ADOLFO PASTOR JARQUE por Adolfo Pastor Monleón
Mayo, Primavera de 1916.
Nace en Santa Cruz de Moya, provincia de Cuenca,
Adolfo Pastor Jarque.
Primogénito de una familia modesta como la mayoría de
las de estos pueblos de la Sierra.
Juan Pastor Urbán es su padre, un hombre muy
trabajador, buena persona, de la familia de Los Marquetes, hermano del
tío Donato, que vive en Francia y después vivirá en Casas Bajas y de la
tía Miguela, madre de Miguelte, que estuvo con él en el campo de Cádiz,
donde murió.
Su madre, Consolación Jarque, una mujer de su casa,
trabajadora, vivaracha, también muy buena persona.
Como no podía ser menos a Adolfo lo recuerdan todos
como muy buena persona.
Después de él nacieron cuatro hermanos más: Carmen,
Fermín, Mario y Joaquina.
Como todos los muchachos de su edad, desde muy
pequeño, además de ir a la escuela, colaboraba en las faenas de la casa
y el campo, ayudando en el cuidado de los animales, yendo a segar
hierba, a quitar piedras de los bancales del monte, especialmente de los
Tornajos, donde tenían unas parás con una hermosa viña y oliveras.
1925.
Marcha la familia a Francia donde vivían unos
familiares. Para entonces ya habían nacido los tres primeros hijos:
Adolfo, Fermín y Carmen.
Van a pie a Aras de Alpuente, desde donde la Chelvana
los lleva a Valencia. Allí coincidieron con una visita del Rey Alfonso
XIII. Desde allí van a Barcelona en barco, y a Francia en tren.
El padre va a trabajar a una fábrica de un pueblo
cercano, en bicicleta, la madre trabaja en su casa, y a él, a esta
temprana edad, lo ponen de pinche en un bar. De aquel Bar, a los pocos
días, llegó llorando porque un chaval francés le quiso pegar,
insultándolo por su condición de inmigrante español.
Estando en Bonmon nació el siguiente hermano, Mario,
a cuyo bautizo acudieron los familiares y otros españoles que hicieron
baile al estilo español, con música de cuerda.
Al recibir la noticia de que había muerto la abuela,
sin perder tiempo, toda la familia volvió a Santa Cruz de Moya donde
continuaron viviendo. La tierra, la siembra, la labranza, la siega, la
vendimia, las olivas, todo de sol a sol, un trabajo muy duro, de muchas
horas y cuando el trabajo era para otro, de muy poco jornal.
1931.
El triunfo de las izquierdas, las ideas de reparto de
tierras, la injusticia de la vida que llevaban.... quizá imbuyeron en su
mente ideas de justicia, libertad... en aquel joven lleno de bondad y
simpatía.
1936.
La Guerrra Civil. Santa Cruz de Moya está en el bando
rojo. Adolfo, a sus 20 años, marcha con otros jóvenes al frente de
Teruel; la guerra la pasa con sus primos Miguelete, hijo de su tía
Miguela, Valero, Hilario y otros amigos del pueblo..., sin duda en sus
mentes bulle la idea de la lucha contra la injusticia y por la
libertad...
1939.
Estando ....la derrota; tres años de lucha, de
peligros, de pasarlo mal ...
Lo llevan junto con sus primos a Cádiz, a un campo de
trabajo...
12-12-1940 a 12-7-1942 hace la mili.
1942.
Al acabar la mili comienza relaciones con Bienvenida
Monleón Ramos, unos meses más joven que él. Es una buena moza, guapa y
morena, hija de un matrimonio de la Casa Grande de Orchova, Emilio y
María. Aunque, siendo ella pequeña, murió su padre a consecuencia de la
herida que le produjo el arado, mientras labraba. Su madre se casó con
Antonio Moliner, primo de Emilio y se trasladaron a las Casas Nuevas,
donde él vivía. De este matrimonio nacieron melguizos; Porfirio y
Primitiva.
Adolfo, antes de casarse, ya vive alguna temporada en
Las Casas Nuevas para ayudar en las faenas del campo, especialmente
durante las fiebres de Malta que tuvo “su suegro”, el abuelo Antonio.
La relación de Adolfo con toda la familia,
especialmente con Porfirio, su cuñado, es excelente. Todos lo recuerdan
como alegre, simpático, trabajador y muy buena persona.
1943.
A primeros de este año se casa. Fijan su residencia
en Las Rinconadas, en la casa de la abuela María en el callejón del
barrio de arriba, del Puntal.
Diariamente se traslada a trabajar a Orchova a las
tierras que le dejan sus suegros; él mismo “abre” un bancal más grande y
otro pequeño para huerto. Como no tienen tierras, se ayuda a veces
vendiendo alguna cosilla; quizás las bajaba del pueblo de la tienda de
su prima Juana, la de la tía Miguela.
Hacia finales del 43 nace su primer hijo. Más de una
vez, la abuela Consolación, su madre, recordaba la escena: “parece que
lo veo entrar por la puerta, sonriendo, con el chiquillo sentado sobre
los hombros, agarrándole las piernas”.
Orchova y algún jornal...así iba malviviendo aquella
nueva familia como las demás familias de aquellas humildes tierras.
Por aquellos años se dejan ver los primeros maquis.
En El Molino Marqués, del término de Aras de Alpuente entonces, se
pusieron las bases de la AGLA. El sector 11 tenía un grupo, en su
mayoría venidos de Francia, que crearon su campamento en el término de
Orchova. Muchas personas de Santa Cruz de Moya, de Higueruelas, de Las
Rinconadas, de Orchova estaban en contacto con ellos y les ayudaron como
podían; suministrando víveres, ropa, zurciendo
calcetines...proporcionándoles cobijo para reuniones, llevándoles correo
de un lado a otro... Adolfo era uno más llevado de aquellas ideas de
justicia y libertad que los maquis propagaban... Más de una vez se
escapó de peligros que le acechaban; cuentan que los maquis hacían
reuniones en su casa, que tenían facilidad para escapar por una pequeña
puerta trasera que daba a la acequia y, de allí, al río... la guardia
civil entraba por la puerta normal de la calle. Más de una noche, Adolfo
salía por aquella puertezuela, ya anochecido y al abrigo de las sombras
de la noche y la espesura de los espedriegos de aquella hermosa huerta,
bajaba hasta la desembocadura del barranco junto al río donde cenaban
juntos.
Orchova era una orografía perfecta para estas
relaciones; cuanto más interior era el rento, río arriba, más alejado
estaba de la entrada por donde podían venir la guardia civil. Además,
desde los tres o cuatro campamentos que montaron, les era muy fácil a
los maquis llegar hasta puntos estratégicos desde donde se divisaba a la
perfección todo el río y todas las casa de los rentos. El Molino, Las
Casas Quemás y las Casas Nuevas, las de sus suegros, eran como los
hogares de los maquis; allí bajaban muchas noches, allí cenaban,
charlaban y se sentían protegidos...
1946.
Nace su hija Adoración; era el día de Reyes. Por
entonces ya el peligro acechaba... la represión se endurecía y nadie se
sentía seguro.
De aquellos años se recuerda una mala persona
relacionada con alguien de Santa Cruz de Moya, aunque era de Corcolilla,
le llamaban el Diablo...
“¡Bandido!”, repetía el abuelo Juan en momentos
tristes de recuerdos, y la abuela Consolación asentía, moviendo la
cabeza cabizbaja, a los dos les asomaban las lágrimas a los
ojos.....“¡Bandidos, bandidos, bandidos..........!”.
Adolfo, Bienvenida y los dos pequeños, de 3 años el
niño y de meses la niña, marcharon a buscarse la vida y quizá, con toda
la buena fe del mundo, pensando que allí estarían a salvo, al Villar del
Arzobispo.
Fueron a pasar a la Casita Roger, un gran hacendado
de aquel pueblo, médico de Valencia y de familia de ricos terratenientes
y mineros.
La mujer y los pequeños en la casa. Ella hacía faenas
en el chalet de los dueños. Adolfo trabajaba de jornalero en la finca;
viñas, oliveras, cereales... Había cinco o seis familias de jornaleros
con ellos. Sus compañeros lo recuerdan con tristeza y emoción.
Especialmente un muchacho a quien Adolfo doblaba en edad tiene viva su
imagen cautivadora: “Era diferente a los demás jornaleros; los otros se
veían de otra manera, él tenía un porte señor, aunque sencillo y
humilde... aunque era alegre, no hablaba mucho. Su caballo era negro y
hermoso, y con él hacía unos surcos muy rectos... yo sentía por él una
gran admiración. ¡Qué pena...!”.
“Era el anochecer del 22 de abril de 1947...vimos
acercarse una pareja de guardias civiles con sus capa, sus fusiles y sus
tricornios brillantes bajo los últimos rayos del crepúsculo...”
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Venimos a colgar a pastor... - Todos pensamos que
se trataba de un pastor de ganado...
-
No, buscamos a Adolfo Pastor...
-
Ahí estará, en su casa...
Lo esposaron, lo subieron a un carro, que partió
hacia el pueblo....
El misterio se cierne sobre aquellas horas... a las
diez de aquella noche triste de abril, el cuerpo sin vida de Adolfo
Pastor estaba suspendido en el depósito del Villar. Dos días después, el
24, fue enterrado en el cementario civil. En una hoja periódica la
época, en una escueta nota calumniosa que dejaba entrever la fuerte
tortura a la que pudo ser sometido, se puede leer:
“ayer murió el bandolero Adolfo Pastor...”.
Era la Primavera de aquel año 1947.
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