CRISTINA
VÁZQUEZ | Valencia | 25 MAR 2010 |
Los familiares asisten emocionados a la apertura de la primera fosa común
El viernes se cumplen 63 años de la muerte de
los Ocho de Benagéber. Dos guerrilleros, un punto de apoyo y
seis trabajadores del pantano fueron asesinados por el
franquismo el 26 de marzo de 1947 en esta localidad valenciana
y, después de meses de gestiones, los familiares asistieron ayer
emocionados a la apertura de la fosa común en el cementerio de
Benagéber, la primera que se abre en la Comunidad Valenciana.
José Martínez, hijo de Sebastián, que daba
cobertura a los dos maquis que se refugiaron en el pueblo tras
una acción en Losa del Obispo, explicaba en el salón de plenos
del Ayuntamiento, sus sentimientos cuando se enfrentó en el
cementerio a la recuperación de los restos. “Me he derrumbado
como no me había pasado nunca. El corazón me iba a mil por hora.
Pero, por fin, 60 años después, he conseguido cerrar la herida”.
“Son tantos los recuerdos y todos malos”,
añadió otro de los familiares de los asesinados. A su lado han
estado los colectivos La Gavilla Verde, Búsqueda de
Desaparecidos, Recuperación de la Memoria Histórica y Paleolab,
equipo de Arqueología y Genética Forense que ha practicado la
exhumación y que no pudo ocultar los nervios por la inminente
amenaza de lluvia.
La historia de este terrible y cruento
episodio es simple. Los dos guerrilleros y el punto de apoyo
fueron fusilados tras ser descubiertos a raíz de un chivatazo.
Poco después decenas de guardias civiles protagonizaban una
redada donde detuvieron a entre 25 y 30 trabajadores del pantano
de Benagéber por supuesta colaboración con los rebeldes. Después
de ser sometidos a torturas, seis de ellos fueron utilizados por
los guardias como parapeto en el asalto a un enclave guerrillero
de la zona.
Los familiares dan las gracias a todos los
que han colaborado para recuperar los restos. Miguel Garrido,
presidente de la Agrupación de Familiares, expresaba el sentir
general del resto: “Es un día muy grande. Triste, pero grande”.
Miguel se llevará los restos de su padre a Landete, en la vecina
Cuenca, para sepultarlos junto a su madre.
Pedro Peinado, presidente de La Gavilla
Verde, el grupo que a iniciativa de los familiares ha facilitado
la exhumación -que se ha agilizado gracias a la colaboración del
alcalde, Rafael Darijo-, rememoró cómo han compuesto la historia
de aquellos aciagos días. Accedieron al sumario de las
detenciones, de más de 400 folios, pero todavía no han tenido en
sus manos el sumario de las ocho muertes. “Nos dicen que debido
a la gran inundación de 1957, los documentos están embarrados y
hace falta restaurarlos”, explicó Peinado. Adolfo Pastor, del
Grupo de Búsqueda de Desaparecidos, relató lo costoso que es
todo el proceso: “Cada fosa cuenta mucho. Ahora estamos todos
juntos, pero hasta llegar ahí hay una faena muy paciente”.
Matías Alonso, del Grupo que promueve la
Fundació Societat i Progrés, insistió en la importancia del
trabajo. “Siempre me llamaba la atención que en los mapas de
fosas comunes localizadas en España, la Comunidad Valenciana
estaba limpia de puntos rojos. Aquí se mató como en otros sitios
del país y no durante la Guerra Civil, sino cuando ya no había
trincheras en España”, relató.
Eva, del grupo de científicos de Paleolab,
matizó que lo acontecido ayer, aun siendo grande, es sólo el
principio. Ahora habrá que clasificar los restos y enviar
muestras a Barcelona para identificarlos. En unos meses cada
familiar recibirá lo que queda de sus familiares. “Y espero que
entonces se escriba esa parte de la historia que arrancó cuando
ellos murieron”, agregó José.
Unos años duros, en los que los familiares de
los Ocho de Benagéber, la mayoría menores, vieron a sus madres
en los cuartelillos cada 15 días para firmar ante la autoridad,
o soportando registros intempestivos en sus casas, como si se
tratara de bandoleros, o detenciones cada dos por tres sólo por
sus apellidos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del
Jueves, 25 de marzo de 2010 |
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