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La vida es corta, pero puede ser ancha. Creo que todo
difiere de la intensidad de cada una. Hay vidas, que siendo breves, nos
dicen más que otras vidas longevas que han conseguido abarcar todo un
siglo, sin que por ello sean menos interesantes. Recuerdo una anécdota
que leí en un libro de Hans Magnus Enzensberger, El corto verano de
la anarquía; un ensayo muy ameno que nos acerca con precisión a la
realidad de aquel verano que inició la Guerra Civil, y habla también de
la vida del revolucionario libertario, Buenaventura Durruti. Imagínense
a un mecánico ajustador, con unas manos que todo lo hacen pequeño; una
mirada capaz de congelar a cualquiera, sin distinción de clase; con una
vida dura, acostumbrada a las tragedias, en lucha permanente frente a la
injusticia del momento. Aquellas grises décadas de los años 20 y 30 del
siglo pasado. Dispuesto a defender incluso a tiros, la dignidad que
amenazó la sin razón gobernante; que, precisamente, a tiros,
pretendieron someterles los poderosos de su época. No debemos olvidar,
que con dos millones de afiliados, la CNT, sindicato obrero al que
pertenece ahora, ya muerto, se posicionó en las barricadas y en las
trincheras, pero no sólo para vencer al Terrorismo Blanco del Estado,
que escribió con certeza Pere Foix, sino que además, estaban convencidos
que su revolución, era también la revolución con la que estaban
dispuestos a cambiar el mundo. La anécdota de Durruti que nos cuenta
Enzensberger en su libro, es un ejemplo del pensamiento de esos
revolucionarios y revolucionarias de los años 20 y 30 del siglo pasado;
como ya he dicho; grises, cargados de odio, sangre y fuego. Al parecer,
unos compañeros de Durruti fueron a buscarlo a casa. Su compañera Emili
estaba en esos momentos trabajando de acomodadora en un cine y estaba
ausente. Llamaron a su puerta, y al abrir, Durruti apareció con un
delantal secándose las manos con un trapo. Los compañeros lo observaron
sorprendidos ya que nunca lo vieron así. No tardaron en despertarse las
risas de sus compañeros ante la imagen. Durruti, muy serio y
contundente, dijo: Si no habéis entendido esto, es que no habéis
entendido nada. Con un portazo cerró la puerta, dejando sin palabras
a sus compañeros. Este metalúrgico leonés, hijo de un ferroviario,
perseguido junto a otros libertarios por acciones revolucionarias en
varios países. Quizás sea en el proceso de Francia, por intentar atentar
contra Alfonso XIII el más recordado, del que salieron por la eficiente
defensa el abogado de Sacco y Vancetti, Fred Moore. Esta vez si pudo
librar a nuestros libertarios, pues desgraciadamente no lo hizo con
ellos. Proclamaron al iniciarse el conflicto en España, que la teoría
libertaria, podía ponerse en practica, como sucedió aquel verano de
1936, en un breve espacio de tiempo. Al colectivizar la tierra y
socializar la industria. Sabían que era posible vivir de otra manera.
Por algo que dijo Durruti: Llevamos un mundo nuevo en nuestros
corazones.
Benjamín Lajo Cosido
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