JOSÉ MANUEL MONTORIO GONZALVO (CHAVAL)
RECUERDOS Y OLVIDOS DE UN GUERRILLERO
Teófilo Gallega
El 27 de abril se cumplirán dos años desde que nos
dejase José Manuel Montorio Gonzalvo (Chaval), uno de los últimos
exguerrilleros que lucharon contra la dictadura franquista y que
popularmente fueron conocidos como “maquis”. Este término francés, sin
embargo, nunca fue del agrado de éstos, que preferían el español
“guerrilleros”. Y es que, si en Francia haber pertenecido al maquis (es
decir, a la Resistencia contra el nazismo) reviste honor, en España el
término pronto pasaría a adquirir una connotación peyorativa
―equivalente al de “bandolero” o “delincuente”― por obra de la
propaganda franquista.
José Manuel Montorio, como muchos otros refugiados
españoles en Francia, combatió en las filas de
la Resistencia francesa contra los nazis. Tras
cruzar la frontera francesa en febrero de 1939,
cuando contaba tan sólo diecisiete años de edad,
fue internado en el campo de refugiados de
Saint-Cyprien. Allí se encontrará casualmente
con su hermano Miguel. A principios de 1940 fue
enrolado, junto con su hermano, en una de las
Compañías de Trabajadores Extranjeros que el
Gobierno francés creó con el propósito de sacar
a los refugiados de los campos de internamiento
y destinarlos al trabajo en fábricas, a la
construcción de carreteras, puentes y
fortificaciones, a la tala de árboles, etc. La
otra alternativa que les quedaba a los
refugiados españoles era la de ingresar en la
Legión Extranjera o alistarse en los Batallones
de Voluntarios Extranjeros.
En mayo de 1940 los alemanes invaden Francia y José
Manuel Montorio y su hermano consiguen escapar de la Compañía de
Trabajadores Extranjeros en la que estaban ―situada en el departamento
de Deux-Sèvres― y huyen a pie hasta Port-Vendres (Pirineos Orientales).
Allí son detenidos por los gendarmes y devueltos al campo de
internamiento de Saint-Cyprien. Cuando el nuevo Gobierno de Vichy hizo
entrega de los exiliados españoles a las autoridades nazis de ocupación
los dos hermanos fueron trasladados al campo de Saint-Médard-en-Jalles,
cerca de Burdeos. En este campo, más de 8.000 refugiados republicanos
eran utilizados por las fuerzas de ocupación en la construcción de una
base para los submarinos alemanes.
En 1941 logran fugarse de allí una veintena de
españoles, entre los que se encontraba su hermano Miguel. José Manuel
también conseguirá escapar a principios de 1942. Llega a Sabrés e
ingresa en la 31.ª Brigada de Guerrilleros Españoles, en ella realizará
varias acciones contra los ocupantes alemanes. Liberada Francia y
siguiendo la estrategia del PCE de extender la lucha guerrillera dentro
de España con el objetivo de espolear a los Aliados a una intervención
contra el régimen franquista, José Manuel Montorio ingresará en la
escuela de guerrilleros de Gincla (departamento del Aude) y en
septiembre de 1945 cruzará la frontera junto con otros cinco
guerrilleros. Su grupo, apodado los Maños por ser todos de origen
aragonés, constituirá una de las piedras fundacionales de la Agrupación
Guerrillera de Levante y Aragón. Las comarcas de Requena-Utiel, Valle de
Ayora y la Canal de Navarrés serán escenario de muchas acciones
protagonizadas por este infatigable luchador conocido por el apodo de
Chaval.
A mediados de 1952 se produce la evacuación a Francia
de los últimos integrantes de esta Agrupación Guerrillera. Montorio
comienza entonces su segunda etapa de exiliado en Francia, que concluirá
en 1955. Ese año es enviado por el PCE a Ústi nad Laben (en la antigua
Checoslovaquia), donde es destinado como obrero a una fábrica
metalúrgica. Después, en 1965, comienza a trabajar para la embajada de
Cuba en Praga; primero como encargado de la instalación eléctrica de la
misma y más tarde como mecánico. Poco antes había conocido a Trinidad
Sardina Merino, con quien compartirá su vida hasta que ésta, tras larga
enfermedad, fallece el 22 de octubre de 2002.
La embajada cubana será testigo en marzo de 1966 de
un acontecimiento que se llevará con la máxima reserva. En esa fecha es
cuando Ernesto Che Guevara llega a Praga de incógnito procedente de Dar
es Salaam (Tanzania), donde había pasado unos meses tras su fracasada
experiencia guerrillera en el Congo. Ambos guerrilleros, Guevara y
Montorio, no llegarán a tener ningún contacto debido al carácter secreto
de la visita del Che, aunque Montorio sí que lo reconocerá en la
residencia. Podría haber sido muy interesante para ambos un intercambio
de experiencias. ¡De cuántas cosas podrían haber
hablado! Guevara, con el peso de su primer fracaso revolucionario a sus
espaldas; Montorio, con la frustración de haber contribuido a la derrota
del fascismo en Europa y tener que vivir exiliado y marginado por haber
intentado lo mismo en España.
En el año 2004 la asociación La Gavilla Verde y el
historiador Salvador F. Cava logran contactar con Montorio en su exilio
de Praga, quien, invitado por esta asociación, asistirá a las “V
Jornadas del Maquis en Santa Cruz de Moya” y a la celebración del Día
del Guerrillero Español, que como cada primer domingo de octubre se
venía llevando a cabo desde hacía dieciséis años en esta localidad
conquense vinculada a la guerrilla antifranquista ya desde el mismo
momento en que nace la Agrupación Guerrillera de Levante. Montorio,
impresionado por la labor que desde Santa Cruz de Moya se hacía en
defensa y recuperación de la memoria de los exguerrilleros españoles que
combatieron el fascismo dentro y fuera de la frontera española, empezará
a plantearse su regreso definitivo de tan largo exilio. Otro factor
determinante en su decisión será la buena acogida y la fraternal ayuda
que desde Santa Cruz encontrará en las personas de Pedro Peinado, Teo
Baeza, Conchi Martínez, José María Flor o Adolfo Pastor, quienes desde
un primer momento se desvivirán intentado darle acomodo. Sus intensas
vivencias de aquella época forjarán una estrecha amistad con Montorio.
Pero su dilatado exilio y cierto sentimiento de
desarraigo harán que varios intentos por establecerse en España resulten
infructuosos, uno de ellos en la misma Santa Cruz y otro en Santa Coloma
de Farners, donde residía Carmen Delgado, a quien había conocido en su
época de guerrillero. No será hasta 2006 cuando se instale, ya
definitivamente, en Borja, donde también encontrará gran ayuda en la
Agrupación Socialista de esta localidad. No obstante, Montorio seguirá
vinculado a Santa Cruz de Moya hasta el día de su muerte, siendo un
reconocido y esperado protagonista de sus Jornadas y del Día del
Guerrillero Español.
Fue en Borja donde Montorio había nacido un 23 de
diciembre de 1921 y de allí es de donde salió en 1930 junto a su madre y
hermanos ―su padre había fallecido en 1927― para irse a Barcelona, de
donde era natural la madre. Y es también en Borja donde José Manuel
Montorio fallece el 27 de abril de 2009. Su último año de vida fue
especialmente duro debido a un cáncer de pulmón que padecía. Sus
incondicionales amigos de Borja, Pablo Peña y Dimas Lajusticia, serán un
constante apoyo desde su llegada a esta localidad aragonesa y los tendrá
siempre a su lado en los momentos más difíciles. En los amigos que
tuvimos la suerte de conocerle, su indómito carácter nos dejó tan
profunda huella que aún hoy nos es difícil evocar su recuerdo sin sentir
congoja.
El Gobierno de Aragón editó en 2007 sus memorias, que
llevan por título Cordillera Ibérica. Recuerdos y olvidos de un
guerrillero y que
empieza a escribir en Praga a finales de los sesenta y termina en 1973.
Montorio había rechazado antes la oferta de una importante editorial que
le exigía a cambio recortar el texto. Gracias a la labor de Ana Oliva,
desde Amarga Memoria, hoy podemos disfrutar de estas memorias tal como
fueron escritas por su autor, en las que no sobra ni falta una sola
coma. Ahora, el Departamento de Educación, Cultura y Deporte del
Gobierno de Aragón, a través de este loable programa que es Amarga
Memoria ―cuyo objetivo es contribuir a la revalorización de la dignidad
de quienes defendieron y lucharon por la libertad y la democracia de
España desde la Segunda República hasta la Transición―, ha puesto a
disposición del público de forma gratuita la versión digital del libro:
Biblioteca Virtual de Aragón.
Se trata de un libro admirable no sólo por su gran
valor testimonial sino también por su calidad literaria. Aparte de
constituir un importante documento histórico, el de un guerrillero que
fue miembro de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón desde su
creación hasta su disolución, está escrito de forma muy honesta, sin
eludir ningún tema espinoso de la guerrilla y haciendo un importante
ejercicio de autocrítica cuando el autor lo cree necesario. A través de
sus páginas el lector vive el día a día de la lucha de los guerrilleros
contra el régimen franquista, con sus luces y sus sombras: las acciones
subversivas y de sabotaje, la persecución implacable de la
contraguerrilla, el frío, el hambre, el contacto con una España rural
sometida y expoliada. Los guerrilleros, en su deambular por la vasta
geografía levantina, se encontrarán con cuadros de pobreza extrema entre
los campesinos. Montorio describe, por ejemplo, su llegada al caserío de
Benalí, en la Sierra de Enguera. La miseria que allí ve, la incultura y
el analfabetismo ―cosas muy comunes en muchos rincones de España en
aquella época y que la República se había propuesto eliminar― le
llevarán a escribir: «No hay ley que pueda dar a estas personas su
condición humana mientras no se las arranque de estos pedregales y se
las asiente en tierras productivas, con medios de comunicación, con
escuelas, con médicos, en una palabra, con civilización». Es
precisamente esta situación de miseria la que hará despertar las
conciencias de muchos jóvenes, algunos de los cuales se harán fieles
colaboradores de los guerrilleros e incluso ingresarán más tarde en
guerrillas.
No elude Montorio hablar de los aspectos más
sombríos, que también los hubo, de la guerrilla antifranquista. Como la
obsesión en determinados momentos por descubrir a provocadores y
traidores, o por no parecerlo uno mismo ante los compañeros, cosa que
podía llevarle a uno a ser ajusticiado y colgado en un pino. También la
lucha de los guerrilleros se convertía en ocasiones en una simple lucha
por la supervivencia en la que sus colaboradores y puntos de apoyo
quedaban excesivamente expuestos a la implacable furia de la represión
franquista. Y es que las medidas adoptadas por el régimen a partir de
1947 para acabar con las guerrillas se endurecerán de tal modo que todo
valdrá con el fin de erradicarlas. Se crearán las “contrapartidas”:
pequeñas unidades de la Guardia Civil entrenadas especialmente para la
lucha antiguerrillera. Estas unidades vestían de paisano, haciéndose
pasar por guerrilleros, y visitaban los posibles puntos de apoyo de la
guerrilla para desenmascararlos. Aquellos que caían en la trampa eran
cruelmente torturados y obligados a dar información para poder localizar
a sus camaradas del monte. Tampoco se dudará en aplicar la “ley de
fugas” (eufemismo utilizado para evitar la definición de lo que en
verdad era: un vulgar asesinato por la espalda) tanto a los guerrilleros
capturados como a los puntos de apoyo y enlaces de los que éstas se
servían. Sin esos puntos de apoyo la guerrilla estaba acabada.
Es a estos colaboradores, enlaces y puntos de apoyo
de la guerrilla y a sus familiares a los que Montorio dedica su libro.
Honrar su memoria es uno de sus objetivos; el otro ―dicho con sus
propias palabras― es «ofrecer un modesto recordatorio que vendrá a
demostrar que los hombres del monte, los guerrilleros, no fuimos la
“cuadrilla de bandoleros desalmados” que la dictadura franquista ha
venido describiendo a lo largo de los años. Que, muertos de hambre,
descalzos y ateridos por el frío, con metralleta en bandolera y pistola
al cinto, fuimos lo suficientemente humanos para respetar la vida y
hacienda de muchas personas que, ganadas por el terror franquista,
denunciaron nuestra presencia en los montes y nuestro paso por los
caminos; que solamente ante la trágica disyuntiva de ser o no ser
hicimos uso, pero nunca abuso, de nuestras armas».
No deja de resultar paradójico que mientras que el
sacrificio de muchos de estos españoles que lucharon contra el fascismo
fuera de España es reconocido por todos ―en Francia, por ejemplo, se les
ha honrado dedicándoles el nombre de algunas de sus calles, e incluso a
alguno de estos guerrilleros le fue otorgado el honor de ser considerado
héroe nacional por sus acciones en la Resistencia― su esfuerzo por
derrocar el fascismo dentro de España no sólo no es valorado como se
merece sino que todavía es ignorado o mal interpretado por la gran
mayoría de los españoles.
José Manuel Montorio, al igual que el colectivo de
exguerrilleros antifranquistas, no quedó contento con la redacción
definitiva de la Ley de Memoria Histórica promulgada en 2007 y dejó este
mundo con la amarga sensación de sentirse todavía un exiliado aun
viviendo en suelo español. Para estos luchadores que tanto hicieron por
la democracia y las libertades que hoy en día disfrutamos esta Ley no
hace verdadera justicia a las víctimas del franquismo ya que a nivel
jurídico no las reconoce, al igual que tampoco anula los juicios
sumarísimos ni condena jurídicamente a la dictadura y sus verdugos. Una
de las reivindicaciones que el colectivo de exguerrilleros reclama al
Estado español es su reconocimiento por parte de éste como la última
expresión del que fuera Ejército republicano y su equiparación, a todos
los efectos, con los combatientes activos de aquel Ejército. Del mismo
modo reclaman que se equipare a los guerrilleros, sus enlaces y puntos
de apoyo asesinados por la represión franquista con las víctimas de la
guerra civil, con sus mismos derechos al reconocimiento y a la
reparación.
TEÓFILO GALLEGA
Abril de 2011
Los datos biográficos que aquí
aparecen están tomados de las memorias de José Manuel Montorio, de
varias entrevistas con él mantenidas y de los datos suministrados
por Pedro Peinado y Adolfo Pastor.
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