La otra es una prolongación de esta ya que se
encuentran pegadas separadas simplemente por una pared rocosa que las
separa.
Antiguamente se utilizaba el agua para regar pero
unos problemas de sal desestimaron su uso, en la actualidad se vuelve a
regar pero muy poco.
También a sido la zona preferida de baño durante
mucho tiempo.
Siempre han sido muy temidas por una parte de la
población, de la cual salían leyendas, supersticiones e historias
amedrentadoras para que los niños y no tan niños fuesen a bañarse a las
simas.
En la actualidad se está construyendo un pase para
poder visitar este lugar con comodidad ya que anteriormente el acceso
era un poco difícil.
Es uno de los símbolos del pueblo.
César Hernández, explica así la historia de las
Simas, en su trabajo inédito, Pequeñeces de Santa Cruz.
«A finales del S. XIX, Las Simas eran una sola
propiedad del tío Pechitos, compuestas de dos simas, un molino y dos
batanes. El conjunto de estas propiedades se las compró el tío Pepe
al tío Pechitos, de 72 años, soltero y con herederos forzosos.
El tío Pepe dio una entrada y lo restante a
pagarlo en los tres años siguientes, bajo la firma de tres recibos o
pagarés.
El tío Pepe tomó posesión de esas propiedades y
bajo la dirección de un ingeniero construyó una central eléctrica
para darle luz al pueblo. Pero como el corazón humano es insaciable,
un año después, pensó en reunir todas esas aguas y bajar la
maquinaria eléctrica al puente del pueblo, o sea, unos diez metros
más profunda para que tuviera más salto o altura de agua y de esa
forma aumentar la corriente y darles luz a los anejos de La Olmeda,
Rinconadas Orchova, además de a Santa Cruz de Moya. Para este
traslado de la maquinaria tuvo que atravesar una montaña y empezó el
túnel por los dos extremos para llevar el agua y se encontró sin
haber empleado media hora de trabajo nulo o en balde.
El autor, con diecisiete años de edad, le decía
al tío Pepe, por ser hermano de mi abuelo ¿por qué no llama usted a
un ingeniero y que le haga los estudios? Él contestaba: que con los
dineros que tengo que darle al ingeniero me lo hago yo.
Ya la montaña perforada en todo su cometido y el
ceicón construido de cemento, se fue a Alemania y compró una turbina
y ya todo instalado puso la central en marcha, pero parece ser que
se equivocó en las matemáticas o más bien en los cálculos y al
respirar la turbina, por no llenarse se agua, prácticamente, las
bombillas del pueblo y las aldeas daban menos luz que un candil con
aceite.
Así en esas condiciones, el señor Gobernador,
después de terminarse la guerra civil española, instaba a que se
pusiera en condiciones la central eléctrica y diera luz al pueblo y
a los anejos, pero como no hacía caso a las amonestaciones o
advertencias de la primera autoridad de la provincia, le citó
seriamente para que subiera a Cuenca para hablar personalmente con
él.
Ya ante el señor gobernador, este le dijo que si
antes de siete meses no ponía la central en condiciones, lo metía en
la cárcel. A lo que contestó: Pues como su excelencia me eche cien
años ¡No los he de cumplir!.
Tanta gracia le hizo al señor gobernador la
respuesta que echó mano de la pitillera y le ofreció un cigarrillo
“Gracias, todos los gordos, se juntaron para subir el tabaco y no
tuve necesidad de juntarlo con nadie para rebajarlo”.
Como todo esto sucedía en Cuenca y con las
sugerencias que le haría, no cabe duda, el señor gobernador, empezó
a ir a los bancos a pedir árnica, pero en todos era la misma
fórmula. dos avalantes, escrituras de propiedad, etc.
Ya cansadas las autoridades de que el pueblo
estuviera a oscuras, decidieron traer la corriente eléctrica desde
Landete, o sea, de la meseta de Castilla, pero al aumentar la
potencia de consumo, sucedía para Landete y Santacruz, lo mismo que
con la luz del tío Pepe. La que se bajó de la Meseta de Castilla
tampoco alumbraba.
Como en Santa Cruz estaba muy arraigado el
espisitismo, decían muy convencidos, que por la parte de abajo, se
ponía en los alambres eléctricos el tío Pechitos, para que no pasara
la corriente eléctrica y por la parte de arriba, que se ponía por la
misma razón el tío Pepe, que ya había muerto y que entre los dos
estaban fastidiando al pueblo para no dejar pasar la corriente y
alumbrarlo.
Una de las mañanas, antes de hacerse de día, como
de costumbre, iba el sacristán a la iglesia para tocar el toque de
ánimas y una voz triste y lejana le decía... ¡¡¡Oye, diles a mis
familiares que los dos pagarés que faltan por cobrar, están metidos
en la última jarra de arriba de la parte derecha del vasar!!!.
En estas corrientes de agua de las simas del tío
Pepe, se encontraron sulfuros y sulfatos metálicos, por lo general
en pequeñas cantidades.
El contenido de estos elementos es debido a
substancias salubres en las rocas involucradas, en algunas pizarras
de origen marino y arcillas pelágicas y esto conduce a acumulaciones
de sales.
Las causas de que en invierno el agua sea muy
caliente y en el verano muy fría, se debe a que tienen conductos
rápidos por donde asciende el agua».