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Memorias de una guerrillera. La historia de Remedios Montero |
Titulo original: Memorias de una guerrillera. La historia de Remedios Montero
País y año: España, 2007
Dirección: Pau Vergara
Productora: Maltés Producciones, S.L.
Con la participación de: TVE, S.A. - RTVV
Intérpretes: Pati Martínez, Javier Galván, Anna Mari Aguilar
Guión: Pau Vergara, Alfons Cervera
Música: WEST ONE STUDIOS
Formato: 35 mm.
Duración original: 103 minutos
Fechas de rodaje: Se inicia 22 de enero de 2006
sinopsis
Una mujer de unos setenta años camina descalza por la
fina arena de una playa de Valencia. Tras de si deja una estela de
huellas que bien podrían ser los pasos seguidos desde que era una
adolescente en un pueblecito de Cuenca y ayudaba a la guerrilla
antifascista que se había retirado a los montes para seguir la lucha
contra Franco. “Me llamo Remedios Montero, pero en el monte me llamaban
Celia”.
Remedios vuelve tras sus pasos y recuerda cuando es
tan solo una adolescente y toda la familia es punto de apoyo para los
hombres del monte. Recuerda su trágica huida tras ser delatada por un
buen amigo de su padre. Sus memorias comienzan a fluir y los amargos
recuerdos borrados por el tiempo vuelven a aparecer, como el día en que
sus dos hermanos fueron asesinados por la Guardia Civil o la soledad y
el frío de las largas caminatas nocturnas. Pero especialmente recuerda
la historia de amor con Florián, aquel líder guerrillero del que se
enamoró casi sin palabras y sin contacto. La lucha no permitía los
sentimientos, sin embargo, cuanto mayor era la contención más grande era
el deseo por aquel enigmático líder que de vez en cuando les visitaba.
Sin duda el amor estaba siendo sacrificado por los ideales.
A principios de los años 50 Remedios es detenida y
llevada a la cárcel modelo de Valencia. Allí es torturada, pero por su
boca no sale ningún nombre. Durante los ocho años que pasa en prisión
piensa en los compañeros de guerrilla, especialmente en Florián, del
cual dicen que ha muerto en una emboscada con los guardias.
Cuando recupera la libertad, Reme huye a Francia y
consigue establecerse en París. Allí comienza a trabajar para el Partido
deseando no convertirse en una exiliada más. La envían a algunas
misiones. Una de ellas le lleva a Praga donde tiene que reunirse con un
camarada para comenzar a trabajar en la delegación que el Partido tiene
en esa ciudad. La espera se hace larga en un gris apartamento de Praga
hasta que la puerta se abre y una voz familiar le saluda en perfecto
castellano.
Es Florián, su viejo compañero de monte y su amor
perpetuo. No estaba muerto como decían. Los dos juntos se casan y son
felices, con esa felicidad que en los exiliados siempre es a medias.
Allí regresan al calor de la memoria, a aquellos días y noches
insoportables del monte, al recuerdo de lealtades y traiciones, al
tiempo que nunca se detiene.
El pensamiento del destierro siempre está puesto en
el regreso. En 1978 le conceden el pasaporte a Florián. Entonces
comienza el retorno. La vuelta a casa. La llegada que nunca es destino
sino tránsito. El país desconocido. El pueblo que apenas conocen. La
sensación de estar de paso y la amargura de los amigos perdidos.
Remedios termina su paseo por la playa. Sus huellas
han sido borradas por el agua del mar. Se sienta junto a Florián que
permanece sentado en silencio en una silla de playa. Sus manos se unen
mientras miran la estrecha línea que divide la tierra del cielo, aquella
que nunca dejaron de mirar.
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