LOS CATORCE MAQUIS DE SAN MARTÍN DE BONICHES.
 Salvador F. Cava. 

1. La guerrilla antifranquista en la provincia de Cuenca. 

La guerra civil terminaba en la primavera de 1939. Desde las últimas posiciones del frente hubo que volver a casa o atravesar los Pirineos. La vuelta, escrita está, no fue fácil. El compromiso adquirido con el ejercito republicano no facilitaba las cosas. El exilio fue una puerta para multitud de españoles. Otros pasarían años y años de cárcel, decenas de miles fueron fusilados, algunos vivirían escondidos en sus casas. En todos ellos había un compromiso de afinidad política de izquierdas, aunque con difícil y conflictivo entendimiento. Esa actitud de creencias republicanas hubo que enterrarla tras 1939, pero quedó un poso de simpatía y un débil tejido de clandestinidad que servirá como caldo de cultivo, además de las propias circunstancias naturales, sobre el que se asentará y mantendrá durante el tiempo que dure la guerrilla antifranquista.

Pero si a principios de 1939 terminaba la guerra civil, ese mismo año se iniciaba la segunda guerra mundial que duraría hasta 1945. Durante seis años tuvo lugar una de la contiendas más crueles que recuerda la humanidad. Desde la España fascista, en apoyo de las fuerzas alemanas salió la División Azul, pero también con españoles del exilio se nutrió el ejército ruso y muchas de las partidas francesas que combatieron en acciones de guerrillas a los ocupantes alemanes. Es el maquis, el maquisards francés.

Durante el año 1944 el Partido Comunista en el exilio, con Monzón como responsable, diseña una estrategia de Unión Nacional Española para, previendo el final de la contienda europea, lograr que las potencias aliadas intervengan en España y liberen al país del poder militar de Franco. De hecho, para los maquis, la liberación de Francia era un preludio del derrocamiento del régimen franquista. Así, en el mes de octubre, coincidiendo con la toma de París, lanzarán una ofensiva a lo largo de los Pirineos, principalmente por el Valle de Arán como estrategia de inicio. Varios miles de hombres, salidos en su mayoría de la resistencia francesa llegarán hasta Viella, pero a la postre serán contenidos y expulsados. Un grupo importante, sin embargo, logrará atravesar las líneas y irá desperdigándose por los montes. Coincidiendo con esa circunstancia el PC variará pronto su táctica y planeará y ejecutará un segundo plan de intervención interna. Sobre Monzón y su equipo de colaboradores recaerá la responsabilidad por el fracaso anterior y ahora será Carrillo quien asuma la nueva acción. Así creará la guerrilla, y sobretodo desde Toulouse, con escuela de guerrilleros, se irán enviado partidas a lo largo de los años que van desde finales de 1944 hasta 1950.En el 1951 se dará la orden de retirada y el 1952 se hará efectiva la evacuación.

El hábitat de la guerrilla será la montaña. Zonas escarpadas llenas de matorral y bosque, de difícil acceso, desde sus lugares altos con amplia visibilidad, habitada por pastores, agricultores, resineros, con rentos, masías, majadas, molinos y pequeñas aldeas hoy en día despobladas y en ruinas. Allí la vida , siempre de acecho y cautelas, se entretejió entre caminatas nocturnas y obligados descansos de día con tiempo para la preparación política, organización del campamento, asignación de servicios, discusión de acciones, leer, escribir, etc. Desde los pueblos del Alto Tajo hasta la confluencia de Cabriel y Júcar, desde Priego, Villarejo de la Peñuela y Tébar hasta las aldeas que lindan con el Turia se enmarca el quehacer político y militar del 5º Sector integrado dentro de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón.

En 1945 tenemos las primeras noticias de la presencia de maquis en la Sierra de Cuenca. Los nombres de “Capitán”, “Frasquito” “Jalisco”, “Medina”, “Paisano”, “Chato”, “Vitini”, entre otros, son seguramente de esta época a los que pronto se unirían los del “Manco de La Pesquera”, “Manolete”, “Núñez”, “Pena”, “Pintado”, “Samuel”, “Segundo”, “Tomás”, “Valencia”, “Zapatero”, etc. Para entonces la estructura organizativa será muy laxa, firmarán sus comunicados como “Grupo 595 de guerrilleros” y ante la persecución de la guardia civil y tras algunos enfrentamientos se refugiarán en las proximidades de algún rento por la zona de Cañete a cuyos moradores ayudarán en las faenas del campo por las noches.

En 1946 se crea la AGLA con sus cuatro sectores. El 5º, sucintamente, corresponde a la demarcación de Cuenca. Los años 1947, 1948 y 1949 hasta el enfrentamiento de Cerro Moreno son de gran actividad. La llamada “ofensiva de primavera” de 1947 propiciará múltiples acciones. En 1948 y 1949 hay un cambio de estrategia, siguiendo los consejos de Stalin recogidos por la Dirección del PC, en lugar del enfrentamiento directo se favorecen las hacen acciones de propaganda política. Los años 1950 y 1951 son de dura supervivencia, los guerrilleros andan de un lado para otro sin grandes objetivos, diezmadas las partidas y con apenas contacto con la estructura de mandos. En el 1952 ya no quedan guerrilleros en las Sierras de Cuenca, sólo la partido de “Fortuna” actúa por el sur, pero más en la zona de la Muela de Corte de Pallás. Los últimos en fallecer serían “Samuel” en Tierra Muerta y “Mauro”, “Loreto” y “Chatillo” en Reíllo. En el verano de 1952 veintiséis guerrilleros de la AGL, entre ellos seguramente “Segundo”, “Chato”, “Reme” y “Sole” después de 30 días interminables pues su guía “Emilio” había muerto en el enfrentamiento donde fuera capturado el “Manco de La Pesquera”, logran pasar los Pirineos. Catorce del 5º Sector se habían entregado, entre ellos los únicos cuatro supervivientes del total de los que se echaron al monte en San Martín de Boniches.

Resulta obvio, pero por si acaso, permítaseme este punto y aparte: no se ha de olvidar que esto no es más que un artículo periodístico con fines divulgativos, una mezcla de saber e interesar y hasta si se quiere de propiciar el interés y el estudio. Nos falta un historiador a la manera de don Fermín Caballero, o de los que, al estilo decimonónico, se pateen la provincia y revisen en este caso más los archivos que las bibliotecas y hablen con la gente. No obstante ahora que ya contamos con una juventud mejor preparada y con distrito universitario, es más que deseable que surjan estudios aclaratorios interpretativos de este periodo histórico ya del siglo pasado, y donde más que lápiz y libreta se utilicen todos los medios de registro audiovisuales que la técnica nos ha puesto al alcance.

2. San Martín de Boniches.

Uno de los lugares que más se singularizó en la provincia de Cuenca por su apoyo a la guerrilla fue San Martín de Boniches, en el partido judicial de Cañete. En los años cuarenta contaba con bastante más de medio millar de habitantes, con 459 hacia mediados los sesenta, y 138 en 1977 dentro de ese proceso de inmigración que representaron esas dos décadas para la inmensa mayoría de los pequeños pueblos del interior castellano-manchego. El pueblo, con parecida fisonomía y encanto durmiente por las arrugas de los años transcurridos, situado en la zona meridional de la provincia de Cuenca, forma parte de ese cinturón boscoso que dio cobijo, y también todo lo contrario, a la guerrilla. A este respecto, conviene recordar que cuando se inicia la invasión de los Pirineos, se mandan emisarios a la retaguardia nacionalista para pulsar el sentir de las gentes del campo cara a un posible levantamiento popular y su consiguiente apoyo a los combatientes, y los informes que llevan a los jefes “no pueden ser más desalentadores”. La gente no quería más guerra. Comprensible es entonces que algún guerrillero opinara que el sector 5º fue el más duro de toda la AGL. Igualmente comprensible y doblemente meritorio resultará el esfuerzo de los guerrilleros conquenses que a pesar de todas esas dificultades supieron alentar su espíritu de rebeldía contra un poder ilegítimo. No será difícil encontrar enlaces en los pueblos de Cardenete, Henarejos, Villar del Humo, Motilla. Iniesta, Monteagudo, Landete, Santa Cruz, Campalbo, Sotos, Mariana, Campillo, La Pesquera, Villanueva de la Jara, El Picazo, Tébar, Cuenca, etc., y si estuvieran a la vista los expedientes de los interrogatorios, y hora es ya de que se unifique en un archivo histórico todos los documentos de este periodo, a buen seguro llenaríamos un montón de tomos.

Cercano al Rincón de Ademuz, a la Sierra de Camarena, a los Montes Universales, con el río Turia a no muchas horas de distancia, en una imagen de tránsito a pie, y el Cabriel, separando Serranía Alta y Baja, todavía más próximo, San Martín ofrecía amplias posibilidades como ruta en la distribución geográfica de la guerrilla que uniera el Levante con el centro. A esa geografía aportará, junto con los pueblos limítrofes, sus montes más cercanos como la Sierra de las Cuerdas, Collado Molar, La Menglana, Cueva Mediana, Cabeza del Royo, El Rufel, El Haba, y sobre todos ellos el Molatón y el “búnquer” del Bercoloso, dos de los lugares donde se situaron los que seguramente fueros los últimos campamentos estables de la guerrilla del 5º Sector. Pinares, ahora devorados por un espantoso incendio de mediados de los noventa, sabinas, encinas, robles, enebros y sotobosque de jarales y brezos son el hábitat de los guerrilleros. Así lo poetiza uno de ellos: “entre follaje y veneros/ tras los últimos Puntales/ existen los matorrales/ donde viven guerrilleros”.

La GC sobre ese territorio trazó un organigrama de demarcaciones y destacamentos que prácticamente no dejaron aldea sin cubrir. Las carreteras de Teruel, de Mira o de Landete contaban en casi todos sus pueblos con un puesto permanente de GC y bajo su supervisión dos o tres destacamentos con sitios fijos en las pequeñas aldeas y en los rentos bien poblados por estas fechas. Hasta cuarenta puestos podríamos enumerar. Tampoco puede obviarse la presencia represora de las unidades móviles, las contrapartidas, el somatén, delegados de falange y la estructura del poder oficial.

3. Los maquis en San Martín de Boniches.

Todavía, sobre calles de intemperie terrosa, casi no había luz eléctrica en el pueblo. Durante 1946, organizados los sectores y con “Tomás” (Atilano Quintero Morales) como jefe, siguen llegando refuerzos guerrilleros desde Francia. A ellos se les suman los primeros maquis de la provincia, gente que había participado activamente en la guerra civil con el bando republicano, militantes activistas de izquierdas, comunistas y cenetistas mayormente, y simpatizantes de su causa. Los pueblos limítrofes y el propio San Martín son escenario de múltiples escaramuzas de carácter económico, de agitación política y de acciones de sabotaje de trenes y tendido eléctrico. Los aldeas, los molinos, pero sobe todo los rentos son lugares frecuentados por la guerrilla: como los de Fuenteoca, Torre López, Las Dehesas, El Royo, La Nava, Tormeda, Alcobillo, etc. La Sierra de las Cuerdas deja paso a una expansión mayor con grupos ya más definidos. En estas acciones también se dan algunas muertes como la de “Frasquito”, aún cuando los enfrentamientos más fuertes dentro del 5º Sector, por estas fechas, se trasladen a la zona de La Pesquera, donde se reproducen situaciones semejantes y tras la muerte de “Rodolfo” (Manuel Torres Camallonga) a principios del año 1947 habrá que reorganizar el sector.

La noche del 19 de septiembre de este año, 1946, una partida mandada por “Paisano” entra en San Martín de Boniches. Las crónicas oficiales desde su óptica testifical y de autoritas nos dicen que “para dar sensación de fuerza en número de doce ocupan el pueblo durante un par de horas. Se apoderan de cuanto pueden entre la mayoría del vecindario que, aterrado no opone resistencia. Temían ser asesinados. Luego marchan al Ayuntamiento, roban los sellos oficiales y rompen los retratos del Generalísimo y José Antonio”.

En la pequeña plaza del pueblo, entonces doblemente sombreada por ser de noche y por la mole imponente de sus ya extintos olmos, un joven vecino del pueblo, Agustín, fue el primero en encontrarse con ellos. Su sordera modulaba su forma de hablar. En el pueblo se recuerda con simpatía cómo fue corriendo a su casa tras toparse de noche con ellos y preguntar inocente: “¿Es que hay cine?”, para decir tras ver sus pistolas: “¡Madre, que hay en la plaza unos hombres malos que le quitarán las perras!”.

En las Memorias de “Germán” Emencio Alcalá Ruiz, uno de los catorce guerrilleros de San Martín, próximas a editarse con el sello de este misma revista, se nos da una versión más ajustada: “De cuando entraron en el pueblo, lo recuerdo bien. El venir al pueblo fue por el motivo que aquí los guerrilleros se enteraron de que la ración que al pueblo venía se perdía la mitad. Lo que pasó fue que al responsable de todo esto no lo hallaron en el pueblo. Una cuñada le avisó que aquella noche venían los maquis al pueblo y este señor se fue a esconderse a La Cabezuela. Este grupo que al pueblo entró el responsable era el “Paisano”, y se llevaron de este pueblo solamente una máquina de escribir del ayuntamiento y una escopeta del señor alcalde llamado Domingo. Yo esta noche tenía que bajarle la cena a mi padre que estaba con el cabrío en el sitio llamado el Pico la Peña el Tocado. Salí de mi casa calle adelante. Llegué a una casa y la señora venga a llorar, y su marido llamado Francisco era familia de mi padre. Yo entré y digo: “Tía Caya, ¿qué pasa?”, dice: “Que han venido unos hombres y aquí en la puerta le han disparado, -y me dice- y yo estaba en la despensa y a la que he salido ya se lo habían llevado”. Yo, con todo, seguí mi marcha y cuando llegué a la plaza estaba toda blanca de octavillas que habían echado. Yo me acaché y cogí dos o tres. Se acercó un señor y me dijo: “Eso se hace”. Me fijo y en la pared había otro señor escribiendo y aún recuerdo lo que ponía: “Muera Franco y más libertad”. Cuando llegué a donde estaba mi padre le di los papeles que yo había cogido en la plaza y me dice: “¿Esto de dónde lo has sacado?”, “De la plaza, está llena”. Lo leyó y no me dijo nada. Al día siguiente todo se arregló. Al tío Francisco no le pasó nada. Es que era un civil retirado y fueron dos maquis a su casa y al verlos trató de cerrarles la puerta y “Manolete” que era el guerrillero disparó un tiro a la puerta, y la puerta la dejó libre. Esto fue que a todos los reunieron en el ayuntamiento, al señor alcalde y al señor secretario llamado Florencio, y así a todos, pero a ninguno le pasó nada”.

Durante los años siguientes, 1947, 1948 y buena parte de 1949, el centro de operaciones de la guerrilla por esta zona se trasladará hacia el sur del término de San Martín, colindante con Villar del Humo, Henarejos y Víllora. La Menglana, Collado Molar, Cabeza del Royo, el pico del Águila, El Bercoloso serán lugares habitados por las partidas de “Paisano” principalmente, y por la del “Manco”. La de “Segundo” actuará por las cercanías de Cuenca en su lado sur, en tanto que la de “Roberto” tendrá su base en la zona de Arcos de la Sierra y El Campichuelo.

En ese tiempo, aunque se van dando algunos casos destacados posteriores a los acaecidos en el rento de las Dehesas y en el Royo, las gente de San Martín convive en
silencio con la guerrilla a la que apoya, al igual que en otros pueblos con enlaces y puntos de apoyo. Precisamente la cautela parece ser una de las normas de actuación de este grupo de enlaces, que además de sus interrelaciones familiares parece bien organizado: al menos Cayo ejerce de jefe de la célula de apoyo a la guerrilla, la casa de la señora Eugenia es el lugar encargado de “hacerles la comida”, Aurelio el que se traslada a los pueblos cercanos para realizar las compras de víveres y Emencio uno de los que con más viveza recorre la ruta del pueblo al monte para asistirles. Precisamente esta buena organización hace que durante tres años nada menos la guerrilla tenga una base de operaciones bastante segura en San Martín de Boniches.

La actuación de los guerrilleros en estos años les lleva a enfrentamientos y voladura de líneas férreas en Cardenete, Monteagudo, Salinas del Manzano, Villarejo de la Peñuela, etc. y entradas en los pueblos de El Cubillo, Villar del Humo, Algarra, aunque un hecho determinante será la presencia de las contrapartidas por la zona ya a partir del año 1948. Los sucesos del rento del Royo había dejado sus secuelas. Poco tiempo después, dependiendo de Villar del Humo, se instalaría una dotación de la GC en San Martín de Boniches. En el Royo, zona de labor sita en Henarejos y regentada por la familia Alfaro de Víllora había ocurrido que, según unos, “Paisano”, con la puntería que le caracterizaba, da muerte tras el reflejo de la luna en una de las insignias del tricornio de la guardia civil a un cabo. Aun siendo substancialmente así, parece ser que fue “Manolete” quien hizo uso de su metralleta en tanto que “Paisano” defendía la retirada del rento y los compañeros del grupo huían de la casa saliendo a gatas bajo el arco de sus piernas. A finales de 1949 hasta las dependencias del cuartelillo de San Martín sería llevado, tras su entrega, uno de los maquis perteneciente a la partida de “Paisano”: “Regino”.

“¡Han detenido a tu padre”, cuenta “Germán” que le dice Basilio. La media iba encaminada a detener a enlaces, con la consiguiente represión que ello suponía. En muchos pueblos donde actúa el 5º Sector saben lo suyo del tema.

“Creo que están en la Cueva de Los Heridos”, le responde “Germán” y hacia allí se fueron.

De enlaces a guerrilleros también podríamos haber titulado este apartado significando al mismo tiempo la virtud de ejemplo que tiene la historia de los guerrilleros de San Martín para entender con toda la extensión posible el panorama de la guerrilla en la Sierra de Cuenca. Recién comenzado el otoño de 1949 diez enlaces de San Martín se echan al monte ante la dura represión que les esperaba. El que haría el número once, el joven Marino Alcalá, sería llamado al día siguiente por “Martín”, previo consentimiento de “Paisano” el jefe del grupo al cual fueron a acogerse.

Conservamos una breve narración de esos momentos, seguramente redactada por “Martín” o por “Nicasio”, dos de los guerrilleros más comprometidos políticamente del grupo, donde se nos señala qué guerrilleros estaban en esos momentos en la Cueva y cuáles fueron los primeros haceres familiares, algunos de los cuales quedarían como imprevisto adiós definitivo. Entre los guerrilleros, todos ellos formantes de la partida de “Paisano”: “Núñez”, “Antonio”, “Zapatero” y al propio “Paisano”, a los que habría que añadir a “Chato”.

El día 28 de madrugada salen hacia el monte: Emencio, Aurelio, Basilio, Daniel, Francisco, Jesús, Melitón, Heliodoro, Julián y Prudencio, y poco después, como señalamos, Marino. En la Cueva de los Heridos pasarían la noche, al día siguiente las madres y mujeres les traerían ropa y comida, y a partir de ahí caminatas y más caminatas nocturnas. El cruzar el río de San Martín, que se cita en la nota, es todo un símbolo de sus haceres posteriores.

Un primer problema que debió de plantearse ante la incorporación tan masiva de guerrilleros, (por lo general, en estas fechas, los grupos estaban formados por ocho o nueve hombres, once más, y de golpe, suponía un importante quebradero de cabeza), fue la infraestructura y la intendencia de los campamentos. “Paisano” lo percibe claramente y les dirá que van muy rápido, pero “por esto pase”. Además, su presencia en el monte suponía todo el desmantelamiento de enlaces de la zona. Aun cuando las madres, las esposas y los hijos pequeños quedaban en el pueblo, había que buscar nueva gente comprometida que trasladara información y comida al monte sin levantar sospechas. De esta labor se ocuparía a partir de entonces Hilario Valero y también el ex-alcalde republicano Francisco Henarejos una vez libre de su detención al terminar la guerra civil. Al acabar el conflicto serían detenidos durante algún tiempo.

Otro tema no menor sería la valoración de la trascendencia del paso que estas personas estaban dando. Pocas salidas les quedaban a los guerrilleros cuando se echaban al monte. La más probable la muerte en alguna refriega o el abandono con el consiguiente descrédito dentro de su organización, y el posterior juicio, cárcel y hasta posible fusilamiento; subsistir escondido en casa no parecía muy viable, y la retirada a Francia fue orden de última hora. Esta tesitura de lealtades y compromisos debió sugerirse en alguna de las primeras reuniones. “Paisano” parece ser que les planteó a modo de Hernán Cortés: “Bueno ésta es la línea, estáis a tiempo de volveros al pueblo o quedaros como guerrilleros”. Todos decidirían esto último. Es posible que pesara en su ánimo tanto el magnetismo de los hombres del monte, el miedo a la represión, los discursos políticos de los más comprometidos ideológicamente del grupo y la opinión de Cayo que al poco de ser detenido vuelve de Cuenca, más decidido si cabe a hacerse guerrillero.

Precisamente en el mes de octubre la cuantía de los maquis de San Martín se completaría. Cayo ha sido interrogado en Cuenca, pero al no encontrar motivos suficientes de detención se le deja en libertad. Tal vez contaba el gobernador con esa solución para hacer volver del monte a los que recientemente se habían marchado, entre ellos los dos hijos mayores y dos cuñados del propio “Felipe”. Así, a mediados de octubre se personaría el propio don Gabriel Juliá Andreu en el pueblo reuniéndolos a todos en la plaza y dirigiéndose sobre todo a las madres indicándoles que les hicieran llegar a sus hijos su palabra de que volviesen, que nos les pasaría nada. Ni la estrategia ni la capacidad de convicción del gobernador dio resultado. Pocos días después, como queda dicho, el número de guerrilleros se completará con la marcha de Cayo, Amador y Antonino aunque en este caso las razones son más de índole familiar que el miedo que acecha tras las primeras.

Una semana antes del fatídico 7 de noviembre el campamento de Mohorte está rebosante de guerrilleros. Los jefes, “Tomás” (Víctor Plácido Pérez García) y “Pepito el Gafas” (Francisco Corredor Serrano) que acaban de llegar de Cerro Moreno, deciden que hay que redistribuir a la gente. Ocho de los recién llegados pasarán al sector 11º y los demás se repartirán entre los grupos que forman el 5º Sector.

Una de las características que define al grupo de guerrilleros de San Martín, no muy distinta que en otras zonas, además de su perfil laboral, todos ellos pastores, resineros y algún albañil, son sus lazos de familia. La rama de los Alcalá Ruiz aporta cinco componentes al grupo: dos hermanos (Jesús y Melitón), cuñados de Cayo, padre a su vez de Emencio y Marino; son hermanos también Daniel y Francisco por una parte, y Heliodoro y Julián por otra, además Basilio es cuñado de Daniel y Francisco, y también son cuñados Antonino y Amador. Las edades de este grupo de guerrilleros irían desde los 45 años el más mayor, hasta los 18 del más joven. No es distinta esta circunstancia a otras que se dan en otros puntos: Santa Cruz de Moya, Sotos, La Pesquera, Mohorte, Atalaya.

Ello se puede explicar por las propias fórmulas de captación de enlaces por parte de los guerrilleros, que tenía en cuenta el buen trato con el campesinado, las ayudas que se pudieran prestar, las actividades de lo que podría considerarse como una “escuela móvil”, pues muchos no sabían leer ni escribir y en la guerrilla aprenderían, y sobre todo las simpatías políticas tras explicar su causa, resto sin duda de los haceres de izquierdas que todavía perviven en la zona. A este respecto conviene recordar que durante la guerra la alcaldía estuvo en manos de la CNT, Francisco Henarejos fue su alcalde, y a las reuniones habituales en esos años asistía Basilio López.

La historia personal a partir de la decisión tomada fue diversa, en todos los casos dolorosa, y trágica en los más. Tal vez cada uno mereciese un capítulo aparte si dispusiésemos de más espacio. La mañana del 7 de noviembre de 1949, apenas con un mes de monte, o una semana en los últimos, fue el inicio de fin. Cerro Moreno, en Santa Cruz de Moya, fue acordonado por la guardia civil y somatenes de Cuenca, Teruel y Valencia al mando del comandante del puesto de Landete José Vivancos. En ese momento allí existía uno de los campamentos que podemos considerar más estable de toda la AGL. En él pernoctaban trece guerrilleros, algunos recién venidos de Francia llamados a reorganizar la estructura de mandos de la agrupación, los cinco últimos incorporados (“Fermín”, “Cándido”, “Nicasio”, “Ángel”, “Jaime”), todos de San Martín, poco antes “Agapito” y “Felipe” habían sido reincorporados al 5º Sector. De aquel asalto tan sólo sobreviviría “Pedro” (Jefe del Estado Mayor), y también algunos guerrilleros que el día 5 habían salido a por víveres, entre ellos “Alfaro”. La autocrítica del hecho fue dura. A partir de entonces “Pedro” cayó en desgracia, al igual que el jefe político “Pepito el Gafas”, tampoco “Tomas” se libraría de las críticas por parte de “Jalisco” y “José María” en busca de un culpable.

Precisamente, primero “Alfaro”, tras los acontecimientos de Cerro Moreno, meses más tarde “Agapito”, presentándose en Villar del Humo, y algo después, en agosto, tras el enfrentamiento de Sotos, “José”, volviéndose desde Las Humbrías y dejando solo a “Samuel”, abandonaron la guerrilla. Los tres serían detenidos e interrogados, puestos en libertad, aunque siempre acompañados de la guardia civil. Más tarde, en 1951, de nuevo detenidos y juzgados en la cárcel de Ocaña. Pasarían diez años en prisión. En ella fallecería de enfermedad Daniel “Agapito”. Jesús “José”, Melitón “Alfaro” y Justino (de Villar del Humo) saldrían juntos.

Los otros seis: Francisco “José”, “Felipe”, “Martín”, “Pedro”, “Asturias” y “Germán” pasarán a integrarse en la estructura de los grupos que operan en el sector 5º. “José” en el de “Roberto”, “Felipe” en el de “Paisano”, “Pedro” y “Asturias” en el del “Manco” y “Martín” durante un tiempo en el de “Segundo” para poco antes de su muerte subir al grupo “Roberto” con orden de dirigirlo conjuntamente con “Faico”. También en el grupo de “Segundo” y “Mauro” estará integrado “Germán” haciendo labores de enlace de base a grupos.

Las acciones por estas fechas son de mera supervivencia en todo el sector. A partir de 1948, pero sobretodo tras el enfrentamiento de Cerro Moreno, bastantes de los guerrilleros pensaban que se debería haber dado la orden de retirada. Los guerrilleros de San Martín se echaron al monte cuando la estrategia del PC había cambiado y el proyecto de acción política apenas tenía consistencia en el monte. En 1949 los grupos guerrilleros andaban desorientados, descoordinados y en ellos tenía más fuerza el carácter de sus jefes que la discusión política. A lo largo del año 1950 y primeros meses de 1951 no hay acciones destacadas, tan sólo enfrentamientos donde van desapareciendo de dos en dos, generalmente, los componentes de los grupos, a lo que habría que añadir los dos ajusticiamiento internos sin aclarar suficientemente, el de “Roberto” y el de “Pedro”, y las deserciones que ahondan en la pérdida de puntos de contacto con la población. Los campamentos en estos tiempos son meras zonas de paso donde se está unos pocos días, los justos para abastecerse. Tampoco hay ya nuevas incorporaciones, desaparecen grupos y algunos de los guerrilleros históricos como “Núñez”, “Paisano”, “Segundo”, “Chato”, e incluso “Antonio” antes de su muerte, son llamados al sector 11º.

El primero de estos enfrentamientos tendría lugar en el propio San Martín de Boniches. “Felipe” y “Sastre” salen a poner una estafeta, al pasar por La Rebollosa son sorprendidos por una unidad móvil de la GC, quien como en tantas ocasiones había sido alertada por un chivatazo. El resultado es que “Felipe” cae herido en las piernas, aguanta toda la noche y al amanecer, creyéndole muerto, todavía tiene fuerzas para enfrentarse a la patrulla que se acerca a su posición, muriendo dos guardias civiles. Una camioneta vendrá a buscarlo para trasladarlo al cuartel de Carboneras, todavía vivo. Allí muere sin delatar a ninguno de sus compañeros, y allí también será enterrado. Era el 29 de abril de 1950. A partir de esta fecha el grupo de “Paisano” desaparecería pasando sus pocos componentes al grupo que hacía vida por Arcos y abandonando el sector tanto “Paisano” como “Chato”.

El grupo de Arcos, un mes más tarde, tampoco tendría mejor fortuna. Como consecuencia de la delación de un resinero que les abastecía de comida es atacado en la zona de Los Narváez quedando muertos “José” y “Valencia”. El golpe definitivo lo recibirían, sin embargo, en Sotos, el día 4 de agosto, consecuencia de una de las últimas deserciones, la de “Elías”, aunque resta por conocer quién le comunicó a “Elías que allí se hallaba el grupo. En el Cerro del Telégrafo morirían cuatro guerrilleros: “Faico”, “Olegario”, “Sastre” y “Martín”, este último por la espalda en aplicación de la “ley de fugas”, y también el guardia civil Julián Elvira, aunque lo más probable es que hubiera más bajas por parte del cuerpo represor, silenciadas como norma casi siempre.

Al cumplirse el año de su subida al monte, de los catorce guerrilleros ya sólo quedan tres: “Pedro” y “Asturias” en el grupo del “Manco” y “Germán” en el grupo base. Por estas fechas dos son únicamente los grupos operativos en la Sierra de Cuenca.

La muerte de “Pedro” en el término de Mira, por orden y seguramente a manos del “Manco”, está sin aclarar. Ocurrió a principios de 1951. Es más que probable que le hubiera manifestado que deseaba abandonar el monte. Se trataba de una persona mayor, de carácter alegre, se recuerda cómo alegraba las reuniones en La Menglana con su acordeón, estaba casado y tenía siete hijos, hecho a trabajos ocasionales, de resinero mayormente, que con los inviernos duros de entonces le resultara difícil las caminatas nocturnas. Ni el partido comunista, ni los grupos guerrilleros tenían prevista esta situación de cansancio o simple enfermedad, el ideal de guerrillero era entendido como “una sola pieza”, error en el que perseveran muchos de los historiadores todavía al enjuiciar no tanto el periodo sino las fórmulas de actuación personal. Y no se olvide que aquí estamos hablando de gente sin adecuada preparación política, ni militar, con recursos económicos más bien escasos, mínima atención sanitaria, educativa, etc., de más de uno en los informes policiales se dirá que tiene un tipo “enfermizo”, “delgaducho” o que “presenta cicatrices como de alguna enfermedad”, aunque también los hubiera de muy buena complexión como “Martín”, “Cándido”, “Ángel”, “Agapito” o “Felipe”. De haberse presentado ante la GC, “Pedro” hubiera sido una presa fácil para declarar lo que durante un año pudiera haber conocido. Tampoco la guerrilla tenía otras normas para contrarrestar esta circunstancia que no fuese con el ajusticiamiento. Abrir nuevas zonas resultaba casi imposible, no llegaban nuevos refuerzos y por esa fechas ya el “Manco” debería de saber que estaban a la espera de la orden de retirada. Pero sobretodo fue un error más injustificable si se tiene en cuenta la propia actitud de “Fortuna” cuando en 1952 sea detenido.

El último episodio guerrillero de los catorce de San Martín lo protagonizarán quienes más tiempo estuvieron en la guerrilla: “Germán” y “Asturias”. El 9 de mayo de 1951, tras un duro episodio de disparos a discreción, en Fuencaliente (Mira), y a medio día, cosa ya frecuente en la estrategia de la GC en estos últimos tiempos, fallecerían “Antonio” y el abuelo “Ricardo”. Otros dos componentes del grupo, “Asturias” y “Cristóbal” tres días más tarde, el 12, morirían en Villarta también por culpa de una delación. “Germán”, herido, y sintiéndose traicionado tal como cuenta en sus Memorias, decidía entregarse, lo que haría el día 13. “Samuel”, el legendario hijo del “Capador de Sotos”, y “Mauro”, “Loreto” y “Chatillo” fallecerían ese mismo mes, el primero el día 15, y los otros el 24. A partir de entonces, reorganizada, la única partida de guerrilleros que operaría por los montes del sudeste de Cuenca, todavía durante un año, sería la del “Manco de La Pesquera”.

En el juicio de Ocaña coincidirían los catorce “presentados” según la terminología de la GC del maquis de Cuenca. Cuatro de ellos los únicos supervivientes del grupo de San Martín. “Elías” y el “Abuelo” serían fusilados. Los otros doce sufrirían largas penas de cárcel. Emencio, sobre el que recayeron 30 años, fue el último en salir del penal de Burgos. Cumpliría doce. Jesús falleció recientemente en el año 2000. Emencio y Melitón todavía viven en San Martín. Son la memoria viva de la lucha armada contra el franquismo, de la continuación de la guerra contra Franco. Pero también representan al esfuerzo colectivo que supo dar lo mejor de sí mismos, su vida inclusive, para que todos pudiésemos vivir no sólo en libertad sino también con la cabeza de la dignidad humana bien alta pues opusieron el derecho social a la poder de la fuerza. La historia les dio la espalda. Los políticos les dieron la espalda. El Congreso les da la espalda. Algún reloj tendrá que ponerse en hora y reconocer su “heroísmo y tenacidad” para bien de todos.

  1. Alcalá Laguna, Cayo “Felipe”
    Capturado en La Rebollosa, herido en las piernas, lo llevan en una camioneta, a Carboneras y muere. Allí está enterrado. Volvía de poner una estafeta con Sastre.
    Pasa a la guerrilla tras los once primeros.

  2. Alcalá Ruiz, Emencio “Germán”
    Sus memorias, único superviviente, junto con Jesús y Melitón y Daniel.
    Llevaba el reloj del secretario de Poyatos, muerto en 1948 por Paisano, se lo dio “Antonio”, lo dejó a no sabe quién y no se lo ha devuelto. Lo enseña, en la muñeca cuando le dicen que lo van a hacer GC y lo visten de guardia civil para que vaya haciendo la contraseña o dando supuestamente están sus compañeros, iría vestido con otros -Elías.
    No buenos informes en el juicio, era un travieso.
    Participa más de lo que dice hasta ahora en lo de Roberto, él hace el hoyo y algo más.. Gené debió de denunciarlo, Germán dice que este Gené le hizo mucho daño.

    Dice a Roberto que en la base se lo están pasando de aúpa, pues tiene mujeres.

    En el juicio le acusan de acciones económicas (50.000 en Valverde del Júcar y otra.., lo niega en el juicio), también de matar al vecino de Sotos -Torrecilla, dice que es Samuel, porque no se quiere parar.
    Le llevan de pueblo en pueblo, reclamado para hacer informes cuando se entrega. El cabo-teniente de Mira en Fuencaliente le da dos puñetazos y le saca dos muelas por no querer cooperar. Le enseñan las fotos de su padre y su hermano.

  3. Alcalá Ruiz , Marino (hermano, Cerro Moreno)

  4. Huerta Jiménez, Amador “Cándido”
    Se echó al monte por culpa de su mujer Josefa, no podía tener hijos y ella tuvo una hija con un resinero, por deshonra, se lo llevó Cayo. Un hombre corriente pero buena persona, a los siete días de estar en la guerrilla, en Cerro Moreno, falleció.
    Pasa a la guerrilla tras los once primeros.

  5. Huerta Pla, Aurelio “Nicasio”
    Enlace de pueblo a grupo, les lleva comida. Resinero en Collado el Cuervo, falleció a los siete días en Cerro Moreno. También era de los más políticos que se echaron al monte. Su esposa Fermina, e hijos: Avelio, Finita y Trini. Una de las veces los caciques le cortaron el pelo.

  6. López Alarte, Basilio “Ángel”
    Cerro Moreno, el que le dice a Emencio que al monte, cuñado de Daniel. Resinero y pastor, Su esposa María e los hijos: Fidel, Basilio, Daniel, Elvira y Julián. De buen carácter.

  7. Navarro López, Daniel “Agapito”
    Fallece en la cárcel de enfermedad tras ser operado, cuñado de Basilio. Su esposa era la encargada de prepararles a los guerrilleros la comida, se llamaba Eugenia. Sin hijos, ha sido siempre resinero, de carácter alegre y de broma.

  8. Navarro López, Francisco “José”
    Muere en Arcos de la Sierra junto con Valencia de Sotos. Resinero de carácter tratable con toda la gente, ahora de miseria mucha, tuvo tres hijos: Andrés, Ovidio y Fidel. Su esposa Estebana.

  9. Pérez Hernández, Antonino “Jaime”
    Pasa a la guerrilla tras los once primeros. Toda su vida fue pastor pero con ganado de los amos, Emencio lo vio poco, Dolores su esposa, tuvo un hijo, y murió también a los siete días en Cerro Moreno. Carácter de broma.

  10. Ruiz Pérez, Jesús “José”
    Tío de Emencio, hermano de su madre, cuando se vuelven porque se lo dice Melitón este le dice que le pega un tiro, Tuvo dos hijos y siempre fue resinero en el Collaete Rubio. Era un hombre serio. Cuando desertó le acompañaba “Samuel”.

  11. Ruiz Pérez, Melitón “Alfaro”
    Tío de Emencio, hermano del anterior y de su madre, escondido mucho tiempo en la cámara. Resinero en El Castellar y pastor, trabajó de todo lo que salía, tuvo dos hijos, su mujer Adoración, hombre chistoso. Estaba en Cerro Moreno, pero la noche del asalto estaba fuera, habían salido unos cuantos a recoger carne y cuando regresaban al campamento vieron el asalto, y él desde allí se volvió al pueblo.
    Buenos informes del ayuntamiento en su juicio, se cagó o algo parecido..al ver el asalto.

  12. Sánchez Huerta, Heliodoro “Asturias”
    Soltero y era joven, murió junto con Pintado en el asalto a las Huertas de Fuencaliente.

  13. Sánchez Huerta, Julián “Martín” *
    Iba a sustituir a Faico como jefe del grupo de Roberto, De los más políticos que al monte se echaron. Estaba casado y su mujer se llamaba Araceli, no tenían hijos y era resinero. Fallece en Sotos, De muy buen talle.

  14. Yuste Ribes, Prudencio “Pedro”
    El ajusticiado por el Manco, vivía en La Menglana, resinero, pobre, trabajos ocasionales, era de San Martín. Como en el invierno en La Menglana se reunían tanta gente, Prudencio se hizo con una acordeón y les hacía bailes,. Este hombre nos hacía reír mucho, tenía varios hijos y recuerdo cuando empezaba a tocar decía: “Venga Mateo, que ahora te toca con la Nicanora”, estos eran sus hijos y su esposa murió de tuberculosis en San Martín e Boniches.
    Pronunciaba mal la r/ñ.

BIBLIOGRAFÍA:

Alcalá Ruiz, Emencio (a) “Germán”: Memorias de un guerrillero, (El maquis en la Sierra de Cuenca), Ed. de Salvador F. Cava, Cuenca, Olcades, 2001, (en prensa).
Romeu Alfaro, Fernanda: La agrupación Guerrillera de Levante, Valencia, Edicions Alfons el Magnànim, 1987.
Aguado Sánchez, Francisco: El maquis en España, Madrid, San Martín, 1975.
Aguado Sánchez, Francisco: El maquis en sus documentos, Madrid, San Martín, 1976.
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Cuéllar Toledo, Ernesto: El Manco de La Pesquera, Cuenca, Diputación Provincial, 1998.
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Esteban Cava, Luis: La Serranía Alta de Cuenca, Cuenca, 1994.
Heine, Harmut: La oposición política al franquismo, Crítica, Barcelona, 1983.
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Saiz, Fernando: “El maquis, entre la historia y la tragedia”, en Olcades, nº 12, Cuenca, 1982, pp. 253-268.
Sorel, Andrés: La guerrilla española del siglo XX a través de sus documentos, relatos y protagonistas, París, Colección Ebro, 1970.

Testimonios orales de: Emencio Alcalá Ruiz, Melitón Ruiz Pérez, Carmina, Celso Huerta Jiménez, Basilio López Malavia, la familia de los Varea, Eugenia…., Antonio Sánchez Huerta.

LOS 14 MAQUIS DE SAN MARTÍN DE BONICHES (2)
(Memorias de Melitón Ruiz Pérez (a) “Alfaro”)

Salvador F. Cava