LAS SIMAS 

Afloramientos de agua, de menor tamaño que las lagunas pero muy similares en forma. Hay actualmente tres simas, la de los Manchegos debajo del cementerio de escasa profundidad y de dimensiones reducidas, esta llena de carrizos y en ella anidan algunas aves acuáticas como la focha y la polla de agua.

La sima de mayor tamaño se encuentra medio kilómetro mas a bajo en el paraje denominado el regajo. Esta de mayores dimensiones, mayor caudal y de una profundidad sin determinar. Es la mayor de las tres.

La otra es una prolongación de esta ya que se encuentran pegadas separadas simplemente por una pared rocosa que las separa.

Antiguamente se utilizaba el agua para regar pero unos problemas de sal desestimaron su uso, en la actualidad se vuelve a regar pero muy poco.

También a sido la zona preferida de baño durante mucho tiempo.

Siempre han sido muy temidas por una parte de la población, de la cual salían leyendas, supersticiones e historias amedrentadoras para que los niños y no tan niños fuesen a bañarse a las simas.

En la actualidad se está construyendo un pase para poder visitar este lugar con comodidad ya que anteriormente el acceso era un poco difícil.

Es uno de los símbolos del pueblo.

César Hernández, explica así la historia de las Simas, en su trabajo inédito, Pequeñeces de Santa Cruz.

«A finales del S. XIX, Las Simas eran una sola propiedad del tío Pechitos, compuestas de dos simas, un molino y dos batanes. El conjunto de estas propiedades se las compró el tío Pepe al tío Pechitos, de 72 años, soltero y con herederos forzosos.

El tío Pepe dio una entrada y lo restante a pagarlo en los tres años siguientes, bajo la firma de tres recibos o pagarés.

El tío Pepe tomó posesión de esas propiedades y bajo la dirección de un ingeniero construyó una central eléctrica para darle luz al pueblo. Pero como el corazón humano es insaciable, un año después, pensó en reunir todas esas aguas y bajar la maquinaria eléctrica al puente del pueblo, o sea, unos diez metros más profunda para que tuviera más salto o altura de agua y de esa forma aumentar la corriente y darles luz a los anejos de La Olmeda, Rinconadas Orchova, además de a Santa Cruz de Moya. Para este traslado de la maquinaria tuvo que atravesar una montaña y empezó el túnel por los dos extremos para llevar el agua y se encontró sin haber empleado media hora de trabajo nulo o en balde.

El autor, con diecisiete años de edad, le decía al tío Pepe, por ser hermano de mi abuelo ¿por qué no llama usted a un ingeniero y que le haga los estudios? Él contestaba: que con los dineros que tengo que darle al ingeniero me lo hago yo.

Ya la montaña perforada en todo su cometido y el ceicón construido de cemento, se fue a Alemania y compró una turbina y ya todo instalado puso la central en marcha, pero parece ser que se equivocó en las matemáticas o más bien en los cálculos y al respirar la turbina, por no llenarse se agua, prácticamente, las bombillas del pueblo y las aldeas daban menos luz que un candil con aceite.

Así en esas condiciones, el señor Gobernador, después de terminarse la guerra civil española, instaba a que se pusiera en condiciones la central eléctrica y diera luz al pueblo y a los anejos, pero como no hacía caso a las amonestaciones o advertencias de la primera autoridad de la provincia, le citó seriamente para que subiera a Cuenca para hablar personalmente con él.

Ya ante el señor gobernador, este le dijo que si antes de siete meses no ponía la central en condiciones, lo metía en la cárcel. A lo que contestó: Pues como su excelencia me eche cien años ¡No los he de cumplir!.

Tanta gracia le hizo al señor gobernador la respuesta que echó mano de la pitillera y le ofreció un cigarrillo “Gracias, todos los gordos, se juntaron para subir el tabaco y no tuve necesidad de juntarlo con nadie para rebajarlo”.

Como todo esto sucedía en Cuenca y con las sugerencias que le haría, no cabe duda, el señor gobernador, empezó a ir a los bancos a pedir árnica, pero en todos era la misma fórmula. dos avalantes, escrituras de propiedad, etc.

Ya cansadas las autoridades de que el pueblo estuviera a oscuras, decidieron traer la corriente eléctrica desde Landete, o sea, de la meseta de Castilla, pero al aumentar la potencia de consumo, sucedía para Landete y Santacruz, lo mismo que con la luz del tío Pepe. La que se bajó de la Meseta de Castilla tampoco alumbraba.

Como en Santa Cruz estaba muy arraigado el espisitismo, decían muy convencidos, que por la parte de abajo, se ponía en los alambres eléctricos el tío Pechitos, para que no pasara la corriente eléctrica y por la parte de arriba, que se ponía por la misma razón el tío Pepe, que ya había muerto y que entre los dos estaban fastidiando al pueblo para no dejar pasar la corriente y alumbrarlo.

Una de las mañanas, antes de hacerse de día, como de costumbre, iba el sacristán a la iglesia para tocar el toque de ánimas y una voz triste y lejana le decía... ¡¡¡Oye, diles a mis familiares que los dos pagarés que faltan por cobrar, están metidos en la última jarra de arriba de la parte derecha del vasar!!!.

En estas corrientes de agua de las simas del tío Pepe, se encontraron sulfuros y sulfatos metálicos, por lo general en pequeñas cantidades.

El contenido de estos elementos es debido a substancias salubres en las rocas involucradas, en algunas pizarras de origen marino y arcillas pelágicas y esto conduce a acumulaciones de sales.

Las causas de que en invierno el agua sea muy caliente y en el verano muy fría, se debe a que tienen conductos rápidos por donde asciende el agua».