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Rompiendo el Silencio |
Titulo original: Rompiendo el Silencio
País y año: España, 2008
Director: Jordi Gordón
sinopsis de e-norte.org
Documental de Aerle con testimonios de represaliados
leoneses de la guerra y la posguerra.
Es imposible imaginar lo que es vivir 11 años solo en
una cueva, o bajo la tierra o con la metralleta en la mano. Huyendo por
las montañas. Una cosa es contarlo y otra cosa es vivirlo. Y es
imposible que alguien como nosotros, que no lo hemos vivido, sepa lo que
es la dureza del frío, de las montañas, de que se te caigan las uñas de
los dedos de las manos y pies de frío. De que se te rompa la barba
helada, como a Gorete, de pasar veinte días, y más, sin comer. Y, sobre
todo, el miedo”.
Son palabras del escritor Julio Llamazares para
explicar algunos de los testimonios que recoge el documental titulado
“Rompiendo el silencio”, que ha dirigido Jordi Gordón por encargo de la
Asociación de Estudio sobre la Represión en León (Aerle).
Julio Llamazares reconoce la dureza de los
testimonios, pero añade que “una cosa es contarlo y otra vivirlo”. El
documental se centra fundamentalmente en la otra cara de la moneda, en
los que lo han vivido, bien en primera persona o familiares directos,
que muchas veces son testimonios aún más duros que los de los
protagonistas directos. “Mi madre ayudaba a esa gente, a los huidos, que
venían unos y otros. Una de las veces vino la fuerza, eran catorce. Y
dijeron ellos: Tranquila, tocamos a dos cada uno. Entraron y los
guerrilleros dispararon y mataron al sargento, aquí en casa. Y mi madre
se fue con ellos, con los guerrilleros, y entonces me juzgaron a mí, en
el 45, me salió 12 años y un día, tenía 16 años. Nada más que cumplí los
18 me metieron presa, si lo llego a saber hubiera escapado al
extranjero. Estando en la cárcel me escribió mi hermano y me dijo que
habían matado a mi madre, él no se atrevió ni a ir a reconocerla”. Así
lo explica Ángela Losada, de Sobrado, que perdió a su madre pero su
experiencia no fue menos cruel.
Otra mujer (las mujeres fueron las grandes
damnificadas y las grandes olvidadas) que refleja muy bien la dureza de
aquellas fechas y de sus vidas es Lices González, de Puebla de Lillo, la
mujer de uno de los mitos de la guerrilla antifranquista, Gorete. “Mi
primer recuerdo de la guerra fue cuando marchó mi padre a buscar harina
y ya no volvió. Estuvo en la torre de Puebla de Lillo desde julio hasta
noviembre, que fue cuando lo fusilaron, cerca de Boñar, hacia Candanedo,
que no sabemos ni donde está”.
No sólo perdió a su padre y tuvo a su marido en el
monte. Ella misma sufrió las consecuencias de ser de una familia de
rojos. “Yo crecí con eso, con el odio de la gente, nos tenían verdadero
odio. Íbamos a la escuela y nos ponían para atrás. A las rojas nos
ponían para atrás y a las de derechas adelante, cerca de la estufa, al
calor. Y entrábamos diciendo “buenas tardes tenga usted y arriba
España”, por obligación, cada día”. Otras recuerdan cómo eran insultadas
cuando estaban haciendo cola a la puerta de la cárcel para llevar a sus
familiares comida, rompa limpia y, simplemente, para ir a visitarlos.
Son algunos de los testimonios que recoge el
documental. Hay otros muchos, diferentes a los de las mujeres o las
hijas de los silenciados y olvidados. También hay testimonios en primera
persona, como los del maquis Jalisco; de Tomás Bañuelos, que fue niño de
la guerra en Rusia; Vicente Moreira, de Langre, que también fue enviado
a Rusia y que fue uno de los primeros en desenterrar a un familiar de
una fosa común, en 2001.
El documental se complementa con testimonios de
escritores, como Llamazares o Gamoneda, y de historiadores, como Javier
Rodríguez o Wenceslao Á. Oblanca.
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