Junto a la lumbre, en la noche, Dos mujeres
enlutadas; Sobre su falda apoyados, Chafan los niños sus caras
Pasan las horas nocturnas, Sin decirse nada;
Tienen mucho que contarse: Solas, tristes, desdichadas...
Un hombre dejó a la una, Con un chico y olvidada;
Con dos se quedó la otra, Y vestida de mortaja.
Las dos viven, aunque muertas, De odio y pena
envenenadas, Las dos siguen el camino De negra lucha diaria.
Cuando el rescoldo es ceniza Y casi los gallos
cantan, Cada una con sus crías Se retiran a la cama.
Adolfo Pastor.
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