El diablo como diablo queda
de azufre va sembrando el camino
y tras su paso, solo deja
charol, hierro, soga y gritos.

Llovió llevándose el azufre
el diablo se ha desvanecido
formando ácido que corroe
como buen huevo podrido.

Pero la vida no la ensucia
ni el Satán más atrevido
y sin quererlo en su mal
a la drupa despierta de su letargo
germina, crece y reencarna
al que quisieron matar.

Manolo Martínez