EL
EJÉRCITO CONTRA EL MAQUIS DE FERNANDO MARTÍNEZ BAÑOS
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IV JORNADAS EL MAQUIS EN SANTA CRUZ DE MOYA. CRÓNICA RURAL DE LA GUERRILLA ESPAÑOLA. MEMORIA HISTÓRICA VIVA. Santa Cruz de Moya, 2, 3 y 4 de octubre de 2003. El Ejército contra el Maquis De los libros de Fernando Martínez Baños.
Hasta su total aniquilación. El Ejército contra el Maquis en el Valle de Aran y el Altoaragón, 1944-1956, Almena, Madrid, 2002.
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Maquis y Guerrilleros. Del Pirineo al Maestrazgo, Delsan Historia, Zaragoza, 2003.
El 3 de octubre de 1944, los servicios de información de Franco alertaban de los propósitos que querían llevar a cabo varios miles de refugiados españoles en Francia en contra del gobierno establecido en España al finalizar la guerra civil. Estos refugiados, que en su mayoría pertenecían al Partido Comunista de España, se estaban organizando en grandes unidades con armamento ligero diverso, procedente de la lucha contra el ejército alemán, con poca artillería y transportes y nada de aviación. En cuanto a la uniformidad casi podíamos decir que carecían de ella. Su intención era "derribar a Franco y a la Falange" en colaboración con los elementos afines del interior de España y con las potencias aliadas. Planifican y deciden, no sin controversia, la Operación Reconquista de España por la que a comienzos del otoño de 1944, varios miles de maquis cruzan la frontera en toda su anchura y entran en España realizando maniobras de distracción e invaden en fuerza el Valle de Aran, en Lérida, el 19 de ese mes. Quieren establecer allí un gobierno provisional correspondiente a la futura III República. El ejército, que por su parte está desplegando cerca de dieciséis divisiones de infantería para afrontar la amenaza de una invasión aliada (ya que no hace mucho se había producido la operación "Overlord" en Normandía), se enfrenta inmediatamente contra las partidas que por Navarra, Aragón y Cataluña aparecen. La orden que reciben los capitanes generales de Cataluña, Aragón y Burgos, Moscardó, Monasterio y Yagüe, es "reaccionar contra cualquier penetración de las partidas hasta su total destrucción y combatirlas hasta su aniquilamiento". La División 42 del ejército al mando del general Marzo lucha contra la 240 división guerrillera del teniente coronel López Tovar en el Valle de Aran, y ante un cúmulo de incertidumbres los máquis se retiran después del primer día de combate en firme. El ejército patrulla por todo el norte de España buscando a los que se han infiltrado. Se refuerzan las posiciones y los despliegues para "garantizar la seguridad de nuestra frontera con Francia, en relación con la actuación de los rebeldes españoles acogidos al sur de la misma, e incluso cualquier acto de hostilidades o sabotajes que se realicen desde la nación vecina". Las órdenes que reciben son tajantes: "prohibir el paso de rebeldes por la frontera hacia España, impedir el regreso a Francia de los individuos o partidas que pretendan abandonar España, combatir a toda partida que haya conseguido rebasar la frontera hasta su total aniquilamiento y neutralizar todo intento de subversión o sabotaje". Son los batallones de Infantería los que desplegados en Secciones realizan maniobras de cerco, emboscadas, persecuciones y encuentros con los maquis. "Cuando íbamos en los camiones desde Barbastro hacia el Norte o el Este sabíamos que en cualquier momento nos podían disparar con sus mejores armas". Decía uno que fue soldado de reemplazo en 1947 en Huesca. El Estado Mayor de la Agrupación de Guerrilleros "Reconquista de España" no deja en su empeño, y el 4 de noviembre de 1944, escasamente una semana después del abandono del Valle de Aran, planifica un desembarco guerrillero, esta vez en colaboración con el Partido Comunista Francés, en la playa de Canellas, entre San Feliu de Guixols y Blanes de la costa catalana. También en 1946 se planifican nuevos intentos de invasión, tanto marítimos (costas vascas y catalanas) como terrestres, a la vez que las diversas Agrupaciones guerrilleras se van organizando y comenzando a actuar. En lo que respecta a Aragón son las denominadas la del "Altoaragón" y la de "LevanteAragón" las que más incidencias realizan. La que opera en el Maestrazgo es quizás la mejor organizada y la que más hechos de armas y políticos realiza. Y para hacerle frente el gobierno designa al general de la guardia civil Manuel Pizarro con plenitud de poderes. Pide la ayuda al ejército y el Ministro correspondiente ordena el despliegue de algunos batallones de Infantería y de Unidades específicas de Transmisiones. A partir del mes de julio de 1947 la lucha contra el maquis toma un nuevo rumbo. Despliegan dos Batallones (Primero y Segundo) del Regimiento de Infantería "Mallorca núm. 13", y otros dos (el Primero y el Tercero) del también Regimiento de Infantería "Tetuán núm. 14". Todas estas Unidades vivaquearon y acantonaron en la ciudad de Teruel, en las afueras; en Castellote, en unos pajares al lado de la Ermita de San Macario; en Utrillas, en las escuelas al sur del pueblo; en Monroyo, en la Masía "Sorolla"; en Albarracín, en la casa de aserrar madera; en Guadalaviar, en Casa Ricardo; en Alcalá de la Selva, en el Molino cerca de la Masía "Tarín"; en Cantavieja, en la Solana del Mas del Capitán; y finalmente en Allepuz, en la Masía "La Dehesa". Desde este pueblo se envió un pelotón de soldados a Gúdar reforzando a la Guardia Civil. Aunque también acamparon algunas Unidades en cotas dominantes, según órdenes del Comandante Cano del Estado Mayor del Cuerpo de Ejército de Aragón. Como es normal esta Unidades fueron a menudo relevadas por otras. Como ejemplo vemos que el 19 de febrero de 1948, las tres compañías de Infantería del Batallón de Cazadores de Montaña "Valladolid" 7, llegaron a la provincia turolense relevando a otras. Dos de las compañías se quedaron en la capital, y la tercera en Albarracín, destacando esta una de sus secciones a Guadalaviar hasta el 21 de mayo de ese año. Y el 26 de ese mes todo este Batallón fue relevado, a su vez, por el Batallón "Gerona" 8. También desplegaron el "Ciudad Rodrigo" 13 y "Las Navas" 14 antes y después del mes de febrero de 1949. En este mes el despliegue del ejército era: en Teruel capital el Batallón "Gerona" 8; en Albarracín la 2ª Sección de la 2ª compañía del "Gerona" y en Guadalaviar, la 3ª Sección. El Batallón "Las Navas" 12 en Castellote con Unidades tipo Sección en Monroyo, Cantavieja y Allepuz; y la 2ª compañía del "Las Navas" en Alcalá. Y en Utrillas continuaba una compañía del Regimiento de Infantería "Belchite" 57. En la localidad de Hijar estuvieron destacados hombres del Escuadrón de Regimiento de Caballería "Numancia 9", para dar seguridad y vigilancia a la estación del ferrocarril de Val de Zafán. Esta Unidad se retiró a la ciudad de Barcelona, a su acuartelamiento, el 12 de agosto de 1947. En total podrían sumar fácilmente los seiscientos hombres los que el ejército desplegó. La vida diaria de las Unidades se repartía entre realizar las labores logísticas diarias en sus campamentos, vivacs o cantones; realizar ejercicios de tiro en determinados polígonos, como el situado en la carretera de Cuenca desde Teruel; realizar instrucción de lo denominado "orden abierto", esto es ensayar tácticas de movimiento por el campo, montar emboscadas o realizar operaciones de cerco. En resumidas cuentas recibieron teóricas sobre cómo y de qué forma debían realizar sus nuevas misiones. Montaron guardias en las cárceles y prisiones; vigilaron caminos, minas, vías férreas, fábricas, etc., etc.; además de cualquier misión que les fuera encomendada. El oficial delegado del 5º Cuerpo de Ejército "Aragón", en Teruel, para la persecución del maquis fue el Teniente Coronel Manuel Lostaló Vidal. Ni qué decir tiene que fue en esa capital, Teruel, donde se centralizó todo el servicio de información antiguerrillero. Este jefe elevó un informe a la superioridad el 24 de mayo de 1947, al poco de llegar, y básicamente decía que el miedo se había apoderado de las gentes del lugar. Temían los lugareños el decir nada por temor a las represalias del maquis, y temían el no decir, por temor a las consecuencias de las fuerzas nacionales. Relacionado con los primeros, en más de una ocasión ajusticiaron a gente, sobre todo algún pastor. A uno de ellos, que sobrevivió, fue encontrado con un cartel que decía: "por delator". O como en otro caso, y según Yusta, el asesinato del masovero de Alcalá de la Selva Ricardo Villanueva "por delator de las guerrillas y como ejemplo". O el dueño de la masía de Ricardo, en Aliaga, donde los maquis lo matan, lo montan en una mula con la intención que explote la bomba trampa que le han colocado debajo. Y en relación a los segundos, las multas, las penas de cárcel y las palizas a los allegados y sospechosos de colaboración con la guerrilla estaban a la orden del día. Las misiones típicas de los miembros del ejército fueron la de controlar y vigilar, por la noche, las vías férreas, siempre en colaboración con la Guardia Civil; reconocer itinerarios, establecer emboscadas y cooperar en las maniobras de cerco que se organizaban cuando se asaltaban los campamentos guerrilleros. La vigilancia de las vías férreas se hacía de la siguiente manera: cualquier batallón de Infantería se dividía en grupos de dos soldados. A cada pareja se le unía un número de la Guardia Civil y así se dividían diversos tramos de vía. Por ejemplo el I batallón destacó diez grupos entre los kilómetros 126 al 140 de la vía. Tres grupos más en Puerto Escandón y otros tres en Caparrate. El servicio se montaba desde las siete de la tarde hasta las siete de la mañana del día siguiente. En cuanto a las emboscadas se montaron muchas: en los caminos a Seno, a Dos Torres, en Torre de Arcos, por ejemplo. Una de estas fue el 10 de junio de 1947, para intentar capturar a los que habían asaltado el pueblo de Monterde de Albarracín. Este asalto se había producido cinco días antes, el 5 de junio, y lo realizaron sobre las diez de la noche. Los maquis se llevaron tres caballerías, jamones, ropa, enseres y dinero. Fueron perseguidos por dos Secciones del Ejército y dieciocho números de la Guardia Civil. Llegaron a un campamento guerrillero con tal mala fortuna que los vigías maquis detectaron la presencia de las fuerzas. Hay un pequeño tiroteo y les da tiempo a huir. La presteza de las unidades militares las desconocemos, pero sí que podemos decir que en la localidad de Monteagudo del Castillo (Teruel), el 1 de julio de 1947, un capitán, un brigada y un sargento de la comisión del censo de ganado, se dejaron arrebatar las armas y fueron detenidos durante varias horas por los maquis mientras cenaban en la fonda del pueblo. Estos militares no habían establecido ningún tipo de vigilancia y fueron sorprendidos por, al menos, veinte guerrilleros al mando de "Grande", el 9 de julio de 1947. También en julio de ese año 1947 se envió a la zona de Teruel más unidades de la Guardia Civil, policías gubernativos de Barcelona, Valencia y Zaragoza, y se echó mano de los somatenes y de otros grupos del Movimiento. Todo este despliegue se produce después de que durante todo el primer trimestre de ese año, los atentados se sucedan con regularidad. Así y sólo en el Sector 17 y según el parte de operaciones publicado por los maquis en su periódico El Guerrillero, daban cuenta de ataques a pueblos y a los Cuarteles de la Guardia Civil; atentados con bomba que producen descarrilamientos y destrozos en trenes, vías férreas, centrales eléctricas, postes de conducción, tuberías, etc.; asesinatos de personas afines al Régimen; robos a cobradores y a civiles, etc., etc. En otra de las acciones soldados pertenecientes a la Primera Compañía del II Batallón del "Mallorca 14" y de uno de los Batallones del "Tetuán 14", todos al mando de un Capitán, salieron a las 2 de la madrugada, del 21 de diciembre de 1947, en camiones hacia Fuente Buena, en el kilómetro 4, pasado Bezas. Luego prosiguieron su marcha a pie para completar el cerco que se había establecido en torno al Campamento Escuela de la AGLA. Llegan a las siete y media y tres horas más tarde ha finalizado todo. Un maqui ha muerto y dos han huido. Las fuerzas recogen armamento, máquinas de escribir, ovejas (30 en canal) y propaganda. En el asalto han actuado cerca del centenar de guardias, 50 hombres civiles armados de la guardia de Franco, además de las unidades militares reseñadas. Estas regresan a sus vivacs sobre las cinco de la tarde. La mayor parte de las veces que había un encuentro con maquis, se recogía abundante armamento y material que, entre otras cosas, servía para obtener información. Un ejemplo es lo que ocurrió el 13 de junio de 1947. La primera compañía del tercer batallón del Tetuán, 14, encontró, en un reconocimiento, a un guerrillero muerto (había quedado herido en un encuentro con la Guardia Civil de Castellón), y a su lado esparcido por el suelo se recogieron: 3 boinas, 3 pares de alpargatas, 4 macutos con ropas, 2 chaquetas de pana, 2 carteras con 200 pesetas, 1 brazalete de guerrillero, un par de gemelos (prismáticos) en mal estado, 8 kilos de trilita, varios detonadores, 2 granadas de mano de tipo Lafitte, 3 granadas defensivas de piña y una nota relativa al nombramiento de un servicio de la 2ª compañía, del primer batallón del 17 Sector. Las acciones que realizaron los guerrilleros entre los años 1946 y 1948 fueron la que más violencia alcanzaron. El modo normal de actuación de esas partidas se producían en zonas rurales y en muchos casos aisladas, por lo que la repuesta de la Guardia Civil era tardía y por lo tanto inútil. Las comunicaciones eran escasas y las transmisiones de la Guardia Civil no eran las adecuadas para sus enlaces y contactos. A finales de 1946, no tenían más que unas emisoras en las cabeceras de las Comandancias que coincidían con las capitales de provincia. Por otro lado en las zonas rurales apenas existían enlaces telefónicos, además que la abundante montaña, las grandes extensiones de monte bajo y de pinares dificultaban enormemente las transmisiones. Para solventar este problema se realizaron proyectos para establecer comunicaciones de telefonía en la provincia, aprovechando las líneas de alta tensión de las empresas. Pero al no existir material suficiente para abordarlo, la idea se abandonó. Por esta razón se solicitó, y aceptó, la colaboración de las Transmisiones del Ejército de Tierra en ayuda de la lucha de las Fuerzas de Orden Público. Fue a principios de 1947 cuando se instalan las redes radio de una forma generalizada, aunque ya se tenía el precedente de las establecidas en Granada, Málaga y Cáceres, esto es en todas las provincias donde el maquis estaba actuando. No obstante el día 1 de agosto de ese año, el capitán general envió al gobernador civil un equipo, formado por un sargento, seis cabos y cuatro soldados, del batallón de Transmisiones del 5º Cuerpo de ejército, al mando del teniente José Moreno Sainz, a Teruel, Utrillas, Cantavieja, Allepuz y Alcalá de la Selva, con más de mil kilos de material, para establecer redes de radio. Fue el capitán de Ingenieros Conejero, al mando de una compañía de 122 hombres, el que desplegó en las zonas de Valencia, Castellón y Teruel. Provenía del Batallón del Regimiento de Transmisiones, que mandaba el comandante Cotroneo Rojas. Le acompañaban tres tenientes: Izquierdo, Norte y Salas. El puesto de mando se instaló en Valencia, y las estaciones directoras de las redes se situaron en Chelva, Castellón y Teruel, enlazando todas ellas entre sí con Valencia, donde se encontraba el puesto de mando. Cubría toda la Serranía de Cuenca, límite con Teruel y Valencia. A su vez todo el entramado enlazaba con el Regimiento de Transmisiones de El Pardo en Madrid, sede de su guarnición. Pero los despliegues no fueron siempre fijos. Cambiaban de ubicación si la red no era todo lo fluida que se precisaba. La emisora con el indicativo M.T. de 2 watios que estaba en Valderrobres, por ejemplo, la trasladaron a Villarluengo ya que no había allí ni teléfono ni telégrafo. Cosa que sí ocurría en la primera localidad. El cambio se produjo el 16 de diciembre de 1947. Los efectivos en ese despliegue llegaron a ser de ciento veintidós hombres. Con la red anterior se conectó otra instalada en la zona de Cuenca al mando del teniente coronel Baraibar, jefe del batallón de Transmisiones de Cuerpo de Ejército de El Pardo. El mando de la Red levantina fue primero el teniente Lillo, y más tarde el teniente Laorden Ramos. Esta enlazaba así mismo con El Pardo. Allí desplegaron unos setenta y tres hombres. El modo de operar con ese despliegue era el poder atender y transmitir los movimientos de los maquis, así como las acciones cometidas, mediante radiogramas urgentes. De esta manera las reservas de la Guardia Civil acudían allí donde fuera necesario con el tiempo preciso. Las comunicaciones se efectuaban siempre en grafía, lo que suponía un problema añadido dado el índice de analfabetismo con que la tropa de reemplazo llegaba a los Cuarteles. Se debieron organizar escuelas para solventar este problema. Los enlaces dentro de cada red interna se realizaban cada hora; y cada día con la central de El Pardo. Se apoyaron determinadas operaciones con estaciones móviles que enlazaban con las cabeceras de cada Comandancia de la Guardia Civil, u operaciones combinadas entre diversas Comandancias para hacer un servicio conjunto, etc., pero siempre la transmisión se realizaba en clave morse. El material fue diverso, alguno procedente de la guerra civil, destacando las emisoras Telefunken (de 15 watios), Lorenz (de 2 watios) y Marconi (también de 2 watios), aunque se tuvo que emplear el "ingenio español" para solventar no pocos problemas de falta de alcance y escasez de repuestos de mantenimiento, así como la escasez de baterías y de generadores, que hacía que un texto largo costase muchas horas el transmitirlo. No hay que olvidar que las Telefunken eran las que se habían utilizado en la Guerra Civil, y aún así se establecieron enlaces horarios dentro de cada malla. Se hacía mediante una llamada general por cada directora para transmitir si existía algún mensaje. La dependencia táctica (temas de combate) era de los jefes de las Comandancias de la Guardia Civil, que eran quienes determinaban la situación de las emisoras. Estas se colocaban normalmente en el interior de las Casas Cuarteles, para garantizar su seguridad. La dependencia orgánica (modo de vida) era de su Regimiento, en El Pardo (Madrid). Y si las emisoras se instalaban en el interior de las Casas Cuartel, el alojamiento de la tropa y de la oficialidad se realizaba en casas civiles, mediante acuerdos. Para su mantenimiento el mando les proporcionaba víveres y dinero. Normalmente cada Sección de Radio estaba compuesta por 1 Teniente, 1 Brigada, 1 Aparatista, 3 Cabos y 27 Soldados radiotelegrafistas, pudiendo variar en alguna cantidad según la situación de cada red, aunque en cada estación había siempre 3 soldados para su atención. En las directoras el número de sirvientes era mayor debido al mayor tráfico existente. El gobierno empleó toda su fuerza en eliminar la amenaza, física y política, que para él le suponía el maquis. Los dos contendientes eran enemigos irreconciliables y emplearon órdenes tan duras como el "hasta el total aniquilamiento" del ejército, como el "hasta el exterminio total", de los cuadros de mando guerrilleros. Venció el primero por agotamiento del segundo y porque las condiciones de política exterior en absoluto le fueron nada favorables. La defección de los aliados y el comienzo de la "Guerra Fría", entre otros puntos globales y de mayor alcance geoestratégico, fueron quizás los dos más importantes. ENCUENTROS DE LOS SERVICIOS DE INFORMACIÓN MILITARES DE ESPAÑA Y FRANCIA (2ªs Secciones).Un tema interesante pendiente de investigar son las conversaciones que iniciaron la Segunda Sección del Estado Mayor Central español con el Deuxieme Bureau francés en el mes de julio de 1944 en París. El representante español fue el entonces Comandante Gutiérrez Mellado nombrado por el General Juste y autorizado por el Estado Mayor. Esto todavía no se puede investigar ya que se encuentra en la actualidad con la calificación de SECRETO. Fue impuesta por el Gobierno Socialista en noviembre de 1986, y aunque ya esta en trámites de rectificación, aún deberá pasar algún tiempo antes de que esos archivos puedan ser consultados por los historiadores.Por el mes de julio de 1944 el Comandante Manuel Gutiérrez Mellado, de la 2ª Sección del Estado Mayor Central, había sido enviado por el General Juste a París. En diciembre de ese mismo año repitió el viaje intercambiándose con un oficial francés que llegó a Madrid. Otro participante por parte española era el Teniente Coronel Moyano. Ambos, Mellado y él, fueron a París el día 17 y regresaron el día 22 del citado mes de diciembre. Allí recibieron muchas atenciones y fueron alojados en casas particulares ya que no deseaban que los contactos fueran detectados por los servicios secretos rusos ni sus afines franceses. La figura máxima francesa era el Coronel Allard, inspector de la Directión Generale des Etudes y Recherches (DGER), y el encuentro se realizó con conocimiento del general De Gaulle. Esta era una organización muy poderosa colaboradora de este último en el año 1940; era experta en temas rusos y predijo lo que harían estos en la guerra fría que se avecinaba, y era conocedora de las intenciones de Rusia en el sentido de querer organizar Partidos Comunistas en occidente. Y sabían también que Moscú estaba adoctrinando y depurando a los 150.000 rusos del ejército Wassov (aliados de los alemanes que desertaron después para unirse a la Resistencia francesa). El Coronel Allard estaba seguro que De Gaulle siempre se mostraría contrario al comunismo, y todos los miembros de la DGER estaban en contra del Ministro de Exteriores francés, Mr. Bidault, que preconizaba una política contraria a España. También opinaban que muy pronto se intentaría un golpe de Estado contra De Gaulle por parte de los comunistas, y que era necesario el reconocer al gobierno español. Por su parte Gutiérrez Mellado propuso enviar un representante oficioso militar a París, reforzar el servicio de información en la frontera francoespañola y enviar agentes al sur de Francia. Por otro lado y para contrarrestar las posibles acciones a favor de los maquis de algunos miembros de la gendarmería francesa, el general jefe del Estado Mayor Central español envió un telegrama en enero de 1945 a los tres capitanes generales de Burgos, Zaragoza y Barcelona, diciéndoles que debían comunicar con toda urgencia, los casos concretos conocidos de apoyo y asistencia a los guerrilleros por parte de gendarmes de puestos fronterizos o de Autoridades francesas, que hubiesen facilitado a aquellos el paso y actuación en España, precisando nombres, fechas y lugares. Sin duda con el objeto de que por parte de París se tomasen las medidas oportunas para que esas personas abandonasen el lugar. CONSIDERACIONES.Sea como fuere nos encontramos con unas Fuerzas Armadas, al terminar la guerra civil, exageradas en número y en ideología que se empeñan en ser el centro de gobierno, a pesar de las duras privaciones a que se ven sometidas. Privaciones que no hay duda eran más grandes en la sociedad civil, sobre todo en el bando perdedor.Para conseguir sus propósitos, Franco, además de la disciplina y de la lealtad de sus subordinados, se aprovechó de sus generales en muchas ocasiones a cambio de determinados favores, nombrándoles para cargos importantes en la Administración o en determinadas empresas, lo que aumentaba su poder adquisitivo, económicamente hablando, y su poder real. Debía contentar y premiar a sus mandos superiores, tanto por la buena lucha en la guerra como para que estuviesen a su lado, aunque la lealtad de la mayoría de ellos casi nunca se puso en duda. Al fin y al cabo Franco fue su jefe supremo y fue el que llevó a la victoria a las tropas nacionales, a pesar de conocer hoy que a lo mejor fue un incompetente , militarmente hablando, porque políticamente han sido ya muchas las personas y los autores que lo han averiguado. Sea como fuere, Franco en esos primeros años de su régimen pone en manos de mandos militares el 42,8 % de los ministerios, el 37,3 % de las subsecretarías y el 27,8 % de las direcciones generales . Y recordando de lo escrito un poco antes sobre la gran cantidad de efectivos de las Fuerzas Armadas que había después de la guerra, la mayoría de ellos pertenecientes a las filas del bando nacional, continuaron en los cuarteles y en los escalafones hasta que en 1953 se promulgó una primera ley de reserva con la intención de disminuir el excesivo número de cuadros del Ejército. Un pequeño porcentaje de esos oficiales se habían preparado en la Academia General Militar de Zaragoza cuando Franco era su Director, entre los años 1927 y 1931. Otros, más de nueve mil, eran los llamados Alféreces Provisionales, formados a toda velocidad para el mando de tropas durante la guerra, y aunque existía un refrán que los definía: "alférez provisional, cadáver efectivo", fueron totalmente leales al Caudillo. Posteriormente realizaron determinados cursos de Transformación para hacerlos efectivos o profesionales de las Fuerzas Armadas. Todos ellos eran en conjunto los oficiales, muy bregados en la lucha e incluso veteranos de la División Azul, que iban a mandar las unidades contra esa amenaza proveniente de detrás de la frontera francesa después de 1939. Iban a volver a luchar contra aquellos comunistas españoles que consiguieron expulsar en 1939, pero que ahora volvían si cabe con más brío. "Los provisionales controlaron el Ejército hasta los años cincuenta y sesenta", afirma Manuel Soriano en su libro Sabino Fernández Campo , a lo que añade que fueron los profesores de las primeras promociones de la Academia General Militar haciendo que los alumnos, no humanizados por la guerra, saliesen mucho más ultras que aquellos. No obstante muchos de esos oficiales provisionales, así como de Complemento y Honoríficos que no pudieron ingresar en las academias de transformación, pudieron optar a una de las 2.300 plazas convocadas de Maestros Nacionales y 1.000 plazas de Agentes del Cuerpo General de Policía. También el porvenir de muchos de los componentes del Cuerpo de Suboficiales provisionales se pudo arreglar dándoles la oportunidad de cubrir, el 1 de septiembre de 1941, las 10.000 plazas de Guardias Civiles sacadas por el ministro de la Gobernación, general Valentín Galarza . De esta manera el régimen se aseguró que esos peones de la seguridad del Estado fuesen cubiertos "por aquellos beneméritos españoles iniciados en principios de disciplina y fórmulas rígidas de sacrificio en que se inspira la vida castrense". LOS OFICIALES DEL EJÉRCITO.Los muchachos que ingresaron en la Academia General Militar en 1942, Primera Promoción de la 3ª Época , no saldrían Tenientes y destinados a las Unidades hasta cuatro años más tarde, en 1946, por lo que la primera parte de la lucha contra el maquis, 19441945, la realizaron aquellos oficiales provenientes de la guerra, de una escala u otra, muchos de los cuales pertenecían a la 2ª Época de la Academia General cuando Franco fue su Director. De esta manera la mentalidad de lucha y su concienzamiento contra ese enemigo no era muy necesario estimular. Tampoco se debe olvidar que muchos de estos mandos, también de la escala de Suboficiales, habían participado con la División Azul en el frente ruso a favor del Ejército alemán. Con todo esto y si añadimos las diferentes "limpiezas" que se realizaron en las filas de Franco, para apartar a todo militar que tuviese alguna connotación con lo liberal , entre aquellos que había estado en zona "roja", o que habían venido de ella; y las llegadas de oficiales provenientes de los Requetés y de la Falange, nos encontramos en España con un Cuadro de Mandos mayoritariamente totalmente volcado a favor de Franco. Al margen de esto en la citada Academia sólo se recibía en 1943 propaganda alemana e italiana enviada por la Dirección General de Enseñanza Militar en el siguiente orden: Signal, 45 ejemplares; Die Wehrmacht, 12; Deutschchland, 18; Der Adler, 10; La joven Europa, 20; Secretos de Alemania, 6; Estampas, 100 series; El nuevo orden, 30 ejemplares y varios centenares de hojas murales . Con todo ello la mentalidad y el pensamiento proalemán de ese centro de enseñanza, al menos en ese año, estaba fuera de toda duda. LOS GENERALES.No nos olvidamos tampoco de los Generales. Son los que dirigieron a las Divisiones a la victoria y son los que eligieron a Franco como Generalísimo en 1936; y aunque algunos tenían ideología monárquica y en alguna ocasión ofrecieron alguna determinada oposición al Caudillo (como la carta que enviaron algunos tenientes generales a Franco el 8 de septiembre de 1943 reclamando la restauración de la monarquía), rodearon siempre al Dictador cuando la situación política se complicaba. Por otro lado gran número de cargos políticos, o en los diversos ministerios y puestos de confianza, fueron dados a esos Mandos militares como recompensa por sus acciones durante la guerra, como ya hemos comentado.Nos encontramos de esta manera en los primeros años cuarenta con un Ejército, según Stanley Payne, vital y controlador de un número de resortes del país. Sobre todo las fuerzas de orden público, policía y guardia civil. Era la columna vertebral del Régimen, a pesar del miedo que Franco tenía a que un Ejército potente y unido le arrebatase el poder. De ahí la disolución del Ministerio de Defensa y la creación de los tres Ministerios, Tierra, Mar y Aire, coordinados con un Alto Estado Mayor. Tampoco hemos de olvidar que todo el conjunto del país estaba sometido a una férrea censura en sus opiniones y comentarios. De esto no se libraron los mandos militares y en la orden del día 7 de julio de 1941, las Segundas Secciones de los Estados Mayores, anunciaban que para reglamentar su actuación en asuntos de publicidad, se afirmaba que quedaban autorizados estos para hacer publicaciones y dar conferencias de carácter militar, tanto en revistas profesionales, como en locales de las Unidades, Centros y Dependencias de las Unidades. Pero a continuación marcaba, la citada orden, las medidas de control, de tal manera que si eran artículos técnicos profesionales y si el autor estaba debidamente autorizado por su Autoridad Militar superior, como redactor o colaborador de esa publicación, no hacía falta permiso; pero si eran artículos no profesionales, debían ser sometidos a la revisión de la autoridad militar. Incluso aquellas conferencias pronunciadas por militares en Centros no oficiales, debían ser autorizadas por esa autoridad militar por lo que debían enviar copia escrita de la misma con la antelación suficiente. Y alertaba sobre la imposibilidad de pronunciarla hasta ser definitivamente autorizada. LAS CLASES DE TROPA.Distinta era la tropa. Los soldados de reemplazo. Muchos de ellos habían luchado ya en la guerra, recordemos las movilizaciones parciales ordenadas por el Gobierno en esos primeros años cuarenta mientras Europa se deshace en la Segunda Guerra, tanto en un lado como en el otro. A todos instruía el ejército para el cumplimiento de su misión. Después de pasar los correspondientes filtros para averiguar cuáles eran o habían sido sus ideas políticas o en qué bando habían luchado en la guerra, ingresaban en filas. Los procedentes del Ejército republicano tenían una indicación en su ficha que lo marcaba ya durante todo su servicio militar, y que servía cuando era licenciado, para advertir a las autoridades del lugar donde fijaba su residencia. Hablando de la instrucción del recluta o del soldado, todos los años el Ejército de Tierra elabora y distribuye entre todas las Unidades y acuartelamientos, para su cumplimiento, el denominado Plan General de Instrucción (PGI). En él se refleja todo lo que cualquier miembro de las fuerzas armadas debía ejercitar, ensayar y aprender. Hoy día es fundamentalmente para la tropa pero en esos primeros años cuarenta se emitía también para los mandos. El del año 1944 comenzaba con una introducción sobre el papel del Ejército que decía:
Definición nada fuera de lo normal si hacemos caso a la tan conocida frase colocada en lugares visibles en muchos acuartelamientos españoles: Si vis pacem para bellum (si quieres la paz prepárate para la guerra). En el desarrollo del mencionado programa se trataba de la formación táctica y técnica, y de la formación moral. Aquellas van cambiando de contenido según el tiempo de permanencia en filas, pero la formación moral se repetía y se insistía en todas las facetas y periodos de aprendizaje. En esta se hablaba del entusiasmo, de la abnegación, del valor, de la conciencia y sentimiento del deber y de la disciplina. En el primero, en el Entusiasmo, se animaba al soldado a que estuviese excitado por el ideal nacional, por el amor a la Patria, por el Caudillo, por el Ejército, por su Arma y por su Regimiento. En la Abnegación se ensalzaba el compañerismo; y en el Valor, el espíritu combativo, la tenacidad, la conciencia y el sentimiento del deber. A pesar de todo es de sobra conocido que en un ejército de leva, los soldados que obligatoriamente deben acudir a filas tienen su propia ideología política y no se puede comparar con la que poseían los mandos respectivos. El soldado, si tenía una aproximación política alejada de la ideología oficial, procuraba pasar desapercibido en la mayoría de las ocasiones salvo si eran militantes activos del Partido Comunista, que en más de una ocasión fueron detenidos. Otros desertaban o se pasaban a Francia si estaban destinados en localidades cercanas a los Pirineos. Por otro lado cuando eran licenciados los soldados, era muy corriente que se enviasen notas informativas a los gobernadores civiles respectivos, para que "dada su ideología extremista y ser considerado sospechoso" se rogaba se le sometiese a una ligera vigilancia por parte de la Guardia Civil del lugar. Aunque no todos los soldados, evidentemente, estaban en contra del régimen imperante o se manifestaban tibios. Muchos de los de reemplazo, los que ingresaron con sus quintas, sentían de corazón "la llamada de la Patria en peligro". Aunque es fácil adivinar que con dieciocho años, en uno u otro bando, se entusiasmasen fogosamente con lo que tuviesen o viviesen alrededor. No obstante respetamos todas las posturas, y en reconocimiento a todos aquellos que lucharon y murieron en el bando nacional transcribimos parcialmente el texto de uno de ellos, con dieciocho años de edad, escribió en su libro de campaña, Mi libro:
No cabe duda que es un texto cargado de emotividad para aquél que lo vivió, y que hoy día todavía siente un nudo en su garganta al releerlo. Pero estudiándolo con objetividad se aprecia la ideologización tan fuerte a que fueron sometidos todos esos jóvenes, o por lo menos la mayoría, y fueron algunos de esos jóvenes los que más tarde lucharon contra el maquis. No obstante todo lo anterior, es cierto que el conjunto de los mandos del ejército español estaban desmoralizados en esos años cuarenta, pero era debido a los bajos sueldos y a las pocas perspectivas de hacer carrera militar en tiempo de paz. Gerald Brenan en su obra La Faz de España nos dice que en 1949 le subieron a los militares un 40% la paga, lo que nos indica lo escueto del sueldo en esa primera década, y que para completarlo, y debido sobre todo a las pocas horas de servicio, trabajaban en otros lugares, comercios o negocios. No obstante, era un Ejército triunfador que creía estar en posesión de muchos valores y estaba convencido que era la salvaguardia de la Patria. También es cierto que las condiciones de vida en los cuarteles era paupérrima, el vestuario y el material estaban desgastados y era pobre, y el armamento anticuado . Existía diferencia entre los soldados y el cuadro de oficiales y suboficiales. Aquellos obedecían porque no había otra solución y estos, se encontraban henchidos de orgullo y patriotismo. Por otro lado se observaba a nivel popular un cierto descontento con todo lo relacionado con las actuaciones del Ejército. Esto lo demuestra el informe que el Auditor de la 5ª Región Militar (Zaragoza) elevó el 2 de mayo de 1942 al Capitán General, de sus Oficiales de Información, que decía:
No obstante esto la frase que más se decía y que se lanzó como gran banderín de enganche fue:
Esto no era sino un engaño, ya que en uno de los puntos, el 2º concretamente, del programa de Unión Nacional a implantar en cuanto consiguiesen el poder en España, era la depuración del aparato del Estado, principalmente del Ejército, de los falangistas que no puedan probar que lo han sido a la fuerza. Este punto ya da por hecho que la mayoría de los mandos superiores militares pertenecían a la Falange, asunto que no era descabellado sin mencionar la orden que se dio para que todos los oficiales ingresasen en la misma, aunque esto no terminó de cuajar. No podían los maquis vencer en un combate formal a un Ejército formal, pero lo que sí podían hacer, y de hecho lo hicieron, era la guerra psicológica actuando sobre la mente de los militares. Así en el semanario Lucha apareció en el de fecha de 22 de octubre de 1944, esto es en plena invasión del Valle de Aran, un artículo llamando a los jefes y oficiales del Ejército que decía:
En una palabra, buscaban que los miembros de las Fuerzas Armadas desertasen o volviesen sus armas a favor de los guerrilleros. También en ese mismo número había un ataque frontal contra el general Moscardó, capitán general de Cataluña y jefe de las tropas allí desplegadas, acusándole de haber asesinado a "mil ochocientos españoles patriotas". Le calificaban de felón, traidor, asesino, chulo, desalmado y matón, terminando el artículo con un agresivo "¡A muerte el asesino Moscardó!". En otro panfleto propagandístico, esta vez dirigido a los Institutos Armados, anunciaban que Franco y Falange no representaban nada a España, sino que por el contrario la habían sumido en un espantoso caos. Animaba a todos los miembros de las Fuerzas Armadas a formar parte y no quedar impasibles "ante esta Santa Cruzada de Liberación Nacional". Sin duda utilizaban un lenguaje que ya era conocido. Después de recordar los seis puntos que perseguía la UNE y su Junta Suprema, animaba a los soldados y guardias a organizar sus propios grupos; hacer la vista gorda con los maquis; favorecerles; pasarse con las armas y liquidar a los falangistas nazis que se les opusiesen en la lucha para "combatir el régimen de oprobio que prime a España". Cronología militar.
Fernando Martínez de Baños Carrillo. |