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Pregúntale al Viento |
Titulo original: Pregúntale al Viento
País y año: España, 2000
Director: Alberto Pardo
Guionista: Alberto Pardo
Fotografía: Geno Cuesta
Montaje: Nacho Salgao y Ramón Martínez
Reparto: Ramón Vega, Arsenio González, Alfonso Suárez, Adolfo Nava, Fernando Nava, Alberto Begoña,
Adriano Prieto, José Antonio Lobato, José Antonio Anca.
Duración: 20m.
sinopsis
El cine siempre es verdad en la medida que la
realidad se lo permite. Puestos a filosofar, puede ser que el cine
también sea realidad cuando la verdad se lo permite. Ambos supuestos,
sin embargo, parecen irrealizables, pues existen muchos indicios para
dudar de la verdad y bastantes también para poner en tela de juicio
determinados tipos de realidad, sino todos. Lo que nos conduce a un
callejón sin salida. Estamos en 1948 , el año que la cámara de Alberto
Pardo ha recorrido en 20 minutos de cine en estado puro, renunciando a
verdades dictadas y ajustando el objetivo inmaculado a la posible
realidad de la posguerra asturiana.
La acción del cortometraje “Pregúntale al viento” se
desarrolla en el concejo de Cabrales, más concretamente en el entorno de
Camarmeña, el camino de Poncebos, el Llanu el Molín, Poo, el barrio de
Pando y Arenas, imaginando la ruta posible de unos emboscados que
trataban de sobrevivir por encima del orden establecido, luchando contra
las tretas que usaba el contrario para neutralizarles. Y la cámara, por
encima de versiones, busca la objetividad porque ese es el prisma que
desea Pardo: “Me gusta el realismo y hablo de gente que sufre y es
víctima de las circunstancias, simplemente, sin más pretensiones”,
explica.
Guardia civil y maquis son dos bandos conocidos, pero
el director, que seguramente tiene su propio criterio sociológico, ha
querido hacer neutro el conflicto, escapando de los tópicos y de los
velos populares. “No tomo partido”, afirma. Para debilitar las versiones
ha preferido hacerlas explícitas y enfrentadas en su obra. Un flash back
que nace de la conversación de un bar cabraliego del año 2000,
seguramente sea más objetivo en sus matices que los datos de
historiografías lejanas. Se trata de un rato elocuente desde el que
comenzar a narrar estratégicamente. Puede incluso suceder que en el
trascurso de la charla se eche también mano de la ficción para no decir
demasiado ni irse de la lengua.
“Estos temas siguen siendo tabú en muchos hogares,
por eso me inventé completamente el argumento y trato de que los
protagonistas sólo sean las personas y sus estrategias de
supervivencia”, explica Pardo.
La trama, en definitiva, parte de la pregunta de un
joven a dos ancianos. Su abuelo era maqui y murió en 1948 de una manera
que desconoce salvo quizás por algún rumor. “¿Cómo murió mi abuelo?”.
Ellos puede que lo sepan, pero su narración también alienta el suspense
para no verse en la tesitura de abordar la verdad después de tanto
tiempo.
El rodaje de “Pregúntale al viento” resultó estos
días trepidante, divertido y sentido por igual entre los participantes
que dieron vida al guión. Como no se trata aquí de quitar demasiadas
cáscaras de cebolla y contar el argumento, no incurriremos en ese error.
Eso sí, vamos a dar alguna pista. Imagínense que les llaman de
figurantes y les toca un papel de dos posibles: maqui o Guardia Civil.
“Veamos, ¿y no puedo escoger otro?”. “No. Te ha tocado”. Y te ajustas el
tricornio o te escapas al monte. ¿Van comprendiendo? Si te toca lo
primero, estarás mejor con bigote. Si te toca lo segundo, una buena
barba. Y esto no es un tópico, aquí hay más realidad que en ninguna otra
cosa, se constatan hechos fehacientes de que la forzosa moda de la
posguerra exigía estos requisitos con alta probabilidad estadística.
Sigamos con el rodaje. Imagínense que se les da un
fusil y se le obliga a disparar, es la época, qué van a hacer... A
disparar. Sigamos imaginando, imagínense que... bueno, ya esta bien,
imagínense el resto del argumento, pero no caigan en el error de creer
saberlo. Posiblemente no lo descubran hasta el final. Si no han asistido
al rodaje y se ven incapaces de unir las piezas, sigan imaginando para
ponerlas en orden a partir de los datos citados.
Otra cosa más, procure evitar las versiones, huya de
las especulaciones, busque su propia verdad y seguramente acierte. Eso
sí, si usted mismo no se traiciona. Mejor haría en preguntarle al
viento, él siempre ha estado ahí y lo ha visto todo.
Lo que le contamos lo tendrá un poco más claro en
octubre, cuando se proyecte por primera vez el nuevo trabajo de este
gijonés afincado en Cabrales al que ya, sin más demora, deseamos lo
mejor desde 3errres. Por lo menos que le vaya también como su primera
apuesta “Gentes sin historia” que obtuvo 7 primeros en diferentes
festivales nacionales e internacionales. Mucha suerte Alberto.
Un apunte, ¿Saben lo que cuesta una bala de fogueo?,
pues 150 pesetas. ¿Una detonación en cuerpo?, 5000. ¿Una detonación
considerable de arma arrojadiza y explosiva...? mejor sigan imaginando y
pongan precio a las muertes de la ficción. El cortometraje goza de una
espléndida salud técnica, con efectos especiales múltiples y trepidante
acción cámara al hombro en varias tomas. También se puede ver por ese
lado. Y es que el propio Alberto Pardo señala que su nueva obra es en
este sentido “bastante más cinematográfica que la anterior, no es
documentalista, tiene planos de acción y es más fuerte”.
Debemos seguir la narración paso a paso, puede
haber... No diremos más. Ahí van los datos verdaderos, los de las
personas y su entorno actual para que el lector inicie sus primeras
conjeturas:
El rodaje contó con un reparto de jóvenes actores
experimentados. Tal es el caso de los cuatro maquis: Adolfo Nava,
Fernando Nava, Adriano Prieto o Alberto Begoña. Los dos últimos
participaban el año pasado en un corto de éxito: “Mr. Dogma” y los
dos primeros debutaban con el propio Alberto Pardo en “Gentes sin
Historia”. A estos habría que añadir más papeles protagonistas
encarnados por un grupo de profesionales: Manuel Mier (molinero)
María Soriano (molinera), Antonio Lobato (Cabo de la Guardia civil),
Juan Antonio Anca (pastor), Arsenio González (anciano), Ramón Vega
(anciano), Alfonso Iglesias (tendero). Sin olvidar la actuación de
nueve figurantes que sufrieron en sus carnes el peso del armamento y
del tricornio en persecuciones y emboscadas. En los títulos de
crédito también podrán leerse los nombres propios de Antonio Benito,
encargado del equipo de sonido; Geno Cuesta, director de fotografía;
Angel Polvorosa, maestro armero; Ricardo Spencer, efectos
especiales, y Ramón Prada, música. Ángeles Muñiz, otro de los
jóvenes talentos del cine asturiano, con obras como “Quiero la
lluna” o “Lo que necesitas selo yo”, participaba como ayudante de
dirección. Por último, el propio Alberto Pardo se encargaba de nuevo
de la dirección después de debutar con éxito y buenas críticas. Un
récord difícil de superar pero no imposible.
“Pregúntale al viento” seguirá inicialmente el mismo
rumbo que el corto anterior. Estará presente en cuantos certámenes se
proyecten para esta nueva temporada. Su recorrido comenzará en el
Festival de Cine de Gijón el próximo mes de noviembre. Eso sí, tras una
exhibición previa, homenaje también, en Arenas de Cabrales. Al igual que
el pasado año, Alberto Pardo expresará su gratitud hacia las gentes del
concejo por su colaboración inestimable y el estreno se quedará en casa.
También ha sido la gente de Cabrales la que ha revivido un rato de su
pasado con insólitos personajes paseando o corriendo por sus calles y
caminos, como fantasmas en medio de lo cotidiano para recordarles que el
cine es un medio privilegiado retratar la cultura y la historia.
Ramón González Molleda.
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