FOSAS EN BENAGÉBER (VALENCIA), CUYA EXHUMACIÓN ESTAMOS PREPARANDO
Lista de represaliados, asesinados en Benagéber (Valencia) el 26 de
Marzo de 1947 y enterrados en el cementerio de este pueblo:
-
Antonio Gan Vargas «El Cubano»,
guerrillero (Desconocido en el acta de defunción).
-
Daniel Cortés Luján, de Buñol (Valencia),
guerrillero. Folio 32 nº 7.
-
Manuel Torres, «El Practicante» (En el
acta de defunción Manuel Prieto Domínguez, de Fuencarral - Madrid).
Trabajadores de Benagéber:
-
Santiago Martínez Montes, de Benagéber
(Valencia), punto de apoyo. Folio 31, nº 6.
-
Clemente Alcorisa, de Santa Cruz de Moya
(Cuenca). Folio 44, nº 11.
-
Salvador Garrido Gimeno, de Landete
(Cuenca). Folio 33, nº 8.
-
José Martínez Viana, de Chelva (Valencia).
Folio 32, nº 6.
-
Juan Luján Cerdán, de Enguídanos (Cuenca).
Folio 33, nº 9.
Fuente:
Levante-EMV.
Una historia escrita con sangre
Torturas, palizas, tiros en la nunca... La historia
se escribió con sangre en Benagéber los días 26 y 27 de marzo de 1947.
Las huellas del brutal golpe que asestó la Guardia Civil a la Agrupación
Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) están enterradas en cuatro fosas
comunes de su cementerio. Allí yacen los cuerpos de tres guerrilleros y
cinco personas detenidas por colaborar con el maquis que fueron
torturadas y asesinadas por las fuerzas franquistas.
Rafel Montaner, Valencia
La operación que la Guardia Civil lanzó los días 26 y
27 de marzo en Benagéber contra la Agrupación Guerrillera de Levante y
Aragón (AGLA) puso contra las cuerdas a esta organización del PCE que
dirigía Santiago Carrillo desde su exilio en Francia. Los maquis
perdieron la importante red de apoyo que tenían entre los trabajadores
de las obras del pantano, que les abastecía de explosivos, y se vieron
obligados a abandonar el campamento de Valdesierra, su principal centro
de operaciones.
“El episodio de Benagéber fue un momento critico, que
llevó a los guerrilleros a debatir si lo abandonaban todo o seguían
adelante”, explica el historiador Salvador Fernández Cava. Este experto
en el AGLA cuenta que los maquis tuvieron que retirarse a los Montes
Universales, en Teruel, y enviar un enlace a Francia para dar a conocer
al PCE la situación en que se habían quedado.
“El partido les envió más guerrilleros, armas y
dinero, y aguantaron hasta 1952”, cuenta antes de añadir que Carrillo
tenía mucho interés en mantener operativa la Guerrilla de Levante, "pues
quería que fuera el modelo a seguir para todas las demás agrupaciones".
Desde Valdesierra, el mítico guerrillero Florián García, «Grande»,
dirigía el grupo más activo del AGLA. Acumulaba en esa época más fuerzas
que nunca, alrededor de 50 hombres, ya que se le habían sumado los
maquis del sector V de Cuenca tras la detención de su jefe.
El gobernador, en el punto de mira.
Conscientes de su fuerza, en enero de 1947, intentaron matar en una
emboscada en Losa del Obispo al mismísimo Gobernador Civil de Valencia y
jefe provincial de Falange, Ramón Laporta, cuando se dirigía a inaugurar
el cuartel de la Guardia Civil en Villar del Arzobispo. La arriesgada
operación fracasó al tomar la comitiva otro camino para llegar al
Villar. Entonces, decidieron entrar Losa y asaltar su pequeño cuartel.
En la tarde del domingo 26 de enero, unos 30 maquis tomaron el pueblo,
que en aquel momento tenía 600 habitantes. El objetivo era incautarse de
provisiones, armas y “demostrar que eran capaces de enfrentarse con la
Guardia Civil en una acción militar”, relata Fernández Cava. Acabó en un
baño de sangre. Al entrar en un bar donde la gente estaba jugándose
dinero a las cartas, un guerrillero apretó el gatillo de su
ametralladora al creer que un hombre que estaba guardándose sus monedas
en el bolsillo iba a sacar una pistola. La ráfaga mató a cinco personas.
El asalto al cuartelillo también fue un sangriento fracaso ya que al
entrar en él a tiro limpió mataron a la mujer y al hijo del cabo, un
niño de apenas 11 años. Los guardias, que estaban apostados dentro,
repelieron el ataque.
Tras los fiascos, llegó el golpe más audaz. A
principios de marzo, cuatro grupos de 10 guerrilleros cada uno, con los
explosivos que habían conseguido de las obras del pantano, hicieron
estallar simultáneamente bombas en las vías del tren en Puçol, el
Rebollar, Moixent y Sarrión, con el fin de dejar aislada a Valencia por
ferrocarril.
La cuadrilla de Pepe Dominguín.
La siguiente acción, un control en la carretera de Madrid, a la altura
del barranco Rubio del Rebollar, fue el principio del drama de
Benagéber. Era la víspera de Fallas y lograron retener a decenas de
vehículos, entre ellos al de la cuadrilla del torero Pepe Dominguín, que
cerraba la última corrida de la feria de San José. El azar quiso que en
el remolque de uno de los camiones que detuvieron viajaran dos guardias
que iban a Valencia. Tras el Alto a la Guardia Civil se inicio un
tiroteo en el que murió un agente, pero el otro logro escapar y pedir
refuerzos en el puesto de Requena. “Grande ordenó desmantelar el
control, pero el jefe de uno de los grupos, Antonio Gan Vargas, «el
Cubano», prefirió continuar allí”, explica Fernández Cava. La
bravuconada le costó un tiro en la espinilla. Curar al herido en las
precarias condiciones en las que vivían era complicado, por lo que al
cabo de una semana decidieron evacuarlo a un lugar seguro para que
guardara reposo. El sitio elegido fue un punto de apoyo de Nieva, una
aldea de Benagéber, al que conocían como Casa Paquita.
Apenas 24 horas en Casa Paquita.
En esta humilde casa de una habitación vivían Paquita Montes y su
marido, Santiago Martínez, junto a sus tres hijos. El Cubano llegó allí
acompañado por otro maquis, Manuel Torres, «el Practicante», un barbero
de origen andaluz metido a guerrillero que se encargaba de curar a los
heridos. Apenas estuvieron allí 24 horas. Un vecino los delató a la
Guardia Civil y a primera hora del 26 de marzo las fuerzas de seguridad
irrumpían en Casa Paquita matando a los dos guerrilleros de sendos tiros
en la cabeza. Los guardias se llevaron a Paquita y Santiago a la colonia
del pantano, donde había hasta tres cuarteles que vigilaban las obras.
Allí comenzaron las palizas y torturas que desencadenaron una cascada de
hasta 30 detenciones entre los trabajadores de la colonia y sus mujeres
que desmanteló por completo la red de apoyo de Benagéber. Al día
siguiente, la Guardia Civil se llevó fuertemente atados a Santiago y a
otros cuatro de los obreros detenidos: Clemente Alcorisa, Salvador
Garrido, José Martínez y Juan Luján. Los cinco fueron asesinados por las
fuerzas franquistas tras ser utilizadas como escudos humanos en el
asalto a Valdesierra. El ataque fracaso, todos los guerrilleros lograron
escapar menos uno, Daniel Cortes, que murió en la refriega.
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