JOSEFA BAYOD RIBAS 

Era de la Ginebrosa (Teruel). Esposa de Alfonso Boj y madre del guerrillero Joaquín Boj.

La detuvieron en su pueblo, el 20 de octubre de 1947 y fue trasladada a la cárcel de Alcañiz. Allí coincidieron varias personas de la Ginebrosa. Cada día subía uno u otro familiar del pueblo a llevarles ropa y comida. La última vez que la vieron fue el 10 de Noviembre de 1947; tenía cincuenta años.

Josefa era muy conocida en el entorno; su marido fue alcalde cuando estalló la guerra e hizo todos los posibles porq ue no hubiera represalias en el pueblo.

La versión oficial es que “salió de la cárcel el día 11 de Noviembre de 1947”.

Según el testimonio de varios testigos, los hechos pudieron ocurrir de la siguiente manera: Sacaron de la cárcel un grupo de siete personas entre las que se hallaba Josefa, a la 1 de la madrugada del 11 de Noviembre de 1947, cinco hombre y dos mujeres. Los llevaron en dirección a Morella por la carretera. Antes de llegar a Monroyo los asesinaron y dejaron los cuerpos en la cuneta. A continuación avisaron a una persona de este pueblo para que fuera a buscarlos. Los echaron en un carro y, tapados con unas mantas, los llevaron hasta el depósito del cementerio viejo.

Actualmente están enterrados en una fosa común, esperando ser exhumados cuanto antes.

V JORNADAS EL MAQUIS EN SANTA CRUZ DE MOYA
DESAPARECIDOS EN EL TIEMPO DEL MAQUIS

BUSCANDO A MI MADRE, JOSEFA Bayod RIBAS, DESDE EL 11 DE NOVIEMBRE DE 1947

Marina Boj Bayod nació en la Ginebrosa, Teruel, el 8 abril de 1923.

Era la hija mayor de una familia muy trabajadora y acomodada, tenían una tienda de ultramarinos y carnicería. Durante la guerrra les saquearon todo. Su padre, Alfonso Boj, que en el 1936 era alcalde republicano, procuró que en su pueblo no hubiera revanchas ni represalias. Era un poco mayor, pero marchó voluntario al frente, aunque, sin haber acabado la guerra, pidió a su mujer, Josefa, que interviniera ante personas influyentes para que pudiera volver a su casa. Así sucedió, ya que ella era una persona muy trabajadora, emprendedora y de gran capacidad de diálogo.

Acabada la guerra , Alfonso fue encarcelado durante cinco años. En la cárcel conoce a José Mir, “el Cona” de Mas de la Matas que le habla de la guerrilla y lo pone en contacto con los guerrilleros al salir de la prisión.

En estos años regentan la panadería.

  • Marina, ¿por qué te vas a Barcelona?

  • La vida de nuestra familia en la Ginebrosa era muy dura. Yo estaba muy cansada de tanto trabajo. Te explicaré la causa exacta: Un día, como tantos otros, al ser la mayor, tuve que ir con una carga de trigo a moler a Calanda. Se me hizo de noche y ya te puedes imaginar, una chica de unos 20 años, de noche.... pasé tanto miedo que me dije: Hasta aquí hemos llegado; yo no quiero pasar más miedo, me voy a Barcelona. Y así lo hice.

Alfonso y Joaquín, padre e hijo siguieron colaborando con la guerrilla hasta que el peligro fue inminente y marcharon al monte. Josefa pidió a su hijo Alfonso, que trabajaba en un colmado en Barcelona, que viniera a su casa para hacerse cargo del horno, trabajo que desempeñaba hasta entonces Joaquín. (La suerte de padre e hijo en la guerrilla fue muy diferente: Joaquín murió en la guerrilla y el padre pasó a Francia; al cabo de los años murió en Barcelona.)
Al marchar padre e hijo al monte, la guardia civil arrestó a Josefa y a su cuñado Aurelio, hermano de Alfonso. Los llevaron en un furgón de la GC a Mar de la Matas y posteriormente a la cárcel de Alcañiz. José Mestres, amigo de la familia y conductor del coche de línea, envió un telegrama a Marina, pidiéndole que, con urgencia, viniera a la Ginebrosa.

  • Yo, al recibir el telegrama de José que decía “Ven urgente”, me imaginé lo peor.

  • Me puse en camino sin perder tiempo. Llegué a Alcañiz. Esperando el coche de línea de la Ginebrosa, vi a mi madre entre dos guardias; el corazón me dio un vuelco. Mi madre pidió a los guardias que la dejaran saludarme.

Emocionadas nos abrazamos...Fue la última vez que vi a mi madre.

Marina marchó a la Ginebrosa donde seguía viviendo la familia que quedaba, sus hermanos, primos y tíos, rodeados de incertidumbre. Al otro día o al otro, cogió ropa de su madre y se trasladó a Alcañiz. Un funcionario de la cárcel le dijo unas palabras secas:

  • Tu madre no está aquí, a saber dónde estará...-Era el doce de Noviembre de 1947.

  • Mi dolor fue inmenso. Volví a mi pueblo, estuve a llí unos días, los problemas se sucedían…El cabo de la GC de Mar de Las Matas se portó bien con nosotros y nos dijo: “Es una lástima lo que os ha pasado, marcha a Barcelona y ya no te pasará nada…” Marchamos a Barcelona de nuevo mi hermano Alfonso y yo. Mi hermana Martina se quedó en la Ginebrosa con su marido Ernesto y con ellos mi hermana Carmen que era la pequeña. (Ernesto siguió colaborando con los guerrilleros; sabemos que después del enfrentamiento del grupo de Serrano, Mateo, Joaquín, Pelegrín con la GC les abasteció de comida en el punto de reunión, en Julio de 1948).

Una noticia corrió por el pueblo, como tantas que casi a diario se producían: Anoche -11 de noviembre de 1947- un grupo de cadáveres apareció en la cuneta de la carretera que va de Alcañiz a Vinaroz, cerca de Monroyo.

La Guardia Civil manda a un vecino de Monroyo que vaya a buscar los cadáveres. Un familiar que por entonces se dedicaba al trasporte se cruza con el carro, y reconoce las botas relucientes de Aurelio que asomaban por debajo de una manta que los cubría. La opinión es que en la cárcel les dijeron que los iban a poner en libertad, Aurelio hasta se lustró las botas...

Fermín, un taxista de Monroyo, ya mayor y retirado, recuerda aquel día:

  • Un grupo de chiquillos íbamos detrás del carro y vimos cómo llevaron los cadáveres al depósito del cementerio de Monroyo.

Gabriel y José de Monroyo vieron cómo los enterraban en una gran fosa en el cementerio, frente a la puerta, junto a la pared del fondo.

Hemos revisado todos los archivos de estos pueblos, La Cerollera, La Ginebrosa, Aguaviva, Teruel, de Albarracín...no hemos encontrado documento alguno en que consten los nombres de los siete asesinados en Monroyo. Sólo el testimonio de estas personas y la noticia que corrió de boca en boca de aquel día, 11 de noviembre de 1947. Queremos dar las gracias a todas las personas que nos han ayudado, alcaldes, secretarios, amigos, vecinos...

  • He esperado mucho tiempo...no tenía esperanza alguna, ni aun a hablar me atrevía...Las cosas han cambiado en los últimos años. Mis contactos con las personas de la Gavilla Verde me han devuelto el ánimo y la esperanza. Estamos ultimando los preparativos. Estoy segura que mi madre está en el cementerio de Monroyo.

Quiero recuperar sus restos cuanto antes y enterrarla como se merece.

Quiero animar a las familias de las restantes personas del grupo y a las familias de todas las personas desaparecidas a que tengan esperanza porque en los momentos presentes podemos recuperarlos, recuperar especialmente su memoria y rendirles el homenaje que merecen.

Marina Boj Bayod