SIXTO AGUDO 

Ha muerto Sixto Agudo. Recuerdo el día que nos llamó. Quería venir a vuestras jornadas. Para nosotros que Sixto nos llamara no fue una anécdota. Se había iniciado una campaña de descrédito tras el éxito de nuestras primeras jornadas El Maquis en Santa Cruz de Moya.

Se quería dar a entender que trabajábamos alejados del rigor histórico, de la dignificación de las víctimas, de la lucha por el reconocimiento de los guerrilleros y un sinfín de galimatías dialécticos conducentes a la nada.

Que Sixto nos localizara y solicitara tomar la palabra, fue para nosotros un acto de reconocimiento. No estábamos haciendo nada terrible, queríamos rescatar la memoria de nuestros pueblos, de nuestros montes, de la patria que algunos quieren para ellos solos.

La llamada se produjo faltando dos semanas apenas para la inauguración de las II Jornadas y teníamos un programa muy apretado. Estaban publicados los programas, confirmadas las presencias y no teníamos más oportunidad que ofrecerle una intervención corta. Algo imposible tratándose de Sixto. El insistió en venir a conocernos y quién le dice que no a un Comandante del Ejército Republicano que nunca se dio por vencido. Ese fue el inicio de su compromiso con La Gavilla Verde a la que siempre comprendió y defendió. Y pese a nuestras distancias ideológicas, fue fiel camarada y amigo.

Sixto nunca había dejado de luchar, se dirigía a nosotros con el lenguaje de los viejos tiempos y eso nos hacía ser cercanos. Él era memoria histórica viva. Nos ayudaba a comprender como se organizaron durante la guerra, tras la derrota en los campos de concentración, la lucha contra los alemanes y el nacimiento de la resistencia antifranquista.

Sixto nunca había dejado de luchar, se dirigía a nosotros con el lenguaje de los viejos tiempos y eso nos hacía ser cercanos. Él era memoria histórica viva. Nos ayudaba a comprender como se organizaron durante la guerra, tras la derrota en los campos de concentración, la lucha contra los alemanes y el nacimiento de la resistencia antifranquista.

En las terceras jornadas, vino a hablarnos de sus vivencias y de las etapas que había atravesado la resistencia antifranquista vinculada al Partido Comunista de España en el que seguía militando. Le pedimos un favor, que nos hablara de los hermanos Tortajada, descendientes de Santa Cruz de Moya, comisarios del Ejército Republicano, que buscaron refugio tras la guerra en las casas de sus familiares para huir a Francia tras delatarse su presencia en la cuevas de Carandolo, en Santa Cruz de Moya.

Sixto había coincidido con Pelayo Tortajada en una reunión de jefes y comisarios del Ejército de Levante durante la guerra. Volverían a verse en Argeles sur Mer. Pelayo fue elegido secretario general del PCE de los campos de concentración y Sixto de las JSU, así trabaron amistad. Volverían a verse en Marsella donde se reunieron con Monzón y le encargaron a Sixto que elaborara un temario para la preparación ideológica de los comunistas que habían de regresar a España. Pelayo sería detenido en un pase a España y conducido a la prisión de Ciudad Real, donde finalmente fue fusilado.

La relación de Sixto con Santa Cruz de Moya se rememora desde la guerra civil y tuvo estas palabras para nosotros:

“Como final de mi intervención quiero mostrar un ejemplo de cómo conseguir la unidad para recuperar la historia de la resistencia y las guerrillas antifranquistas. Este ejemplo son las jornadas organizadas por La Gavilla Verde de Santa Cruz de Moya, que han permitido la reunión y el debate de los guerrilleros, periodistas, profesores, historiadores, interesados en profundizar y esclarecer todo lo que se relaciona con el tema. Espero que estas III Jornadas sean otro paso importante para lograr los fines que todos perseguimos”.

In memoriam.

Pedro Peinado.

Fotografías de José María Azkarraga y Pedro Peinado