fantasmas. Se ven, pero no cuentan.
No creo que la población de este país de países sea
como nos la describen. Algo de orgullo debe quedar que no sea torero,
¿no?.
Benjamín Lajo Cosido
(memorialista)
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