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El Corazón del Bosque |
Elena Merino. Investigadora. Historia del Cine. Universidad de Barcelona
Titulo original: El Corazón del Bosque
País y año: España, 1979
Compañía productora: Arándano PC (España)
Argumento: Gutiérrez Aragón, Manuel; Megino, Luis
Guión: Gutiérrez Aragón, Manuel; Megino, Luis
Director fot.: Escamilla, Teo
Color: Eastmancolor – Panorámico
Música: Jaime Robles (contrabajo), Jesús Oriola (saxo), Pedro
González (canciones). y Vicente Martínez
Montaje: Salcedo, José
Duración: 100 minutos
Intérpretes: Briski, Norman; Molina, Ángela; Politi, Luis;
Valverde, Víctor; Ramos, Santiago; Fraire, Raúl; Bacaicoa, Norma; Mas,
Margarita; Acera, Julio César; Martín, Ernesto; Navarro, Julián; Pastor,
Luis; Prados, Susana; Calleja, María Eugenia.
Lugares de rodaje: Concejo de Llanes (Asturias), y Bosque del
Saja (Cantabria)
Género: Drama
Salas en el estreno: 28-11-1979 Madrid: Alphaville I
Distribuciones: Arte 7 Distribución Cinematográfica, SA
Empresas productoras: Arándano, SA (España)
Empresas distribuidoras : Arte 7 Distribución Cinematográfica, SA
Fecha de autorización: 22-08-1979
Calificación: Mayores de 16 años
Ámbito de exhibición: Salas comerciales
Espectadores: 268270
Recaudación: 42710546
Versión y lengua: original
manuel gutiérrez aragón
Nació en Santander en 1942.
Licenciado en Filosofía y Letras.
Estudió en la EOC y su práctica final fue “Hansel y
Gretel”. Sobre la escuela no da muy buenas referencias; no le gustaban
los métodos de enseñanza porque los encontraba poco prácticos, excepto
los de Maesso. “En la Escuela de Cine fui un alumno bastante torpe. Me
suspendieron repetidamente y tardé en terminar seis o siete años en
lugar de los tres que eran lo suyo. Repetí todos los cursos menos
tercero. Pero el cine debe ser como casi todo porque me pasó lo mismo en
latín” (1).
Antes de adentrarnos en su universo cinematográfico,
citar otra experiencia de Gutiérrez Aragón. Le surgió tras el rodaje de
“Sonámbulos” y mientras preparaba “El corazón del bosque”. Fue requerido
por Adolfo Marsillach para dirigir en teatro “El Proceso” de Kafka,
según versión de Peter Weis.
Como preludio a sus largometrajes, podemos destacar
sus dos cortos: “El Cordobés” (1969) y “El último día de la humanidad”
(1970).
Un elemento importante en su carrera es su labor como
guionista. Sus guiones son apuntes de lo que posteriormente habrá de ser
desarrollado en imágenes. Serán modificados durante la filmación dotando
a la imagen de una supremacía casi total sobre la letra escrita. “...
Manuel Gutiérrez Aragón ha procurado siempre que sus guiones no se
transformen en cárceles capaces de coartar su libertad creativa” (2).
“Corazón solitario” (1972), de Betriu, “Furtivos” (1976), de Borau, “Las
largas vacaciones del 36” (1976), de Camino y “Las truchas” (1977), de
García Sánchez, son las aportaciones literarias del director
santanderino a la filmografía de otros autores.
No es difícil establecer un paralelismo razonable
entre su actividad como guionista y como director. Esto es algo que se
repite en gran cantidad de directores que pasaron de una a otra labor
para adaptar sus propias ideas al mundo de la imagen. Con ello dan el
paso de la idea a la realización práctica de la misma.
A continuación analizaré algunas de las constantes de
su obra. Primeramente, me detendré en su compromiso político. Sobre su
formación comunista afirma que: ”Mis grandes lecturas (...) fueron
Sartre y Camus. Es curioso como en España nos hicimos comunistas a base
de leer anticomunistas como Camus, Aranguren e Ives Calvez. Me hice
comunista gracias a un cristiano, Aranguren, cuyos idearios estaban
bastante alejados del marxismo, por no decir que era antimarxista; un
jesuita, Ives Calvez, que publicó aquel mamotreto sobre el marxismo,
pero para criticarlo; y un intelectual de medio pelo, idealista,
anticomunista, como Camus”. (3)
Fue miembro del PCE desde 1962 a 1975. Él opina que “Igual que había una
necesidad intelectual de leer a Sartre, me parecía que se correspondía
con ella la obligación práctica de luchar contra el franquismo. Y, la
verdad, lo único que había entonces contra el franquismo era el PCE”
(4).
Su trabajo político se centraba en la Universidad, y era de dos tipos:
luchar contra el SEU y tratar de crear un sindicato democrático. De
hecho, participó en la creación de la FUDE.
Su compromiso político es palpable a través de sus
cintas, pero no es directo. Puede ser metafórico, onírico, alegórico,
parabólico, paradójico, mítico, fabuloso, pero nunca directo. Ha elegido
el sistema de los sueños como vía de expresión cinematográfica. Las
actitudes humanas vistas a través de los sueños, pierden la crudeza y la
instantaneidad que les caracteriza. Gutiérrez Aragón analiza las cosas
desde lejos, imprimiendo una huella poética a su obra que no se consigue
si no es a través de un lenguaje codificado, del rodar entre las nieblas
del subconsciente.
La calificación de mito, entendida como
particularidad de la fábula o de la historia heroica que insinúa una
realidad histórica de carácter general, es en la filmografía de
Gutiérrez Aragón componente fijo que se repite en diferentes formas, a
lo largo de todo su universo narrativo conocido. La constante
mitográfica puede reflejarse como una incursión en el campo de lo
fantástico, lo onírico o lo mítico, o como una desviación hacia lo real
salpicado con alusiones propias de fabulistas.
Sus películas tienen un carácter testimonial. Todas
hacen referencia a un periodo histórico de España. La ambientación de
las historias, la localización espacial y temporal, no es elegida de
forma gratuita y, aunque presentadas y filmadas de forma heterogénea,
son perfectamente identificables con una época y unos hechos concretos.
El director santanderino siente, a menudo,
inclinación por los personajes femeninos, siempre dotados de más fuerza
que sus correspondientes personajes masculinos. En más de una ocasión ha
mostrado madres dominadoras, autoritarias y posesivas, y a padres
ausentes o subordinados a las madres.
Se repite también la idea de paso del mundo infantil
al mundo adulto y viceversa. Niños y adolescentes con apariencia adulta
y adultos con apariencia de niños y adolescentes, son las dos caras de
la misma moneda que nos impulsa a la broma jocosa del juego de las
apariencias que tanta importancia tiene en lo subliminal de la trama
aragoniana.
La obra de este creador entronca con Freud, Jung e
incluso con Nietzsche. Es indudable que ha leído a Unamuno, Sartre y
Camus. Sus creaciones tienen un innegable barniz existencialista.
En cuanto a sus marcas cinematográficas, se ha
confesado admirador de Renoir, pero su talante es más felliniano. Su
forma de trabajar se asemeja con la de Werner Herzog, en su silencio
tácito, en su empleo de la música, en su fascinación por la naturaleza,
en la estoicidad de sus personajes que, como la teoría existencialista,
son puntos en el espacio que sufren y que no son dueños de su destino.
Está cercano a Alain Tanner, por su concepción opresiva de las
historias, por la despersonalización de sus creaciones, por la pérdida
momentánea del “yo” y por la búsqueda de una praxis vital que le ayude a
descodificar situaciones. También se asemeja a Eric Rohmer, por la
lentitud en el desarrollo de las historias. Pese a todo, Gutiérrez
Aragón es original: sus cintas distan mucho de cualquier otro cineasta y
también de sí mismas. Sus planteamientos no tienen nada que ver con las
inquietudes de sus vecinos europeos y, menos aún con la de sus
compañeros españoles.
Como dicen M.J. Payán y J.L. López, “Quizá su mayor
éxito radica en que ha conseguido que sus DEMONIOS y sus CAMADAS no
dejen MUDO al espectador que se MARAVILLA de lo tiernamente FEROZ que
pueden resultar, en LA NOCHE MÁS HERMOSA de un cine, un grupo de
personajes SONÁMBULOS, andarines a pasos agigantados por EL CORAZÓN DEL
BOSQUE de nuestra cinematografía”
(5).
filmografía
el corazón del bosque
En septiembre de 1942 “El Andarín” y su grupo luchan
contra la dictadura franquista en las montañas asturianas. Para la
romería, como todos los años, baja al pueblo a bailar con las mujeres.
Diez años después, el grupo de maquis ha sido destruido por las fuerzas
del orden; sólo “El Andarín” sobrevive, pero señalado por el destino
como perdedor. Refugiado en lo más intrincado del bosque se ha
convertido en una fiera acosada y enferma. La dirección del Partido ha
resuelto abandonar la lucha armada y Juan es el encargado de comunicar a
“El Andarín” esta decisión, de convencerle de que deje el monte. Juan
emprende la búsqueda del escurridizo guerrillero, pero en el casi
impenetrable bosque en el que se sumerge le acechan varias sorpresas,
entre las que no es la menor saber que su hermana Amparo, a punto de
casarse con Suso, mantiene relaciones con el viejo “Andarín”. A su vez,
Juan es también perseguido por la Guardia Civil; por seguridad debería
huir fuera de su tierra, pero antes debe cumplir su misión y encontrarse
frente a frente con el maqui.
Manuel Gutiérrez Aragón realizó El corazón del bosque
tras Camada negra (1976) y Sonámbulos (1977), dos películas donde, a
partir de historias alegóricas estructuradas en forma de fábula, se
reflexionaba certeramente sobre el devenir y el sentido de la lucha
política durante esos años en nuestro país, estableciendo sobre el
particular comentarios críticos a propósito de la Transición política
española sumamente atractivos y originales. En El corazón del bosque
esta fórmula alcanza su más lograda expresión.
Una de las constantes de este director es la
utilización del cine como testimonio histórico. En este sentido El
corazón del bosque usa el maquis como telón de fondo, como elemento
omnipresente e instrumento de narración, extrayendo su raigambre popular
y aumentando el carácter de mito histórico que representa. La narración
se estructura en dos periodos de tiempo diferentes: el primero, con una
duración de escasos minutos, es en 1942. En sobreimpresión se lee: “Hace
cuatro años que terminó la guerra civil española. El Andarín y su grupo
de escondidos mantienen una resistencia esperanzada en las montañas del
norte”. El segundo, en el que transcurre la acción, es en 1952. “El
grupo de El Andarín aún sobrevive en las montañas. La organización a la
que pertenece El Andarín ha decidido poner fin a la resistencia armada.
Se envían sin resultado un enlace tras otro”. La historia se sitúa en la
España rural de los años cincuenta, justo en el momento en que el
protagonismo de la lucha antifranquista se trasladaba del campo a la
ciudad. Fue de 1945 a 1948 cuando las últimas partidas de maquis se
diluyeron. Sólo siguieron algunos muy aislados. En 1948 se fortaleció el
régimen de Franco y los partidos políticos disolvieron sus
organizaciones armadas (los maquis), y si bien la mayoría huyó al
extranjero, quedaron algunos irreductibles descolgados, que no pasaron a
Francia y se convirtieron en una especie de “mendigos de las montañas”,
que vivían de la limosna de los familiares. Estos últimos maquis tenían
el centro de operaciones en torno a su pueblo, allí se movían siendo su
núcleo vital la familia.
El corazón del bosque podría considerarse un film
sobre la Guerra Civil y sus secuelas, temática que tuvo cierta presencia
en el cine español de finales de los años setenta. Sin embargo, las
circunstancias históricas son tan sólo el marco en el que se moverá una
historia particular que se abre a múltiples lecturas. En efecto, la
visión que refleja Gutiérrez Aragón del maquis, a través de esta
historia particular, es compleja y no resiste al encajonamiento en un
único punto de vista. Pienso que el film, fundamentalmente, realiza dos
lecturas sobre el fenómeno histórico del maquis. Por un lado, la crítica
a la decisión del PCE (por sugerencia de Stalin), en 1948, de cambiar de
táctica en la lucha antifranquista, desmantelando la guerrilla y
sustituyéndola por la infiltración o el entrismo en organizaciones
franquistas; es decir, el objetivo era convertir a los guerrilleros en
agentes de propaganda política, pero, al no llevar la desarticulación de
la guerrilla, un plan de evasión aparejado, dejó a los guerrilleros
abandonados a su suerte. Y, por otro lado, se presenta la degeneración
del guerrillero, que defiende una lucha ya sin sentido y caduca, y su
inevitable muerte/asesinato como un sino de los nuevos tiempos y de la
superación del pasado. En este sentido, El corazón del bosque podría
entenderse desde el punto de vista del héroe que vive más allá de su
tiempo. Porque, ¿qué pasa si un guerrillero, con toda su carga mítica
que conlleva, sobrevive?. Hegel decía que el héroe estaba destinado a
morir y, el que sobrevivía, era un esclavo. Como tal puede entenderse el
personaje de “El Andarín”. Esta segunda visión parece más explícita,
reflejada en la trayectoria de cada uno de los personajes en su relación
con el maqui, pero la crítica a la decisión del PCE aparece de un modo
implícito, más profundo, como una causa por la que la lucha de “El
Andarín” ha perdido su sentido. No olvidemos que Gutiérrez Aragón había
salido del PCE, probablemente decepcionado, en 1975, tres años antes de
la realización de esta película.
A continuación me detendré en esta dualidad de
planteamientos a través del análisis de los personajes de la película.
En 1942, “El Andarín” mantiene con su grupo una
resistencia esperanzada. En 1952, es un elemento residual surgido de una
guerra perdida, es un exiliado interior, un derrotado o un bandolero.
Sin embargo, él no ha perdido la fe en la lucha y, puesto que su
resistencia está condenada al fracaso, alcanzará una dimensión heroica.
En este sentido, el guerrillero antifranquista que prolongará su lucha
incluso por encima del mandato de sus superiores adquiere un carácter de
mito. “El Andarín” reúne las características de hombre real y de leyenda
viva. Es inasequible, solitario, autosuficiente, valeroso, heroico y
siempre inalcanzable. Un ingrediente sin el cual personaje y trama no
alcanzarían toda su densidad es la relación del guerrillero con el
pueblo. Este vínculo fue un aspecto esencial para la pervivencia del
maquis y dio pie a una particular mitología: la leyenda del maquis, un
personaje que entronca con la tradición de esos seres misteriosos que en
los cuentos populares fascinaban al mismo tiempo. De este maridaje la
película sabrá extraer sus mejores resultados, uniendo a la lectura
política que la historia contiene, otra de índole antropológica (que
retomaremos más abajo). Así lo reconocía el director al afirmar: “ ...
como en toda leyenda de clan... lo que también pretendemos mostrar es el
enlace entre hechos recientes de la rebeldía concreta frente al fascismo
y la mitología popular más rabiosamente fantástica: el maquis es un
luchador político que por las noches se convierte en una leyenda”. (6)
Los dos periodos que establece la película, el prólogo situado en 1942 y
el presente que transcurre en 1952, marcan el cambio de consideración
del pueblo respecto a “El Andarín”, del héroe al mito que ya pertenece
al pasado. Así, dejará de ser el dirigente guerrillero, seductor que
baila con las mujeres del pueblo en el primer momento de la historia,
para convertirse en un monstruo solitario (tiene una enfermedad (7)
en la piel que le desfigura progresivamente la cara) que se esconde para
no ser visto por nadie en la etapa final. Cuando su lucha pierde
vigencia, el clan lo deslegitima o le traiciona. Esta relación entre el
mito político -el maquis- y la realidad de la España rural durante el
franquismo es un elemento clave de la película. Amparo y Suso son los
personajes que representan la vinculación del guerrillero con el pueblo.
Amparo es su último apoyo (El Andarín solamente abandona el bosque para
acercarse a ella) y la que vive más intensamente esa seducción/rechazo
que ejerce. En el prólogo de la película, en 1942, ella es una niña que
mira embobada como el valeroso guerrillero baila con las mujeres en la
romería. En 1952, tras haber sido su amante, tiembla de miedo y de asco
ante la presencia de “El Andarín”, en la secuencia del maizal. Gutiérrez
Aragón suele dar especial importancia a los personajes femeninos. En El
corazón del bosque, Amparo es un personaje fascinante que sirve de
enlace entre todos los personajes masculinos de la película. Suso, el
novio/marido de Amparo es el perfecto exponente del cambio de actitud
del pueblo. Pasa de colaborador (incluso consciente de los amores de
Amparo con el maqui) a colaboracionista. Y más aún, de ayudar a Juan a
entregarlo a la Guardia Civil (traicionando al traidor).
Juan es un enviado del Partido incapaz de comprender
la lógica del maquis, de ahí que no haya posibilidad de diálogo entre
ambos y su encuentro se plantee como una cacería. No es casual que la
película se estructure como un cuento popular: Juan es el agente que
intenta desentrañar el misterioso personaje que habita en la espesura.
En consecuencia, la narración opta por acompañarle en todo momento, por
utilizar su punto de vista para contar las peripecias que se suceden en
el bosque. Sin embargo, como en “El corazón de las tinieblas” de Conrad,
progresivamente, Juan se siente atraído e incluso identificado con “El
Andarín” (8). Para Juan,
El Andarín también se convierte en un mito inalcanzable, de forma que,
en su mente, su descripción es más próxima a la del fantasma ideado por
las mentes populares que un objeto humano a capturar. En el desenlace,
Juan se transforma en el testigo/verdugo de la derrota histórica de
movimiento guerrillero (representado por “El Andarín”). En uno de los
pocos diálogos que mantiene, el maqui exclama “traidores”, a lo que Juan
responde “¿Hay alguien que no sea traidor?” . La respuesta es “Nadie” y
con ella parece confirmarse la autenticidad de su lucha y lo premeditado
de su asesinato. No obstante, el asesinato de “El Andarín” también puede
entenderse como sino de los nuevos tiempos, como necesario para dejar
atrás una etapa histórica (el héroe ha sobrevivido a su época y, como
opinaba Hegel, ahora se convertirá en esclavo; además la población le da
la espalda. Para salvar al mito sólo se le ha de matar). De ahí la
apostilla final, colocada en un tiempo ulterior al relato, tras la
aparente misión cumplida: la que instaura en ese espacio un nuevo orden
cotidiano algunos años después. Juan abandona la lucha política y vuelve
al pueblo para ser uno más entre sus habitantes.
El bosque es otro de los personajes protagonistas de
la película. Manuel Gutiérrez Aragón lo define, en contra de las
actuales visiones ecológicas que lo consideran un sitio benéfico, como
“un lugar horroroso que se acerca más a la visión que dan de él los
cuentos infantiles, donde es la morada de las brujas, los ogros y, en
definitiva, de la muerte. A los últimos maquis los derrotó el bosque más
que la Guardia Civil. Estaban tuberculosos por la cantidad de humedad y
lluvia que les caía encima y tenían enfermedades en la piel por no poder
mudarse de ropa”. (9)
Es un espacio que se presenta inabarcable, intangible, sin que podamos
conocer sus límites, sus contornos. La búsqueda de “El Andarín” por
parte de Juan está envuelta de una atmósfera especial donde la noción
espacio-tiempo se desdibuja progresivamente. A ello contribuyen la
destacada presencia de los sonidos del bosque (apenas hay pasajes
musicales) y las luces y tonalidades con que es retratado. Una
fotografía que recorre todas las gamas del verde envueltas en una luz
plomiza, gris, apoyada en la lluvia y la bruma. Todo ello procura un
aire misterioso, fantástico, que resulta creíble como escenario propio
de los relatos populares. La canción acertijo que la niña le canta a
Juan como clave para atravesar el bosque y los distintos elementos que
en él se significan (como el árbol con el que se comunica “El Andarín”,
los animales, la lluvia...), abundan en esta idea. El bosque es también
el escenario en que se despliegan, sometiéndolos a sus leyes, los
conflictos de los protagonistas. Como en los westerns, este espacio se
interioriza y se convierte no en el marco, sino en la traducción del
estado de ánimo de los personajes. De hecho, el diseño del cartel
anunciador de la película es un bosque que envuelve el triángulo formado
por “El Andarín”, Amparo y Juan.
La película está basada en hechos reales y se rodó en
los mismos lugares donde éstos tuvieron lugar. Recordemos que se inicia
diciendo: “Esta historia está basada en diversos sucesos y personas que
existieron en los mismos montes y bosques en que la película ha sido
filmada”. A partir de estas referencias y de sus propios recuerdos de la
infancia, el director y Luis Megino (10)
escribieron el guión. En la investigación de los hechos que ambos
hicieron, se dieron cuenta de que los acontecimientos que se producían
en un valle eran similares o iguales a los que se producían en otros,
como si fuesen arquetipos antropológicos. Por ejemplo, los amores de un
maqui con la hermana de un compañero o el apoyo del guerrillero en su
cuñado que finalmente le traiciona, son aspectos que se repiten
sistemáticamente. En este sentido, la película es más antropológica que
política, aunque, como en toda leyenda de clan, con abundantes elementos
fantásticos. En una comunidad agrícola y ganadera, el tener de pronto un
“santo” , un guerrillero o un loco altera a una población que se basa,
sobre todo, en gestos repetidos. Desde este punto de vista, el maqui
tiene más que ver con un cuento fantástico que con la política. Como he
comentado arriba, al analizar el personaje de “El Andarín”, la película
pretende mostrar la relación entre hechos recientes de rebeldía concreta
y la mitología popular fantástica: el maqui es un luchador político que
por las noches se convierte en leyenda. Gutiérrez Aragón remite a su
infancia, al recuerdo de Juanín (11)
presente en todos los niños de Torrelavega de los años cincuenta, cuando
veían una manzana de casas rodeada por la policía porque se rumoreaba
que el guerrillero estaba escondido allí. Para todos ellos, aquel
guerrillero se convirtió en leyenda.
El título de la película, remite al de la novela de
Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas”, obra que inspiró a
Gutiérrez Aragón para realizar este film, así como también a Francis
Ford Coppola para su célebre Apocalipse Now. En el marco de una
naturaleza inquietante y cautivadora, se nos muestra el enfrentamiento
de quien acata las normas sociales y quien se empecina en ser todavía un
héroe sin causa que defender. Juan tiene la misión de contactar con “El
Andarín”, un rebelde que se niega a obedecer las órdenes superiores y
que hace la guerra por su cuenta cuando ya todo está perdido. En el
transcurso de su tarea, Juan llega a sentir tal fascinación por el
guerrillero que acaba por asumir la identidad del rebelde. Al igual que
la obra de Conrad, El corazón del bosque es una obra introspectiva, de
sentimientos, de emociones y, en donde importa más la motivación que la
acción, y en donde se muestra de forma desnuda la soledad, el horror
ante la soledad con el testigo siempre omnipresente de la naturaleza.
El corazón del bosque es una obra cinematográfica
insólita en el panorama del cine español. Obra madura y profunda de un
autor inquieto, sensible y culto. La película nos llega más al corazón
que a la razón; es un film de emociones: amor, odio, angustia, miedo,
soledad, pasión... son los sentimientos que aceleran o desaceleran los
latidos de este Corazón del bosque. La tranquilidad del bosque es
continuamente alterada por la pasión de unos seres llenos de angustia
vital, de miedo, de impotencia, seres destrozados por la vida. En esta
película se sitúa al hombre en su medio social, así nos introduce en el
bosque y nos muestra a unos “revolucionarios sin revolución”, hombres
que se han echado al monte guiados por unos ideales, y que se hallan
arrinconados, sin ninguna esperanza. Desde su escondite digieren su
rabia contenida y su impotencia. Han quedado encallados en la historia.
La película tuvo un despegue desafortunado. El
contexto cinematográfico no era el más adecuado. La temporada 79/80 es
mala para el cine español. Ha terminado la masiva entrada de películas
prohibidas, pero después las aguas han vuelto a su cauce y ha
sobrevenido el predominio de las multinacionales. El fenómeno del
denominado desencanto político invade el país. La dictadura ha
terminado, la democracia comienza a asentarse, pero la grave crisis
económica corta las alas de muchas iniciativas y hace que la desilusión
se extienda por España. Decrece el número de películas anualmente
producidas y la calidad media resulta muy baja. Los productores están
desconcertados; nadie sabe lo que puede interesar al público. El corazón
del bosque se rodó en 1978 y en 1979 se presentó al Festival de Berlín,
pero sólo se consiguió estrenar en Madrid a finales de ese año y en un
cinematógrafo muy pequeño. A pesar de todo, la crítica la alabó con
entusiasmo casi militante. La película se mantuvo en el prestigioso cine
Alphaville durante meses. Con ella, Gutiérrez Aragón se convirtió en la
figura principal de la generación de cineastas españoles inmediatamente
posterior a Saura.
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