TERRITORIO MAQUIS. Historias, biografías y sucesos de aquellos años

PRESENTACIÓN.

Viajar al territorio maquis obliga a fijar nuestra mirada sobre los lugares donde los guerrilleros españoles se enfrentaron contra Franco.

El monte guarda los rastros y las sendas de hombres y mujeres armados que aparecían por la noche en rentos, masadas, molinos, aldeas y pueblos. Cada uno de esos rincones guarda una historia dura y sincera de los años terribles de la posguerra.

La historia de la resistencia antifranquista se inicia con el rápido avance el ejército nacionalista en diversas zonas de España. A su paso, bolsas de republicanos forman los primeros grupos de huidos al monte. A ellos se añadirán los que huyen aterrorizados de lo que está sucediendo en pueblos y ciudades.

Algunos de estos grupos serán el embrión de las primeras organizaciones guerrilleras.

En 1944 surgen los primeras núcleos de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA). Son grupos introducidos durante el fracasado intento de invasión del Valle de Arán que se reúnen en la Serranía. Considerada como la de mayor peso y actividad, la Agrupación (una de las ocho que surgen) se desenvuelve en las provincias de Cuenca, Valencia, Teruel, Castellón y los límites de las provincias de Tarragona y Zaragoza.

El AGLA sostuvo su lucha hasta 1952, ocho años durante los cuales ocupó pueblos, realizó ajusticiamientos, secuestros, atentados contra las líneas eléctricas, asaltos, descarrilamientos, golpes económicos, etc. Sus actividades tenían un propósito propagandístico por encima del militar. Pese a ello, hay que considerar la muerte de inocentes entre el fuego guerrillero y el desastre que significa para la población rural verse inmersa en una zona de guerra. 

El gobierno de Franco se aplica en tres tareas: la represión armada y social (Guardia Civil y Ejército) (Falange, Somatenes y la Iglesia), el silencio (ni dentro ni fuera del país se reconoce la existencia de la guerrilla) y, por último, la autoridad se esfuerza en identificar a los guerrilleros como delincuentes comunes, (bandoleros y malhechores serán los apelativos más utilizados para evitar denominarles guerrilleros).

La Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón movilizó a unas quinientas personas durante toda su existencia, llegó a tener a unos doscientos hombres y mujeres combatiendo en su momento más álgido. Su aparición había llenado de esperanza a los simpatizantes de la República que habitaban el medio rural. Los guerrilleros se nutren de buenos enlaces, puntos de apoyo y redes de solidaridad durante los primeros años. Con la represión, estos colaboradores se irán incorporando cuando son descubiertos o temen por su vida.

En 1947 se desata la represión. La situación internacional es claramente positiva para el General Franco. Bajo el amparo del decreto-ley sobre bandidaje y terrorismo, se declara la guerra a muerte con el enemigo que se esconde en la montaña. La presunción de inocencia se substituye por el apaleamiento, el hostigamiento a los núcleos de población alejados que finaliza con la despoblación forzosa de rentos, masías y aldeas y el control sobre la actividad agrícola y ganadera para agotar la intendencia guerrillera. A su vez, son efectuadas detenciones masivas en los pueblos. Las Contrapartidas vienen a asestar el golpe de muerte a la red de apoyo guerrillero. Guardias civiles y somatenistas disfrazados aparecen por caminos anunciándose como guerrilleros. En ocasiones, son acompañados por algún enlace o guerrillero detenido para confundir o identificar a los que colaboran con la resistencia. El desprecio a la vida del oponente se materializó en la Ley de Fugas.

Se coincide en señalar que el 7 de noviembre de 1949 fue el principio del fin de la presencia guerrillera en el Levante. El asalto al campamento del Cerro Moreno, en Santa Cruz de Moya, se salda con la muerte de 12 guerrilleros. El golpe sume a la Agrupación en su peor crisis.

Hasta 1952 mantuvieron su presencia. Como repite Manuel Pérez Cubero “El Rubio”, no nos vencieron, nos retiramos. Tras ellos quedó un panorama calcinado. El periodo guerrillero quedaría oculto en la memoria de las montañas.

Pedro Peinado

La Gavilla Verde (Santa Cruz de Moya).

TERESA PLA MESSEGUÉ “LA PASTORA”

María Torres / Septiembre 2011.

Una malformación genital intrascendente para la cirugía del siglo XXI, observada al momento de su nacimiento, aconsejó a sus progenitores inscribirla en el Registro Civil con el nombre de Teresa, para evitarla burlas indeseables sobre todo cuando se integrara en el servicio militar.

A este mítico personaje con vida de novela, lo llamaban 'La Pastora' porque desde la infancia se ganaba la vida apacentando ganado. Por su capacidad de sobrevivir al hambre, al frío y al asedio del cazador, la Guardia Civil, merecería otro apodo, el de 'Lobo del Maestrazgo'.

La vida del que fuera el último maquis de Castellón, entre dos sexos, entre el horror y la leyenda, ha pasado a formar parte del patrimonio literario con el Premio Nadal de este año, “Donde nadie te encuentre'”, de Alicia Giménez Bartlett.

Teresa Pla Messeguer nació en 1917 en el Mas de La Paliza, una casa de pastores de Vallibona, Castellón, en el seno de una familia muy humilde en recursos, conocimientos e información. Lo que en el momento de su nacimiento su familia vio como una anomalía genital, no era otra cosa que hermafroditismo. Creció rodeada de seis hermanos de los que sufrió el desprecio y las burlas por su anomalía física. Sólo fue a la escuela quince días y a los once años, al quedarse huérfana de padre, la pusieron a trabajar sola en el monte como pastora, por lo que creció con escasa relación social. 

Dotada de un físico vigoroso de hechuras masculinas se acostumbró a usar la violencia para hacerse respetar. En el pueblo pronto le colocaron el cartel de “marimacho”. Un día llegó a sus oídos que en el baile del pueblo unos cuantos muchachos tratarían de levantarle las faldas para comprobar que había debajo.

Dotada de un físico vigoroso de hechuras masculinas se acostumbró a usar la violencia para hacerse respetar. En el pueblo pronto le colocaron el cartel de “marimacho”. Un día llegó a sus oídos que en el baile del pueblo unos cuantos muchachos tratarían de levantarle las faldas para comprobar que había debajo. Ella, que siempre iba vestida de negro, se presentó ese día en el baile con un hacha bajo el abrigo y de esta disuasoria forma, dejó zanjada la curiosidad de los chavales.

Sin embargo, esta mujer a la que también apodaron “Teresot”, capaz de cargar con ovejas de ochenta kilos, y a la que no le quedó más remedio que hacerse dura para defenderse de las agresiones del resto, mostraba una gran ternura hacia los niños y animales.

Una invernal tarde de 1947, cuando estaba pastoreando con su rebaño se encontró con un grupo de seis guardias civiles que iban a incendiar la masía “El Cabañil” donde se encontraban dos maquis perseguidos. Lo que sucedió en el encuentro forma parte de la memoria de Teresa, pero lo que sí se sabe es que fue repetidamente violada, y aterrorizada huyo al monte.

Allá por el año 1936, cuando empezaba uno de los capítulos más oscuros de la historia de España, nacía también un grupo de guerrilleros que se sublevaron en los dominios del generalísimo. Eran los maquis, resistentes del bando republicano que, sabedores de la dura represión que Franco ejecutó después de la guerra, decidieron no entregarse y luchar en las montañas. Estos revolucionarios también dejaron su huella en tierras castellonenses. Para respiro de Franco, la ayuda internacional que los maquis esperaban nunca llegó y su posición se derrumbó como los muros del poblado que habitaron en Refalgarí, nombre del campamento que acogió a Teresa Pla y que fue descubierto por la Guardia Civil y asaltado el 24 de mayo de 1948, Sus integrantes, de ideología libertaria y comunista, llegaron a formar la agrupación guerrillera antifranquista más importante del PCE.

Teresa se unió a los maquis de la Agrupación de Guerrilleros de Levante y Aragón, formación en la que se mantendría durante veinte meses y en la que se sintió por primera vez apoyada. Entonces quiso ser hombre, porque se sentía como tal y la ayudaron a asumir su identidad masculina. Cambio su nombre por el de Florencio, las faldas por los pantalones, se cortó el pelo e incluso la enseñaron a leer, algo que apreció mucho.

Al inicio realizó funciones de guía en un territorio que conocía como la palma de la mano. No tenía formación cultural ni política, pero había presenciado muchas atrocidades perpetradas por la Guardia Civil contra los masoveros que ayudaban a los maquis.

Existen rumores de que durante ese tiempo asesinó a veinte guardias civiles, siete alcaldes y un ermitaño. Estos hechos siempre fueron negados por Teresa, que según cuentan era incapaz de matar a una mosca, y que ella atribuye a “El Cintorra”.

Tras la muerte de Francisco, un compañero con el que desertó del maquis oficial, 'La Pastora' sobrevivió en completa soledad tres años en una cueva y también sola emprendió un viaje a pie hasta Andorra, donde trabajó de pastor y se dedicó al contrabando de tabaco y nilón.

Delatado por otro contrabandista que le debía dinero, la policía andorrana lo detiene el 5 de mayo de 1960 y lo entrega a la española. Se somete a dos juicios, uno en Tarragona y otro en Valencia (vulnerando uno de los principios básicos de cualquier Estado de Derecho: “non bis in ídem”). Lo condenaron a 30 años de prisión en Tarragona y a pena de muerte en Valencia. Esta última pena después sería conmutada por una de prisión.

Su paso por la cárcel merece mención especial, ya que al estar inscrito en el Registro Civil con sexo femenino lo envían a un penal de mujeres y lo mantienen recluido en un calabozo sin contacto con el exterior. Tras un examen por los forenses militares, fue trasladado a una prisión de hombres, donde permaneció diecisiete años.

Salió en libertad el 22 de septiembre de 1978, con el único objetivo de conseguir su inscripción como hombre en el Registro Civil, hecho que finalmente logra.

Encontró un último refugio en Olocau (Valencia) gracias a Marino Vinuesa, un compasivo funcionario de prisiones que lo acogió en su casa y le ayudó con el papeleo de cambio de identidad. Madrugaba mucho, paseaba con sus dos queridas perras y no le gustaba ver la televisión.

Sólo concedió una entrevista y murió en 2004, a los 87 años sin una queja, ni molestar a nadie.

Seguramente, jamás hubiera podido imaginar que hablarían de él cuando ya hubiera muerto.

Búscame en el ciclo de la vida: 10. Teresa Plá Messeguer, La Pastora

Huidos y guerrilleros antifranquistas (Navas de Estena).

Huidos y guerrilleros antifranquistas (Navas de Estena)

La familia García Martínez.

LA FAMILIA GARCÍA MARTÍNEZ DE SALINAS DEL MANZANO [CUENCA].

Pedro Peinado Gil.
Fotografía: José Mª Azkárraga Testor. Archivo familia García Martínez.

junio, 2002

(Publicado en la revista Trébede núm. 70, diciembre de 2002)

“Cree, en cambio el Gobierno ser necesario denunciar una vez más que, bajo una apariencia de falso humanitarismo y fingida compasión, se desarrolla una nueva ofensiva de insidias y calumnias contra España, de la que es promotor y activo agente el comunismo internacional el cual, en efecto, trata de tergiversar los hechos glorificando como mártires de una ideología política a criminales vulgares y comunes ”.

De esta forma se expresaba en una nota, el 1 de marzo de 1946, el Caudillo. Lejos de haberse conseguido la normalización del país tras la victoria, existían focos de resistencia en el interior y en el exterior de España. Franco, pronto obtendría el beneplácito internacional. Aquellos hombres que resistían armados en las montañas fracasaron en su misión principal, preparar al pueblo español para la invasión aliada. Resistirían hasta casi su extinción. En 1952 se retira la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón. “Lo más doloroso de todos aquellos años de lucha fue cruzar la frontera” dice Florián García Blasco “Grande”.

La Guerra de las Sierras nos ha dejado historias como la de la familia García Martínez que ahora pasamos a narrar a partir de sus protagonistas.

RUFINO GARCÍA MARTÍNEZ

“De la familia García Martínez es muy largo para contar, como hijo menor y único superviviente de los cuatro hermanos que se llamaban Eusebio (12-VIII-1908), Leonardo (6-XI-1913), Ángel (2-X-1922) y Rufino (14-VI-1933), hijos de Bernabé García Cañas (11-VI-1878) y María Martínez Conejos (30-IV-1887). (...) Mi padre tenía el cargo de peón caminero del Estado, con residencia en Salinas del Manzano, trabajando en la carretera Teruel-Cuenca, hoy Córdoba-Tarragona. Esta familia trabajadora y llena de honradez, fue envidiada y atropellada por aquellos que más favores habían recibido”.

Esto nos cuenta Rufino García Martínez, el menor de los cuatro hermanos, el único que sobreviviría a una guerra que empezó el 17 de julio de 1936 y aún continúa abierta en su mirada. Actual alcalde de Salinas del Manzano, Cuenca, nos presta su memoria porque alguien había de quedar para contarlo.

EUSEBIO GARCÍA MARTÍNEZ

Todos deberíamos saber que las provincias de Castellón, Cuenca, Teruel, Valencia y el sur de Guadalajara, el de Tarragona y el de Zaragoza, fueron zonas de actividad de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA). Salinas del Manzano estaba dentro del Sector 11º de la AGLA, que además se componía del 5º, 23º y 17º. El 11º sector se extendía desde Cuenca a Teruel y Valencia. Las vías de los ferrocarriles solían ser la frontera con los otros sectores. El 17º ocupaba la mayor parte de la provincia de Teruel, el 23º la de Castellón y el 5º la Serranía de Cuenca.

Eusebio, el mayor de los hermanos García, ingresó en las guerrillas el 25 de mayo de 1947 debido a las reiteradas denuncias del nuevo poder local. Todos sabían que en casa de los García se escuchaba la “Pirenaica”. La radio, que bien podría ser el hilo conductor de esta narración, había sido comprada por Eusebio. Era una RCA que los milicianos, durante la guerra, habían querido incautarles. Estuvo enterrada ante el portal de la casa hasta 1944, año en el que Eusebio abandonó la cárcel.

Eusebio García, de no haber corrido España la suerte de la derrota, hubiera podido desarrollar su potencial creativo en cualquier oficio gráfico, como el dibujo o la fotografía. Es, gracias a su cámara, que podemos conocer cómo era Salinas del Manzano en la década de los cuarenta. También podemos observar su gran imaginación en los cuentos ilustrados La Gallinita Roja y El Perrito Encantado, “regalo de reyes para mi hermanito Rufino”, que escribió y dibujó desde la cárcel de Alicante. Formaba parte del ejército republicano antes de iniciarse la contienda y después de combatir en varios frentes, cayó preso en 1939.

La familia García recibió una carta de Julián Ramos, vecino de Santa Cruz de Moya y compañero de armas de Eusebio. La vida de Julián Ramos, “el Parra” o “Frasquito”, es paralela a la de Eusebio. Miembros concienciados de la comunidad rural que una vez salidos de la cárcel, tras la guerra, siguieron combatiendo en la clandestinidad hasta verse obligados a abandonar sus casas ante el temor de caer detenidos. Julián Ramos moriría en un pueblo de Valencia, malherido por los tiros de un somatenista.

La carta de Julián alertaba a la familia de las dificultades que atravesaba Eusebio para librarse de la pena capital por su participación en la guerra como capitán en el ejército republicano. Juan Serna, amigo de la familia y natural de Salinas del Manzano, terció en la suerte de Eusebio y, a cambio de buenos envíos de comida, gestionó su libertad. Tras cuatro años entre los penales de Alicante y Ocaña, volvió a Salinas del Manzano. Una vez libre, ayudó a sus padres en las tareas del campo y trabajó como agente de seguros. Le decía a Rufinito que, cuando éste fuera mayor y pudiera ayudar a los padres, él se iría a Alcoy, donde tenía una novia, Pilar, con la que quería casarse.

Una noche acudió el alcalde con el aviso de que unos guardias preguntaban por él en el Ayuntamiento. Eusebio dio palabra de que una vez aviados los animales bajaría donde le esperaban.

“Pero ya no se estuvo”. El temor a perder de nuevo la libertad hizo que no cumpliera ni con los guardias ni con los animales e inició una desgraciada carrera que acabaría el 9 de diciembre de 1948 abatido por los tiros de un somatenista. También es cierto que Eusebio tenía responsabilidades y contactos. Su trabajo, como agente de seguros del Agro Español, le permitía realizar labores de enlace en toda la provincia de Cuenca. Quizás pensara Eusebio, cuando recibió el aviso del alcalde, que los guardias venían por algo más que por el delito de escuchar por las noches las ondas prohibidas. No esperó a conocer el motivo de la benemérita visita y partió a luchar “con los guerrilleros del Levante”.

ÁNGEL GARCÍA MARTÍNEZ

Ángel García, al igual que su padre, era peón caminero. Trabajaba en el tramo Casas Nuevas-El Mojón, Cuenca. Fue detenido a la mañana siguiente de la huida de su hermano. Nada más enterarse de la detención, Rufino se dirigió a la Casa del Mojón a dar parte. Era un punto de apoyo de los guerrilleros de la zona. Volvió tras dar el aviso y se encontró con sus padres en la calle y los guardias registrando la casa: “de todos los papeles que revisaron de Eusebio, la conclusión que sacaron fue que era un hombre de mucha valía intelectual” leemos en las notas de Rufino.

Pasarse a las guerrillas en el levante interior era tomar un camino sin retorno, derecho a la muerte. La primera consecuencia era que la familia quedaba marcada, debilitada ante el entorno social y, tarde o temprano, sería acosada hasta su desmembración. Resistir contra el ensañamiento con el que los vencedores y las fuerzas del nuevo orden público iban a tratarla, era una tarea difícil. Pero no tan sólo serían éstos los agentes de la desgracia: a menudo, ya fuera por la recompensa o por el debilitamiento ante la tortura psíquica y física, fueron los amigos, los vecinos, los familiares quienes llevaron ante el umbral del terror a seres queridos. Además de los motivos políticos en las persecuciones a las gentes de izquierda, también deben figurar los económicos. La ruptura familiar ocasionada por la represión inutilizaba una unidad productiva y eso repercutía en cambios de propiedad, usurpación de bienes, multas, fianzas, viajes... Sólo así se explican estas tragedias.

Ángel fue interrogado en el cuartelillo de Alcalá de la Vega. Al atardecer saldría libre. Se iniciaba el acoso.

Cada noche, la familia García Martínez recibía la visita de aquellos que ejercían el control social en Salinas del Manzano. Los somatenes vigilaban y hostigaban a la población desafecta. Aquellas visitas nocturnas se interesaban por las emisoras que se escuchaban en la casa, por las entradas, las salidas, por los contactos con el huido, para intimidar irrumpiendo en la vida cotidiana de los señalados. Por la noche, miembros del somatén se encaramaban en las copas de los olmos que se elevaban frente a la casa de los García Martínez, a la espera.

El 28 de septiembre de 1947 se casa Ángel García Martínez con Isidra Marín Martínez. Un mes más tarde, nacería Palmira, su hija. Viven, durante este tiempo en la casa de los padres de Ángel, en Salinas del Manzano.

“En este tiempo nos pide la Guardia Civil, el brigada Cienfuegos, la fotografía de mi hermano Eusebio, la fotografía para identificarlo como persona no adicta al régimen, y le dijo a mi madre el citado brigada, aquí en este pueblo va a ocurrir algo y no bueno, ya que la gente de aquí promueve enredos, cuentos calumniosos que traerán algo desagradable y no deseado por él”.

En el mes de febrero de 1948 son detenidos Ángel Martínez y Upiano Torralba bajo la acusación de proveer de comida a los guerrilleros. Son liberados a los tres días.

En el destacamento se produce la anunciada marcha del Brigada Cienfuegos y ocupa su plaza el cabo Basilisio. A él siguen llegándole rumores de que Ángel realiza tareas de enlace con su hermano guerrillero.

El trece de abril, Ángel, 25 años, y Frutos Marín Ramírez, 65 años, vendedor ambulante y vecino de Salvacañete, son conducidos al cuartel de esta última población. El 20 de abril de 1948, cinco días antes de su muerte, Ángel relataba lo que le estaba ocurriendo en un poema, “Dedicado a mi esposa”: “sabes que por mi culpa no estoy, ni por ser un malhechor, estoy por un hombre ingrato que ha traicionado tu amor”.

Ángel a través de sus versos nos cuenta cómo se produjo la detención:

“Siento que me llama mi hermano
que rápido me levantara.
Le pregunto apresurado
que era lo que pasaba
me contestó suspirando
la guardia civil esperaba” ver poema completo

Pascual, había delatado a Ángel García. Antes de abandonar el calabozo, le pidió perdón. Pascual, que conocía las actividades de enlace que realizaba Ángel, lo delató ante la Guardia Civil tras un interrogatorio al uso.

“Allí me encuentro al causante
de esta detención.
Pidiéndome de rodillas
no le tuviese rencor.
que él me había delatado
sin saber el por qué sí,
ni el por qué no
pero supo de momento hacerse
nueva invención.
Hoy ese bandido malo
se encuentra en libertad
y yo sin culpa alguna
teniéndolo que aprobar”. ver poema completo

Rufino tiene constancia de que su hermano sufrió serias torturas: “como se constató por los amigos que se acercaban a verlo por la ventana”. No se permitió que lo visitara nadie, ni siquiera Isidra. Por la ventana salió el poema de Ángel.

Confesó haber cometido el delito del que se le acusaba: llevar comida a su hermano. Con tal de librar a una amiga, confesó vestirse de mujer para acudir a los encuentros con su hermano. Con el reconocimiento del delito, se rumoreó la posible liberación del detenido. 

Algo grave estaría ocurriendo cuando el cabo primero Basilisio se fue a Cuenca a consultar con la Comandancia. En Cañete, Cuenca, partido judicial, su alcalde, Don Fidel Sauquillo, estaba realizando gestiones para que los detenidos fueran trasladados al Juzgado y liberados. Llegó la orden de trasladarlos a Cuenca. Para ello se desplaza un coche desde la capital conducido por el chofer del coronel y un número. Recogen a Ángel García y a Frutos Marín en el calabozo de Salvacañete e inician el viaje. Por el camino cruzan Salinas del Manzano. Desde el cuartel de la Guardia Civil de Cañete se desplazan dos números a pie. Esperan la llegada del coche, sentados en el antiguo kilómetro 155.

“Dos kilómetros antes de llegar a Cañete en el poste kilométrico 155 estaban sentados los guardias del cuartel de Cañete, y treinta metros antes de llegar a ellos, paró el coche en que eran conducidos los detenidos, se les obligó a bajar en medio de grandes gritos de éstos, que juntos y esposados se retiraron unos quince metros de la carretera a un ribazo y un reguero donde por la espalda fueron asesinados”.

Esto se conoce porque hubo un testigo que pudo ver la acción a una prudente distancia. El terror les vació la vida. A las seis y media de la tarde, tiñeron de sangre los campos de primavera en la frontera de Teruel y Cuenca.

La versión oficial dictó: “Se trasladaban para entregarlos a prisión provincial de esta capital. Al llegar al kilómetro 155 de la carretera Teruel-Cuenca, situado en un sitio denominado Nogueras del Otero, hubo necesidad de efectuar una reparación del vehículo en que se conducían a dichos detenidos, así como darle aire a una de las ruedas traseras por lo que fueron bajados del vehículo, y aprovechando esta circunstancia intentaron huir por un barranco”.

El chófer, que lucía la gorra roja de conductor, entró en el bar Central de la plaza de Cañete pidiendo agua. Acababan de matar a dos maquis dijo a la concurrencia. Allí se montó el dispositivo de recogida de los cadáveres a fuerza de presionar a la gente. Se conocen los nombres de los vecinos que fueron obligados a traer los cadáveres sobre un carro de varas de una caballería. Recojo ahora un fragmento inédito del trabajo que llevan a cabo los investigadores Puri Bartolomé y Manuel Martínez:

“Ángel fue a recoger los cadáveres de Frutos y de Ángel García. Estaba haciendo la mili y le habían dado permiso, ese día era fiesta en Cañete y salió a tomar algo, en la puerta del bar estaban el teniente “Barbas” y un guardia muy moreno con un gorrete, le dijeron que se fuera con ellos a recoger dos bandoleros que habían matado, también hicieron ir a Julio y a uno que llevaba un carro llamado Marcelino. Cuando llegó al lugar donde estaban los muertos, Rambla Salinas, al lado izquierdo de la carretera entre Cañete y Salinas, todo estaba lleno de casquillos de bala, se asomó al zopetero e identificó a Ángel, dijo: “estos no son maquis, éste es amigo mío y es peón caminero”. Al verlo le dio reparo cogerlo, el médico D. José se le adelantó para alzar de él, tenía un tiro en la nuca y al moverlo le sonó la sangre por dentro “iban amoratados y hechos polvo”.

CLAUDIO MARÍN

Aquella misma noche, Claudio Marín, cuñado de Ángel, saltó la tapia del cementerio para burlar a los guardias que hacían lo propio en la puerta y pudo ver los cadáveres. Ángel tenía sus brazos cruzados sobre su pecho y le habían colocado la gorra de peón caminero. En el bolsillo del pantalón, aún llevaba unas monedas. La noche le impidió reconocer con detenimiento el cuerpo de Ángel. También levantó la manta que cubría a Frutos, tenía el brazo roto, puede que viniera así desde el calabozo, desde el cadalso o debido al transporte, pero al descubrir el cadáver se movió el brazo de manera extraña y Claudio gritó con espanto, “está vivo”. La fractura quebraba la rigidez del cadáver. Luego fue en busca de las autoridades para que le dejaran entrar de forma oficial, pero no se lo permitieron.

La familia recibió la noticia de madrugada. Antes de poderse desplazar a Cañete, estando Ángel de cuerpo presente, son llamados los padres de la víctima, Bernabé y María, el hermano, Rufino, la viuda, Isidra y la huérfana, de seis meses, Palmira, ante la guardia civil, el alcalde y el secretario en el Ayuntamiento de Salinas. Un guardia, llamado Poli, les recibió muy inquieto, con la pistola en la mano y después de que las fuerzas vivas emitiesen su preocupación por las consecuencias del asesinato, advirtió, bajo el gorro de charol, que les hacía responsables de lo que allí pudiera suceder en el futuro. El padre contestó: “si era para quitarle las lágrimas de los ojos que le hacían este regalo“ y preguntó ”¿Quién es el responsable de lo que en mi casa está ocurriendo?” Tras las palabras de Bernabé García Cañas, el padre del asesinado, el tal Poli, le apuntó con el arma en el pecho. “Cállese que le pego cinco tiros”. Y esto lo sabemos porque allí estaba Rufino, con quince años, con los ojos de un niño de quince años. No se permitió a los padres, esposa, hija y hermano asistir al entierro y todo lo que saben de lo que allí ocurrió es por boca de lo que pudieron contar vecinos y familiares. Y Claudio.

Por la mañana estuvo presente en la autopsia. El médico se negó o le impidieron practicarla por sus convicciones políticas, para ello tuvo que venir el de Salvacañete. A Ángel, un tiro le había atravesado la nuca hasta encontrar salida por la mandíbula.

Claudio fue a hablar con el cura. Se pretendía enterrar en la misma fosa a los dos muertos en el apartado no sacramental del camposanto. Claudio pagó cuarenta pesetas por el entierro. El cura, sin esconder su incomodo, le preguntó si quería que bajara al cementerio. “Si usted es cristiano, tiene que enterrarlo como cristiano y como persona. Quiero yo que haga el entierro como tiene que ser”. Cuenta que todo iba demasiado deprisa, que son situaciones a las que te has de enfrentar y “sale el valor”. Se sintió arropado por el pueblo y eso le ayudó a realizar las diligencias que le llevaban del Juzgado al Ayuntamiento, de la iglesia al camposanto. Hubo un numeroso grupo de personas junto al muerto, pese al miedo, pese a la presión y al terror que habitaba en todos los rincones. “La cosa era más seria que todo esto, por una palabra mala, te pegaban contra la pared, los únicos que te podían refugiar eran los curas”. Un grupo de mujeres, entre las que se encontraban las de los guardias, gritaba a los que iban al cementerio: “No apoyen a los rojos, que son unos asesinos”. El cura se dirigió a ellas para recriminarles su conducta. “Yo me vine a Barcelona porque si no me peinan”. Esa fue otra de las conclusiones de la guerra sucia, el exilio interior, prolegómeno de la inmigración y del silencio que asola las sierras.

“En el entierro estuvieron presentes el alcalde de Cañete, Don Fidel Sahuquillo, Lorenzo, Claudio, él mismo lo tapó con la tierra. Don Fidel dijo que aquello era el crimen más injusto que se conocía, que no compartía esos hechos y que de haber llegado a Cañete, Ángel seguiría con vida”. Está escrito en las notas de Rufino.

Testimonios recuerdan que el responsable primero de este lamentable relato, el que promovía “enredos y cuentos calumniosos” según el guardia Cienfuegos, estuvo presente en el entierro, también comentan que no quería que aquello hubiera llegado tan lejos. Ángel había rechazado a la hermana de aquel falangista que no paró de incordiar a los guardias hasta que provocaron la ruina. Eusebio, con su huida al monte, dejó el terreno abonado a la venganza. El testimonio de Pascual se convirtió en la prueba definitiva y las fuerzas del nuevo orden llegaron demasiado lejos, hasta el kilómetro 155, hoy 504, donde la carretera que une Salinas con Cañete pasa sobre un regajo. Hace unos días nos enteramos de la muerte de Claudio Marín que se refugió en Barcelona y donde vivió hasta su muerte.

“DOMINGO”

Eusebio pasó a llamarse “Domingo”. No puede entenderse la guerrilla si no se analiza desde la clandestinidad, dice Manuel Pérez Cubero “El Rubio”. Y la clandestinidad es una nebulosa donde se confunden los destinos. No tenemos fotos ni testimonios de la vida de “Domingo” ni se conoce dónde reposan sus restos. Pese a que sus vecinos se subían a los olmos para detenerlo en cuanto apareciera, volvió a su pueblo en más de una ocasión. Dejemos que sea Rufino el que haga el relato:

“Eusebio vino varias veces al pueblo, a los pocos días de marcharse, una noche estuvo en casa de Isidoro (...) yo no pude ir, tuve que subir a Salvacañete a la farmacia para mi padre y como me contaban todos los pasos que daba, por lo que era un riesgo el ser descubiertos. En todos los momentos me vigilaban y registraban el saco de la paja cuando iba al pajar, diariamente. Aun todo el control riguroso de las noches, llegué con la cena al pajar para dos guerrilleros, “Tomás” y otro de Castellón. Recuerdo verlos con los fusiles que bajaban de frente de mi pajar en un ribazo de espino”.

El historiador Salvador Fernández Cava nos hace un posible recorrido de la vida de “Domingo” en la guerrilla. Hacia el mes de septiembre de 1947, estaría en el campamento escuela de Tormón, Teruel, en un curso sobre armamento y explosivos desarrollado por Francisco Corredor Serrano, el mítico “Pepito el Gafas”, uno de los más famosos y respetados guerrilleros, desaparecido camino de Francia. Desde allí se destinaron a varios guerrilleros de Teruel al 5º Sector, cuyo jefe era Pedro Merchán Vergara, “Paisano”, natural de Adamuz, Córdoba. La valía intelectual de “Domingo” le sirvió para que en pocos meses “Paisano” lo nombrara su segundo, sucediendo a Casto, “el Chato”, al que habían herido tras el asalto al campamento de Villarejo de la Peñuela. Allí murieron cuatro guerrilleros.

El 28 de mayo de 1948, “Domingo” y Cesáreo Fuentes Ávila, “Olegario”, entraron en Cañizares. El Guerrillero, periódico editado en las Montañas Levantinas, por la AGLA, relataba la noticia: “Dos guerrilleros que marchaban en servicio especial, fueron interrogados en las cercanías de Cañizares (Cuenca) por un guardia civil, al que dispararon a boca jarro y murió en el acto”. Esta versión contrasta con los testimonios recogidos por los investigadores Puri Bartolomé y Manuel Martínez. El guardia había sido alertado de la presencia de un forastero. Lo localizó y le pidió la documentación, era “Olegario”, iba solo. Le dijo al guardia, “vosotros siempre estáis pidiendo la documentación”. Y al echarse mano a la cartera, el guardia vio la empuñadura de la pistola del guerrillero en la cintura y tuvo el acierto de quitársela, aunque no de matarlo, pues “Olegario” salió huyendo al grito de “¿“Domingo”, dónde te has metido que casi me matan de un disparo?”.

Otras acciones guerrilleras realizadas en el 5º Sector y en las que “Domingo” podría haber estado inmerso, podemos encontrarlas en el órgano clandestino. Entre ellas: la entrada y mitin en Requena el 10 de diciembre de 1947, la voladura, un día después, del albergue falangista Laporta de Buñol y la resistencia a un asalto de la Guardia Civil. Nuestras fuerzas respondieron valerosamente y ante la tenaz resistencia y el nutrido fuego de nuestras armas automáticas, la Guardia Civil se retiró en desbandada. El 22 de abril de 1948, dos guardias fueron ajusticiados en Almodóvar del Pinar. La noticia causó enorme regocijo entre la población civil. Y en referencia a uno de ellos: se había ganado el odio de aquella contornada por sus malos tratos a la población y el terror que había impuesto. El 8 de julio, se produce un asalto a un coche de línea en el kilómetro 40 de la carretera Cuenca-Beteta. El Guardia Civil que viajaba con el pasaje, quiso repeler con su arma el asalto, muriendo en el intento. El 16 de septiembre, en otro control de carretera establecido por la guerrilla, se detienen a un teniente y a un cabo junto a dos agentes de la Fiscalía de tasas. Fueron fusilados a petición del pueblo allí reunido que los reconoció como responsables de un sin fin de robos, apaleamientos y muertes de compatriotas.

Fernanda Romeu, autora de la excelente obra, La Agrupación Guerrillera de Levante, escribe sobre el periodo 1947-48: “En esta etapa la represión y el terror adquieren nueva virulencia y sus golpes se concretan en aniquilar el movimiento armado de la resistencia por medio de ofensivas de extraordinarias dimensiones”.

A su vez, la guerrilla responde con contundencia. El Guerrillero, septiembre de 1948, recogía las conclusiones de la reunión político-militar de su Estado Mayor. Pasaban a una ofensiva general contra la Guardia Civil, los chivatos y delatores, los miembros de la Fiscalía de tasas y a trabajar por la organización de las masas y buscar alianzas con campesinos y obreros.

El General Pizarro, gobernador civil de Teruel, había sido encargado de eliminar a la guerrilla. A ello sumó su empeño ordenando despoblamientos de los núcleos alejados, detenciones masivas, la utilización indiscriminada de la ley de fugas, la creación de las temidas contrapartidas o brigadillas, la prohibición de circular de noche, la obligación de los campesinos de llevar un salvoconducto para desplazarse a sus tierras, etc.

Ricard Pérez Casado, diputado socialista, sostuvo en el Proyecto No de Ley de 27 de febrero de 2001 sobre Rehabilitación de los Combatientes Guerrilleros Antifranquistas: “La creación de un mando único unificado a las órdenes del general Pizarro, gobernador militar de Teruel, Albacete, Cuenca y Valencia, demuestra bien a las claras que se estaba ante un combate militar al que se respondía militarmente”.

EPITAFIO

Josep Sánchez Cervelló y Carles Llauradó, analizando documentos del Archivo de la Guardia Civil, sitúan la muerte de “Domingo” el 10 de diciembre de 1948, en una emboscada cerca del campamento del Mojón de los Tres Reinos, donde el AGLA tenía la emisora. Sin embargo, parece que tuvo su encuentro con la muerte en Fuertescusa, Cuenca. Un grupo de nueve guerrilleros entró en esa población buscando avituallamiento. “Domingo”, y posiblemente otro, estaban en casa del alcalde. Mientras se revisaba la casa, “Domingo” custodiaba a una joven, junto al hogar. Alguien había alertado al somatén. Según otro informe de la Guardia Civil el jefe local de la Falange le disparó con una escopeta.

Una guerra que revirtió en la vida de los pueblos. Rojos, republicanos, desafectos, auxiliadores de bandoleros y malhechores frente a guardias, somatenistas, falangistas. Delatores, torturados, desaparecidos, viudas, viudos y huérfanos fueron su resultado. Bartolomé García Cañas murió en el año 1949. Ellos, que habían sido una familia solidaria, se vieron abandonados por todos. Rufino fue peón caminero, compartió mesa con aquellos que habían sido protagonistas de la represión y se mantuvo en silencio hasta hace unos años. Busca recuperar el honor de los suyos, de todos aquellos que creyeron entregarse a la causa justa. Era mucho enemigo aquel desafuero instaurado tras el 17 de julio.

EPÍLOGO

Tan sólo hemos mencionado en este trabajo, al cuarto de los hermanos García. Leonardo, nos cuentan, se alistó en el ejército republicano y combatió bajo el mando de Líster. Durante la batalla de Teruel, un convoy en el que iba el general republicano, acompañado de su plana mayor, se detuvo en Salinas para conocer a la familia García. Salió todo el pueblo a verlo. No hemos podido saber qué fue de Leonardo. Puede que cayera en el corte del Ebro. Rufino recuerda con dificultad, tenía cinco años y al parecer comunicaban en una carta del ejército la muerte o desaparición de Leonardo. Años más tarde, Eusebio escuchó en la BBC la biografía de su hermano. Era teniente coronel y había participado en la resistencia francesa contra la invasión nazi. Llegó a oídos de la familia que Leonardo murió en una refriega al cruzar el Pirineo. Venía a vengar la muerte de sus hermanos. Pero esa senda nos lleva al territorio de la leyenda y nosotros andamos en territorio maquis. Esperemos, en el futuro, averiguar que sucedió con Leonardo de la familia García Martínez de Salinas del Manzano.

Senderos de la Memoria. Las Rutas de la AGLA.

SENDEROS DE LA MEMORIA.
LAS RUTAS GUERRILLERAS.
JUNIO DE 2003.

Publicado en Celan. Boletín de cultura núm. 7. Centro de Estudios Locales de Andorra. Primavera 2003.

PEDRO PEINADO, FOTOGRAFÍA: JOSÉ MARÍA AZKÁRRAGA.

Desaparecen los caminos, las sendas milenarias se pierden entre la maleza y con ellas la cultura, la historia y la vida cotidiana de nuestros predecesores.

Los jóvenes desconocen las rutas de los abuelos y se pierden y confunden los nombres.

Un camino es una frase abierta por la historia y andando cubrimos su lectura.

Nada más hace falta una mirada curiosa para conocer a través del paisaje.

Nos detendremos en la narración de cinco viajes a través del marco geográfico de la Serranía.

Entenderemos por Serranía, una comarca natural repartida entre el sur de Tarragona, Castellón, Teruel, el sur de Guadalajara, Cuenca y el interior de Valencia formarían el marco de actuación de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA).

La Serranía, será entonces, el área geográfica y natural donde se desenvuelve el periodo iniciado tras la finalización de la guerra y acabaría en 1952. Estos viajes nos servirán para adentrarnos en la historia de la AGLA.

La AGLA fue una organización dependiente del aparato comunista instalado tras los Pirineos. Esta dependencia orgánica obliga a mantener una comunicación regular entre la dirección guerrillera y la del PCE. Transmisiones de radio, la sintonización de la Pirenaica y los viajes periódicos de enlaces y delegaciones serán los medios utilizados.

Se consolidarán redes de apoyo desde el Pirineo hasta la Serranía. Los enlaces transmitirán órdenes y noticias entre los diversos sectores y el Estado Mayor, y entre éste y el Buró Político (BP). Dos vías se utilizarán para la infiltración desde 1944 hasta 1952. A través de Cataluña y, la segunda, a través de Aragón.

“En la actualidad los grupos que vienen de Francia pasan por Cataluña y cruzan el río Ebro por puentes y barcas entre el trayecto comprendido entre Caspe y Tortosa y van a parar al 23 Sector situado en las inmediaciones de Lacenia, (Tarragona), aquí se proveen de comida para unos diez días que son los que tardarán en llegar al 17 Sector y pueden seguir dos direcciones: una por las inmediaciones de Morella (Castellón) a parar a Villafranca del Cid (Castellón) y por el barranco de Estrella de Mosqueruela (Teruel) siguen a Peñagolosa hasta Arañuela por el cerro Redondo y cruzando el río, bien por arriba o por abajo del pueblo citado.“

I - EL VIAJE DE JUAN DELICADO.

En 1944, durante la invasión del Valle de Aran, diversos grupos de maquis quedan diseminados en el norte de Cataluña, Aragón y Navarra.

Estas bolsas de guerrilleros se habrían visto atrapados por el dispositivo represivo y ante la disyuntiva de volver atrás, decidieron quedarse y avanzar sobre el terreno.

Un grupo de hombres conducidos por Juan Delicado, llegaría hasta la Sierra de Javalambre donde se establecen y logran vertebrar la organización que germinaría en la futura AGLA.

El grupo de Juan Delicado lo componen una treintena de guerrilleros, que tras diversos encuentros fatales y deserciones, quedan reducidos a diez. Juan Delicado, comandante en el maquis francés, sigue las consignas de la Unión Nacional (UN). Agrupar a la oposición antifranquista bajo aquellas siglas. La UN era una propuesta del Partido Comunista de España (PCE). Pero en Francia, Santiago Carrillo ha alcanzado la secretaría general desbancando a Monzón y se tiene a Delicado como un personaje demasiado ambiguo para los tiempos del estalinismo. Sus contactos con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), a través de Tiburcio Ferrer de Fuentelespino de Moya, no son bien vistos por el sector comunista enviado por la nueva dirección y que pretende dirigir la organización guerrillera. Delicado morirá a manos de sus propios camaradas después de ser detenido y liberado por la policía en Valencia. Esta pronta liberación fue la principal prueba en contra de Delicado.

II EL PRIMER VIAJE DE DOROTEO IBÁÑEZ.

El PCE, antes de la muerte de Delicado, había enviado desde Francia a Doroteo Ibáñez. Doroteo iba a ser un personaje clave en el devenir de la AGLA y en el final de Delicado.

“Antonio se enteró y encargó a Ibáñez de ajusticiarle. Se nombró a dos camaradas y lo hicieron el 17 de noviembre de 1946”

  • Informe del Camarada Ibáñez. Archivo Histórico del PCE.

Natural de Azuara, Zaragoza, Ibáñez ocuparía, entre otros cargos, el de enlace general de la AGLA con el PCE y realizaría un total de seis viajes.

En septiembre de 1945, Doroteo, al mando de cinco guerrilleros, parte de Francia y se establecen en la sierra de Santo Domingo, Huesca. Allí queda el grupo a la espera de que Ibáñez se entrevistara en Zaragoza con Ángel Fuertes Vidosa “Antonio”. La misión de Doroteo consistía en establecerse como responsable guerrillero en el Regional de Aragón.

“Durante su estancia en Zaragoza se acordó que el camarada Ibáñez, pasase con su grupo a establecerse allí, a la Sierra de Javalambre (Teruel) como no tenían dinero ni comida, ni tampoco enlaces que conociesen el camino, acordaron que el camarada Ibáñez hiciese unas gestiones en su pueblo natal, tanto para la comida, como para lograr el guía que les pasase el Ebro”.

  • Informe del Camarada Ibáñez. Archivo Histórico del PCE.

El grupo de Doroteo consigue pasar el Ebro y llegar a Azuara. Allí se abastecen de comida para cuatro días, los guerrilleros llegan exhaustos a Obón, Teruel, y se presentaron en casa del alcalde. Éste les dio cuatro kilos de pan y dos de salchichón. Días después los guerrilleros repiten la acción en Aguilar de Alfambra, Teruel, donde el alcalde les da 1.500 pesetas. Así, el día 2 de enero de 1946 llegaron a la Sierra de Javalambre.

“(...)se valieron de Pedro que era de por allí. De esta forma un pastor les enseñó una cueva que nada más él conocía, muy bien camuflada, lugar donde instalaron la BASE”.

  • Informe del Camarada Ibáñez. Archivo Histórico del PCE.

La AGLA se funda formalmente en agosto de 1946 en Cuevas del Regajo, Camarena de la Sierra, en la cueva que el pastor mostró a Doroteo. El nombre original fue el de Agrupación Guerrillera de Levante.

Se organizan tres sectores, se escoge a un jefe para cada uno de ellos, se forma un estado mayor y se crea la Escuela Guerrillera. Serán los años de desarrollo con la creación del 23 Sector, cuya fase más violenta se centra en los años 1947 y 1948. A partir de ese momento la AGLA caerá en crisis. El recrudecimiento de la represión, extremadamente dura contra la población civil y las difíciles condiciones de vida en el monte son una continua prueba para la moral guerrillera. Perdidas las esperanzas de una invasión aliada, las deserciones se convierten en una sangría.

La derrota se produjo en Cerro Moreno, Santa Cruz de Moya, Cuenca, el 7 de noviembre de 1949.

III LA RUTA DEL CERRO MORENO.

En 1949, una delegación de la AGLA visita Francia.

El PCE, oídos los informes del interior, decide reforzar la dirección guerrillera y realizar un cambio de táctica.

A los guerrilleros desplazados para entrevistarse con el BP, se unen nuevos refuerzos y se crean dos grupos para viajar hasta Cerro Moreno.

El primero de ellos parte en marzo a través de la vía catalana.

El viaje está repleto de dificultades y sufren un gran retraso tras enfrentarse con la Guardia Civil.

En junio, parte el segundo grupo dirigido nuevamente por Ibáñez. Sierra de Santo Domingo. Azuara. Mosqueruela. Sierra de Javalambre hasta llegar a Camarena. Tras tres meses llegan a Santa Cruz de Moya. El primer grupo continuaba perdido y aquella fatalidad les libraría de otra mayor. No había acudido a la cita en Peñagolosa, donde debía contactar con el grupo de Doroteo y éste dejó aviso de su paso y avanzó.

Durante el mes de octubre, se reúne en el Cerro Moreno la plana mayor. Entre los recién llegados está Miguel Soriano Muñoz “Andrés” nuevo responsable de la AGLA. Una vez acabado el encuentro, los jefes guerrilleros advierten a su nuevo jefe del peligro de permanecer en aquel lugar. En el Cerro Moreno queda la dirección y su escolta. El 7 de octubre tiene lugar el asalto donde participan un alto número de tropas de la guardia civil al mando del comandante José Vivancos. Caen doce guerrilleros y solo pudo salvar el cerco Francisco Bas Aguado “Pedro”. No hubo más que un herido leve entre las fuerzas gubernamentales.

A los cuatro días de producirse el asalto, llegó el segundo grupo.

IV EL VIAJE DE GROS.

La situación fue empeorando. En Francia, atribuían al desánimo las noticias que venían de las sierras españolas y apostaron por mantener el fuego guerrillero en la Serranía, pero éste no era más que un exhausto resplandor.

En 1950, sale del puerto de Marsella un barco. Se detendrá frente a las playas de Alcanar. Desembarcarán siete hombres. Pese a que la voluntad de Josep Gros, exguerrillero en la URSS, es tomar la dirección de la AGLA, expresa de esta forma cuál era la misión de aquellos hombres:

Evitaron el encuentro con los guerrilleros del 23. De Alcanar se dirigen a Ulldecona y siguen por la carretera de Vinaroz a Morella. Tras varias jornadas tomarían la carretera de Mosqueruela a Rubielos.

"los pasos obligados estaban bien vigilados y teníamos que tomar caminos y evitar desprendimientos de piedras que podrían avisar de nuestra marcha. Otra cosa que dificultaba nuestro avance era que las fuentes donde debíamos abastecernos estaban guardadas por las fuerzas represivas"

Entran en contacto con el Sector 17 al mando de Manuel Pérez Cubero “Rubio”. Allí son llamados los diferentes jefes y miembros del estado mayor.

Los guerrilleros se opusieron a aceptar el mando de Gros y de aquella reunión se nombró a "José María" nuevo jefe de la AGLA.

“No se trataba de combatir, sino de informar. Debíamos ver, sobre el terreno, cómo estaba la Agrupación, cómo vivían sus hombres, cómo pensaban, qué dificultades tenían, por qué se morían - mejor dicho se mataban - tantos guerrilleros, por qué duraban tan poco los responsables del Partido, que iban siendo liquidados.”

Quizás fuera esa la causa de la desaparición de Pepito el Gafas y de Bas Aguado, el único superviviente del Cerro Moreno, a los que Gros envió a Francia en compañía de Doroteo Ibáñez.

A los cuatro días de producirse el asalto, llegó el segundo grupo.

V LA EVACUACIÓN.

En 1952 ya está decidida la evacuación de los guerrilleros. El dispositivo tiene una gran complejidad por el número de personas a trasladar y las medidas de seguridad que ese trámite requería. Un grupo de guerrilleros iba a hacer el trayecto andando. Otro contingente utilizaría el ferrocarril. Adelino Pérez acude desde Francia a Cofrentes con una cámara de fotos y realiza los retratos para falsificar la documentación.

El campamento escogido para la concentración en Cortes de Pallàs es asaltado por la guardia civil, en el encuentro muere el enlace que los tenía que conducir a Francia y es detenido
Basilisio Serrano, el mítico “Manco de la Pesquera”.

Es Florián García Velasco <a> Grande, jefe del 11 Sector, quién responde a nuestras preguntas en una entrevista realizada en Cofrentes (2001).

¿Cómo fue la evacuación?

Nosotros recibimos la orden en 1952. Una parte de nosotros iba a ir en tren con documentación falsa, para no ir andando todo el tiempo, pero al producirse en Cofrentes el asalto al campamento y matar al guía que nos tenía que conducir y, también, que cayó herido el Manco de la Pesquera, y denunció todo el plan, entonces todos nosotros, no puedo asegurar cuantos éramos, creo que unos veinticinco, nos pusimos en marcha, que siempre la hicimos de noche, como es natural, y tardamos a llegar a Francia quince noches.

Al no tener el guía, nosotros íbamos con brújula y eso nos costó más tiempo hacer el trayecto.

Al llegar a los puertos de Beceite, sin guía, solo con la brújula, pues era muy difícil girar a derecha o a izquierdas para salvar aquel obstáculo y nos obligó a dar la vuelta, eso nos hizo perder tiempo. Pero eso posibilitó que no tuviéramos ningún encuentro con la guardia civil, porque nos estaban esperando por los lugares que creían podíamos pasan, que posiblemente hubiéramos pasado por alguno, y ya al ver que no pasábamos creyeron que ya no entraríamos.

También los camaradas que nos esperaban en Francia, también estaban preocupados, porque pensaban que nos había ocurrido algo.

Total que ya hicimos ese trayecto de quince noches sin tener ningún encuentro, hicimos las quinces noches muy bien y llegamos a Francia (...) cuando Franco pidió mi extradición, se hizo un juicio, y el gobierno de Francia consideró que yo no era un bandolero, que era un hombre político y me pusieron en libertad y después de eso pasé a vivir en Checoslovaquia.

¿Qué sentiste al cruzar la frontera y verte en Francia?

Pues esa es una de las emociones que es muy difícil describir. Tú, suponte, que después de llevar tanto tiempo en España, sin querer salir de España, en el 52 y tener que marcharse, mira, cuando atravesamos y dijo el que conocía bien el terreno de los otros que estaban "Ya estamos en Francia" Me entró una cosa, una emoción. Una cosa que no os puedo explicar, no tengo palabras, es una de las emociones más grandes que yo he tenido, porque después de tantos años que tener que pasar otra vez a Francia.

Fue el fin de la AGLA, pese a que el Sierra quedaron Francisco Serrano y Teresa Pla.

Documentación utilizada:

  • Información Facilitada por el bandolero detenido Isaías Jiménez Utrilla (a) Manolo y el maqui el día 8 de abril de 1951. SIGC. Citado por Fernanda Romeu Alfaro. Más Allá de la Utopía: Agrupación Guerrillera de Levante.
  • Informe del Camarada Ibáñez. Archivo Histórico del PCE.
  • Entrevista con Florián García Grande. Cofrentes, Valencia, 2001.

BIBLIOGRAFÍA

Autobiografía de José Manuel Montorio, “Chaval”.

DATOS BIOGRÁFICOS.

José Manuel MONTORIO GONZALVO.

Otro texto del autor: Serranía de Cuenca.

1921.

Nacido el 23 de diciembre de 1921, en la Ciudad de Borja /Zaragoza/. Hijo de Perpetuo Montano y de Francisca Gonzalvo Lajusticia.

Tengo cuatro hermanos y una hermana: Ascensión, Santiago-Eusebio, Máximo, Miguel y Félix. Este último es el más joven; nació un par de meses después de enterrado el padre.

1927.

Frecuento en Borja un colegio de párvulos regentado por las monjas.
Muere mi padre.

1928.

Nace mi hermano Félix.

1930.

Emigramos a Barcelona, de donde es natural mi madre y donde vive mí abuela materna: Anselma Lajusticia.

Frecuento un colegio de pago que tiene lazos con la Iglesia.

Hago la Primera Comunión.

1931.

Frecuento un colegio Municipal en Barcelona.

Proclamación de la Segunda República Española, el 14 de abril de 1931.

1932.

La Generalidad de Cataluña abre unos pabellones escolares en la Plaza de España, a los que somos trasladados todos los alumnos del colegio Municipal.

Ingreso en el Hospital Clínico de Barcelona para operarme de un tumor maligno que se me ha formado en la cadera derecha. La operación no se realiza y el foco de infección lo cauterizan a base de inyecciones de yodo que me dejan cojo para todo el día.

1933.

A la edad de 11 años y medio me encuentro trabajando, como chico 1933 para los recados, en un despacho de aceites y lubrificantes. En este despacho trabajé hasta el año 1937.

1935.

Mi hermana contrae matrimonio con un guardia civil /Hijo del Cuerpo/ Su padre era brigada de la Guardia Civil retirado.

1936.

Mi hermano Santiago es llamado a quintas y le toca hacer el servicio militar en Jaca/Huesca/.

Toda la guerra la hizo en zona rebelde.

No lo he vuelto a ver más.

El 18 de julio de 1936, un grupo numeroso de generales fascistas, 1936 encabezados por el general Mola y el general Franco, al grito de “/ Viva la República/”, se alzan en armas contra el Gobierno legítimo de la República, que tanto vitorean.

Al día siguiente, 19 de julio, Barcelona es un campo de batalla.

1937.

Nace mi sobrino Eloy.

Mí hermano Máximo y mi hermano Miguel, salen para el frente: el primero, para el frente de Madrid y el segundo, para el Ebro, Dejo de trabajar en el despacho y ocupo el puesto que ha dejado vacante mi hermano Miguel, en un taller de vulcanización /“Central del Neumático”/..

Como la inmensa mayoría de las fábricas y talleres de Barcelona, este también esta incautado por la Confederación Nacional del Trabajo/CNT/.

Siguiendo la corriente del río, ingreso en la CNT, en el ramo de Industrias químicas.

Permanezco en este taller hasta la caída de Barcelona en poder de los franquistas.

1938.

Estando en casa, al marido de mi hermana se le cae la pistola al suelo... se dispara y la bala le cruza la cabeza quedando muerto en el acto.

Mi hermana con su hijo, se marcha a trabajar al campo de aviación de Olot /Gerona/.

1939.

Me quedo solo en casa: mi madre y mi hermano Félix, se han marchado a Olot a ver a mi hermana.

El 23 de enero de 1939, el cañoneo del frente se oye desde Barcelona, pero en la Ciudad Condal no se toma ninguna medida para su defensa.

El Gobierno republicano decreta la movilización de la quinta del 42, a la que pertenezco.

El día 24, me presento en el centro de reclutas... allí no hay nadie para recibir a los nuevos quintos.

En la madrugada del 26 de enero de 1939, las tropas franquistas han rebasado el río Llobregat.

Esta misma madrugada, salgo de Barcelona y me sumo a la riada de gente que llena la carretera de Badalona, camino de la frontera.

Pocas horas después, las tropas franquistas ocupan el Tibidabo y la fortaleza de Montjuich.

Antes de llegar a Calella, hacen su aparición los cazas franquistas y, en vuelo rasante, barren la carretera con sus ametralladoras... muertos… heridos... y ni una ambulancia que pueda prestarles socorro.

Las manos las llevo llenas de sangre pues he ayudado a cargar dentro de la caja de una camioneta siete u ocho heridos; entre ellos, una madre herida con su hijo de tres o cuatro añitos muerto en los brazos, del que no quiere separarse.
/Odio a muerte al franquismo/... Me juro, en mi fuero interno, que nunca viviré bajo su régimen.

El día 28 de enero llego a Olot para unirme con mi madre y me entero que el campo de aviación ha sido evacuado a Francia.

El día 2 o 3 de febrero de 1939, cruzo la raya fronteriza por Prats de Molló.

La "dulce Francia" me acoge en sus brazos amantes.

En el primer pueblecillo francés, nos esta esperando la Gendarmería y la Guardia Móvil a caballo.

Somos conducidos a una especie de campo de fútbol, donde pasamos la noche pisando sobre el agua de nieve helada.

Al día siguiente: apiñados en vagones de carga, desembarcamos en Eme /Pirineos Orientales/. Custodiados por soldados senegaleses, negros como el carbón, nos llevan al campo de concentración de Saint Cyprien, no lejos de Perpíñan.

El Gobierno Francés, amontona en este campo de 12 a 15 mil refugiados republicanos.
A los tres o cuatro días de estar en el campo, por pura casualidad, me encuentro con mi hermano Miguel.

Nos trasladan al campo de Barcarès y a los tres o cuatro meses, vuelta de nuevo al campo de Saint Cyprien.

1940.

A comienzos del año 1940, enrolado en una Compañía de Trabajadores Extranjeros /CTE/, junto con mi hermano, nos llevan al Departamento de Deux-Sèvres, al pueblecillo de Louin /Saint Loup-s-Thouet/.

Estalla la Segunda Guerra Mundial.

En mayo de 1940, las tropas hitlerianas invaden Francia.

Nuevamente la huida desesperada… llegamos a pie hasta Port Vendres /Pirineos Orientales/.

Detenidos por los gendarmes, nos llevan al campo de concentración de Argelès-sur-Mer /Pirineos Orientales/.

Nos trasladan al campo de Saint Cyprien, que ya conocemos.

En una nueva Compañía de Trabajadores Extranjeros, nos llevan a trabajar a Prades y Vernet-les-Bains /Pirineos Orientales/.

1941.

Estando en Prades, el Gobierno de Vichy, del mariscal Petain /un buen amigo de. Franco/, nos entrega a los hitlerianos: Fuimos canjeados a razón de tres españoles por un prisionero de guerra francés. Los hitlerianos, nos llevan al campo de Saint Médard~en~Jalles, cerca de Burdeos.

Este campo, los ocupantes nazis, lo tienen reservado para los refugiados españoles y en él nos amontonan a 8 ó 10 mil españoles. La Organización 'TODT", fundada por el ingeniero nazi, Fritz Todt, nos emplea en la construcción de una base submarina sobre el río Gironde, pegada a Burdeos.

De acuerdo con un grupo de ferroviarios franceses, que conducen los trenes de arena para la base, se organiza la fuga de una veintena de españoles, entre los que está mi hermano Miguel.

Yo me tengo que quedar en el campo porque soy el único que tiene contacto con los ferroviarios franceses.

1944.

En los días del desembarco en Normandía de las Fuerzas Aliadas, en junio de 1944, la 31 Brigada tiene la misión de interceptar la vía férrea Bayona-Burdeos. Volamos dos pilonas de alta tensión y prendimos fuego a un tren mercancías en la estación de Morcenx/Landes/.

Días de la liberación de Francia:

Una columna de alemanes se dirige hacia Burdeos y hay que cortarles el paso para que no entren en la Ciudad.

Choque con los alemanes cerca de Pissos /Landes/. Tenemos 9 bajas:
4 muertos y 5 heridos, pero conseguimos que la columna se desvíe y no pueda entrar en Burdeos.

Nos hacemos con el control de la carretera Bayona-Burdeos.

La liberación de Burdeos se realiza casi sin pegar un tiro: las fuerzas nazis se retiran por la carretera del Médoc en dirección de la Pointe de Grave, en la desembocadura del río Gironde.

La 31 Brigada pasa a formar parte de las Fuerzas Francesas del Interior /FFI/, Es agregada a la 8 Región Militar que manda el coronel Carnot.

Nos conducen a un Cuartel que han desalojado los alemanes /una especie de palacete/. Aquí, se instalan también los jefes del XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles. En su totalidad, miembros del PCE. Permanecemos dos días y nos destinan a la Pointe de Grave. Escaramuzas con los alemanes en las proximidades de Saint Vivien. Según informes del Cuartel General del coronel Carnot, en la Pointe de Grave se concentra una bolsa de unos 10 mil alemanes.

Permanecemos en la Pointe de Grave desde el mes de septiembre hasta el mes de noviembre de 1944.

Nuevamente en el Cuartel de Burdeos.

Agustín Sopena sale con un grupo guerrillero para España, que lo manda Enrique Corachán, de Buñol /Valencia/.

Se organiza el 9 Batallón de Seguridad, al que es agregada la 31 Brigada.

Nos destinan a Montesquiou, cerca de Mirande /Departamento del Gers/.

1945.

En representación de los cenetistas de la Brigada, me nombran delegado al I Congreso de Guerrilleros Españoles que se celebra en Toulouse /Tolosa/.

El Congreso resulta una charlotada del peor gusto: Todos los jefes y jefecillos de última hornada, se preocupan de los puestos; del reparto del botín.

Solamente los comunistas tratan de llevar las discusiones del Congreso el terreno de la lucha contra el franquismo... trabajo perdido. Con Simón Bernardos, me envían a la escuela guerrillera de Mirande.

De aquí, pasamos a la escuela de Cincla, cerca de Quillan /Departamento del Aude/.
Se organizan los grupos guerrilleros con destino a España.

La dirección de la escuela de Cincla /comunista/, nos reúne a cinco aragoneses en un grupo de paso: Doroteo Ibáñez Alconchel /“Ibáñez”/, jefe del grupo, es nacido en Azuara /Zaragoza/; León Quiles Quiles /“Perico”, natural de Camarena de la Sierra /Teruel/; Antonio Ardarnuy /“Julio”/, creo que era de Calasanz /'Huesca/; Luciano Mamilo Muñoz /“Bernardino”/, natural de Agüero /Huesca/; y yo, José Manuel Montorio Gonzalvo /“Chaval” y también “Ángel”/, natural de Borja /Zaragoza/.

Con el tiempo, y ya en España, este pequeño grupo seria conocido como el grupo de los “Maños”.

Mi amigo Simón Bernardos /“El Pira”/, es agregado a un grupo de paso de los que se destinan al centro de España.

A primeros de agosto de 1945, nos llevan a Toulouse /Tolosa, para los españoles/, donde fuimos recibidos por Juan Modesto, Enrique Lister y Francisco Antón; éste último, Secretario de Organización del PCE, en estas fechas.

Nos obsequian con una comida de despedida.

Por la tarde, ya sentados en la caja de una camioneta que nos tiene que llevar hasta cerca de la frontera, suben dos españoles más; el uno dice llamarse “Antonio”, del otro, no recuerdo que' nombre dio.

“Antonio” /Ángel Fuertes Vidosa/, natural de Agüero, maestro de escuela, sería el primer jefe de la Agrupación Guerrillera de Levante. Bien entrada la noche, cruzamos la frontera franco-española. En cinco o seis noches más de marcha, llegamos a una base guerrillera en la Sierra de Santo Domingo /Zaragoza/

El 23 de diciembre de 1945, por la noche, cruzamos el río Ebro, a unos 5 ó 6 kilómetros por debajo de Zaragoza.

1946.

A primeros de enero de 1946, llegamos a la Sierra de Javalambre /Teruel/.

Montamos campamento en el Barranco del Regajo, cerca de Camarena de la Sierra /Teruel/.

Entramos en contacto con un grupo guerrillero de los Montes Universales. Este grupo tiene contacto con otro grupo que acampa por la Sierra de Gúdar /Teruel/ y por la provincia de Castellón de la Plana.

En el asalto al tren pagador en Caudé /Teruel/, el siete de julio de 1946, nos damos va a conocer como Agrupación Guerrillera de Levante /AGL/, de la que es jefe “Antonio”, el de Agüero.

En el mes de agosto de 1946, en una reunión de jefes de grupo que tiene lugar en el Barranco del Regajo, se oficializa la fundación de la Agrupación Guerrillera de Levante /AGL/. Están presentes en esta reunión: “Pepito” o “Gafas” /Francisco Corredor Serrano/, “Grande” o “Peque” /Florián García Velasco/, “Antonio” /Ángel Fuertes Vidosa/ y “Andrés” Vicente Galarza Santana/.

La AGL se divide en tres sectores: 5 Sector, jefe “Tomás” /Ati1ano Quintero Morales/; 11 Sector, jefe “Grande”, y 17 Sector, jefe “Antonio”. Jefe de la AGL, “Andrés”.

“Andrés” no es elegido jefe de le AGL, viene señalado a dedo: se presenta en esta reunión con un mandato de la dirección del PCE para hacerse cargo de la AGL y se le autoriza pare que resida en Valencia. Se decide también, en esta reunión, el traslado al 5 Sector de Julio “El Peca” y el mío para hacerme cargo de un grupo guerrillero.

1947.

El 7 de febrero de 1947, es desmantelada por la Guardia Civil, la organización del PCE en Valencia y son detenidos “Andrés” y “Tomás”, los que serán posteriormente ejecutados por el franquismo.

Por estas mismas fechas, tienen lugar varios asaltos por la Guardia Civil a campamentos del 5 y 11 Sector.

Como consecuencia de estos asaltos y de la caída de “Tomás” en Valencia, el 5 Sector deja de existir una temporada y pasamos al 11 Sector Una serie de ingresos en el 17 Sector, aconseja dividir este Sector en dos y surge el 23 Sector, al frente del mismo, se nombra al guerrillero “Carlos” /Jesús Caellas Aymerich/, y- la AGL pasa a denominarse Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón /AGLA/.

Tras las caídas de Valencia, la AGLA pasa a ser dirigida interinamente por “Antonio”.

Actuando conjuntamente el grupo del “Paisano” /Pedro Merchan Vergara/ y el mío, se sientan nuevamente las bases para le reorganización del 5 Sector.

“Medina” /Antonio Gil Medina/, es trasladado del 17 Sector para que se haga cargo de la dirección del 5 Sector.

1948.

Paso nuevamente con el grupo a depender del 11 Sector.

En una incursión por tierras levantinas, llegamos hasta Alcira y Cullera.
En Cullera me entrevisto con un grupo de cenetistas… Este grupo de cenetistas hacen pasar los intereses partidistas por encima de los intereses de le lucha armada contra el franquismo.

Salí de Cullera desilusionado de mis correligionarios...

De regreso al campamento, me entrevisto con “Grande” y “Pepito“ y les pido mi ingreso en el Partido Comunista de España. Me es concedido sin un pero... nadie me pone la condición que tenga que renunciar al sindicato de le CNT.

Como guerrillero, mi vida no cambia absolutamente en nada… soy un miembro del PCE que sindicalmente pertenece a la CNT y, así continuo hasta la fecha.

1949.

Desde las caídas del año 1947, estamos sin contacto con Valencia. Las viejas zonas guerrilleras están quemadas y literalmente peinadas por la Guardia Civil. Tenemos necesidad de buscar nuevas zonas. A mediados de 1949, “Grande” y “Pepito” me envían con el grupo a la Sierra de Enguera /Valencia/.

Logramos establecer cuatro puntos de apoyo: casa de la “Madre”, cerca de Cofrentes; casa de “Pastrana”, por las proximidades de Benali; casa del “Medio Mullao”, entre La Canal de Navarres y la Sierra de Enguera, y la casa de sus tíos, en la misma zona.

“Grande” viene a visitarnos con “Simón” y “Francisco” y nos informa de la llegada de un grupo de Francia para dirigir el Comité Regional de Levante y Aragón desde el monte.

Hacemos un recorrido por toda la zona y de regreso por casa de la “Madre”, ésta nos dice que por Santa Cruz de Moya /Cuenca/, la Guardia Civil ha desalojado un campamento guerrillero y han matado a todos los guerrilleros.

Levantamos el campamento y salimos para informarnos de lo sucedido. Todo se confirma: El campamento de Cerro Moreno, dando vista e Santa Cruz de Moya, lo integran 18 guerrilleros; en el momento del asalto, en la madrugada del 7 de noviembre: de 1949, solamente hay en él 13 guerrilleros pues, los otros 5 han salido en busca de suministro.

En el asalto mueren: “Ramiro”, “Andrés”, “Eulogio”, “Bartolo”, “;Vidal”, “Lorenzo”, “Manolo” y cinco nuevos incorporados /creo que eran todos de por San Martín de Boniches/; el único que se salva, herido en una pierna, es “Pedro” /Francisco Bas Aguado/.

Se rumorea que la Guardia Civil ha tenido de 18 a 20 bajas.

1951.

En 1951, “Teo” /Adelino Pérez Salvé/, me comunica que he sido nombrado miembro del Comité Regional.

Nombramiento simbólico, como simbólico es la existencia del Comité Regional en el monte, en el año 1951.

Sobre el mes de noviembre de este mismo año, “Teo” sale para Francia; lo acompañan “Sole” /Esperanza Martínez García, natural de Atalaya, Cuenca/ y “Celia” /Remedios Montero Martínez, natural de Mohorte, Cuenca/.

1952.

A comienzos del año 1952, “Teo” regresa de Francia y trae la orden de evacuación de la AGLA.

Me comunica que la dirección del PCE me ha nombrado responsable para la realización de este tarea.

Me da cuenta del plan establecido en Francia y desde el primer momento le digo a Teo que no estoy de acuerdo con el plan, pues no se tiene en cuenta para nada que pueden surgir imprevistos.

El 25 de abril de 1952, “Teo” sale nuevamente pera Francia; lo acompañan dos guerrilleros hasta dejarlo fuera del monte. Cuando estos dos guerrilleros regresen, tenemos pensado levantar el campamento y salir para el grupo del “Paisano”; una vez reunidos con éste, ir en busca del grupo de “Moreno”.

Dos días después de la salida de “Teo”, el 27 de abril de 1952, la Guardia Civil nos asalta el campamento. Nos encontramos en él: “Zapatero” /Simón Aparicio Modesto/, “Emilio”, “Grande”, “Francisco”, “Manolo” /es el radista para los contactos con el PCE/, “Fortuna” y yo.

En el asalto, muere “Emilio”; “Grande” sale herido y a “Fortuna”, herido, lo coge la Guardia Civil y canta todo lo que sabe y más. “Manolo”, ha tirado la mochila donde lleva la emisora, y nos hemos quedado sin contacto con el PCE pare los restos.

A todo esto, nos hemos quedado casi sin munición para las metralletas.

Pare que “Grande” no me diga que soy un animal, le doy de convalecencia 10 o 12 días de marcha.

Reunidos con el “Paisano”, salimos todos en busca del grupo de “Moreno”.

Como consecuencia de las declaraciones de “Fortuna”, la Guardia Civil tiene montada una emboscada en la estafeta que tiene el “Paisano” con “Moreno”.

1El 14 de mayo de 1952, el “Paisano” cae en le emboscada y la Guardia Civil lo mata al ir a retirar la estafeta.

1Todo se complica de manera alarmante: ¿Dónde buscar a “Moreno” y su grupo?.

Estos son algunos de los imprevistos que el PCE no ha sabido tener en cuenta.

Para dar con “Moreno”, no nos queda más remedio que ir recorriendo todas las estafetas que éste conoce para ver por dónde nos dé señales de vida. De este modo logramos dar con él a las cinco o seis noches de andar buscándolo.

A partir de la muerte de “Paisano”, para nosotros no queda ninguna duda de que “Fortuna” ha cantado. Los nervios los tenemos de punta y la inseguridad en la realización del plan trazado por los dirigentes del PCE de acuerdo con “Teo”, se apodere de todos, y de mí el primero. Hay que salir de la zona de la AGLA antes que sea demasiado tarde. De acuerdo con el sentir de todos los guerrilleros, decido salir en un solo grupo camino de Francia.

Este grupo lo componemos: “Manolo” /el radista sin emisora/, “Zapatero”, “Grande”, “Moreno”, “Ventura”, “Angelillo”, “Víctor” o “Larry”, “Jacinto”, “Salvador”, “Simón”, “Francisco”, “José”, “Fernando”, “Gregorio”, “Viejo”, “Amador”,“Tomás”, “Rubio” y yo /“Chaval”/. A buen seguro que en esta lista me olvido de algún nombre pero no serán más de dos o tres.

De entre la Sierra de Gúdar y la Sierra de los Monegros /Teruel/, salimos para Francia, en el mes de junio de 1952. Después de 20 ó 25 días /noches/ de marcha; con despistes de miedo en la ruta, que motivan serias discusiones con “Manolo” Porque él, como no hace nada, nunca se equivoca; llegamos a tomar contacto con los guías que envía el PCE para cruzar la raya fronteriza.

En julio de 1952, cruzamos la frontera por las proximidades de Arnélie-les Bains, cerca de Ceret /Pirineos Orientales/.

Lo que no ha conseguido la Guardia Civil en seis años y medio de guerrillas, lo consigue la Gendarmería a las 24 horas de haber pisado territorio francés: Una “buena organización” de los servicios de pasos del PCE, hace que sea detenido por los gendarmes en Ceret; dos o tres días después, me lleven al puesto de Cervera y por la noche me conducen a la frontera española pero no me entregan a las autoridades franquistas; me dejan solo en la frontera y los gendarmes regresan a Cervera. Con las mismas doy media vuelta; dos noches mas tarde estoy llamando en la puerta del enlace francés.

Nuevamente se organiza mi salida del monte. Medianamente, esta vez todo parece estar mejor organizado. Digo que parece porque desde Toulouse haga el viaje a París por tren y sin documentación.

1955.

Permanezco en Francia /sin documentación/, hasta el mes de abril de 1955, en que el PCE me envía a Praga / Checoslovaquia/. En Checoslovaquia, existen dos colectivos de comunistas españoles: uno en Praga y otro en Ustí-nad-Labem /región de los Sudetes/.
Me destinan al colectivo de Ustí y empiezo a trabajar en una fábrica metalúrgica.

La política del PCE, en lo fundamental, sigue siendo la misma: de cara a España... y se mantendrá hasta la muerte del dictador Franco, el 20 de noviembre de 1975.

La tarea política fundamental de los comunistas españoles en la República Socialista Checoslovaca es estudiar; hacernos cuadros del Partido; aprender de las realizaciones de la construcción del socialismo para, mañana, aplicar estas enseñanzas en nuestra España. Es decir; nuestra estancia en Checoslovaquia se considera algo temporal...

1960.

Conozco a una camarada española que reside en Praga, Trinidad Sardina Merino, que será mi compañera y amiga sentimental.

Me traslado a vivir en Praga. No hay casamiento con documentos que así lo atestigüe, pero vivimos juntos 42 años; hasta el 22 de octubre del año 2002 en que, tras larga enfermedad, muere de cáncer de pulmón.

1965.

Conozco el Embajador de la República de Cuba en Praga y me convence para que me vaya a trabajar a la Embajada de Cuba.

Estoy trabajando con los cubanos hasta el año 1990; tengo ya 69 años.

1968.

Primavera de Praga.

Después de 29 años, me veo con mi madre y mis hermanos en Perpiñán el año 1968. Mi madre esté hecha una viejecita, pero no ha perdido su carácter... mantiene todas sus facultades mentales y sigue haciendo frente a todos los avatares que le vida le depara: han muerto mi hermano Santiago y mi hermano Félix.

Estando en Perpiñán, nos enteramos que las Fuerzas del Pacto de Varsovia han invadido Checoslovaquia.

Me despido de mis hermanos y me abrazo a mi madre porque, con mi mujer, vamos a regresar a Praga. Ya no he vuelto a ver a mi madre.

Antes de que el Comité Central del PCE publique su Comunicado sobre los acontecimientos de Checoslovaquia, el colectivo de comunistas españoles en Praga y Ustí-nad-Labem, nos reunirnos para que cada uno exponga su posición de cara a estos hechos. Estén presentes en la reunión Juan Modesto, Enrique Lister y Sebastián Zapirain. La condena a la invasión de Checoslovaquia por las Fuerzas del Pacto de Varsovia /léase soviéticas/, es general: no hay ningún voto en contra ni ninguna abstención. Esto se hace constar en el Acta que se levanta de la reunión.

Enrique Lister, que ha votado condenando la invasión, viaja a Moscú y a su regreso, ya ha cambiado la chaqueta: está de acuerdo y apoya la invasión de Checoslovaquia por las tropas soviéticas.

1975.

A raíz de los hechos de Checoslovaquia, los dirigentes del PCE en Praga, hoy uno y mañana otro, van tomando las de Villadiego, lo que me hace decir en una reunión: “Cuando el barco hace agua, hasta las ratas lo abandonan”.

Aquí vamos quedando, los que se quedan siempre que las cosas se ponen feas para las dirigentes: los soldaditos de a pie.

El día 21 de noviembre de 1975, es un día memorable en mis recuerdos; tenemos fiesta mayor en casa: la Radio Checoslovaca da la noticia de que el día anterior, 20 de noviembre de 1975, Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios, de los piquetes de ejecución, de las cárceles y de la “Ley de Fugas”, a muerto.

1977.

Se abren dos largos años de incertidumbre a los que trata de poner fin el gobierno Suárez: el 9 de abril de 1977, el gobierno Suárez legaliza al PCE. Cinco meses más tarde, en septiembre de este mismo año, tiene lugar el “Pacto de la Moncloa” que firma el PCE dirigido por Carrillo.

PACTO DEL COMPLOT DEL SILENCIO, lo llamo yo, y me parece que está más de acuerdo con sus contenidos: Carrillo no reivindica en ningún momento la larga lucha antifranquista del PCE; silencia todo aquello que guarde relación con la lucha armada contra el franquismo. Las guerrillas, que un día alentara y dirigiera Santiago Carrillo, son ahora un obstáculo, una piedra colocada en su camino y que hay que pasar por encima.

Ya no cuentan los camaradas caídos en la lucha; ya no cuentan los miles de puntos de apoyo y enlaces de las guerrillas encarcelados, y muchos de ellos asesinados por el régimen franquista. El “Pacto de la Moncloa” es el PACTO DEL COMPLOT DEL SILENCIO para los que mas han dado por la democracia en España.

Tengo 56 años y el día 6 de diciembre de 1977, consigo mi primer pasaporte español.

Desde 1939, es el primer documento Español que me puedo guardar en el bolsillo.

1978 a 2003.

La Prensa española y los políticos “antifranquistas” se desgañitan pregonando la democracia y la reconciliación de los españoles y me pregunto: ¿Con quién me puedo reconciliar?.

La Monarquía parlamentaria y todos los gobiernos que se han venido sucediendo, me condenan al exilio, lo mismo que me condenó el régimen franquista. No me pueda reconciliar con una España que me condena al exilio, llámese como se llame.

El problema de los exiliados políticos, es un problema a solucionar a por el Estado español. España, como en los mejores años del régimen franquista, sigue siendo “diferente”.

En todos los países, después de la Segunda Guerra Mundial, a los combatientes antifascistas y por la democracia, los gobiernos les han reconocido unos derechos y los que estaban en el exilio, han sido repatriados a cargo del Estado. Esto ha sucedido en todos los países de la Comunidad Europea. ¿Cuándo se colocará España a esa altura?.

2004.

Desde que salí de España en 1939, vivo con la esperanza de regresar un día; me resisto cuanto puedo a toda clase de asimilaciones y no me integro en ninguna sociedad... nací español, me siento orgulloso de ello... y español moriré cuando suene mi hora.

Se equivocó Antonio Machado cuando dijo: “Españolito, una de las das españas te haré llorar”.

Las dos españas me hacen llorar.

En Praga, a 3 de febrero de 2004.

Serranía de Cuenca.

Entrevista a Remedios Montero y Florián García.

ENTREVISTA A FLORIÁN GARCÍA “GRANDE” Y REMEDIOS MONTERO “CELIA”. PEDRO PEINADO Y DOMINGO RUIZ

IV JORNADAS EL MAQUIS EN SANTA CRUZ DE MOYA. CRÓNICA RURAL DE LA GUERRILLA ESPAÑOLA. MEMORIA HISTÓRICA VIVA.

Santa Cruz de Moya, 2, 3 y 4 de octubre de 2003.

Dentro de nuestro proyecto Territorio Maquis, mantuvimos esta entrevista en Cofrentes con Florián García, Remedios Montero y Francisco Molina, hijo de La Madre. Primavera de 2002.

Pedro Peinado
Domingo Ruiz

¿Cuándo entras en contacto con la Madre?

Florián:

El primer contacto lo tuvimos a mediados 1946. Fruto de una ampliación del territorio dónde operábamos. Si no me falla la memoria, sería en ese año cuando conocimos al dueño de la casa que era ganadero. Nos presentamos, le dijimos quiénes éramos y desde ese momento tuvimos en esa familia uno de nuestros mejores puntos de apoyo. Todo lo que ellos podían hacer en apoyo nuestro.

Francisco Molina:

Sabías que mi padre llevaba ovejas y un día le salisteis por la montaña y les pedisteis comida y le dijisteis quiénes erais. Entonces mi padre os propuso solucionar ese problema, el de la comida. En mi casa había unas trescientas cabezas de cabras que estaban en la montaña y mis hermanos llevaban el atajo. A mi no me gustaba el ganado, yo era de los que me gustaba llevar el par de los machos. Recuerda que cuando se nos murió un macho, vosotros apoyasteis a mi padre para comprar el macho. Estando "El Chaval", a mi prima, la de mi tía Julia, le ayudasteis a que se operara del pie. Y eso lo hicisteis quizás al ver la buena intención y la bondad de mis padres. Esa confianza no se puede olvidar.

¿Es cierto que vosotros les ayudasteis económicamente?

Florián:

Siempre que fue necesario y estuvo en nuestra mano, ayudábamos a los puntos de apoyo que sufrían necesidades. No olvides que nosotros, hubo un momento que no andábamos bien de dinero, pero dimos un golpe al tren cerca de Teruel y recogimos una cantidad respetable de dinero que utilizamos para ayudar los campesinos que lo necesitaban y a nuestros camaradas de Valencia y otros sitios donde desarrollaban tareas políticas.

¿Cuál era el destino de los golpes económicos o como también solías llamar "recuperaciones"? ¿Cómo repartisteis el dinero después del asalto al tren en la estación de Caudé?

Florián:

Parte del dinero se dio a las organizaciones que nos apoyaban. El que más lo hacía era el Partido Comunista, entonces parte de ese dinero lo dimos para la organización del partido y para todos los que trabajaban en la clandestinidad contra Franco. El resto, nos lo quedamos para comprar las cosas, o como decía antes, si había un punto de apoyo que tuviera una gran necesidad, nosotros les ayudábamos.

¿Remedios, cómo era la vida de una mujer en los campamentos guerrilleros?

Remedios:

En los campamentos guerrilleros era muy difícil, lo mismo en los campamentos que en todas las marchas de guerrillas, claro, no podías hacer nada. No podías cambiarte, lavarte, no podías, nada más que de uvas a peras, cuando había un río cerca ir y lavar la ropa y lavarte. Pero dentro de lo difícil que era, nosotras nos manteníamos muy bien y estábamos contentas pues era menos difícil que estar en la guerrilla del pueblo. En el pueblo estabas siempre pendiente de la guardia civil y no podías defenderte con nada. En cambio aquí, estabas con ellos y tenías un arma, y siempre tenías una ayuda para poder sobrevivir. Por otra parte, la vida en el campamento era estudio. Te levantabas y después de desayunar lo que teníamos, lo que podíamos, te ponías a estudiar. La mayoría de nosotros sabíamos muy poco, cuanto leer o escribir, entonces había gente muy capacitada que nos daban clases. Lo empleábamos en capacitarnos, en adquirir cultura y políticamente. Había reuniones, participábamos en todas las reuniones, si había que tomar decisiones, las tomábamos todos en conjunto. En fin no había ninguna, ninguna discriminación. Es una cosa que lo mismo éramos nosotras que eran ellos, nada de decir las chicas, éramos camaradas todos y así se hacía en el campamento. No podíamos hacer muchas actividades porqué claro en un campamento teníamos que estar quietas y no hacer muchos ruidos y tener siempre mucho cuidado. Siempre había guardia alrededor. Lo que no hacíamos era ir a suministrar. Era llevar mucho peso e ir muy lejos y cosas de esas. Decir que lo recuerdo con mucho cariño a pesar del sufrimiento, recuerdo con mucho cariño esa época porqué es donde aprendí a saber que una mujer era igual que un hombre, que nos trataban igual y que podíamos desempeñar el mismo papel. Es donde me conciencié que éramos iguales.

¿Cuándo te incorporaste a las Guerrillas?

Reme:

En guerrillas en 1949. Me incorporé porqué me descubrió la guardia civil después de haber estado durante dos o tres años haciendo de punto de apoyo. Se trataba de ir a la cárcel o subirme al monte, con lo que me subí al monte. Estuve dos años con ellos en el monte.

¿Háblanos de la Madre?

Reme:

En los primeros meses, después de mi incorporación, oí hablar mucho de la Madre y la Madre, y tenía unas ganas enormes de conocerla. Con el tiempo, vinimos por estos parajes, cerca de Cofrentes, y la primera oportunidad que tuvimos de bajar a su casa, fue cuando conocí a la Madre. Me causó una impresión inmejorable, porque era una mujer pequeñita, pero todo lo que tenía de pequeña, lo tenía de buena, de buena voluntad, de maravillosa, no sabía qué hacer con nosotros, incluso cuando yo salí de allí para Francia, estuve en su casa, me tintaron el pelo, para ir disfrazada y que no me conocieran, en fin, hemos tenido con ella unas relaciones muy buenas. No la volví a ver hasta que me metieron en la cárcel. Ella estaba en la cárcel porqué la habían descubierto ya que en su casa teníamos a una hermana de Esperanza, una chica joven que la sacaron del monte para que estuviera allí. Y la tuvieron un año o medio año. Cuando ya se descubrió todo, los metieron a la cárcel y en ella nos encontramos. En la Cárcel, era igual de animosa, igual de cariñosa, en fin, yo, igual que todos, la queríamos muchísimo.

¿Cómo se puede concebir que personas sin apenas conciencia política, cuando aparecen los guerrilleros cerca de donde viven y trabajan, sean solidarios con ellos?

Reme:

Se comprende porqué es gente de izquierdas también, porqué a pesar de todos lo que dicen de nosotros, nos conoce, y al conocernos nosotros les decimos quienes somos, lo que queremos, por lo que estamos luchando y claro, ellos, no cabe dudad que están de acuerdo, bien porque es gente de izquierdas, no es gente franquista y se da cuenta de que necesitamos ayuda. Gente de esta buena, pues hemos tenido muchísima.

Florián:

Añadiendo a lo que ha dicho Remedios, los campesinos, aunque políticamente no estaban preparados, no olvidaban lo que había sido la República. La República les había dado la tierra y cuando llegó Franco, les quitaron todas las tierras, así que la mayor parte de los campesinos, aunque no entendieran mucho de política, se acordaban de la República y eran partidarios nuestros, porqué sabían que nuestra lucha era continuación de la lucha que habíamos tenido defendiendo la República contra los traidores militares. Y eso era fundamental, y quería señalarlo para que eso se tenga en cuenta porqué algunas veces no se comprende.

¿Cuáles eran las labores principales que desarrollaba un enlace?

Florián:

Había varios tipos de enlace. El enlace de los pueblos, que venía a suministrarnos, que era el trabajo que realizaban Reme y Soledad en su pueblo y muchas mujeres ya que tenían más facilidades ya que el enemigo sospechara menos de ellas. Y luego teníamos los que enlazaban de grupo a grupo y esos tenían la misión de conducirnos, eran los que nos orientaban y en general eran nombradas entre las personas que conocían bien el terreno y nos guiaban y tal. Una cosa que ya conocéis, es que nosotros utilizábamos siempre las estafetas que se llamaban. Se ponía un papel debajo de una piedra, en un pino, ya de acuerdo, y allí se ponía si había novedad. Igual si íbamos a una casa de un punto de apoyo, como si íbamos a un campamento de otro grupo. Antes de entrar o antes de llamar a la puerta de un punto de apoyo, teníamos que mirar que había, si había novedad o no, comprendes, y eso era lo que hacían este tipo de enlaces. Luego teníamos un enlace con Francia y todos los meses hacía un viaje a Francia con la que manteníamos un contacto regular.

¿Las notas que dejabais en las estafetas estaban en clave?

Florián:

No en general poníamos: no hay novedad, hay novedad. Algunas veces podía ocurrir, pero lo que interesaba era saber si había guardia civil, si había peligro o no había peligro. Luego, ya casi al final, como ellos aprendieron mucho, les decíamos al punto de apoyo, que dejara, además, una ventana abierta o cerrada, si venían o se iban, es decir dependiendo de cómo tuviera la ventana conocíamos si había peligro o no. Había que ir afinando porque ellos aprendieron mucho, sobre todo al final, cuando se constituyeron las contrapartidas, que hacían vida en el monte, eran grupos de ocho o más hombres y dormían en el monte y se presentaban como si fuéramos nosotros. Hubo un momento en el que hubo de decir a los puntos de apoyo que denunciaran a los que se les presentaran como guerrilleros si no había entre ellos algún conocido, para evitar que los llevaran a la cárcel.

¿Qué ventajas tenía ser mujer para realizar el trabajo de enlace?

Reme:

Tenía bastante ventaja, tú sabes que las mujeres hemos estado discriminadas, siempre. La mujer no ha hecho nada, la mujer para casa. El hombre era el que tenía que hacer el trabajo de todo, y claro, nosotras, en aquella época, lo mismo Esperanza que yo, éramos dos crías que teníamos de dieciséis a dieciocho años y nadie se iba a pensar que nosotras íbamos a meternos a esa faena. Y nos vino muy bien. Entonces, Esperanza venía desde, Atalaya, una aldea que estaba a una hora del pueblo, Morte. Unas veces, venía con una borrica que tenía, otras veces, nos íbamos con un caballito blanco que yo tenía, y nos íbamos a Cuenca porque en los pueblos no se podía comprar, eran pueblos pequeños, nos conocía todo el mundo, todo el mundo nos señalaba como que éramos rojos, rojos, rojos, así todo el mundo nos tenía vigilados al completo. No había mucho dinero, así que si tu ibas y comprabas más de la cuenta era muy visto y era muy peligroso. Entonces nos íbamos a Cuenca por la mañana, comprábamos en diferentes sitios y nos volvíamos. Había veces que hasta eso era muy difícil porqué en el camino había parejas de guardias civiles, y había veces que no te miraban, pero si miraban y nos veían que llevo esto o llevo lo otro, se iban a mosquear y que les íbamos a decir. Recuerdo que una de las veces nos encontramos a una pareja de la Guardia Civil y nos paró. ¿De donde venís? De Cuenca ¿Y qué lleváis? Y yo así en un plan de chunga le digo: Qué llevamos, pues bombas, qué se cree usted que llevo, bombas. Y aquel se echó a reír. Mírelas, mírelas, a ver si le estalla alguna, pero todo en guasa y como era una cría, a aquel le dio por reír: Va, Va, iros, iros.

Cuando volvíamos de Cuenca, cerca de mi casa, a las afueras, tenía un pajar y allí descargábamos la comida y lo que les llevábamos. Que no había peligro, nosotras les dejábamos en la estafeta el aviso y bajaban ellos al pajar a recogerlo. Si por casualidad había guardia civil o algún peligro, éramos nosotras, cuando ya había pasado, que a la madrugada nos acercábamos a lo más próximo de los pinos y les llevábamos la comida. Era muy difícil la vida del punto de apoyo y con la contrapartida, más aún. Iban disfrazados, te tocaban en las ventanas, se hacían pasar por guerrilleros y no sabías que hacer. Nosotros como estábamos avisados no les hacíamos ni caso, pero llegó un momento que nos descubrieron. Al día siguiente de venirnos al monte, la guardia civil se presentó en nuestra casa para detenernos.

¿Cuándo te vas al monte, tu padre ya se había incorporado a la guerrilla?

Reme:

No. Nos incorporamos mi padre, mi hermano de 16 años y yo. Mi madre ya había muerto. A mi padre lo mataron a los cuatro o cinco meses, a mi hermano, al poco tiempo y solo quedé yo. Estuve con Esperanza, porque a sus dos hermanas las sacaron fuera. A una, a la casa de la Madre y a la otra a casa de otros camaradas. Pero a mí me mandaron a Villalonga, un pueblo cerca de Valencia, porque querían reorganizar el partido. Estuve cuatro o cinco meses allí, pero también me descubrió la guardia civil. Tuve la mala sombra de que coincidió que un guardia civil era natural del lugar de nacimiento del que yo llevaba en la documentación. Volví al monte a través de los puntos de apoyo que tenía. En Utiel me escondieron y dieron aviso de que vinieran a por mí. Estuvimos cinco meses, pero cuando se iba a deshacer la guerrilla nos enviaron a Francia a Esperanza y a mí, con el fin de que hiciéramos de enlaces para llevarnos a gente del monte. Tuve tan mala sombra que en el primer viaje que hice, al salir, venían camaradas conmigo para pasarme y al salir de Francia, en la frontera hubo un revuelo de gendarmes muy grande y cogieron a uno. El partido mandó a Esperanza, como era la única que me conocía, para que me dijera que cambiáramos de frontera, pero el que venía con ella era un traidor, y al pasar a España la entregó a ella y delató nuestro camino. En Salamanca había recogido a tres camaradas e iniciamos el camino de vuelta, pero al llegar a Burgos estaba todo rodeado y la Guardia Civil nos detuvo y a la cárcel.

¿Cómo recibiste la noticia de la muerte de tu padre y de tu hermano?

Reme:

Muy mal. La recibí muy mal, porque mira, si hubiera sido en una batalla, que dices bueno tienes un tiroteo y en una batalla mueres y eso, pues me hubiera conformado más. Pero, al ser de una manera tan tonta, que fue porque no tuvieron cuidado, que fue porque el que al frente de él, que era el Manco de la Pesquera, en vez de hacer frente los abandonó y se fue y cada uno tuvo que ir por su sitio, pues me dolió más, porque dije, claro, podían haberse salvado. Y con mi hermano pasó igual. Fue por no hacer caso de los que les dijeron y fue por un imprudencia. Cuando tu sabes que caes luchando, te das más ánimos, pero cuando caes por una imprudencia, es normal que te rebeles y digas, pero bueno y esto por qué. Tengo que deciros también que mataron al primer hermano que se fue a guerrillas en Cuenca. Fue allí a hacer un servicio y tenían que ir a la plaza Mayor, cuando llegaron, había habido un chivatazo, los habían rodeado y allí los mataron.

¿Cuáles eran las dificultades con las que se encontraba un jefe guerrillero?

Florián:

Las dificultades con las que se encontraba un jefe guerrillero eran muchas. En principio, los primeros grupos guerrilleros, parte de ellos, políticamente no estaban muy bien preparados. Y había que convencerlos, por ejemplo, os voy a contar un caso curioso, cuando nosotros nos incorporamos, que a mí me recomendaron eso, que políticamente había que ayudarlos, planteamos que si nos encontrábamos con la guardia civil, había que darla el alto. Y el grupo aquel de guerrilleros se me echaron a reír a carcajada limpia. ¿Tú que sabes de esto? ¿Cómo le vamos a dar el alto a la Guardia Civil? Pues naturalmente. Tu apuntas con tus fusiles a la guardia civil y le das el alto, y si la guardia civil intenta utilizar las armas, disparas tu. ¿Pero cómo vamos a hacer como ellos, dispararnos sin dar el alto a nadie? Y eso nos costó un trabajo enorme, pero, poco a poco, fuimos convenciendo de lo que había que hacer. Hacíamos muchas reuniones, siempre que íbamos de marcha, al otro día, hacíamos la reunión con los defectos que se habían producido. Cuando había operaciones igual. Se repasaban las faltas que habíamos cometido y cómo se podía hacer mejor. Y eso era una cosa diaria, no se hacía ninguna marcha ni operación que no hubiera reunión. A parte, había las reuniones políticas. Nosotros recibíamos materiales de Francia, no nos faltaba material y entonces teníamos en cuenta eso. Luego también comunicábamos con Radio España Independiente que nos informaba de los movimientos de la guardia civil, de la existencia de chivatos, etc. Nosotros teníamos una emisora para enviar mensajes. Luego hubo chicos, pastores, y gentes que se habían visto en peligro y se incorporaban a la guerrilla, pero no tenían ni idea. Había que prepararlos, enseñarles a leer y a escribir. En la Escuela de la Agrupación no tan solo se hablaba de explosivos y de armas, además se enseñaba cultura general. Había que tener mucha paciencia y saber tratar a cada persona. Teníamos un chico que era de Valencia, que era músico y tenía mucha gracia y cuando hacíamos una reunión, el siempre veía que había dos o tres guerrilleros que nunca hablaban y les preguntaba ¿tienes novia? A ver, ¿cuéntanos como te va con la novieta y entonces el otro hablaba y hablaba y así se soltaban. Empezaban a hablar de la novia y luego ya intervenían en todo, cuando hablábamos de un artículo de un periódico. Por ejemplo, cuando Tito, vosotros sabéis que hubo una campaña de que era un traidor, pues bueno, cuando nosotros recibimos el informe aquel, en el que decía que era un traidor y estaba con el enemigo, uno de los hombres de mi sector, que yo le llamaba "mi jefe de estado mayor" porque era de Titaguas (Valencia) que luego he tenido, cuando murió, la oportunidad de participar en su homenaje, era un hombre de un gran sentido común y con conocimiento del terreno tremendo. Cuando estábamos hablando de esto, el hombre, que me tenía una confianza enorme si no quizás no se hubiera atrevido a decir: "Mirar camaradas, creo que Tito pueda haber cometido errores, pero no me creo que Tito sea un traidor, no me lo creo". Y yo apoyé su opinión. Vamos que los guerrilleros no hicimos caso del informe que nos mandaban y punto.

¿Cómo funcionaba la distribución de "El Guerrillero", el órgano de prensa de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón?

Florián:

Nosotros hacíamos un número al mes. Se tiraba en el monte, aún debemos tener material del que se necesitaba para editarlo, a saber dónde. Era muy difícil, lo distribuíamos a través de nuestros puntos de apoyo. Si mal no recuerdo se organizaron las rutas democráticas, en diferentes lugares, que no conseguimos muchos triunfos en eso, pero por ese medio hacíamos la distribución de El Guerrillero, que editábamos.

¿La infraestructura para editar la teníais en el Monte o contabais con apoyo en Valencia o cualquier otro lugar?

Florián:

Teníamos contactos con Valencia, pero lo fundamental lo hacíamos nosotros en el monte, porque precisamente uno de los jefes de la agrupación, que era de Buñol, que lo fusilaron, cayó, en parte, porque se iba con frecuencia a Valencia y cogió tal confianza que un día lo detuvieron y lo fusilaron, su nombre era "Andrés". En nuestra lucha era muy difícil, se tenían que tomar una serie de medidas que eran necesarias, imprescindibles, por ejemplo, no dormir nunca en una casa, no meterte en una cueva, comprendes, no tener amistades, por ejemplo tener novia o visitar a la novia, no enviar nunca una carta, porque eso comprometía, era una cosa muy dura y alguno de los guerrilleros que cayeron, hay que decir, que alguno de los camaradas cayeron por no observar, por salirse de las normas que había que seguir, o sea que era muy difícil.

¿Cómo sancionabais las indisciplinas o el no respeto de las normas?

Florián:

Había que convencerlos que era por su propia seguridad, porque otro medio no teníamos. No teníamos una cárcel y le condenamos a ..., comprendes. Así que nada, sino era un traidor, porque claro, si era un traidor, pues claro, se le colgaba de un pino, pero si no era un traidor, los medios con los que contábamos era el convencimiento.

¿Qué sensaciones tuvisteis cuando os visteis obligados a ejecutar a alguno de vuestros compañeros porque se consideraba que era un traidor?

Florián:

Pues fatal, fatal, recuerdo que solamente vi una vez, que Pepito el Gafas y los que se reunieron, porque se organizó como un tribunal y lo condenaron y para mi fatal. Desde luego, sobre ese aspecto siempre estaba en desacuerdo cuando había que votar, pero no había otra solución en ese aspecto.

Reme:

Una cosa que se castigaba, que a mí me hacia mucha gracia, es que si era una falta leve, había que ir a por agua al río y cada vez iba uno, pues al que se le castigaba tenía que ir toda la semana a suministrar y siempre acompañado por otro.

¿De todas formas era una tarea que entrañaba peligro ir a por agua?

Florián ríe.

Remedios:

Ya lo creo, a más de uno nos han matado por ir a por agua.

¿Cuál es el papel que aldeas, como Las Casas del Marqués, Higueruelas o los rentos de Orchova, tuvieron en vuestra vida en el monte?

Florián:

Fundamentales. Los puntos de apoyo fueron para nosotros fundamentales, sin los puntos de apoyo no hubiéramos podido existir, eran los que nos suministraban, comprendes, y sin ellos no hubiera habido forma de sobrevivir. Siempre los movimientos estos, siempre pueden resistir si tienen la ayuda de los puntos de apoyo, sino no podrían resistir. Por eso cuando cambio el panorama, a partir del 48, cuando todas las democracias han reconocido a Franco, creció la moral de la guardia civil y de los fascistas y la cosa se hizo mucho más difícil. Pero para los puntos de apoyo se puso mucho peor. Tenían el peligro de que les venía la guardia civil, que venían los guerrilleros, que se presentaba guardia civil que no era guardia civil que eran guerrilleros y se presentaban guardias civiles que no iban vestidos de guardias civiles y que decían que eran guerrilleros.

Recuerdo que un día venían los camaradas indignados porque un campesino les había dicho que qué hacíamos allí, porqué no nos marchábamos ya, y venían todos indignados. Era en el 48. y los camaradas se quedaron sorprendidos cuando les dije: "Y ese campesino lleva razón" La situación se había puesto de tal manera... en los movimientos guerrilleros es fundamental contar con puntos de apoyo.

¿Es cierto que en poblaciones como Higueruelas, Las Casas del Marqués habíais llegado a celebrar el día de la República y bajabais a bailar y a confraternizar con los pobladores?

Florián:

No solamente el día de la república, el día de navidad, poníamos las guardias y los enviábamos a bailar. Y anda que la aldea del Marqués y eso, había de cada chavala por allí que bailaban como dios y a mi que siempre me ha gustado el baile y que he tenido poco tiempo, pues aprovechábamos la noches. Poníamos la guardia y ya está. Por ejemplo, hay en la Aldea del Marqués y en eso, en Tormón, ha habido varios y en otros pueblos que no recuerdo habíamos bajado al baile.

En casa de la Madre no había para eso, pero también pasábamos por las casas. Yo conocía muchos chistes, cuando los campesinos, a lo mejor, si los veía algo nerviosos cuando nos encontraban les contaba los chistes. Y al despedirnos, nos decían, no tengan prisa, no tengan prisa. Cuando le contábamos los chistes, ya no tenía prisa en que nos marcháramos. La Guardia Civil decía: "Este hijo de Satanás de Grande, que encima nos entretiene a los campesinos con chistes y están encantados con él".

¿A pesar de esos contactos con la población, nunca pernoctabais en las aldeas?

Florián:

La orden era que no se podía dormir, nunca, nunca, en una casa. Había que estar una hora o había que estar dos, pero luego había que marcharse. Siempre había que dormir bajo una tienda de campaña, tampoco en una casa aislada, siempre en una tienda de campaña, y sabes por qué, la razón es muy sencilla. La tienda de campaña en un momento de precipitación o asalto de la guardia civil, de una patada la tirabas y salías, y se te metías, que hubo algunos amigos que cometieron ese error, meterse en una cueva, pues claro, cercaban eso y quién salía de allí. La mayoría de las veces, si se salvaba alguno era por cabra. Sin embargo, la tienda de campaña, como esas de las que van de campo y tal, eran la que utilizábamos nosotros.

¿Los componentes de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, eran todos comunistas?

Florián:

No, había de todos. Lo que pasa es una cosa, el Partido Comunista fue el que organizó, en general, las agrupaciones, después de los que se habían incorporado ya cuando estaban en peligro sus vidas, pero a pesar de que el Partido Socialista no estaba de acuerdo con las guerrillas, había socialistas. Los de la CNT si que había más y algunos iban por su cuenta o eran grupos diferentes, pero en nuestro sector también ocurría. Recuerdo de dos de la CNT que eran jefes de grupo y que los mataron a los dos, que eran unos combatientes buenísimos y disciplinados, pese a que siempre se ha achacado a los anarquistas su falta de disciplina como un defecto. Y yo les recordaba, pues claro vosotros sois muy jóvenes, durante la Guerra Civil, en la lucha, Durruti que era uno de los dirigentes más prestigiosos de la CNT, cuando la defensa de Madrid le hicieron unas preguntas y él dijo: "Nosotros renunciamos a todo menos a la victoria" y ya sabéis a Durruti lo mataron, no lo sabemos quién lo mató, comprendes, y claro muchos de ellos, es eso, para luchar contra unas fuerzas hay que tener disciplina y utilizar todos los medios y no puede cada uno irse por su cuenta y decir "a mi no me manda nadie", comprendes. Así que había de todos, pero quién lo había organizado era el Partido Comunista y, oficialmente fue eso, porqué el partido Socialista no fue partidario.

¿Es cierto que se recibían órdenes de pasar a Francia a algunos miembros de la Agrupación por desavenencias políticas?

Florián:

Que yo conozca no. Por diferencia políticas no. Podía haber, por ejemplo, incluso yo he llegado a facilitar a un hombre que tenía mucho miedo y pasó a Francia y era un hombre que había sido en la capital un hombre decidido, llevando cosas, pero sin embargo cuando oía un tiro se descomponía.

¿De que compañeros me podrías hablar?

Florián:

"El Cojonudo" que era mi enlace, que era un tío fantástico, que era un hombre que luego mira, no se incorporó. Acompañó a una chica a Valencia y era un chico del que se enamoraban todas las mujeres de él. Estuvo unos quinces días sin subir, y luego le dio miedo subir y le mataron, pero se defendió como lo que era, él era un hombre. Si os cuento algunas cosas de él. Sabéis que nosotros no podíamos pasar por los puentes, había que atravesar el río. Y sabes tú en el invierno. Cuando íbamos solos me decía: "Grande ¿morimos en caliente? "Lo que tú digas" Y entonces él se ponía delante, metralleta así, en mano y yo detrás y pasábamos el puente, pero era cuando íbamos solos, cuanto que íbamos con el grupo había que mojarse. Con la estatura que tengo yo, me llegaba a veces el agua hasta el ombligo. El Turia lo tengo yo atravesado.

¿Qué nos puedes decir de Pepito el Gafas?

Florián:

Ese era uno de los hombres mejor capacitados que teníamos, en todos los terrenos. En lo cultural, os diré, que cuando estuvimos en el campo de Albatera, él daba clases de matemáticas a todos los profesores e intelectuales que había allí. Él estaba estudiando la carrera de Ingeniero en puertos y canales, que se dice. El tío en matemáticas era fenomenal y luego tenía una serenidad tremenda y una puntería, en Valencia le tenían miedo, os contaré que estando en Valencia él, que primero dirigió los grupos de la capital, ya le buscaban. Y un día que iba hacía donde vivía, vio a una pareja y se dio cuenta que eran policías, y en vez de salir corriendo y tal, sacó la pistola y haciendo así (girando la pistola sobre el índice) pasó por la cera del frente de ellos y la policía, ni moverse, porque sabían de su habilidad con las armas. Estábamos en Madrid en una misma casa y había un armario de luna y él hacía como en las películas del oeste, (y lo imita) Era un tío fenomenal.

¿Y "El Chaval"?

Florián:

Era un chico muy valiente. Que Chaval era de la CNT, aunque luego creo que al final se apuntó al partido. Vive, que no he podido tener contacto con él, pero estaba en Checoslovaquia con nosotros y ahora parece ser que vive en Alemania. Por eso, ahora, cuando lo llamo por teléfono, pero ese vive, era uno de lo más jóvenes. Era un hombre que cuando íbamos de marcha y alguno de los guerrilleros se cansaba o le dolía eso y no podían con el macuto. Él les decía: "Dame ese macuto" Y se cargaba un saco de cincuenta kilos de patatas, "pues me tenía que traer esto".

¿Tu "jefe del estado mayor"?

Florián:

Francisco que le llamábamos, él en realidad se llamaba Emilio, hacía de todo, hacía de cocinero, era un hombre magnífico. Cuando se murió, fui a Titaguas para hablar de él y todo el pueblo acudió al entierro, todo el pueblo.

¿Pedro Alcorisa "Matías"?

Florián:

Era un enlace y un guía estupendo, como es del terreno y Matías siempre ha estado con nosotros. Mira conoce un hecho que yo me salvé por tablas, no sé por qué. En un pueblo de estos, no sé si Sinarcas o Taluyuelas, había un alcalde que queríamos hablar con él y venía conmigo Matías y dos o tres más. Era julio o agosto y yo íba con el mono y la pistola la llevaba guardada, cuando vimos al alcalde con los prismáticos, me dice Matías, "pero va otro detrás". "¿Y no lo conoces?" "No lo conozco". "Pues vamos a ver". Con que nada, cuando el alcalde ya llega a la altura donde nosotros estábamos, en un barranco, salí, cogí el ramal de la mula del alcalde y le doy los buenos días, y cojo y veo que el de atrás se pone blanco como la cera, yo un poquito mosca me retiré y oigo "bang, bang, bang, bang " me disparó todo el cargador. El primer tiro, se conoce que al saber quién era yo, pues no me tocó, el segundo, ya verás, pegaba unos saltos de gamo. Una vez que disparó el primer tiro salí arreando, luego ellos salieron corriendo mulo y todo, saqué la pistola y empecé a disparar, pero ya iban a galope, así que nada, fíjate cómo había sido que cuando regresábamos, Matías me decía: "pero si te tienen que haber dado". Ni me tocaron. Y sabes que decían los compañeros, "no te ha querido dar". Sabes lo que pasó, él sabía quién era yo, comprendes, y cuando te dan fama de una cosa, "El Grande", y el tío no sé si cerraría los ojos cuando me disparó el primer tiro, y no me tocó, y ahí si que no había duda de la distancia, yo agarrado al ramal del mulo y él encima del mulo. Esa es una de las cosas que recuerdo con Matías y bueno él fue mi enlace todo el tiempo y él hacia el contacto entre grupos y ha hecho un trabajo en guerrillas de lo mejor.

¿Cómo vive Matías la muerte de su padre?

Florián:

Pues no lo recuerdo, han pasado tantos años, que ya no recordaba que su padre había muerto estando él en guerrillas. Ahora cuando me lo dices lo recuerdo.

¿Julián Ramos "El Parra", "Frasquito"?

Florián:

Era un hombre muy disciplinado, fuerte, hacía muy bien su trabajo, era un buen guerrillero. No sé cómo ocurrió lo de su muerte, porqué no estaba. Yo no estaba siempre con el mismo grupo. Cuando regresé de un viaje que había hecho, nosotros teníamos seis o siete grupos en el sector y yo tenía que hacer el recorrido para verlos a unos y a otros, y en un viaje de estos me dijeron que había muerto y era , muy correcto y se portaba muy bien.

¿Llegaste a conocer a un delator de la guardia civil que llamaban el Diablo de Corcolilla?

Florián:

No lo recuerdo. Recuerdo que hubo un traidor que venía de Valencia, pues a "ese" se cometió la imprudencia de que cuando vino a hablar con nosotros, era ya en el 48, hubo quien dijo "este es un traidor" y los que estábamos allí reunidos, particularmente el secretario de la Agrupación, dijo, "vamos a dejar eso" y luego ya no se le volvió a ver. Había denunciado a varios campamentos.

¿Qué opinas del cambio de táctica que quería convertir a La Agrupación Guerrillera en Comité de Resistencia?

Florián:

El cambio de táctica era comprensible. Dejamos de ser la Agrupación Guerrillera y dejamos de efectuar golpes, para pasar a los Comités de resistencia. La mayoría de los que acudieron desde Francia al Cerro Moreno, se constituyeron en el Comité Regional y a mí me nombraron responsable de agitación y propaganda. Ese cambio, a mi juicio, y luego se ha reconocido, lo que se tenía que haber hecho no es cambiar de táctica si no habernos retirado, pues en el 48 la cosa estaba imposible.

¿Qué sucedió en El Cerro Moreno?

Florián:

En el asalto al campamento de Santa Cruz de Moya, fue una cosa imperdonable, porqué ellos, los que estaban allí, particularmente el secretario y los que tenían más responsabilidad, fueron los responsables de que sucediera el asalto, porque nosotros cuando salimos hacia Cofrentes, aquí, donde estamos ahora, les dijimos el "Chaval" y yo: "Hay que marcharse de aquí mañana mismo, hay muchos rastros y tenemos noticias que ya andan por ahí y se rumorea que se conoce nuestro sitio, así que debéis retiraros". El Secretario General que venía me dijo: "Con esta potencia de fuego que tenemos aquí". Y le dije: "No olvides que igual no te da tiempo a coger la metralleta, así que hacernos el favor de iros". Y cuando llegamos a Cofrentes, y estuvimos por aquí unos días, pues a los tres o cuatro días, nos dijeron que habían asaltado el campamento de cerro Moreno. Y fue por eso, no pudieron ni defenderse, y de los trece murieron doce, que es algo tremendo porqué todo el tiempo que hemos estado en guerrillas lo máximo que hemos tenido, y mira que hemos tenido muchos asaltos a campamentos, es un muerto. Y fíjate en la catástrofe, eso fue una cosa tremenda, yo me quedé, cuando ocurrió eso, fue una cosa de miedo, vamos, fue un golpe tremendo, porqué ahí quedamos un tal José María, que le llamábamos, que había sido nombrado para la nueva dirección y yo que era de propaganda. Dos o tres quedamos de dirección la agrupación.

Francisco Molina:

El manco de la Pesquera y nueve o diez guerrilleros y ahí fue donde le pegaron un tiro en la pierna. Hay se rodeo al menos de quince guardias y esos quince guardias le estaban apuntando y él les dijo: "pensar lo que queráis, pero por muy rápidos que seáis tengo una granada en la mano, así que si la tiro morís y yo también muero, esas fueron frases escritas por uno de los jefes de los guardias. Que vinieron aquí y yo les sentí que lo contaban. Y de allí se lo llevaron a San Miguel de los Reyes y mi padre, desde la Modelo lo enviaron a San Miguel de los Reyes y estuvo con el Manco de la Pesquera, estuvo muy poco tiempo, pero una noche se movió algo entre los encarcelados y sacaron al Manco de la Pesquera al patio y a un pelotón, y lo fusilaron y todos los que estaban en la cárcel por causa de las guerrillas Levante, mi padre y Jaime, que también estaban...

¿Tú no sé si sabes - Florián pregunta a Francisco Molina- que el Manco de la Pesquera nos traicionó y contó todo lo que había?

Os traicionó, hizo lo que hizo, pero estas cosas yo no las sabía, pero que hay, en eso, murieron dos guerrilleros y los enterraron en Castiblanque.

Reme:

Lo único que tenía que haber hecho y no dicho, era haberla soltado y haberlos matado, ya que él sabía que lo iban a matar. Si él sabe que lo van a matar ¿por qué se deja detener?

Porqué fue un cobarde en ese sentido. Si traicionó a sus mismos compañeros, ese momento no tuvo el valor de haber cogido y haber volado.

Él sabía que lo iban a matar.

¿Cómo fue la evacuación?

Florián:

Nosotros recibimos la orden en 1952. Teníamos preparado que parte de nosotros íbamos a ir en tren con documentación falsa, para no ir andando todo el tiempo, pero al producirse en Cofrentes el asalto al campamento y matar al guía que nos tenía que conducir y también que cayó herido el Manco de la Pesquera, y denunció todo el plan. Entonces todos nosotros, no puedo asegurar cuantos éramos, creo que unos veinticinco, nos pusimos en marcha que siempre la hicímos de noche, como es natural, y tardamos a llegar a Francia quince noches. Al no tener el guía, nosotros íbamos con brújula y eso nos costó más tiempo hacer el trayecto. Al llegar a los puertos de Beceite, sin guía, solo con la brújula, pues era muy difícil girar a derecha o a izquierdas para salvar aquel obstáculo y nos obligó a dar la vuelta, eso nos hizo perder tiempo. Pero eso posibilitó que no tuviéramos ningún encuentro con la guardia civil, porque nos estaban esperando por los lugares que creían podíamos pasan, que posiblemente hubiéramos pasado por alguno, y ya al ver que no pasábamos creyeron que ya no entraríamos. También los camaradas que nos esperaban en Francia, también estaban preocupados, porque pensaban que nos había ocurrido algo. Total que ya hicimos ese trayecto de quince noches sin tener ningún encuentro, hicimos las quinces noches muy bien y llegamos a Francia y al llegar a Francia el partido nos repartió en diferentes lugares que ya tenían preparados y empezó la organización de dar a cada uno el trabajo que le correspondía con documentación falsa, a cada uno le daban documentación y a mí me dieron la documentación y trabajé en una cantera y cuando Franco pidió mi extradición, se hizo un juicio, y el gobierno de Francia consideró que yo no era un bandolero, que era un hombre político y me pusieron en libertad y después de eso pasé a vivir en Checoslovaquia.

¿Qué sentiste al cruzar la frontera y verte en Francia?

Florián:

Pues esa es una de las emociones que es muy difícil describir. Tú, suponte, que después de llevar tanto tiempo en España, sin querer salir e España, en el 52 y tener que marcharse, mira, cuando atravesamos y dijo el que conocía bien el terreno de los otros que estaban "Ya estamos en Francia" Me entró una cosa, una emoción y un.., una cosa que no os puedo explicar, no tengo palabras, es una de las emociones más grandes que yo he tenido, porque después de tantos años que tener que pasar otra vez a Francia.

¿Sentiste tristeza?

Florián:

Mucha tristeza, claro, no pensaba nunca que tendría que marcharme de España.

¿Creíais en la victoria?

Florián:

Hombre, naturalmente que sí, lo que pasa es que hay la victoria podría haber llegado antes, pero debido a la actitud de las democracias, de las llamadas democracias, que en vez de ayudarnos reconocieron al franquismo, eso, eso, eso, se retrasó muchísimo. Pero después no podía ocurrir otra cosa. Desgraciadamente, por la falta de organización por la cantidad de hombres, de dirigentes muertos, que estaban en la carcel o los había fusilado, pues esto se prolongó mucho. Y por eso después de hacer ruptura, como éramos partidarios muchos, se tuvo que hacer ese pacto de la Moncloa admitiendo alguna de las cosas con las cuales no estoy muy de acuerdo, en el fondo sí, el de llegar a un acuerdo en que hubiera amnistía, lo que no estoy de acuerdo es que los torturadores y los responsables de muchos atropellos siguieran en los puestos que tenían antes.

¿Qué responsabilidad crees que tiene Santiago Carrillo en el desenlace de la guerrilla?

Florián:

Santiago Carrillo lo que hizo fue ayudar, o sea, mandar a los camaradas que había allí en Francia a que nos recibieran y enviarnos después a diferentes puestos. Algunos de los que pasaron, se quedaron a vivir en Francia. Yo me acuerdo del Angelillo, he tenido noticias de que está en Francia, casado y con hijos. Este Moreno también pasó a Francia y se casó con una italiana. Otro chico que enviamos a Francia ya que una bomba le había arrancado la nariz, este hombre se enteró de que yo vivía todavía y vino a vernos y estaba emocionadísimo, incluso ahora su hijo es del ejército francés. Le colocaron en un lugar que era un dirigente del partido comunista y tenía una buena posición y cuando fueron los gendarmes a por él, les dijo: "Señores este es mi trabajador y aquí está todo arreglado".

¿Crees que la dirección en Francia del partido tenía que haber sido más receptiva con vuestras informaciones?

Florián:

Lo que pienso, es que la equivocación de la dirección fue que en vez de cambiarnos de táctica, los que hubiera sido algo más justo, es retirarnos en el 48. Lo que pasa es que ellos, por los informes que enviaban, tu sabes que a veces somos demasiado triunfalistas, y no se pintaban las cosas que no estaban así, no eran verdaderas, las hacían a pinchadas, como si hubiera más, por eso algunos, cuando lo del Valle de Aran, una conclusión fue esa, entraron en el Valle de Aran pensando que en España estaba todo movilizado para ayudarles.

¿Una vez en Francia pasas a Checoslovaquia, cómo es tu vida en Checoslovaquia?

Florián:

Allí me estaban esperando. Primero estuve trabajando de tornero. Yo no había visto más que un torno en fotografía y me dan un torno y gracias unos cuantos camaradas que había allí me enseñaron. Yo pensaba, no me ha matado la guardia civil, no me va a matar el torno este. Luego después me pase a trabajar en la Federación Internacional, hacíamos un boletín de noticias para todos los españoles que estaban en los países socialistas y en el extranjero con noticias, las grababa y leía Le Monde, que era el diario que más publicaba más las acciones del pueblo español, de huelgas y tal, y así publicábamos el boletín.

¿Qué sensaciones tenías en Checoslovaquia cuando recibíais noticias de España?

Florián:

Tu me explicarás, como cuando oía el cante flamenco ese (Florián empieza a cantar) "Y adiós mi España querida, dentro de mi alma, te llevo metida" Lo que decía yo cuando oía al cantor ese, emocionadísimo, así que teníamos discos y teníamos de todo. Mi ambición era volver cuanto antes, no pude volver antes, no me dieron el pasaporte, sino hubiera vuelto enseguida.

¿Estabas enamorado de Remedios durante el tiempo que pasasteis juntos en el monte?

Florián:

Yo había conocido a Reme, y le tenía estima, pero como la línea que teníamos allí era muy estricta, teníamos que guardar las normas, tenía gran simpatía con ella, por su templanza, pero decir que estaba enamorado de ella, puedo decir que no. Luego, posteriormente me enamoré, pero en ese momento no, la tenía gran simpatía y luego, después, nuestro encuentro te lo puede contar mi mujer que lo sabe contar mejor que yo.

¿Reme como se desenvuelve tu vida desde tu detención en Burgos hasta tu encuentro con Florián en Checoslovaquia? ¿Cómo se produce tu detención?

Reme:

Cuando se iban a disolver las guerrillas, estaba en Villalonga y me descubrieron y tuve que volver a las guerrillas. Allí encontré a Esperanza y estuve unos meses allí y como se trataba de sacar a las guerrillas, me enviaron a Francia para hacer contacto de ir y venir y traer camaradas. Entonces tuve muy mala sombra porque la primera vez que yo vine, me acompañaban unos cuantos camaradas para pasar la frontera, ya que no podía venir sola, y cuando llegamos, la gendarmería cogió a uno de los nuestros y se armó un revuelo brutal por allí, de buscar gente y un revuelo de vigilancia. El partido se enteró de eso y enviaron a una persona para que nos dijeran que cambiáramos de frontera, que no fuéramos por esa y enviaron a Esperanza porque me conocía con otro, con tan mala sombra que cuando llegó a España Esperanza, aquel tipo, la delató a ella y dijo por dónde teníamos que pasar nosotros. Yo ya había recogido a tres camaradas en Salamanca e íbamos camino de Burgos, lugar donde nos íbamos a desplazar a la frontera, y cuando llegamos teníamos toda la estación rodeada y cuando llegamos nos detuvieron a los tres camaradas y a mí y nos llevaron a la cárcel. Nos tuvieron en Burgos, una semana o dos, y después nos llevaron a Madrid a los calabozos de la Dirección General. Allí estuvimos por lo menos quince o veinte días, en aquellos calabozos, que no es ni para describirlos. Allí te apalean, te desprecian, te hacen chinas, es algo que nadie sabe las barbaridades que se les ocurren. Una de las cosas que te dicen es "túmbate en el suelo", y yo decía "cómo me voy a tumbar en el suelo, túmbate tú si quieres" Y como no te tumbabas, te pegaban con las vergas hasta que caías y entonces te pisoteaban, te pegaban, en fin, calamidades no se pueden ni describir las que hacía esta gente porque eso es algo inhumano. De allí nos trajeron a Valencia y aquí estuvimos cuatro años. En Valencia la cárcel era muy mala, pues no había talleres ni nada. Todo el día en el patio, formaciones por aquí, formaciones por allí, y bueno, pues, pocas cosas podías hacer, las funcionarias hacían la vida imposible, lo peor que podían. Te castigaban de vez en cuando a no comunicar, en fin, las cosas que más mal podían hacerte.

Explican la anécdota del niño Jesús.

Los domingos hacían misa y el reglamento te obligaba a estar en misa, pero no te obligaba a rezar. Nosotros íbamos a misa por disciplina, pero nunca rezábamos. En noche buena hacían una misa especial y había un pasillo largo, largo, muy largo y ancho, allí estaba el altar donde hacían la misa y en un sitio se ponía toda la jerarquía, el director, el subdirector, los funcionarios, la gente que traían para que vieran la misa aquella y la presenciaran y por medio nos pasaban a las reclusas y el cura se ponía con el niño Jesús así en la mano y cada reclusa lo iba besando y pasaba a otro patrio. Veníamos las tres y una me decía ¿qué vas a hacer? "Hacer lo que queráis, no hagáis lo que yo haga sino queréis" Cuando llego a pasar por el niño, yo pasaba formada con todo el respeto que nos exigían, pero no le besé, porque no tenía obligación y no quería besarle. Y una funcionaria muy, muy mala, se llamaba Purificación, me cogió así del cuello y me dijo "bésalo" y en ese momento me puse tan nerviosa, que en vez de besarlo, le mordí, le di un mordisco que casi le dejo el dedito en la boca. Se quedaron espantados, como estaba la jerarquía allí y todo el mundo me vio, pues estaban asustadísimos. Me cogieron y me metieron en una celda. Me tuvieron un mes en la celda a pan y agua, y sin salir ni ver a nadie y al mes, cuando se cansaron, me soltaron. Las compañeras se reían, me decían "bruta, ahora si que van a decir que los comunistas se comen a los niños crudos" Eso fue una anécdota que lo pasé mal, pero me alegré porque tuve la ocasión de demostrarles que no tenía que hacer lo que el reglamento no me mandaba. Otra de las veces que estuve castigada también por el mismo cura, es que no rezaba, y como no rezaba un día me llamó a su despacho y me preguntó "usted por qué no reza" "pues por qué no tengo porque rezar porque no soy católica" "¿Cómo que no eres católica, tu no estas bautizada?" "Estoy bautizada pero no profeso la religión católica, entonces no soy católica" "¿Tú por qué estás aquí?" "Quiere usted saber por qué, por cumplir los mandamientos de la ley de dios" Y aquel me hecha una mirada y me dice "¿Cómo que por cumplir los mandamientos?" "Sí. Ustedes dicen hay que dar de comer al hambriento, de beber al sediento y posada al peregrino ¿verdad que en los mandamientos dicen eso?" "Si" "Eso es lo que yo hice, dar de comer, de beber y albergar al que lo necesitaba que todos son hijos de dios ¿no?" "Ya sé, usted está aquí por bandolerismo" Llamó a una funcionaria, me metió en la celda otra vez y me chupé otro mes de celdas solo por decir eso. Por algo digo yo que no hay ni un cura bueno.

¿Cuánto tiempo estás en la cárcel?

Reme:

En la cárcel, estuve ocho años y medio. Me pusieron veinte años y un día, pero como teníamos talleres de costura redimíamos por cada dos días, te quitaban medio. Luego hubo un indulto, no sé por qué, y también me cogió. Total salí con condicional eran dos años, lo que me correspondía. Había uno que respondía por ti y podías estar en la calle con el aval de esa persona hasta que cumplías dos años. Mi cuñado tenía una hermana en Valencia y mi cuñado fue el responsable. Me fui a Valencia y estuve presentándome todos los meses en la comisaría y cuando terminé la condicional, me hice un pasaporte con muchas dificultades y por mediación de amistades me hicieron uno y me marché a Francia. Allí hice contacto con el partido, como es natural y seguí trabajando con el partido. A los seis o siete meses el partido, me mandó a Praga. Necesitaban una persona de confianza, si yo quería ir a llevar unas cosas. Les dije que sí. Me dieron un número y me dijeron que cuando llegara allí llamara a la delegación, que había una delegación de camaradas y que salgan a por ti que vienes de París. Llamé al número y me contestaron que venían a por mí, "cómo vas vestida, para que te conozca. Yo soy un hombre pequeño con un sombrero" Y entonces conocí enseguida que era Florián porqué su voz es inconfundible. La alegría que me llevé fue menuda, porque creía que lo habían matado. Nos habían dicho en Valencia que había muerto en el paso de la frontera. Él no me conoció. Cuando llegó allí en la estación y nos vimos, podéis imaginaros el abrazo que nos dimos llorando los dos como dos críos al vernos y ya llegué allí. Hice el trabajo que el partido me mandaba, entregué lo que llevaba, pero se me pasó el pasaporte y no me lo daban. Entonces ya coincidimos todo el tiempo y ya decidimos casarnos. Se vivía bien, de todos los países, era uno de los que mejor se vivía. La cosa del idioma a mi me amargaba, sobre todo los primeros meses, porque empecé trabajando en un taller de costura y allí no había ningún español solo checos y checas y es el idioma más enrevesado que te puedes imaginar. Por señas, cuando me faltaba algo de costura, cualquier cosa y llegaba a casa amargada, gracias a que el carácter de Florián que cuando me veía así empezaba a reírse y a decirme bobadas y se me pasaba. Pasé a los dos años pasé a trabajar en la Federación Sindical Mundial y allí era otra cosa. Había gente española, era otro trabajo, hacíamos un periódico y revistas para todos los países.

Nuestra estancia allí fue muy maja, lo único es que teníamos muchas ganas de venir, tanto él como yo, estábamos locos por venirnos a España, nos acordábamos de España y decíamos "¿Y cuándo iremos?". Había que comprar algo y decíamos "No, no, porque nos vamos a ir pronto" día si y día no, así nuestra vida, esperando, esperando para llegar a España, hasta que ya llegó el momento que por fin le dieron el pasaporte a Florián y a mi también y pudimos volver a España.

¿Qué sentisteis cuando murió Franco?

Reme:

Una alegría muy grande y una pena. Una alegría porque se había muerto y una pena porque si se ha tenido que morir en la cama. Este tío cabrón se ha tenido que morir en su cama, si se merecía, haber muerto hecho chichinas. Pero bueno, lo celebramos con champan, teníamos la botella en la nevera esperando a que dieran la orden y dijimos por lo menos ahora algo cambiará. Y efectivamente algo cambió y cambió, pero no todo lo que hubiéramos querido, porque desde luego esta gente que ganó se hubiera comportado de otra manera no tendríamos a esta gente de nuevo en el poder.

¿Cómo consideras el trato que ha tenido el estado español con los guerrilleros?

Reme:

Muy malo, porque no se ha acordado de nosotros para nada. Como si no hubiéramos existido, pero ellos saben que nosotros fuimos los primeros, fueron los camaradas, yo luego me incorporé, a defender la república y no éramos ningunos bandoleros, éramos gente republicana armada que luchábamos como se podía en el monte. Qué es lo que queremos ahora reivindicar. Y en cambio el estado democrático no se preocupó para nada de nosotros. Te tengo que decir que estoy amargada con ellos por eso. No solamente por lo poco que se han preocupado de nosotros, también por las cosas tan feas que han hecho. Hubo un decreto que todos los republicanos que habían estado en la cárcel les iban a dar una indemnización. Efectivamente, pero esa indemnización les alcanzaba solamente a los que habían cumplido los sesenta y cinco años y los que no habíamos cumplido los sesenta y cinco años, quedábamos bastantes, yo era una de ella. A mí que más me da que tuviera sesenta y cinco años cuando salió la ley o no los tuviera, si me pasé mi juventud en la cárcel. Cuando me pegaron no me dijeron "como no tienes los sesenta y cinco años, a ti no te vamos a tocar. Una cosa horrorosa que hicieron, que lo veo muy, muy, mal, porque tendría que haber sido para todos y no solamente para los que tuvieran los sesenta y cinco años.

¿Qué responsabilidad tiene la izquierda al no haberse realizado vuestro reconocimiento?

Reme:

La izquierda tiene mucha, porque es la primera que tendría que haber empezado a luchar para que se reconociera. Porque esa gente de la que hablábamos, de Carrillo de todos los dirigentes que estaban con la guerrilla y que nos hicieron formar la guerrilla, ellos tienen su responsabilidad. En el momento de entrar en la democracia ellos son los que debieran haber hecho un decreto para que se reconociera a la guerrilla, sobre todo para que la gente lo supiera, porque ahora mismo en las escuelas no se tiene ni idea, ni los estudiantes saben qué fue la guerrilla y quién han sido los guerrilleros. He hablado con muchos jóvenes y me dicen: "Reme, en cuanto llega la guerra ya no te dice ningún libro, nada de nada" Entonces creo que la izquierda con tantos años que ha estado, sí que podría haber hecho algo. Por eso y por nosotros, por haber reconocido algo.

Florián nos canta,

"La baña el sol cuando sale, la cama donde yo duermo, la baña el sol cuando sale y entretanto me entretengo en contándole los lunares de una serrana que tengo".

Cuando llegué a Checoslovaquia me hubiera gustado tocar la guitarra, porqué en cuanto estabas en un sitio enseguida decían, traer una guitarra que aquí hay un español, pero que te crees que todo el mundo en España sabe tocar la guitarra, no jodas, yo canto pero de guitarra nada. Yo pensaba, por qué no habré aprendido a tocar la guitarra y me hacía el amo aquí.

Reme:

Unos jóvenes de un instituto que vinieron a hacernos una entrevista, me preguntaron: Nunca se han sido infieles ya que han estado por ahí tan lejos el uno del otro. Me entró una risa, les dije por mi parte no, por la de él no sé. Que chavales más ricos.

Dices de la juventud, pero da gusto verla. El otro día vino la hermana del Che Guevara a Valencia, a la universidad, si hubieras visto la cantidad de jóvenes que había y me dio una alegría ver tanta juventud, en los pasillos, en la tribuna, en las ventanas por el suelo, todo gente joven y yo digo no es la juventud tan pasota como dicen, hay juventud maja.

En Memoria de Adolfo Pastor Jarque.

En Memoria de Adolfo Pastor Jarque.

Adolfo Pastor Jarque. Conversación con Ernesto.

Central del Maestrazgo. José Giménez Corbatón.

CENTRAL DEL MAESTRAZGO
Texto y fotografías: José Giménez Corbatón.

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UNO 

En 1925, Ramón Corbatón y María Carod abandonan la central de la “Fonseca”, en el cauce alto del río Guadalope, para instalarse en un viejo molino que se encuentra a casi tres horas de camino aguas abajo; pegada al molino y aprovechando el pronunciado desnivel del terreno, la empresa morellana propietaria de la “Fonseca” acaba de poner en pie una nueva central eléctrica que tomará el nombre de la comarca, “El Maestrazgo”. En ese tramo del Guadalope, numerosas piedras desprendidas siglos atrás de los murallones de las Carcamas salpican el cauce hasta el punto de que en ciertos lugares las aguas se hacen casi invisibles. De ahí que la gente conozca aquel sitio como “Cantalar” y que a la central, a veces, la llamen “Central del Cantalar”. A Ramón y a María los acompañan nueve de sus doce hijos, pues los demás han muerto siendo aún niños.

De las dos máquinas, hoy tan sólo una acostumbra a funcionar, pues el caudal de las aguas no es tan abundante como en otros tiempos. He visto en mi niñez el Guadalope inundando el molino convertido ya en gallinero, el agua embarrada y turbia alcanzando casi el lavadero a la entrada de la casa; recuerdo un verano de tormentas en que, absortos por la riada, apenas vimos cruzar frente a la ventana del comedor un buitre de vuelo extraviado y fundido con el aire impetuoso que producía la corriente. En una de las máquinas se lee “Ateliers des Charmilles S.A. 1923 Genève Nº 1187”.

El molino, que no dejará de funcionar hasta el final de los años cuarenta, se encuentra en una de las zonas más angostas y profundas del Guadalope. Quien quiere acercarse a él no lo adivina hasta llegar a la misma puerta de la central. Situado en el margen izquierdo del cauce, la violenta pendiente permitió la instalación de los tubos que absorben el agua de un canal nacido en la zona alta del río, a medio camino de la “Fonseca”. En la otra orilla se yergue la mole rocosa de las Carcamas, una tortuosa pared, rojiza y gris, que recorre varios centenares de metros río arriba y que se eleva en el aire unos trescientos metros sobre la central.

La central del “Maestrazgo” se compone de dos cuerpos. El conjunto, desde el río, llama la atención por sus diversos cárcavos. Están, a la izquierda, los tres pequeños del molino, y a la derecha el grande de las turbinas. La casa tiene tres pisos, el más bajo de la muela, convertido luego en corral, el de las habitaciones, situado al mismo nivel que la central eléctrica, y el de la falsa. La central es un poco más alta que el edificio del molino. Ambos se comunican por medio de un voladizo añadido en 1925 que hoy es sólo comedor pero que, hasta que murió la abuela María en 1964, fue comedor y alcoba. Debajo del voladizo hay un paso abierto con techumbre de guijarros; encima, un solanar. Por el paso abierto, que llega del río, se accede al lavadero y a la casa, a la cocina y al pasillo que conduce a las habitaciones.

Las habitaciones están a la izquierda, y son cuatro. A la derecha hay un váter, una especie de cabina suspendida en el aire con un simple asiento de madera en cuyo centro hay un agujero redondo y un tape con asa, también de madera. La central debía de ser la única casa de Ladruñán que tenía un váter. Tanto éste como el lavadero desaguan al río por los cárcavos del molino.

El pueblo, Ladruñán, se levanta en una ladera reseca, a más de una hora de camino desde “El Maestrazgo”, detrás del Cabezo y Ermita de Santa Bárbara, lejos del Guadalope. La aridez de Ladruñán contrasta con el verdor que rodea la hidroeléctrica; en verano, la luz ahoga el pueblo, mientras que chopos y árboles frutales visten de sombras y de luz espejeante y tibia el viejo molino. Ladruñán tiene dos barrios; Crespol, el más cercano, apenas media docena de casas, y La Algecira, más grande y casi sobre el río, mucho más alejado del núcleo principal. A espaldas del pueblo, junto a la Peña del Cuchillo, y a notable altura, está la Cueva que todos llaman del Convento, pues en ella hubo monjes Servitas hasta que en el siglo XVII la abandonaran, al decir de don Pascual Madoz, “por su insalubridad y falta de ventilación”.

Río abajo, a una hora de marcha desde la central, sobre una colina de perfiles suaves, dormita Santolea como una serpiente de colores acostada en la pendiente. En lo alto, la calera donde se arrojan las reses y las caballerías muertas, el calvario y el cementerio. En el centro, la vieja iglesia de Santa María Magdalena, con su torre cuadrada. El pueblo muere a orillas del Guadalope, que se sumerge en el pantano unos centenares de metros después. Santolea será derribada en los años sesenta por las excavadoras de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Antes, la elevación de la presa había servido de excusa para echar a sus gentes. Dejarán en pie la iglesia, el calvario del siglo XVIII, y el cementerio cuyas tumbas no tardarán en ser saqueadas, como la mayoría de las casas, antes de que la Confederación ordene tirarlas. El calvario y la iglesia acabarán convirtiéndose también en un montón de huesos. La desaparición de Santolea será un hito más en la lenta descomposición de las sierras turolenses y en la progresiva destrucción de su frágiltejido humano y productivo. Se quiere borrar hasta la memoria de las cosas.

El partido judicial de toda la zona es Castellote, antiguo enclave templario, donde apenas nadie recuerda hoy el milagro de la Virgen del Agua, su patrona, según el cual, y si hemos de creer el testimonio del padre Roque Alberto Faci su obra “Aragón, Reyno de Christo y dote de María Santíssima”, publicada en 1739, jamás se asentó cagada de mosca en los rostros ni en las manos de Nuestra Señora ni del Niño Jesús, pues, aunque en el retablo era “mucha la inmundicia de aquellas impertinentes avecillas que tanto nos suelen molestar”, había sido reparado por “sujeto sagaz, que acercándose un moscardón al rostro de Nuestra Señora como dando giros, se vio, antes de tocar el rostro, caer muerto sobre el Altar”. Y dado que la mosca es símbolo del maligno “Beelzebub, aquí hace María Santíssima ostensión de su poder, ahuyentando a todo inmundo espíritu que puede mancharnos”. El milagro puede resultar insignificante, y de ahí justificarse su olvido, pero a mí me parece que, en su escatología, muestra una virgen diáfana, un tanto brujesca, y a la altura surrealista de unas tierras azotadas sin tregua por la ruina.

Si mediado el siglo XIX, las poblaciones de Castellote, Ladruñán y Santolea se componían, respectivamente, de 1691, 631 y 671 almas (siempre según Madoz), en la fecha en que sucede el hecho principal de este relato, 1946, estas cifras se han visto ya reducidas prácticamente a la mitad. Y no creo azaroso que ese hecho principal sucediera en las postrimerías de agosto, pues es entonces cuando en Morella, cuna de la empresa propietaria de las centrales eléctricas que he mencionado, celebran cada seis años la memorable festividad de la Mare de Déu de Vallivana. A la Virgen de Vallivana le cupo el honor de servir en milagro más utilitario, aunque menos poético, que a su competidora del Agua, por lo que sus siervos no la han olvidado. Y es que los alivió de una epidemia allá por la séptima década del mil setecientos. Desde entonces la patrona ha dado nombre a más de una mayorazga del lugar, y, en fiel cumplimiento de un voto expresado por sus súbditos con ocasión de la mencionada plaga, recibe honores magnos en los llamados sexenios: celebraciones fastuosas en las que aparecen tapizadas de flores las calles como no acierta a verse en ningún otro sitio. Y el evento tiene lugar los días que culminan el mes de agosto: la virgen es traída a pie hasta la villa morisca desde el Santuario donde es venerada, a más de veinte kilómetros de distancia. 1946 era año del sexenio.

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DOS 

En 1946, de la familia Corbatón sólo quedan en “El Maestrazgo” la abuela, María, que ha cumplido ya los setenta años, y dos de sus doce hijos, precisamente los que llevan el nombre de los padres: Ramón, encargado de la central, María, la más joven, que tiene entonces veinticinco años. El abuelo había muerto poco después de proclamarse la Segunda República.

Cada verano, la abuela María aguarda la visita de alguna de sus hijas de Zaragoza con sus familias. Como si no hubiese sido suficiente tener tanto número, tres de sus vástagos, dos hembras y un varón, le nacieron ciegos, y se han abierto camino en la ciudad. La visita de sus hijas coincide a menudo con las fiestas patronales de Ladruñán, que se celebran el 24 de agosto, día de San Bartolomé.

El coche del correo, desvencijado, a veces con hombres encaramados en la baca, entre maletas y cestas, nos deja siempre en el apeadero de Santolea, detrás de la calera. Allí viene a buscarnos Ramón, Ramón y la yegua, o Ramón y la mula terca cuando Ramón vende la yegua para que todos la podamos echar de menos. Cruzamos el pueblo deteniéndonos en cada puerta (la visita anual así lo exige) y luego enfilamos la senda del lavadero comunal, cruzamos la junquera de las Contiendas -mi madre siempre me advierte que proteja los ojos de los dardos de los juncos-, el barranco del Gallipuente y las últimas huertas. A este lado de la pasarela húmeda y resbaladiza que salva el sobradero del canal, nos espera la abuela María; las hijas de Zaragoza la regañan cada año, madre, no cruce que un día resbalará y... abrazamos la carne blanda de la abuela y la abuela llora de gozo. Hoy se puede llegar en coche hasta la puerta misma de la central.

Santolea y Ladruñán viven del cereal, de la huerta y del ganado lanar. Algunos hombres trabajan en las minas de Castellote. Ni Ladruñán ni su término conocerán las trilladoras hasta los años setenta: no hay caminos por donde puedan transitar. Se trilla a la vieja usanza, y se aventa a merced del aire.

Ladruñán, la “Central del Maestrazgo”, parecen aislados del mundo en 1946. Nadie que no vaya aposta se acerca hasta aquellos lugares: hay que tener un motivo familiar, íntimo o sentimental. Se vuelve a ese cauce alto del río porque el río, con sus pozas, sus corrientes, su dibujo atormentado, lleva generaciones inoculándose en el corazón de quienes han nacido en ese lugar aislado del mundo, o de quien se sustenta en raíces que crecen entre el limo de ese río.

El “Maestrazgo”, en mi fantasía, es una isla. Allí leo “Robinson Crusoe” Soy un niño solo en la ciudad, y soy un niño más solo aún durante los veranos en la central. Cuando mis padres, mis tíos, la abuela, sestean, yo subo a la falsa, o subo a la noguera que está encima de la plataforma, y leo. Luego me siento con el tío Ramón en la mesita de madera junto a la cabina del teléfono y leemos juntos el Heraldo. Los Corbatón son una de las raras familias de la zona que recibe por correo el diario zaragozano; el Heraldo se lee de pe a pa, pero siempre con varios días de retraso, detalle sin importancia; el tiempo posee otro discurrir. El zumbido eterno de las turbinas no marcan el transcurso del tiempo, sino su perennidad. O su inexistencia. A mi abuela, que es republicana, el Heraldo le permite admirar a un conservador como Churchill, nunca he sabido el porqué. Quizá sea debido a que, en su imaginario personal, el político inglés representa más que nadie, gracias a su enorme envergadura corporal, el triunfo de los aliados. En la central leo el Heraldo, lo que no hago en Zaragoza, y leo “Robinson Crusoe” y “Tom Sawyer” y unas novelas románticas y baratas que encuentro en un baúl de la falsa, cuyos títulos no recuerdo, y de las que ahora ignoro el paradero. Vivo solo en una isla rodeada de agua: el río, el canal, las acequias, el sobradero, la balsa de la compuerta.

La primera radio la comprará mi tía María años después, cuando también ella viva en Zaragoza y forme parte ya de los que regresan en verano. Es sin duda el último regalo importante que recibe la abuela. Pero para entonces Churchill ha cedido todo el poder y la abuela no puede oírlo, ni se habla de él. La televisión ya no encontrará viva a Santolea, ni a la abuela. Se habrá de instalar la antena por encima de la lastra; yo nunca he visto una antena tan alta, mástil metálico y náufrago entre cantos de piedra y coscojas, y cientos de metros de cable serpenteando monte abajo sin el ímpetu del agua que alimenta las turbinas.

Todo está hoy como entonces. El banco de carpintero de mi abuelo, donde los guerrilleros reposarán las armas mientras colocan las cargas de dinamita en los generadores: tiene la madera más gastada que he visto nunca, y esos cinco tablones que alguien ha repuesto no acaban de armonizar. La mesa pintada de negro en la que leíamos el periódico o jugábamos al julepe. La puerta de la cabina telefónica: los cristales dejan ver el interior desnudo, pues han instalado un aparato más moderno junto a la entrada. El azulete ajado de las paredes. Las ventanas tapiadas, transformadas en armarios desde que los maquis entraron por ellas. El cuadro de los contadores y las palancas, todo al alcance de las manos, sin protección; no nunca los consejos familiares: las palancas, hijo, sólo que las rozaras...

Durante mis veranos en la central nunca se habla de los maquis. Los hechos, sin duda, están aún demasiado cercanos. Es un tema que nadie menciona, o que apenas se insinúa. Siempre he sabido que la central donde parte de mi familia lleva viviendo casi tres cuartos de siglo ha sido dinamitada en dos ocasiones, y que en ambos casos los que destruyeron sus máquinas de luz eran de nuestro bando. Pero durante mi infancia aún no se quiere recordar los pormenores, lo que de verdad sucedió. Yo, entonces, no entiendo ese silencio. Imbuido de libros de aventuras, de novelas del Oeste, de tebeos de Hazañas Bélicas, Robinson niño entre chopos, nogueras, y un peral que da frutos gigantescos y que llamamos peronero, bendito árbol que el tiempo ha borrado y que ha dado sombra durante décadas a una de las pozas más amorosas del río, qué detalles no habría añadido a los hechos simples y claros que ahora, por fin, estoy contando. Escapa a mi mundo de niño aquel silencio, y por ello aumenta su misterio. Ahora, por fin, entiendo la razón última y profunda del secreto: mi familia no puede lanzar una y otra vez a los cuatro vientos, a todo el que quiera oírlo, que ni en un caso -el de la guerra civil- ni en el otro -el de los guerrilleros de Levante- ha sufrido el menor daño ni guarda, en el fondo, mal recuerdo. Los maquis, hijo, me han repetido más tarde muchas veces, “no hicieron ningún disparo. Se portaron como caballeros”. Eso es, sin duda, sobre lo que no quieren insistir. Pero hay un gesto más, inolvidable.

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TRES 

Toda la familia ha subido al baile que se celebra en el trinquete. Éste, como es habitual en muchos pueblos turolenses, se halla situado debajo del ayuntamiento y se cierra con arcos por el lado de la calle. La abuela María, durante las últimas semanas, se muestra temerosa de que sus hijos anden de noche por los caminos. Desde los tiempos de la guerra civil no se le ha visto tan inquieta. Se habla mucho del maquis. Los hombres del Val de la Bona se han echado hace meses al monte y se dice que ahora andan con guerrilleros entrados en España por el Valle de Arán. No hace mucho, su hija María, al ir a cerrar la compuerta del molino, bien entrada la noche, ha oído silbidos en torno suyo; unos parecían provenir de la lastra, por donde llevamos a apacentar las ovejas, y otros por los bancales del Brea, ha dicho la chica. La joven ha vuelto a casa diciendo que, al oírlos, lo mismo le dan calores como que está sudando. La luna clara multiplica las sombras y el miedo. La abuela María ha llegado a la conclusión de que algo se prepara en las cercanías de la central, o en la central misma, pero prefiere no decir nada. No sería la primera vez que el edificio es un objetivo de guerra.

María Corbatón, la hija, es muchacha observadora y sagaz. Llama la atención el brillo alegre de sus ojos claros. Baila sin dejar de mirar a su alrededor, como acechando quién ha de ser el próximo mozo que la invite. Hace rato que ha reparado en el hombre que se pasea en solitario por delante de la puerta de la iglesia. Lleva un traje marrón de pana, oscuro y brillante por el mucho roce; el pelo muy corto, rapado. Pero lo que más le divierte son las alpargatas blancas y sucias atadas con cintas de tela sobre el empeine y en torno a los tobillos.

  • Ha de ser por fuerza masovero -les dice bromeando a sus amigas-. Ni para zapatos tiene.

El hombre da vueltas, fuma sin parar, mira con expresión ceñuda; tiene la piel morena y cuarteada; no saca a bailar a ninguna chica. Se aleja del lugar antes que nadie.

Pero hace poco que se han reanudado los bailes en el pueblo; no es cuestión de perder el tiempo con un forastero, o con el humilde peón de algún masada lejana.

Se van los músicos y los jóvenes se demoran un rato en la taberna, a la izquierda del trinquete. Alguien ha traído unas guitarras y se oyen cantos en el piso de arriba. Se saborean los últimos vasos de vino.

Al día siguiente, en la central, todo será hablar del baile, de los festeos en ciernes, de los rostros que han visto sonrojarse. Nadie se acuerda del masovero sin zapatos, ni de sus alpargatas blancas y sucias. La familia va a trabajar a las huertas del otro lado del cauce, frente a la central. Hay que limpiar de hierbas las zanahorias. Los Corbatón viven del sueldo de la empresa, de las ganancias del molino, de dos palmos de tierra duramente trabajada, de cuatro animales para ir tirando. La central sólo da un salario y el molino dejará pronto de ser útil. El huerto aguarda. Las zanahorias se engordan más sin hierba alrededor. Lo saben, esa misma noche, los maquis que irrumpen en la central recién acabada la cena:

  • Les hemos visto trabajar el huerto, junto a la chopera; toda la tarde.

Han estado vigilando. Desde las Cambretas. Las Cambretas son una cueva de paso para los guerrilleros. Un buen puesto de observación. Las Cambretas es una grieta en la mole pétrea de las Carcamas, en la punta más alta, donde arranca la cresta si se mira desde Santolea. Y si se mira desde las Cambretas se divisa, en días claros, hasta Castellote, perdido en la lejanía, y, por el otro lado, los molejones que tapan Cuevas de Cañart. Oteando desde el mástil de la cueva, a la espalda, la mirada se extravía por la hoya de Bordón.

Los guerrilleros han venido por el río, han cruzado por debajo del paso voladizo y allí se han dividido; cinco han entrado en la casa por la cocina y otros cinco por las ventanas de la central, las que dan a la parte de atrás, a un pasillo ancho y cimentado llamado, por costumbre, la plataforma. Las otras, las que miran al río, habrían tenido que escalarlas. Ramón, que está de servicio, se ha levantado hace unos minutos de la mesa al sentir un descenso violento de la luz y la aceleración de las máquinas. En ocasiones así, o durante las tormentas eléctricas, las máquinas se ponen a rugir como elefantes encolerizados, y la intensidad eléctrica oscila igual que si la vapuleara el viento. Sólo que esa noche de agosto no hay tormenta, el cielo aparece estrellado, en calma, y la familia ha cenado con la ventana que da al río de par en par.

  • Es la “Fonseca” -dice Ramón al traspasar la puerta que comunica el comedor con la central.

Los que entran por la plataforma lo encuentran en la cabina del teléfono. Ramón, al verlos, cuelga el auricular.

  • ¿Con quién has hablado, Ramón?.

  • Con nadie.

  • ¿Cómo que con nadie? Si llevabas la bocina en la mano.

  • No he hablado con nadie. No me han contestado. Llamaba a la “Fonseca”. Ha habido un “desacople”.

  • La “Fonseca”, la han volado nuestros compañeros. Y aquí venimos a hacer lo mismo. Tenemos que dinamitar la central. Me creo que no hayas dado aviso.

Un yerno de Zaragoza, ciego como su mujer, esta lavándose las manos en el lavadero; luego, espera que sequen y se pone a liar un cigarrillo con las últimas briznas de la petaca. Mañana Ramón bajará a Santolea y comprará tabaco en la tienda de Ronzano. La noche es tibia y hermosa, y todo parece dormir en medio del silencio. Se oye el canto antiguo de los grillos en el monte y la bulla de las ranas en la acequia. El ciego ve la noche a través de los sonidos y fuma sin prisa los restos del tabaco; se ha hecho un cigarrillo muy fino, para poder fumar el último con el desayuno, al día siguiente. Irá al pueblo con Ramón y saborea ya el vino áspero de la taberna de Aurelio.

  • Buenas noches.

  • Buenas noches. ¿Por aquí a estas horas? -el ciego chupa del cigarrillo y expulsa el humo despacio, tratando de tapar la inquietud.

  • A ver si tuviera usted tabaco.

  • Me estoy fumando el último. Mañana mi cuñado bajará a Santolea.

  • Esto sí que es suerte.

El ciego ha oído un ruido metálico, y su instinto le dice que es el ruido metálico de un arma.

  • Acompáñenos adentro. Somos guerrilleros de Levante, pero no ha de preocuparse por nada.

  • Pues vienen un día que estamos toda la tropa; la familia entera de Zaragoza.

  • Lo sabemos. No pase pena. Acompáñenos adentro.

Venimos a volar la central, dicen. Ramón, la abuela María, como si se hubiesen puesto de acuerdo, arguyen lo mismo llevándose las manos a la cabeza. Pero, ¿ustedes saben lo que van a hacer? Es que dejarán muchas familias sin pan. No hay más remedio, cumplimos órdenes, consignas. Es nuestro deber. Somos guerrilleros de Levante. Lo pone ahí, en sus brazaletes tricolor: A. G. L. y A. N. Y dos brazos con las manos cruzadas. “Todo delator, consciente o inconsciente, de los guerrilleros, será ajusticiado inmediatamente por los mismos”, dice uno de los escritos que le dan a Ramón. Para que se sepa. Y el otro: “No hay honor mayor para un hijo de España que formar parte de las filas guerrilleras. Obreros, campesinos, soldados, antifranquistas todos, incorporaos a las guerrillas”. Señora, esto es un asunto político. Además, así también les damos trabajo a los obreros.

  • ¿Y pan?.

  • El justico les podemos dar -responde la abuela-. Precisamente mañana subimos a masar a Ladruñán. Aquí no tenemos horno. ¿Y mi hijo Ramón?.

  • Está en la central, con los compañeros.

  • ¿Qué compañeros? ¿Por dónde han entrado? Cada noche cerramos la puerta grande.

  • ¿Quién hay arriba?.

Por entonces, en la falsa, vivía temporalmente otra familia. El hombre es un conocido partidario de Franco. Nadie sabe a ciencia cierta lo que ha hecho en la guerra. La joven María responde:

  • No hay nadie. Se fueron hace unos días.

  • María, tú me vas a acompañar arriba, a ver si es verdad que no hay nadie.

No vienen sólo a volar la central. Buscan al Centeno. Qué le hubiera ocurrido, nunca lo hemos sabido. Ni cómo acierta a marcharse unos días antes de la llegada de los maquis.

  • María, tú irás delante.

El hombre que parece dar las órdenes le clava el cañón de la pistola en la espalda. En ningún momento, mientras dura la visita a la falsa, María Corbatón deja de sentir la dureza del metal en las costillas. La muchacha suda, pero es un sudor frío. No es posible que esto acabe mal, piensa. No me puede pasar esto. No hemos hecho nada para que paguemos los platos que otros han roto de mala manera, piensa, y sube uno a uno, despacio, la docena de escalones que trepan hasta la falsa.

En el rellano luce una bombilla sucia.

  • Apaga la luz -le dice el guerrillero.

  • No hay llave. Está siempre encendida, día y noche. Aquí se fabrica luz, y no nos cuesta nada.

  • Afloja la bombilla.

  • Es que no llego. Como no la afloje usted.

  • Déjala pues. Sigue andando.

La cocina está al fondo del pasillo. A la derecha se abren, como bocas negras, las alcobas. A la izquierda los postigos de madera, cerrados, tapan el fragor del río y la respiración dormida de los chopos.

  • Hasta la cocina.

A María, sin saber el porqué, se le ocurre que el Centeno podría haber vuelto. Ha podido volver sin que nadie lo haya visto. Dios mío, no es posible que esto acabe mal para nosotros.

Y en ese momento, te lo juro, justo cuando vamos a cruzar el umbral de la puerta, me acuerdo de la guerra. De súbito me viene la guerra a la cabeza; dicen que pasa cuando uno se va a morir, que se le agolpan muchos recuerdos a la vez como una cuerda de presos liberada. En la guerra también vuelan la central, los republicanos, en la huida, o en la desbandada podríamos decir. Entonces nos hacen salir a la acequia del molino. Los soldados en retirada están en lo alto, en las Carcamas. Han cogido de casa colchones de aquellos de corcho. Nos vamos las mujeres, entonces sólo estamos las mujeres en casa para llevarlo todo, el molino, los huertos, los animales, todo, y aún nos caen unas piedrecicas de la explosión. Los nacionales, después, les harán una bolsa, desde el Mas de las Matas, por El Forcall, una bolsa, y los cogerán dentro como en un corro. Allí se entregan muchos, y muchos otros mueren. Tenemos que irnos evacuadas a la Algecira. Y por el camino baja uno del pueblo con los moros, a violarnos. Les han hablado de las chicas de la central, de que éramos rojas. Y los soldados que están en las Carcamas se ponen a dispararles y nos gritan, no paséis, no paséis, que bajan los moros. Yo tenía poco más de quince años. Después, en la Algecira, de noche, la abuela no puede dormir, tiene un desasosiego que no puede dormir. Pues, ¿y qué será? Allá a las diez o las once de la noche, pam, pam, llaman a la puerta. ¿Quién va? Bajen. Abran. Y se encuentra con dos o tres soldados. Les acompaña gente del pueblo. Que se tienen que venir con nosotros a Ladruñán. ¿Y a qué hemos de ir? Usted, no, mi hermana Rosalía no, porque era ciega. Usted se queda aquí. Las llama el comandante y tienen que venir. Los nacionales se han hecho con todo. Pues a Ladruñán. La tía Rosalía, pobrecica, se ha de quedar sola con una vecina que ni conoce. Y allí que vamos la abuela, tu madre, otra chica de La Algecira y yo. Nos acusan de espías. Fíjate, que si les hacíamos señas a los rojos, que si..., qué se yo, mentira todo. Y que nos tienen que fusilar. ¿Que nos tienen que fusilar? Dice, sí, sí. Pero resulta que el comandante ha ido a parar a casa de unos que nos conocen bien, y se ve que hablan. Y les dicen, pero cómo van a matar a esa familia si son tan buena gente, si no han hecho nunca nada, son de izquierdas, sí, pero no han hecho mal alguno a nadie. Conque no sé cuántas veces nos llaman a declarar, y las declaraciones nuestras se las pasan al comandante, y el comandante ya ve que somos buenas personas. Y dice, bueno, pues no las vamos a matar, pero les vamos a cortar el pelo al cero. Y nos llevan a otra casa a cortarnos el pelo al cero. Y aquel hombre que nos tiene que rapar aún nos da un trozo de chocolate a cada una, está malo en la cama, y dice, os lo voy a dejar, el pelo, mejor que lo lleváis. Y tampoco nos lo toca, hala, hala, que hay una gente más mala en este pueblo, nos dijo el hombre... Un sargento o un alférez, algo así es. Y cuando, quince o veinte días después, bajamos otra vez a la central, pues ya vemos que se nos han llevado las gallinas, el cerdo, y el caballo, pero el caballo se les escapa. Nos han saqueado la casa, los del pueblo nos roban muchas cosas: piezas de ropa, un violín. Fíjate tú de qué poquica cosa puede llegar a depender tu vida.

El guerrillero se adelanta a abrir una ventana. Luego se queda quieto, acechando las sombras. El guerrillero se acerca al hogar y hunde los dedos de la mano izquierda en el rescoldo apagado, frío.

  • Tienes razón. Aquí hace días que no vive nadie.

Vuelven abajo.

  • Van a venir todos arriba, al canal, para que no les pase nada.

  • ¿Y Ramón? -insiste la abuela.

  • Por Ramón no tiene que preocuparse. Se ha de quedar con los compañeros.

Un desfile lento; la luna menguante apenas ilumina la senda. Alguna nube deshilachada, a veces, juega a ponerle velos. Están las dos hermanas ciegas, y el cuñado, también ciego. El monte es pedregoso. Los cinco guerrilleros, vestidos de pana oscura, van detrás. Pasan junto a los corrales, y ha balado una oveja. Se oye un mochuelo, casi como un maullido. Cruzan unos huertos pequeños y llegan al cobertizo de la reja que filtra el agua del canal antes de que se zambulla en los tubos de la central. Desde el camino de la era, cruzan el canal por un puente estrecho: dos troncos, unos cañizos cubiertos de piedras. Los ciegos, ayudados por los hombres armados, trastabillan.

  • ¿Qué están haciendo? -pregunta la abuela.

  • Acaban de colocar las cargas.

Se quedan todos quietos, mirando abajo, oyendo muy abajo el fragor de la central que tapa el del río. El canal, a sus pies, discurre silencioso y negro.

María Corbatón rompe ese silencio, ese rumor sordo que viene de abajo.

  • ¿No era usted uno que estaba ayer en el pueblo, frente al trinquete?.

Se ha dirigido a uno de los guerrilleros.

  • Yo mismo.

  • Pues lo tomé por un masovero.

El hombre se ríe.

  • Por llevar alpargatas en un día de fiesta, fíjese.

El hombre se ríe otra vez.

  • Ya suben los compañeros.

Ramón va delante. A Ramón se lo llevaron tarde a la guerra, cuando llamaron a su quinta. No pegó nunca un tiro, fue siempre cocinero de tropa. En febrero del 39 se une a una fila de huidos y acaba en un campo de prisioneros, junto a un mar que no conoce. Cuando oye las falsas promesas de perdón, regresa: tarde o temprano, piensa, volveré a la central, con los míos. No puede ser de otro modo. Y por fin lo hace tras permanecer largos meses prisionero de Franco. Ramón, durante la República, se había afiliado al sindicato socialista, como su padre.

  • Ya está aquí su hijo, abuela Carod. ¿Ve como no le hacemos nada?

Este guerrillero conoce el nombre de todos. La abuela hace un gesto de alivio mezclado con otro de reprobación: no faltaría más que eso, parece decirle al hombre.

  • Enseguida está y nos vamos. Han de entender que es necesario -el hombre, de espaldas a la luna, no deja ver su cara-; luchamos por restablecer la democracia del pueblo. Y por la revolución agraria. Que Franco sepa que sus días están contados. Hace ya rato que las campanas tocan a muerto para el fascismo. Pero ustedes no necesitan discursos.

  • Se habla mucho de Francisco, el del Val de la Bona, que se había echado al monte unos meses antes y se dice que anda ahora con el maquis comunista. Yo no lo he visto nunca, pero él nos tiene que conocer, conoce a todo el mundo en la zona. Los del Val de la Bona lo tienen todo muy preparado, a la fuerza ahorcan; ni el somatén ni los guardias los dejan vivir, por rojos, por haber estado en la cárcel, por lo que sea. Tienen un caño hecho por el que se puede pasar, una persona detrás de otra, agachados, desde el corral de las caballerías, hasta allá abajo, a no sé cuánto de la masada, y cuando vienen los guardias se meten por ese caño y se marchan. Pero un día se van los hijos, y el padre, y se quedan en el monte.

Una explosión sorda, en las tinieblas, apenas audible, y luego otra más fuerte en las Carcamas, que sube hasta la cresta y salta al pozo estrellado del cielo, el eco de la primera. Y luego el silencio más negro. La central y ellos en un silencio negro. Enmudecen los grillos y las ranas, el mochuelo, el tremolar dulce de las estrellas. La oscuridad oculta el estremecimiento de cada uno de los cuerpos; también los hombres que han colocado las cuatro cargas de dinamita sobre los rodamientos y los volantes de las máquinas se han estremecido y el frío repentino les hace aferrar las armas con más fuerza. El ciego enciende su último cigarrillo, el del desayuno de mañana, y ahora la luz de la lumbre es un punto rojo que garrapatea en la noche como un insecto furioso.

  • Adiós las fiestas de Morella.

  • Bien jodidas están, sí.

  • Con la noche tan serena, la explosión se ha tenido que oír en Santolea; darán parte a Castellote o vendrá el Somatén -dice Ramón.

  • Los “civilones” están ahora más cagaos que un recién nacido -el guerrillero remueve la tierra con la punta de la bota-. Y lo mismo el somatén. Además, en las Contiendas se encontrarán con algo que no les gustará nada.

Los dos que se han quedado más abajo han entrado en la central después de la explosión. Ahora hacen señas con la linterna desde una ventana.

  • Ya podemos bajar.

Como han hecho al llegar, el grupo de guerrilleros se divide. La abuela Carod cruza la cocina con el candil en la mano y va hasta la alacena del comedor.

  • Se ha roto mucha vajilla.

La alacena es de obra y está en el muro que separa la casa de la central.

  • La vibración, abuela. No se puede evitar.

Hay un baile de sombras negras en la casa.

  • Pasen a la central y verán que lo único que se ha dañado son las máquinas.

El hombre se queda callado, como si aguardara un gesto de aprobación.

  • Esto es un acto de sabotaje y propaganda.

La boca de las máquinas está retorcida. Las bobinas son un amasijo metálico. La máquina más pequeña se ha movido de su sitio. Del tablón de contadores, ennegrecido, aún surgen llamas azuladas y humeantes. La abuela Carod viene la última, con una vela encendida en cada mano. Las sombras danzan por las paredes, que han perdido parte de la pintura y del yeso. El suelo está sembrado de cristales. De la central se ha hecho dueño un aire picajoso, enrarecido.

  • ¿Han estallado todas las cargas?.

La joven María se asoma al río, mira el cárcavo; el olor del agua, de repente, envuelve la ventana que acaba de abrir para que el humo se disipe.

  • Ramón, ahora nos vamos. Darás parte en que pase media hora. Ni un minuto antes.

Y el guerrillero que los ha llamado siempre por su nombre se acerca a la abuela, ofreciéndole la mano.

  • Lo siento por la loza.

La vieja deposita una de las velas en la mesa de los periódicos y corresponde al saludo. El hombre, antes de ir hacia la puerta grande que los compañeros han abierto, se vuelve hacia la ventana por donde María sigue aspirando el río.

  • Vosotras sois el futuro, María.

Se acerca a la joven y la abraza.

  • Salud y libertad -dice el guerrillero.

  • De la manera que nos habla, es él, se dirige a nosotros cariñoso, como si nos conociera. Sabe que la abuela es la abuela Carod; Ramón, Ramón; y yo, María, su hermana. Y me da un abrazo fraternal y me dice: salud y libertad. Yo sólo he oído hablar de él, de que se ha tenido que echar al monte. Francisco, se llama; de los últimos que quedarán, con la Pastora. Nos tendrá vistas de las fiestas en el pueblo, qué sé yo.

  • Si suben los guardias, seguro que les tienden una celada.

  • No se moverán de Castellote hasta dentro de unos días.

  • La guardia civil no vendría aquella noche; ni las siguientes. Mandarán al somatén de Santolea; suben al caer la tarde, dos o tres hombres con escopetas. Nos siguen por toda la casa. Subimos a la falsa, te suben detrás. Sales al lavadero, ellos pegados a la espalda. No te dejan vivir. Los conocemos a todos. Del que más me acuerdo, uno que le dicen el Lango; se sienta con nosotras al fuego. No tenemos luz, claro, la central sin luz, y nos sentamos al fuego, con el candil dibujando humo y miedo colgado del halda de la chimenea, y hablamos. Hablamos de todo, de cualquier cosa, del tiempo, del baile, de si cundió la trilla, pero de política nunca.

    “Días después se instala un retén de la guardia civil en la central. Siete años más o menos. Se van turnando. Dos, tres, según. Viven en casa, en el cuarto del fondo, porque desde la ventana se vigila mejor río arriba. Se hace pesado, día a día, día y noche, a todas horas. Y cogiéndonos pimientos, tomates, lo que encuentran. Al cuarto que ocupan aún lo llamamos cuartel. Voy a dormir al cuartel, decimos. A veces usan el de los amos, frente al váter. Se traen la comida. Nos preguntan si les querremos lavar, y decimos que no, que un día o dos, aún será, pero de contino ni hablar. Se guisan en el hogar nuestro, allí en el fuego, por turnos. Nosotros o ellos primero, como venga la cosa. Pero lavarles, no, si les ves una camisa muy sucia que les corre prisa, se la lavas a lo mejor, pero no como obligación. Y ponen un cuartelillo en Santolea, y otro en Ladruñán... Al somatén de Ladruñán, por cierto, al año siguiente, le quitarán las armas los maquis, a todos el mismo día cuando vuelven del campo...”

× 

CUATRO 

Es junto al Raval de Jesús, en Tortosa, cerca del lugar donde el Ebro desparrama sus aguas, hace la tierra fértil y siembra un refugio de pájaros que pespuntean los arrozales de colores rosados o verdosos, brillantes de luz, trazos de vida, destino de muerte para el Rubio. Las garzas perforan el aire, y hay caballos y toros que miden su fuerza con el limo; el Rubio quiere envolverse en las alas de un ángel, cansado ya de ese demonio al que, según la gente, le ha vendido el alma desde hace muchos años.

Fin de trayecto, ha podido decirle a la Pastora. No hay más alas. O quizá no ha tenido tiempo de gritárselo. Tú espérame aquí, Teresa, le ha rogado, me gusta imaginármelo como acostumbra a verse este tipo de héroe en las películas. Son de confianza, quédate tranquila. Un enlace que se quemó y vino a dar por estas tierras. Nos han vencido, nos lo hemos repetido una y otra vez, y no hay más modo de salir que confiando en los que aún recuerdan el pasado. Siempre queda algún rescoldo de los viejos tiempos, de las huellas de los golpes. Se borran de la piel, pero el alma sigue empapada de ellos.

Ha llovido toda la tarde. O tal vez no. Me gusta imaginar que ha llovido durante horas, y que el Rubio y la Pastora han aguardado largo rato ocultos en una caseta abandonada, o debajo de unas chaparras, como cuando, meses antes, huyeron del Mas de Blasco porque uno de los masoveros volvió del pueblo, no con el dinero que le habían exigido, sino con la cuadrilla de somatenes y con los guardias. Corrieron hasta la Morilla por sendas que El Rubio conocía como nadie, la jauría armada echándole el aliento en la misma nuca. Se metieron así, como gatos enroscados, tumbados de lado, buscando un rato de sueño después de la desbandada, sin el mismo dinero que ahora buscan en el Raval de Jesús, dejando de oír poco a poco los pasos de quienes les acechan. Teresa, en esos casos, duerme con un ojo abierto, y a él lo despierta un temblor cualquiera que presiente en la tierra si algo se aproxima.

Así siguieron hasta el amanecer, y a Florentín, el masovero de la Morilla, mientras labraba el bancal para sacarlo de barbecho, el macho se le espantaba cada vez que daba la vuelta junto a las coscojas aquellas, tanto que al remate se dijo: pues aquí, esto, qué podrá ser; y fue y los halló a los dos; a Florentín le duró mucho tiempo la congoja de verse tan cerca del Rubio, y, aunque nunca lo confesaría porque no lo tacharan de poca sangre, divisó la sombra de algún muerto aún reciente en las pupilas del guerrillero.

Quiero imaginarlos acurrucados bajo la lluvia, enroscados como gatos en celo, allí en una caseta junto al río de aguas tranquilas, atisbando la noche. Recordando, quizá, lo que algún día fueron, o acaso lo que pretendieron ser. Extenuados por el lento desgranar de la huida, un rosario de atrocidades. La dicha mayor, el punto más luminoso de mi fantasía es pensar que el Rubio, durante esos instantes que preceden a su muerte, se acuerda de un simple abrazo. La mujer que me lo contó ahuyenta todos los miedos juntos de la vida recordando historias como ésta. El Rubio, la noche del Raval, evoca también los gozos que nos ayudan a amar la vida con todos los miedos juntos.

Después, la lluvia y la tarde cesan a la vez. Se oyen los primeros grillos. El hombre y la mujer aspiran el aire húmedo y perfumado de la hierba. Miran las huertas que jalonan la senda que han tomado. Bajan, en silencio, hasta la casa. Ésa es, dice el Rubio, tú espérame aquí, prefiero ir solo, y la decisión de ir solo se me ocurre porque quiero pensar que ha presentido la muerte. Puede ocurrir que, antes de llamar a la puerta, compruebe que no hay más gente en la casa que su amigo. Y allí, encaramado en la tapia, acechando en medio de la oscuridad la vida que discurre detrás de las ventanas, no ve el cañón del fusil prolongando el rostro, el ojo asesino, esa otra voluntad de muerte, y el plomo le revienta las entrañas. Corre sujetándose el vientre para que no se abra del todo, vomitando sangre, gritándole a Teresa que se marche, sediento, cada paso que da más sediento, como si el agua pudiese reparar el chorro de sangre que se derrama. Hasta el aljibe de los huertos. Y en el aljibe se convierte en dos hombres abrazados a la palanca de bombear el agua, unidas las últimas fuerzas en tirar arriba y abajo, una vez y otra, uno bebiendo vida y el otro perdiéndola.

Lo veo tumbado bajo las primeras estrellas de una noche en calma, rojo de sangre el vientre, las piernas, brillante de agua la cara. Y una voz rezonga a su lado:

  • Dejadlo. Se va a morir por beber agua.

El Rubio cierra los ojos, no puede hablar. Comprende que no hace falta pedirles que lo dejen quieto. Sólo desea dormirse del todo antes de que vengan los guardias. Prefiere no ser visto así, rendido, aspirando bocanadas de muerte como se aspira el humo de un cigarrillo. Son instantes en los que el hombre, piensa el Rubio, recupera la bondad, lo mejor que encierra. Olvida la mezquindad y el crimen. Los gemidos de los supliciados. El Rubio aspira la muerte y la muerte le llena los pulmones, los hace fértiles de paz definitiva; el Rubio, al morir, se reconcilia con la vida.

Me es difícil imaginar esa escena de otro modo. Nadie de los que la han visto la han contado en toda su verdad, y mucho menos quien empuñara el arma homicida. Todo en la vida del Rubio es nebuloso, se difumina entre el miedo y el silencio, la vergüenza de los criminales que ni siquiera aciertan a contar la historia a su manera. Lo que sabemos del Rubio no da ni para pergeñar una historia. Ni siquiera su muerte se ha convertido en leyenda: agoniza, me han dicho, junto a un aljibe, o a una acequia, el rostro contraído por el dolor de una herida que le quema las entrañas. Sus asesinos de ocasión han borrado las huellas. Han borrado la memoria del Rubio. Han hurtado incluso sus despojos al dolor de quienes los hubieran enterrado con un mínimo de dignidad.

Una leyenda, por débil que sea, da pie a que cada uno se quede con lo que más le guste de ella. De la leyenda inacabada del Rubio, las malas conciencias atesoran lo que les eriza la piel: que si al “Cabrito” de Castellote, después de matarlo, la partida le puso los genitales sanguinolentos en la boca; que si en Dos Torres de Mercader la misma gente del Rubio ató a una muchacha a una tinaja de modo que oyera los gritos de sus parientes ejecutados a golpes de azuela. Todo eso, el Rubio lo ha sabido siempre, sucede desde que el general Pizarro convirtió el Maestrazgo en un estercolero de guerra sucia. Cuando hay terror se responde con más terror. A la sangre con más sangre. Cuando algo así sucede las ideas se ocultan detrás de la tramoya. Es tu vida o la de ellos. Ni el Rubio ni su gente empezaron la guerra.

Por eso, porque puedo elegir entre los jirones de una leyenda sin hacer, me quedo con un episodio de la vida guerrillera del Rubio que, de algún modo, la dota de una luz especial y nos hace olvidar los terribles trazos -reales o no- con que las voces, entonces y ahora, acostumbran a emborronarla. Y quiero pensar que Francisco Serrano Iranzo, alias “el Francisco”, o alias “el Rubio”, elige también un hecho así, o cualquier otro similar, de los años en que la lucha guerrillera no se había convertido todavía en un ejercicio sangriento por sobrevivir, para despedirse en paz de la vida.

El Rubio cierra los ojos para morir pensando en los años en que no tenía que matar para vivir. Cierra los ojos para no morir doblado. Es más fácil disimular el dolor con los ojos cerrados. Porque es posible que ese amigo que te ha vendido, o ese enemigo que al fin te ha alcanzado, se compadezca de ti. Y si algo no le gusta al Rubio es la compasión. La compasión es el más desdichado de los sentimientos humanos, porque quien compadece se reconoce impotente. O se finge impotente, y eso es aún peor. El Rubio nunca sintió compasión, ni le tembló jamás el pulso al empuñar un arma. El Rubio cierra los ojos para mostrar mejor que no se doblega, que resiste hasta el último aliento: “Los comunistas son como el acero, ha dicho La Pasionaria, se les puede romper pero no doblar”. El Rubio está roto por dentro, pero se mantiene erguido ante la muerte.

Es el final de un trayecto sinuoso, el largo camino desde los puños noblemente levantados hasta este dolor en las entrañas que mata en escasos minutos. Un camino largo y lleno de vueltas desde la rabia hasta la furia. Desde la furia hasta la rabia. La furia y la rabia de los pobres. La muerte es ahora la esperanza. La muerte convierte en leyenda las razones, la muerte fabrica epopeyas. El tiempo lava los accidentes del camino. El Rubio cierra los ojos recordando, de repente, un abrazo envuelto en olor a río, un saludo libertario a una joven de ojos claros y alegres, un atisbo de esperanza en una noche más oscura que todas las noches sin luna del mundo.

El Rubio aprieta los ojos y ve, clarísimos, otros ojos, cientos de ojos como los de la muchacha que abrazó. Luego afloja los párpados, suspira el aire de la acequia en donde ha saciado la última sed, y se duerme pensando que está muerto.

Mayo de 1999.

José Giménez Corbatón.


Mi agradecimiento a María Corbatón Carod, que estuvo allí y me lo contó.

Relato publicado en Historia del Maquis en el Pirineo Aragonés. Editorial Pirineum.

Los materiales gráficos de carácter histórico pertenecen al Archivo del Partido Comunista de España y a los Archivos Históricos de la Guardia Civil y el Ejército y han sido publicados en los siguientes libros:

Maquis: el puño que golpeó al franquismo. Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón Josep Sánchez Cervelló, Carles Llauradó, Antonio Flores, Teresa Roigé, March March y Joan Carles Lleixà. Editorial Flor del Viento.

La Guerra de los Vencidos. El Maquis en el Maestrazgo Turolense. Mercedes Yusta. Institución Fernando El Católico.

Montaje: Olmeda

Antonio Delgado Viadera y Antonio Delgado Mir.

Represaliados del Molino del Peinado. Manzanera. Torrijas.
- Teruel -

La familia Delgado Mir regentaba el Molino de los Peinado. Se componía de cinco miembros: el matrimonio formado por Antonio Delgado Viadera y Marialina Mir Izquierdo y los hijos Carmen, Antonio, Candida, y Francisco; en la época que acontecen los hechos, Marialina Mir, estaba embarazada de otra hija.

Antonio Delgado procedía de Cartagena, según nos cuenta su hijo Francisco. El dueño del Molino del Peinado era natural de Torrijas, apodado el Royo del Mas de Moreno y también era propietario del Molino llamado de la Peña.

LA TRAGEDIA.

En la primavera, principios del verano del 1947 sobre las cuatro de la madrugada, cuando un grupo de guardias civiles al mando de un sargento, asaltaron el molino, deteniendo al molinero y, a su hijo mayor, también llamado Antonio. Los detenidos por colaborar con los guerrilleros fueron conducidos a Manzanera donde perdemos su rastro.

El molino fue precintado y la familia custodiada por una pareja de la guardia civil. Sufrieron constantes acosos y palizas sin respeto por el embarazo de Marialina. Más tarde fueron trasladados al pueblo de la madre de la molinera, Belmonte de San José, por la zona de Alcañiz, donde la molinera dio a luz a una niña. Marialina fue detenida junto con su bebe e ingresó en la prisión de Teruel durante dos meses.

Este año, durante las jornadas en Santa Cruz, un hijo de Felisa Montoliu, esposa del guerrillero llamado el Viejo, de Gúdar coincidió con Francisco Delgado Mir, hijo del molinero del Peinado, pues durante su traslado a Valencia por la guerrilla (Felisa muere en Mora torturada) pernoctaron en el molino dos noches junto con su hermano menor.

LUGAR DEL FUSILAMIENTO.

Según Romeu el molinero y su hijo junto con Jose Marco Escart, Jose Bertolín, un médico, del que desconocemos su nombre, José Martinez Rivera, alías Pepe el Mecánico, fueron fusilados en la cuneta de la carretera entre Torres Torres y Estivella; según Francisco que se a interesado en este asunto, cuenta que fueron nueve los fusilados y se efectuó en las proximidades de Albalat del Tarongers junto a las tapias del cementerio (parte posterior), José Ramón Sanchis, investigador, afirma que este fusilamiento le llamaron DE LA ROSA ya que el hijo del molinero llevaba una camisa blanca y los que de cierta distancia se acercaron confundieron al niño con una joven.

También se sabe que hubo un testigo presencial desde un promontorio cercano. Según Francisco era de un pueblo cercano. En la foto parece Antonio Delgado, el molinero, con una criatura al brazo, hijo de un guardia civil del que fue el padrino.

Agradecemos cualquier información sobre estos hechos.

José María Flor. La Gavilla Verde.

Otoño del 2005

Victorino Pereda Ortega “Ino”.

Victorino Pereda Ortega “Ino”, natural de Tormes, pueblecito burgalés, a escasos kilómetros de Briviescas.

Delegado político del Comandante “Carlos“ en la Agrupación Guerrillera de Cáceres.

Muerto en una emboscada de la Guardia Civil gracias a una delación de José Ballesteros González “El Carretero”, desertor o infiltrado, cuando se dirigía con “El Mexicano” (Alejandro Barroso Escudero) a la majada de la “Artijuela” a pertrecharse de víveres.

INFORME DE LA DESAPARICIÓN DE “EL INO”.

IDENTIDAD. QUIÉN.

Nombre y lugar de nacimiento: Victorino Pereda Ortega, natural de Tormes, pueblecito burgalés, a escasos kilómetros de Briviescas. Nació probablemente en 1912 o en noviembre o diciembre de 1911. Cuando murió en combate en noviembre de 1945 tenía la “edad de Cristo” como decía mi abuela; 33 años, con lo cual las únicas fechas posibles son las anteriormente reseñadas. Hacia 1930 marchó a la capital donde residió hasta el comienzo de la Guerra Civil.

Sexo: Hombre.

Nacionalidad: Española.

Estado civil: Casó con Encarnación Menéndez y tuvo dos hijos: José Luis Pereda Menéndez y Beatriz Pereda Menéndez. El primero tuvo a su vez tres hijos (José Luis, Begoña y Silvia) y la segunda dos hijos (Beatriz y Ángel, su nieto que escribe este breve informe). Encarnación, 15 años después, contrajo matrimonio con Domingo con el que tuvo una nueva hija, Tina. Enviudó poco tiempo después. Doblaba jornada en su trabajo de limpiadora en las pastelerías Mallorca y continuaba siendo una fiel militante antifranquista. En los últimos años de dictadura sufrió un derrame cerebral que le paralizó la mitad del cuerpo, que no la cabeza, que siempre le funcionó perfectamente. Murió hace más de tres lustros tras una larga enfermedad con un repentino desenlace. Siempre la recuerdo con el puño levantado.

Profesión: Guardia de Asalto republicano. Sirvió a la República entre 1936-1939 combatiendo en el frente de Madrid como Comisario delegado de Compañía del Ejército de Tierra (ver Diario Oficial del Ministerio de Defensa Nacional, Número 324, páginas 1065 y 1066, Barcelona 10 de diciembre de 1938). Después de la Guerra Civil tenía un puesto de venta de ropa en el Rastro.

Domicilio: Tras la Guerra vivía junto con su mujer y el primero de sus hijos en un chalet alquilado por el PCE en la zona de Arturo Soria-Ciudad Lineal. Este chalet servía como lugar de encuentro para los guerrilleros, escondite y “hospital” improvisado. Entre los episodios que contaba mi abuela del chalet en Madrid, recuerdo uno en el que estuvo atendiendo a un guerrillero con problemas en los ojos, corrió gran peligro de perder la vista, mi abuela, Encarnación, estuvo haciéndole curas y llevándole al médico haciéndose pasar por su hermana. Este hombre, más tarde, fue un delator.

Actividad política: era miembro del PCE. Con el final de la Guerra se alistó en la guerrilla antifranquista y sirvió en ella como enlace y delegado político del Comandante Carlos en el Ejército Nacional Guerrillero (Agrupación Guerrillera de Extremadura-Centro) operativo en Cáceres (véase página 230 del libro “La guerrilla antifranquista en Toledo” del profesor Benito Díaz Díaz, editado en 2001 por Colectivo de Investigación Histórica Arrabal; página 380 del libro del profesor Francisco Moreno Gómez “La resistencia armada contra Franco” editado también en 2001 por Crítica; página 130 del libro del profesor Julián Chaves Palacios “Huidos y maquis: la actividad guerrillera en la provincia de Cáceres 1936-1950” editado por la Diputación General de Cáceres en 1996). En estos tres libros se detalla la operación / emboscada donde cayó muerto por disparos de la Guardia Civil y somatenistas un guerrillero de la Agrupación de Extremadura Centro; aunque solo en el texto de Moreno se completa la información con los nombres y apellidos del guerrillero y su cargo en el Ejército Guerrillero. Más información sobre estos hechos también la podemos encontrar en la página 9 del VI Tercio Rural de la Guardia Civil. 106 Comandancia, en “Trabajos preparatorios para la elaboración de la Historia de la Guardia Civil en lo que afecta a la 106 Comandancia, Archivo Histórico de la Guardia Civil donde se alude a la muerte del delegado político de los bandoleros de la Agrupación Extremadura Centro, Ino, y donde se le define como un destacado elemento por sus fechorías y desmanes; páginas 83 y 274 (Ejército Nacional Guerrillero. Ejército de Extremadura y Centro. 1ª Agrupación Estado Mayor) del libro del Coronel de la Guardia Civil Francisco Aguado Sánchez “El Maquis en sus documentos”, editorial San Martín, 1976 donde se cita a un guerrillero apodado Hino como un heroico compañero y un buen guerrillero en palabras de “Carlos”). “El Ino” como le conocían en la Sierra, hacía numerosos viajes de Madrid a Cáceres y viceversa para prestar servicios de comunicación y logística; también pasaba temporadas en el monte cacereño en la división comandada por Joaquín Ventas Cintas “Chaqueta Larga”, la división 13.

TEMPORALIZACIÓN. CUANDO.

Fecha de desaparición: Entre el 11 de noviembre y el 12 de noviembre de 1945. Su hijo José Luis tenía cuatro años y su hija Beatriz, a la que no conoció, contaba con tres meses de edad. A Encarnación, su mujer, no le comunicaron nunca “oficialmente” la muerte de su marido. Hay un documento de la Comandancia de la Guardia Civil, fechado el 16 de mayo de 1963 (18 años después) dirigido al alcalde de Ugena (Toledo) residencia posterior de Encarnación, donde se reseña su muerte en combate. Encarnación nunca recibió los enseres personales de su marido y fue encarcelada tras la muerte del mismo por sospechas de colaboración con el maquis.

ESPACIO. DONDE.

Lugar de desaparición: En la majada de “La Artijuela”, si consultas los carteles indicativos del pueblo al que pertenece; o “La Hortiguela” si consultas la documentación de la Guardia Civil. Su muerte aparece reseñada en el “Libro de Muertos” de la Iglesia de Roturas de Cabañas, pueblo al que pertenece dicha majada; a su vez, Roturas de Cabañas, pueblo situado en un hermoso paraje entre dos montañas, aparece incluido en el término de Cabañas del Rey que pertenece a la provincia de Cáceres. También se atestigua la muerte en un documento de la Comandancia de la Guardia Civil, fechado y firmado el 16 de mayo de 1963 por el Teniente Coronel Primer Jefe de Cáceres en el que alude a la muerte del “bandolero” en enfrentamiento armado con fuerzas del propio cuerpo.

“El Ino” fue velado el 13 de noviembre en el edificio conocido por “las escuelas” por dos vecinos de la localidad; uno de ellos era Juan Suárez, abuelo de la actual administrativa del actual Ayuntamiento instalado en el mismo edificio, Cristina. Fue enterrado el 14 de noviembre mediante un “entierro de pobre” como aparece citado en el “Libro de muertos” parroquial justo a la entrada del cementerio viejo de Roturas, para que todo el mundo pudiese “pisar la tumba del rojo” al pasar al cementerio como han confirmado los hospitalarios vecinos del pueblecito.

A día de hoy, el fallecimiento de Victorino Pereda Ortega no está anotado en el registro civil de Cáceres.

A Encarnación nunca le dijeron donde se produjo la muerte de su marido y donde estaba enterrado. Encarnación murió sin saber donde yacía el padre de sus dos primeros hijos. Su hija, Beatriz, y su nieto, el que escribe el presente texto, no lo han sabido hasta el año 2007 y debido a nuestras propias investigaciones y sucesivos viajes a Extremadura financiados por nosotros mismos.

NOTA: añadir comentarios sobre los castigos post-mortem de la Guerra Civil , la Dictadura y sus efectos en familias y comunidades.

RESPONSABLES. POR QUIÉN.

Responsables de la desaparición: Miembros del cuerpo represivo franquista de la Guardia Civil. “El Ino” murió en combate contra la Guardia Civil y somatenistas reclutados para tal fin posiblemente la noche del 12 de noviembre de 1945. El episodio está reseñado en los tres libros citados anteriormente: páginas 379-381 (Moreno Gómez: 2001), 129-130 (Chaves Palacios: 1996), página 230 (Díaz Díaz: 2001).

Vicenta Martín, que vive actualmente en Aldeacentenera, por aquel entonces solo una niña huérfana vecina del pueblo (su padre Zoilo Martín Robledo, militante socialista, fue “paseado” por falangistas en 1936 y enterrado en el monte), conocía a “El Ino” de alguna de las incursiones de los guerrilleros en el pueblo en busca de pertrechos pudo ver el cadáver sobre unos palos cuando lo bajaron de la majada por medio de un burro. En otra ocasión vio su foto en un cuaderno de la Guardia Civil de Cáceres, cogida la cabeza barbuda por los pelos para que se le viese la cara.

SUCESO. CÓMO.

Hechos de la desaparición: Gracias a una delación de José Ballesteros González “El Carretero”, desertor o infiltrado, sorprendieron en una emboscada a dos guerrilleros que se dirigieron a la majada de la “Artijuela” a pertrecharse de víveres. Los dos guerrilleros eran “El Ino” y “El Mexicano” (Alejandro Barroso Escudero). Era una noche oscura, lluviosa, tormentosa y una espesa neblina cubría la majada. En los informes de la Guardia Civil se habla de intento de secuestro, la gente del pueblo habla de recogida de alimentos; así como el superviviente de la emboscada, “Mexicano”, con el cual hablé por conferencia telefónica con Francia; ya que conocían a “los del monte” de haber bajado en más ocasiones a por alimentos. De todos modos que dos guerrilleros intenten secuestrar a un matrimonio de edad avanzada en plena tormenta no es muy creíble. Y en el cuerpo de “El Ino” se hallaron más de 2.500 pesetas, con lo que el móvil del secuestro se desvanece. Julio García, actual alcalde de Roturas, por el PSOE, cuyos abuelos eran el matrimonio anteriormente reseñado sostiene también la versión de la recogida de los alimentos. Regresando a la luctuosa noche, cuando llegaron los guerrilleros los emboscados ya los esperaban y se produjo un tiroteo que se saldó con “El Ino” muerto, un guardia civil, Román García Sánchez, gravemente herido que moriría esa misma noche en Deleitosa, “Mexicano” huido de manera casi sobrenatural y varias cabras y cerdos fallecidos por los disparos de la Benemérita.

He investigado sobre los hechos de esa noche: a través de los libros anteriormente reseñados, de la documentación encontrada (documentos de la Guardia Civil sobre la muerte de “El Ino”, registro del “Libro de muertos” parroquial del pueblo, expediente personal del Guardia Civil Román García Sánchez, donde aparece reseñada la acción que llevó a su muerte) y los testimonios orales de testigos directos (“Mexicano”) e indirectos (Satur o Saturio, Eulalio Barroso Escudero “Carrete”); además de otras aportaciones documentales orales de vecinos y familiares de Roturas (Julio García, Cristina Suárez, Vicenta Martín, etc.

Existen dos versiones de los hechos, las cuales no difieren en lo fundamental, que voy a pasar a relatar. La primera versión es secundada por la totalidad de los vecinos de Roturas y dice así:

Hacia las 10 de la noche, bajo una copiosa lluvia y envueltos en una niebla baja y espesa los dos guerrilleros se aproximaron a la casa de la majada, la cual se encuentra en la cara oculta de la montaña. “El Mexicano” entró en la casa, “El Ino” permaneció en la puerta como centinela y un pequeño grupo guerrilleros se quedaron esperando en un molino cercano. La Guardia Civil junto con los somatenistas tenía la casa rodeada y andaban escondidos en la casa, en el cortijo, el establo y rodeaban el lugar. Un Guardia Civil abrió fuego con una ráfaga contra “El Ino” sin previo aviso y todos los guardias civiles y somatenistas empezaron a disparar entre ellos. “El Ino” cayó muerto sin enterarse de nada, “Mexicano”, salió de la casa de un salto, sobre el cuerpo de “El Ino” y huyó mientras los guardias se mataban entre ellos. Uno cayó mortalmente herido por fuego de un compañero. La versión de los vecinos de Roturas del tiroteo emana de lo que les contó el tío Matías, que estuvo presente esa noche como apoyo a los guardias civiles. Dicha versión es coincidente en muchos puntos entre las distintas voces. Aún vivía el guardia cuando Saturio, un vecino, subió a la majada, como del médico, que olvidó el maletín del miedo que tenía. Allí vio el cadáver de “El Ino” y al guardia quejarse y maldecir a un compañero suyo al que acusaba de los disparos que había recibido. A “El Ino” lo bajaron de la finca, en la montaña, al pueblo entre dos bestias y dos haces de leña: Mientras que al moribundo guardia en una escalera. Fue velado en Retamosa. “El Ino” fue llevado a las “Escuelas” en Roturas, donde el ama del cura pidió prenderle fuego, el capitán de la Guardia Civil se negó a ello aduciendo que si algo debía ya lo había pagado y el cura decidió darle sepultura porque quizás era creyente. Le estuvieron velando toda la noche, de su espalda, cosido en la chaqueta, encontraron 2.500 pts por indicación del otro confidente “Lobo” que alertó a los guardias que Ino guardaba la documentación en la espalda.

La segunda versión, de “Mexicano” aporta nuevos datos:

Fueron cinco guerrilleros a la finca, tres se quedaron en las inmediaciones y “El Ino” y el propio “Mexicano” se acercaron a la casa; “Mexicano” entró en ella mientras que “El Ino” permaneció como centinela. La casa estaba a oscuras y “Mexicano” habló con el matrimonio; les preguntó por qué estaban todas las luces apagadas y le respondieron que se iban a acostar. Entonces encendió un fósforo, vio a un guardia civil en la habitación y comenzaron los disparos. “Ino”, apostado en la puerta disparó contra el guardia civil que iba abrir fuego sobre “Mexicano”; ambos se dispararon a quemarropa. “Mexicano” logró saltar sobre “Ino”, ya caído, y a pesar de las ráfagas logró escapar. “Mexicano” sostiene que la acción de “El Ino” le salvó la vida.

Conclusiones: De esto se deduce que o bien, hubo un guardia civil muerto por fuego amigo aquella noche y otro herido por los disparos de “El Ino”. O bien que solo hubo un herido entre los guardias civiles que posteriormente murió a consecuencia de las heridas y que fue “El Ino” el que le disparó; y por la confusión reinante se pensó que fueron los propios guardias civiles. En el expediente personal del guardia civil muerto, Román García Sánchez se cita al menos dos heridas de bala. “El Ino” que llevaba un fusil solo pudo disparar una vez, según versión de “Mexicano”; su cadáver presentaba una hilera de disparos, como una diadema, alrededor del pecho, con lo que se puede concluir que murió en el acto victima de una ráfaga de metralleta. Aún se conserva la puerta de entrada a la casa de la majada en la que se pueden apreciar una hilera de orificios provocados por disparos de bala. Esto concuerda con la ráfaga que causó la muerte a “El Ino”. Por tanto, a la espera, de nuevas aportaciones, mi hipótesis es la siguiente: el guardia civil muerto, fue herido primeramente por “El Ino” y posteriormente por sus compañeros, no sabiendo qué disparó fue el mortal.

El guerrillero “Veneno”, Francisco Blancas Pino, que durante una temporada colaboró en la Agrupación Guerrillera de Extremadura-Centro aporta su propia idea de los hechos basándose en su experiencia guerrillera: una vez comprobada la desaparición de a la postre el fugado y delator Carretero el grupo discute sobre si acometer la acción prevista para la noche siguiente en la majada. Como no está claro el motivo de la desaparición de Carretero (visita a la familia o alguna novia, abandono de la guerrilla, delación…) unos sostienen el acometer la acción (Mexicano e Ino) y otros no se fían. Finalmente van Mexicano e Ino a recoger víveres a la majada mientras el confidente Carretero avisa a la Guardia Civil que junto con los somatenistas preparan la emboscada. Por la noche es Ino y no Mexicano quién toca la puerta y es recibido con una ráfaga de metralleta que a duras penas logra responder. Mexicano huye mientras se forma un tiroteo caótico. Esta versión explicaría mejor las heridas de ráfaga en el pecho de Ino y que consiguiera escapar de la celada sin ser herido Mexicano.

Un camarada de partido de “El Ino”, meses después del enfrentamiento visitó a Encarnación y le dijo que su marido murió combatiendo y que abatió a dos guardias civiles antes de caer muerto. Esta versión de momento no está contrastada.

El partido ayudó durante dos años a Encarnación, enviándole botes de leche para su hija pequeña, los cuales servían para alimentar a toda la familia.

Adjunto:

  • Copia del documento de la Comandancia de la Guardia Civil de Cáceres, fechado en 1963, donde se da fe de la muerte del “bandolero” Victorino Pereda Ortega, apodado “El Ino”.

  • Copia del libro de muertos de la Iglesia de Roturas de Cabañas de noviembre de 1945 donde se habla de un “entierro de pobre” impartido a un “bandolero” sin documentación por parte del párroco de la localidad G. Rodríguez López.

  • Copia de las dos últimas páginas, fechadas a 30 de noviembre de 1945, del expediente personal del guardia civil Román García Sánchez donde se relata su muerte por heridas de fuego en enfrentamiento con unos “bandoleros”.

  • Fotos de “El Ino” y su familia.

  • Fotos de la finca de la “Artijuela” donde aún se pueden apreciar las señales de las balas en una de las puertas de la propiedad. La cual pertenece al actual alcalde del pueblo, Julio García, nieto del matrimonio al que supuestamente iban a secuestrar.

AYUDAS PERSONALES.

Sin la colaboración desinteresada de Encarnación Menéndez, Beatriz Pereda, Gonzalo Vivas, su madre Vicenta Martín y el resto de su familia, Saturio, Julio García, Cristina Suárez, los habitantes de Roturas en general, los profesores Julián Chaves, Benito Díaz, Francisco Moreno, Eulalio Barroso Escudero “Carrete”, Fina Barroso, Alejandro Barroso Escudero “Mexicano”, el amable funcionario del Registro Civil de Cáceres, Manuel Cerezo funcionario del Archivo Histórico de la Guardia Civil en Madrid, Emilio Sales, José María Pedreño y demás compañeros del Foro por la Memoria y otras personas que a buen seguro merecen ser también citadas, el presente informe no hubiera podido llevarse a cabo en estos términos. Gracias a todos/as.

AYUDAS INSTITUCIONALES.

Julio García, actual alcalde de Roturas, nos ha reiterado su ayuda desinteresada para con la exhumación del guerrillero Ino. Demás ayudas de otros organismos e instituciones oficiales: nada, ninguna; cero.

MEMORIA HISTÓRICA.

Desde 1939 hasta la actualidad se han honrado y se siguen honrando la memoria de los vencedores de la Guerra Civil Española que conllevó una dictadura de 36 años oficiosos. Los miles de muertos, fusilados, paseados, represaliados, encarcelados, exiliados, torturados, arruinados, esclavizados, etc. y sus familiares se han tenido que contentar con las migajas de las migajas ofrecidas a modo de caridad por parte de un Estado, que se dice y se cree democrático, que no termina por asumir el ominoso legado del cual ha emergido desde una Transición con más sombras que luces. Todas las víctimas españolas y sus familiares, producto de catástrofes naturales, guerras extranjeras o de terrorismo tienen un buen número de ayudas oficiales así como diversos homenajes. El Estado, como es su deber, se responsabiliza de las mismas, aunque no haya tenido que ver nada con sus perpetradores. Las víctimas del Franquismo y sus familiares son víctimas directas del Estado (franquista en este caso), del terrorismo de Estado, mucho más pernicioso que cualquier tipo de terrorismo porque viene precisamente del quién te de debe proteger y es mucho más difícil de evitar. Han pasado más de 60 años y los desaparecidos aún no descansan en paz, siguen siendo fantasmas, historias que se susurran y se hablan en voz queda; los muertos, fusilados y encarcelados siguen apareciendo en los documentos judiciales y policiales como bandoleros, asesinos, delincuentes, rebeldes, golpistas. Los que son héroes en Francia son proscritos en España y por el mismo motivo: por luchar contra el fascismo, el nazismo y por la libertad. Lo que en Alemania son museos del horror (los diversos campos de concentración en territorio germano), en España son lugares de visita, ocio, esparcimiento y peregrinaje (Valle de los Caídos). Si en Italia, la Iglesia católica pidió perdón por su anuencia con los fascismos; en España se vanagloria de ello mientras disfruta de un Concordato especial con el Estado. Si en Argentina o Chile se ha llevado a los tribunales a los responsables de crímenes contra la humanidad, en España se siguen desoyendo los informes de Amnistía Internacional sobre las víctimas del Franquismo y los responsables de tanto dolor y humillación así como sus herederos no solo se pasean por las calles y parques sin ninguna limitación sino que se encuentran instalados en cargos relevantes tanto en el poder político, administrativo, judicial, policial y económico. Se habla mucho últimamente del terrorismo en todos los ámbitos de nuestro país: el Estado español equiparará algún día a las víctimas de terrorismo a las víctimas del Franquismo, teniendo en cuenta que el terrorismo de estado, como hemos observado anteriormente, es siempre peor que cualquier otro tipo de terrorismo perpetrado por cualquier grupo por que la responsabilidad del mismo es achacable en un cien por cien al mismo estado que se supone garante de los derechos y libertades de todos sus ciudadanos.

Te dirán que se está trabajando en una nueva “Ley de reparación a víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo” que va a reparar esta deplorable y condenable situación. Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Comisión Internacional de Juristas consideran que el actual proyecto de ley no busca la verdad y se encuentra al margen del derecho internacional; no solo no garantizan los derechos fundamentales de las víctimas sino que los obstaculiza. Para estas tres organizaciones con sólida experiencia en la lucha por los derechos humanos en general con experiencia den más de 25 procesos internacionales de transición democrática, en particular: “en el actual texto, el Estado español no asume responsabilidad alguna por los crímenes atroces que se cometieron en este periodo, ni se mencionan los principios de verdad, justicia y reparación para las víctimas” (Wilder Tyler, director de HRW).

Te dirán que hay que pasar página (cosa que no se aplica a Chile, Argentina, Uruguay, Rusia, Serbia…); te dirán que ya se cerraron las heridas y no hay motivo para volver a abrirlas (mi abuelo, el padre de mi madre, el hermano de mi tía, el esposo de mi abuela -y otros miles- yacen en oscuras tumbas sin nombre; muchos de ellos no tienen ni certificado de defunción; son casos abiertos, sin cerrar); te dirán que la verdad ya salió a la luz con numerosos libros que tratan del tema (hay tantos a favor como en contra convirtiendo el tema en un debate estéril de falsas equidistancias. El proyecto de ley pretende omitir la identidad de los presuntos perpetradores de graves violaciones de los derechos humanos. La verdad sin reparación, además, sirve de bien poco. Más bien te envenena al favorecer la impunidad.); te dirán muchas cosas mientras esperan que acaben por morir todos los testigos de aquel periodo y el olvido se pasee por los camposantos. Mientras tanto seguiremos investigando, recordando y cavando.

REDACTORES:

Ángel Serrano Pereda.
Beatriz Pereda Menéndez.

Federico Gallega García “Eugenio”.


Federico Gallega García “Eugenio”

-Guerrillero antifranquista-

BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA.
Datos suministrados por Teófilo Gallega Ortega.

Federico vino al mundo el 3 de marzo de 1901, en Jaraguas (Valencia).

En el momento del golpe de estado del 18 de julio de 1936 Federico tenía 35 años. Por edad no le correspondía ser llamado a filas ni luchar en el frente, pero por ideales decidió alistarse como voluntario en el Socorro Rojo Internacional (SRI). Fue secretario general de un grupo dependiente del comité provincial del SRI de Madrid llamado Leones Rojos. Este grupo era afecto a la 150 Brigada.

El 29 de abril de 1939 fue encarcelado y el 9 de agosto de ese año fue condenado en Consejo de Guerra celebrado en la plaza de Utiel a veinte años de reclusión menor, “como autor ¿reza la sentencia? de un delito de auxilio a la Rebelión”. En dicho simulacro de juicio también fueron condenados otros 13 paisanos de Jaraguas.

Pasó por las prisiones de Formentera y luego Aranjuez. Desde allí fue adscrito a la 4ª Agrupación de Colonias Penitenciarias Militarizadas, asentada en Añover de Tajo y encargada de la construcción del canal de Rosarito.

El 8 de enero de 1943 es puesto Federico en libertad condicional sin destierro y regresa a Jaraguas. Habían pasado 3 años 8 meses y 10 días desde que entró en prisión.

Cuando la Agrupación Guerrillera de Levante se establece por la comarca de Requena en octubre de 1945, formando el núcleo de lo que poco después constituiría el 5º Sector de dicha Asociación, Federico sería uno de sus puntos de apoyo y enlaces.

El 6 de septiembre de 1946 la Agrupación Guerrillera de Levante asalta el cuartel de la Guardia Civil de los Isidros. A resultas de este hecho la Guardia Civil realiza varias redadas en la comarca para detener e interrogar bajo tortura a todos los republicanos que con anterioridad habían sido encausados y encarcelados. Federico pudo escapar de una de estas redadas, incorporándose al 5º Sector de la Agrupación Guerrillera de Levante. A partir de entonces su nombre de guerrillero será “Eugenio” y combatirá junto a famosos guerrilleros como Emilio Cardona López, conocido por “Jalisco” y por “Moreno” (de Campo Arcís); Atilano Quintero Morales, conocido por “Tomás” y por “Cubano”; Manuel Montorio Gonzalvo, conocido por “Chaval” y Basiliso Serrano Valero, apodado “Fortuna” y también “Manco de La Pesquera”.

El 3 de junio de 1949 Federico moriría en combate en la Sierra de Valdeminguete, cerca de Huélamo (Cuenca).



El 3 de junio de 2007 se cumplieron 58 años de la muerte de Federico Gallega García, guerrillero antifranquista, miembro de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón. Murió en combate en la Sierra de Valdeminguete, cerca de Huélamo (Cuenca), un 3 de junio de 1949. Fue enterrado en un terreno aledaño al cementerio de Huélamo que hoy en día forma ya parte del mismo. Ya habían sido enterrados cuatro años antes otros dos guerrilleros en ese mismo lugar: Antonio Millán Cabrera, natural de Puebla de Alcocer (Badajoz) y Joaquín Pérez Rodríguez, de Granada.

El año pasado, Manuel Martínez Muñoz, entusiasta investigador del movimiento guerrillero en la zona de Cuenca, logra localizar a la familia de Antonio Millán, uno de los tres guerrilleros (maquis) allí enterrados. Les pone en contacto con la Asociación para la recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Cuenca e inician los trámites para su exhumación, que se llevará a cabo entre el 27 y el 29 de octubre. Las labores de exhumación fueron realizadas por el profesor de Arqueología Forense de la Universidad Autónoma de Madrid Ángel Fuentes Domínguez y todo su equipo. También colaboraron Máximo Molina y Pedro Bru, presidente y secretario, respectivamente, de ARMH Cuenca, Manuel Martínez y los familiares de Antonio Millán.

Pudieron exhumarse e identificarse con éxito los restos de Antonio Millán Cabrera y de Federico Gallega García. Los restos del guerrillero de Granada Joaquín Pérez Rodríguez, muerto en 1945, no aparecieron. Probablemente (según supone el equipo técnico que llevó a cabo la exhumación) debido a que fueron afectados al producirse dos enterramientos posteriores en los años sesenta.

Al no haber podido ser localizados los familiares de Federico Gallega se procedió a volver a enterrar sus restos en un lugar del cementerio de Huélamo cedido por el Ayuntamiento.

Manuel Martínez pudo finalmente localizar a sus familiares, quienes en contacto con ARMH Cuenca iniciaron los trámites para el traslado de sus restos a su aldea natal, Jaraguas, donde serán definitivamente enterrados el próximo domingo 3 de junio, aprovechando que ese día se cumplen 58 años de muerte.

Federico Gallega García dio su vida combatiendo por la libertad y la democracia. Es sabido que la historia la escriben los vencedores, pero es hora ya de dar paso a la voz de tantas víctimas hasta ahora anónimas, de ponerles nombre y reivindicar su legitimidad al lado del Gobierno republicano y, como no, de señalar la responsabilidad histórica que han tenido quienes desencadenaron la barbarie de la Guerra Civil y contribuyeron a prolongar dicha crueldad más allá de la victoria.

El entierro tuvo lugar el domingo 3 de junio a las 11 de la mañana en el cementerio de Jaraguas. Aunque la ceremonia fue familiar estuvo invitado todo aquel que con su presencia quiso rendir homenaje a la memoria de Federico.

Diario Levante 1 de Junio

Diario Levante 4 de Junio [entierro]

Bernabé López Calle “Comandante Abril”.

Comandante Abril

En nuestro olvido vive un hombre que después de ser guardia civil, lideró la guerrilla del sur de Andalucía, desde las Sierras de Ronda y Grazalema hasta el Campo de Gibraltar.

Bernabé López Calle, conocido como Comandante Abril, fue una persona significativa, no sólo por su lucha, sino también por las paradojas de su vida, un hombre que siempre deseó vivir tranquilo con su familia, pero que consiguió liderar la guerrilla de los años cuarenta y hacer gala de su ideología libertaria.

Son pocos los autores que se han acercado a él, pero sus investigaciones han servido de base para el siguiente trabajo, así como el testimonio de familiares y testigos de la época.

Nació el año 1899 en Montejaque, Málaga, pueblo pequeño de la serranía de Ronda que en esa época manifestaba, como tantos otros, desigualdades sociales y falta de oportunidades para jóvenes y mayores.

En los primeros años del siglo XX el servicio militar obligatorio es para muchos jóvenes una oportunidad de cambiar de vida, aunque también de perderla. Bernabé se marcha a la mili en febrero de 1921 y es enviado a la guerra de Marruecos poco antes del Desastre de Annual.

En África aprende a manejar las armas y desarrolla su instinto militar, lo que le supone el ascenso a cabo primero y luego a Sargento en la Reserva cuando se licencia en 1924, así como distintas condecoraciones en reconocimiento de su valor y entrega, pero no se reengancha en el Ejército, algo previsible entre los soldados de reemplazo que demuestran actitudes para la guerra y que no tienen otra forma de subsistencia.

Bernabé vuelve a su pueblo y se casa, a pesar de que sólo lleva consigo la promesa de una paga de 12,50 pesetas al mes durante cinco años, obtenida por haber recibido la Medalla de Sufrimientos por la Patria, pero que aún tardará un año en empezar a cobrar. Si tenemos en cuenta que el sueldo de un jornalero está en torno a las 2,25 pesetas al día, podemos hacernos idea de lo que realmente representa esa promesa de paga y la situación de desprotección en que quedan los que han arriesgado su vida en la guerra.

En esos momentos el país vive en plena Dictadura de Primo de Rivera, que entre otras medidas, reforma y moderniza la Guardia Civil, dotándola de más medios y personal humano, que suele buscar en el medio rural y con experiencia militar previa. Bernabé cumple todos los requisitos y no duda en solicitar el ingreso en ese Cuerpo. En febrero de 1926 es reconocido oficialmente como Guardia 2º de Caballería. Los distintos destinos le llevan primero a Barcelona y más tarde a la provincia de Sevilla, donde decide fijar su residencia definitiva, pero eso no llega a producirse. Se le abre expediente disciplinario por participar en una cacería y pierde su lugar de privilegio, tiene que solicitar con urgencia el traslado a la provincia de Málaga, lo que años después supondrá permanecer en zona republicana. Desde principios de 1931 está destinado al Cuartel de Antequera.

Al comenzar la Guerra Civil su Compañía se mantiene fiel al gobierno de la República y el 20 de julio de 1936 es designado por su Teniente en Jefe como enlace entre las Fuerzas de la República y el Alcalde de Antequera. En esa elección, quizá se tuvieron en cuenta las dotes estratégicas y conciliadoras de Bernabé, pero también la relevancia adquirida por su hermano Pedro López, Alcalde de Montejaque y militante de CNT, que en los primeros días de guerra monta una columna que desde su pueblo controla toda la Sierra de Ronda.

Es en estos primeros días cuando pudo por fin afiliarse a la CNT, algo impensable hasta entonces para un guardia civil.

A la caída de Málaga, a principios de 1937, y una vez disuelto en zona republicana el Cuerpo al que pertenecía, Bernabé se integra en el Ejercito y parte, junto a sus hermanos, mujeres e hijos hacia el Frente de Teruel. Posiblemente fue entonces cuando la mujer e hijos de Bernabé se establecen en Honrubia, en la provincia de Cuenca, a medio camino entre Teruel, Guadalajara, Valencia y Madrid, lugares por donde se desarrolla su trayectoria militar durante el resto de la Guerra Civil.

En junio de 1938, ya con el grado de Comandante, está en el Frente de Madrid, en la zona de Guadalajara, y ejerce el mando del Batallón de Ametralladoras Nº 17, perteneciente a la 70 Brigada, de tradición anarquista y encuadrada en la 14 División de Cipriano Mera.

En el último año de guerra, los combates en Madrid son continuos y también las convulsiones en zona Republicana. Bernabé es uno de los hombres de confianza de Mera, por eso le encarga personalmente la defensa de los puntos claves de Madrid para apoyar el golpe de estado de Casado en marzo de 1939, lo que llevará a Bernabé López al mando de toda la 70 Brigada.

Los militares Miaja y Casado se ponen al frente de este golpe de estado que anula el poder de Negrín y de los comunistas. Cipriano Mera con todo su ejército y la CNT consiguen controlar la situación, para conseguirlo fue fundamental la acción de Bernabé que mantuvo el triangulo de Cibeles-Sol-Gran Vía, o lo que es lo mismo, los Ministerios de Guerra, Gobernación y Banco de España.

A pesar del éxito no consiguen negociar la paz y deciden rendirse como único medio de terminar con la guerra. El 28 de marzo de 1939 Bernabé recibe la orden de disolver la 70 Brigada y dejar la zona de Madrid. En busca de nuevas órdenes viajó a Valencia, pero allí todo el mundo estaba pendiente de preparar la huída. Pedro López aconseja a su hermano que se marchen juntos al exilio, pero éste decide marchar a Honrubia, Cuenca, donde está su familia,. Allí se presenta a los vencedores y da su nombre y graduación, así como sus señas en el pueblo. Durante días vive tranquilo con su mujer e hijos, hasta que el 10 de abril le notifican su ingreso en prisión.

La cárcel fue el destino de la mayoría de los republicanos que se quedaron en España, Bernabé es trasladado a Antequera donde fue juzgado y expulsado oficialmente de la Guardia Civil el 23 de diciembre de 1941. Con este procedimiento interno de ‘depuración’ parece que terminan sus años de cárcel, pero han dejado en él una huella que no olvidará.

Curiosamente en el expediente de expulsión están anotados sus años de servicio en el Cuerpo y la paga a que tiene derecho por estos, sin embargo, nadie le comunicó ese reconocimiento al que sólo podía acceder si lo solicitaba, evidentemente nunca lo hizo.

Al recuperar la libertad, volvió a Montejaque donde ya estaban su mujer y sus hijos. Las posibilidades de trabajo no eran muchas, pero encontró ocupación como peón en la construcción de una carretera. De esta forma intenta recuperar una vida cerca de los suyos, pero en un pueblo conquistado por sus enemigos.

La situación internacional producida por la II Guerra Mundial afecta en estos años a la falsa paz que se vive en España y crea un clima propicio para el futuro desarrollo de Bernabé como guerrillero. En 1942 los Aliados comienzan a dar cierto apoyo a los grupos opositores al régimen que llevan a cabo una resistencia armada. El desarrollo de la guerra es aún incierto y Gibraltar resulta un punto estratégico para el desarrollo de esta en el Mediterráneo.

Los Aliados lanzan la Operación Torch que se inicia el 8 de noviembre de 1942, con una de sus bases de operaciones instalada en Gibraltar. El plan de los Aliados es el de invadir el norte de África, sobre todo la parte controlada por la Francia de Vichy que está al servicio de Alemania. En este contexto los Aliados quieren evitar que el ejército de Franco sea un espectador molesto, por eso deciden distraer su atención con un recrudecimiento de la guerrilla interna, y al mismo tiempo evitar que las presiones alemanas obliguen a España a intervenir en la zona del Estrecho.

Precisamente la presión que Alemania lleva años ejerciendo sobre España se traduce en el diseño de distintas operaciones que, con la excusa de defender la península de una hipotética invasión Aliada, sólo busca la conquista del Peñón.

Como consecuencia de esto, el Campo de Gibraltar está lleno de espías de uno y otro bando, mientras que en las sierras cercanas aumenta el movimiento guerrillero tanto en número y armamento, como en la ilusión de una rápida victoria Aliada que termine con la dictadura.

Los grupos anarquistas y comunistas se reorganizan aprovechando esta situación y se nutren de un creciente apoyo popular causado por el hambre y las malas condiciones de vida imperantes en la zona.

Bernabé vive de forma estable en Montejaque, intenta olvidar el pasado y reconstruir una vida que le permita estar cerca de su familia, pero la paz no es el camino que le ofrecen sus enemigos y el 5 de abril de 1943 se emite una orden de búsqueda contra él, acusado sin pruebas por un falangista de la zona.

Se supone que un amigo, o antiguo compañero de la guardia civil, le avisó del inminente arresto y, según recuerdan sus familiares, Bernabé le dijo a su mujer que no estaba dispuesto a volver a la cárcel por otro delito que no había cometido. Cuando el día 6 de abril llegaron a su casa para detenerle, él ya no estaba allí.

Algunos testigos de la época hacen referencia a ese momento, la viuda de un vecino recordaba hace años que su marido, al saber que Bernabé tenía que huir, se marchó con él al monte. Según este testimonio, el hijo de este vecino vigilaba la entrada del pueblo y avisó de la llegada de un coche de la guardia civil procedente de Ronda, el joven avisó para que se marcharan, cosa que hicieron esa misma noche.

Muchas personas del pueblo conocían el lugar donde estaban escondidos en esos primeros días, por eso no es de extrañar que los localizaran. Se produjo un enfrentamiento y Bernabé resultó herido, pero consiguió huir y refugiarse en casa de unos vecinos. Tras curarse, se alejó del pueblo en compañía de su hijo mayor, Miguel, que estaba pendiente de incorporarse al servicio militar obligatorio y prefirió huir al monte con su padre antes que ponerse a las órdenes de los enemigos de su familia.

Una vez que Bernabé se interna en la sierra entra en contacto con los grupos guerrilleros que actúan en la serranía de Ronda. Rápidamente destaca entre ellos, tanto por sus conocimientos militares, como por su carácter conciliador, aunque en un principio su pasado como guardia planteó algunos recelos.

Precisamente es la guardia civil la que se encarga de enfrentarse a la guerrilla en la sierra, los motivos son claros, es un cuerpo más acostumbrado a operar en ese terreno y sus movimientos son menos costosos que los del ejército para enfrentarse a grupos reducidos que tienen mucha movilidad. En julio de 1944 el encargado de dirigir la lucha contra la Resistencia en la zona de Cádiz es el Teniente Coronel Roger Oliete, un hombre dedicado por entero a su carrera militar dentro de la Guardia Civil.

Medina Sidonia, Arcos de la Frontera y Alcalá de los Gazules son los lugares por donde se sitúan los movimientos de Bernabé en esta época. Las acciones más características de la guerrilla en la sierra van en distintas direcciones, por una parte realizan secuestros rápidos a terratenientes y propietarios que pagan un rescate elevado en poco tiempo. Con este dinero financian la compra de armas, sobre todo a través de La Línea y Gibraltar, donde Bernabé tenía inmejorables contactos. Los guerrilleros también dedican parte de su tiempo a dar charlas a los campesinos, para concienciarlos del por qué continuaban en guerra. Los sabotajes a instituciones y organismos oficiales se hacían para entorpecer a los dirigentes franquistas y mantener a la guardia civil en continuo estado de alarma, aunque normalmente estas acciones eran silenciadas por el régimen.

Los grupos guerrilleros, entre los que ya destaca Bernabé, podían actuar en lugares tan alejados de sus bases en la sierra, como Jerez de la Frontera o Utrera. Por esos años la CNT había conseguido reorganizar distintos comités clandestinos, desde los que se intenta dar cobertura a los que mantienen la Resistencia y conectarlos con el exilio, donde está activo Pedro López.

A pesar de la intensa represión que siguió a la guerra, muchos autores mantienen que hasta 1945 hubo un acuerdo de no agresión entre la guardia civil y la guerrilla. Evidentemente no es cierto, lo que ocurre es que a partir de ese año la persecución y el acoso fue aún mayor. El Gobierno intenta borrar las huellas denuestra guerra y que se olvide la implicación con Alemanes e Italianos, con el objetivo de conseguir el reconocimiento internacional, pero la presencia de una guerrilla interna no hace más que recordar la realidad política del régimen. A pesar de eso, el gobierno nunca temió una intervención militar de los Aliados, de los que habían sido unos fieles y discretos colaboradores durante la contienda.

Sin embargo, los que estaban a la vanguardia de la lucha contra la dictadura vivían al margen de la realidad política nacional e internacional, por eso esperaban una intervención Aliada que les llevara a la victoria, como había ocurrido en Francia. En esa ilusión, el 17 de agosto de 1945 se constituyó la Junta Nacional de Guerrilleros Antifascistas, Sector Sur que integraba a miembros de todas las ideologías.

Continuando con la tarea organizativa en 1946, en la Sierra Cardilla, se constituye la Alianza de Fuerzas Democráticas, ya bajo el mando de Bernabé, donde se le denomina como comandante de infantería del gobierno republicano, ‘Comandante Abril’.

Por encima de las diferencias ideológicas que había entre los guerrilleros, desde que el Comandante se hizo cargo de la organización hubo un gran entendimiento, dejaron de lado las diferencias políticas y buscaron más lo que les unían que lo que les separaba. En los grupos cercanos a Bernabé existía un acuerdo interno que les impedía discutir sobre temas políticos, así evitaban los conflictos internos y no se reabrían debates y enfrentamientos del pasado, pero cada uno podía mantener sus preferencias ideológicas, consiguiendo que predominara el respeto mutuo en la mayoría de los casos.

A pesar de los esfuerzos de Bernabé para unificar criterios, tuvo un rival que no aceptaba su liderazgo, quizá por envidia, quizá por diferencias políticas. Pablo Pérez Hidalgo, del Partido Comunista, se convirtió en su competidor. Para evitar una lucha interna, se dividió el territorio de la sierra y él permaneció en la zona de Cádiz, mientras Pablo se marchó a la parte malagueña de la sierra. El Comandante Abril siempre fue un rival para él, un obstáculo en su camino hacia el control de la guerrilla y ni los años pudieron borrar su resentimiento. Pablo Pérez Hidalgo sobrevivió a la dictadura en unas curiosas condiciones y hace años hablaba así sobre cómo entendía el papel de la guerrilla: “...el maquis, el papel que tenía era, cuando ya empieza la guerra mundial el de reorganizar las fuerzas que hubiera aquí para... empezar a dar leña, ¿no? Entre los pocos que había, al organizarse, pues se dieron ciertos golpecillos para llamarle la atención al enemigo e irles distrayendo fuerzas a la guardia civil para que llenaran todos los montes (...) porque nosotros éramos cuatro gatos pero teníamos todo esto lleno de ejercito, en cualquier pueblo de estos había una sección, una compañía, un batallón del ejercito y cuarteles por todos los sitios...”

De sus palabras se desprende sinceridad, pero no un claro ideario, ni objetivos políticos y militares concretos. Tal vez por estos y otros motivos, la mayoría eligió siempre a Bernabé como Jefe de la Guerrilla, en detrimento de Pablo. Este nunca se lo perdonó y lo recordaba con las siguientes palabras: “Aunque uno tenga poca diplomacia, en ocasiones hay que demostrarla, ese hombre (Bernabé) era débil, pero muy egoísta, si no se le nombraba jefe, lo único que iba a poner serían chinitas en el camino. Pues bueno –dije- vamos a hacerle jefe”

Esta imagen del Comandante como persona débil y egoísta contrasta con el testimonio de otros que lo conocieron, entre ellos es importante destacar el de ‘Vladimiro’, hombre enigmático que consiguió en los cuarenta recorrer toda la península conociendo a grupos de resistencia. Estuvo en el grupo de Bernabé y fue testigo de su organización y de su ideario. Según él, Bernabé gozaba de un gran carisma entre sus hombres, era muy avispado y con grandes dotes de mando, además de tener una gran capacidad de comprensión que le era muy útil para unificar criterios y lograr una buena convivencia entre los guerrilleros. Según nos llega a través de este y otros testimonios, la máxima favorita de Bernabé era “el derrocamiento del régimen franquista ha de ser obra de todos los españoles honrados". Según estas mismas fuentes, para el Comandante Abril, la honradez estaba por encima de las diferencias políticas.

Esta opinión sobre Bernabé es compartida por la mayoría de las personas que lo conocieron, pero como suele ocurrir con quien vive en situaciones extremas, su presencia podía transmitir tranquilidad o miedo. Cuentan que una noche que fue a visitar a su familia, llegó al pueblo por la entrada principal y al pasar por la fuente, vigilada por un guarda municipal que cobraba el agua a los vecinos, dicen que le preguntó si a él también se la iba a cobrar. Parece ser que el guarda, en vez de dar la señal de alarma, salió huyendo de allí.

Por encima de la posible leyenda, lo cierto es que según recuerdan sus familiares, para Bernabé el día del Pilar, festividad de la guardia civil, siguió siendo una fecha a celebrar, pues aprovechaba que sus antiguos compañeros estaban de fiesta, para pasar el día tranquilamente en su casa, con su familia.

En 1947 la situación iba a volver a empeorar para los que resisten en la sierra, el Decreto Ley de Bandidaje recrudece aún más la represión que ejerce la guardia civil tanto a los guerrilleros, como a sus familiares y enlaces. A partir de ahora los representantes de la autoridad tienen la consigna de dar muerte a los guerrilleros cuando sean descubiertos. Algo ya asumido por estos, que saben que es preferible morir antes que ser detenido, para así evitar torturas y posibles delaciones a compañeros.

En esa época la guardia civil introdujo efectivos de paisano por la sierra como si fueran maquis, se infiltraban en los grupos, desenmascaraban a los enlaces y creaban desconfianza y desconcierto entre la población que les apoyaba, fueron conocidas como las “contra-partidas”.

A este nuevo acoso hay que sumar que a partir de octubre de 1948 el partido comunista decide cambiar de táctica y deja de enviar ayuda a la Resistencia, por lo que comenzaron a desmoralizarse y disolverse muchos grupos. Es frecuente también de esta época que la guardia civil ofreciera inmunidad a todos aquellos que desertan y delataran a su grupo, sin lugar a dudas, otro elemento más que desequilibraba la balanza.

En ese clima tan adverso Pedro López llegó al puerto de Algeciras con la intención de recoger a su hermano y a su sobrino para llevarlos al exilio en Casablanca, pero, según recordaba un familiar, Bernabé se arrepintió en el último momento y se bajó del barco con el convencimiento de que su sitio estaba en la Sierra para seguir luchando y con la seguridad de que no podía alejarse más de su mujer y sus dos hijas que estaban sufriendo represalias para obligarlas a delatarle. Pedro se marchó sin su hermano aquel día y posiblemente ya nunca más se volvieron a ver.

A principios de 1949 se convoca una reunión de guerrilleros en la Sierra de las Cabras. Entre otras decisiones, se tomó la de crear la Agrupación Fermín Galán, formada por una cifra cercana a los treinta miembros, para así unificar aún más la lucha, establecer un control de las acciones y designar las bases de cada partida y su zona de actuación. En esa reunión también hicieron un llamamiento a los que habían abandonado la lucha y se encontraban refugiados en el norte de África para que volvieran a confiar en el triunfo.

Aquí fue elegido nuevamente Bernabé como máximo jefe de la guerrilla de la zona y Pablo Pérez Hidalgo como jefe del Estado Mayor, o sea, su segundo en el mando. A partir de la fundación de esta agrupación se determina que la propiedad de las armas pasa a ser del Estado Mayor de la Agrupación, y no de cada guerrillero como ocurría antes, el objeto de esta medida era el de poder hacer un reparto equitativo del armamento y que algunos miembros no se encontraran en una situación de indefensión.

El principal enemigo de la Agrupación Fermín Galán seguía siendo la guardia civil de la zona, al mando de la cual se mantenía Roger Oliete, un hombre que allí había encontrado un destino acorde a sus aspiraciones y también, a los 44 años, el matrimonio con una joven de familia acomodada.

El 3 de mayo de 1949, un grupo de cuatro hombres, pertenecientes a la Agrupación Fermín Galán interceptaron el coche de un rico terrateniente de la zona de Algodonales. En él viajaban varias personas, entre las que se encontraba la mujer de Oliete y su hijo recién nacido. Los guerrilleros dejaron a los acompañantes y se llevaron sólo al propietario con la intención de obtener por él un rescate de un millón de pesetas. Esa misma tarde se conformaron con 250 mil y lo dejaron libre. Se supone que los de la Agrupación Fermín Galán no llegaron a saber que una de las acompañantes de aquel hombre era la mujer de Oliete, lo que es seguro es que este tardó en enterarse el tiempo suficiente para que los guerrilleros pudieran huir. Curiosamente el rico secuestrado fue el que hizo lo posible para que Oliete no se enterara, quizá por el miedo a que de saberlo, sus vidas no hubieran significado nada comparado con la gloria de terminar con los guerrilleros.

La Agrupación Fermín Galán tenía un campamento estable en la zona de Medina Sidonia, desde allí les resultaba relativamente fácil desplazarse hasta las sierras de Grazalema y Ronda ante una necesidad. El encargado de hacer llegar los suministros a esa zona era “Largo Mayo”, un hombre sin ideales claros, que se había visto obligado a echarse al monte unos cuatro años antes.

El 30 de diciembre de 1949, Bernabé y los suyos están en un refugio de la zona, han pasado allí las navidades y están esperando el final de ese año. Es de imaginar que las condiciones son muy difíciles, tanto por lo que significan de añoranza familiar, como por lo insoportable de la climatología sin un refugio adecuado.

Francisco Fernández Cornejo ‘Largo Mayo’, natural de Benalup de Sidonia, antigua Casas Viejas, salió del campamento con la excusa de buscar suministros, pero fue directamente al Cuartelillo de Medina Sidonia. Su esposa le había hablado de la visita de éstos y del ofrecimiento de indulto si delataba a sus compañeros.

Esa misma madrugada “Largo Mayo”, vestido de guardia civil -algo normal entre los delatores que participaban en la captura de sus compañeros-, los guió hasta el lugar donde dormían los guerrilleros. Más de veinte guardias rodearon el campamento donde había unos seis hombres y esperaron el amanecer, pero no pudieron acercarse demasiado, Bernabé y los suyos solían colocar latas vacías unidas entre sí rodeando todo el campamento, precisamente para evitar ser sorprendidos en la noche.

La guardia civil se quedó a unos 8 metros de distancia de los chozos, pero la inclinación del terreno era favorable a los hombres del Comandante que en ese momento aún dormían ajenos a lo que se preparaba.

Al amanecer iniciaron el ataque lanzando bombas de mano contra el campamento. En este primer asalto parece que murió Juan Ruiz Huercano, ‘Capitán’ y puede que Bernabé resultara herido. A pesar de eso, comenzó a disparar y a cubrir la retirada de los suyos, entre los que estaba su hijo, defendió la posición hasta que la vida se le escapó por alguno de los 23 impactos de bala que recibió.

Los cuerpos de Bernabé López y de Juan Ruiz fueron cargados en un mulo y trasportados hasta el cementerio de Medina Sidonia, escena que fue contemplada por todo el pueblo. Una vez en el cementerio fueron arrojados en una zona cercana a la entrada principal, donde hoy se levanta un edificio de nichos.

Bernabé había muerto defendiendo sus ideales y protegiendo la retirada de los suyos que tuvieron que huir descalzos y sin ropa de abrigo, pero que pudieron salvar su vida y continuar la lucha al menos unos meses más. Entre ellos, además de Miguel, el hijo de Bernabé, se supone que estaban en el grupo Juan Toledo Martínez ‘Caracoles’, Francisco Domínguez Gómez ‘Pedro de Alcalá’ y Alfonso Sánchez Gómez ‘Potaje’ este último fue uno de los hombres más escurridizos de cuantos estuvieron en la sierra, salió vivo de ésta y otras situaciones similares y las autoridades nunca pudieron encontrarlo ni vivo, ni muerto.

La suerte del resto de protagonistas de esta historia fue desigual, Miguel López García, el hijo de Bernabé, murió asesinado por un compañero mientras dormía cerca de Zahara de la Sierra, el 17 de Noviembre de 1950.

Juan Toledo Martínez ‘Caracoles’ y Francisco Domínguez Gómez ‘Pedro de Alcalá’ formaban parte de los siete últimos integrantes de la Agrupación Fermín Galán en diciembre de 1950, cuando su jefe, Pablo Pérez Hidalgo decidió dejar la lucha y esconderse en las cercanías del pueblo de Genalguacil. Los seis guerrilleros restantes continuaron su camino y 18 días más tarde estaban en los montes de Benarrabá, cerca de Cortes de la Frontera. La guardia civil, alertada por alguien de la finca, los rodeo y masacró. Sus cuerpos quedaron desfigurados y tuvieron que llamar a familiares de conocidos guerrilleros para identificarlos, entre ellos llamaron al padre de Pablo Pérez Hidalgo que, para salvar a su hijo, dijo reconocer su cuerpo en uno de los masacrados. Por ese motivo Pablo permaneció escondido en una cueva hasta el 9 de diciembre de 1976, 26 años de su vida con el miedo a ser descubierto como única lucha.

Francisco Fernández Cornejo ‘Largo Mayo’ pudo volver a vivir en su pueblo y con su familia, pero según testigos de la época la mala conciencia, el miedo y un arma que le cedió la guardia civil le acompañaron hasta su muerte.

Roger Oliete llegó a ser General de División y Subdirector General de la Guardia Civil. Murió con 74 años, en febrero de 1977 en su casa de Algodonales.

Pedro López volvió a España en 1976, pero se negó a ir en vida a su pueblo, Montejaque, el lugar del que había sido alcalde democrático durante la República. La noche del 17 al 18 de julio de 1977 falleció en Algeciras y fue enterrado en Montejaque con la bandera republicana.

Al final de los cuarenta murió Bernabé López Calle, el Comandante Abril, y con él la última esperanza para la guerrilla en el sur de Andalucía, de su recuerdo sólo han quedado pequeños retazos que aquí he pretendido unir gracias al esfuerzo de muchas personas que siguen pensando que “la honradez está por encima de las diferencias políticas”.

Carlos Torres Montañés
Periodista e investigador de la figura del “Comandante Abril”

Bibliografía y Fuentes: Artículos e Investigaciones de Luis García Bravo sobre Bernabé López Calle y la Guerrilla en el Campo de Gibraltar; Artículos y Estudios de Jesús Núñez sobre Bernabé López Calle y Roger Oliete; Eduardo Pons Prades “Guerrilleros Españoles”; Cipriano Mera “Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista”; Manuel Pérez Regordán “El maquis en la provincia de Cádiz”; Melchor Guzmán “Memorias de un rebelde andaluz, biografía de José Hiraldo Aguilar”; S.E.H.G.C. Expediente personal de Bernabé López Calle; Entrevistas personales y de Archivo.

Joaquín Boj y la muerte de Peregrín Pérez, “Ricardo”.

(ACTUALIZADO EN 2008 A PARTIR DE NUEVOS DATOS).

Eran los primeros días de Julio de 1948.

«Grande» y «Pedro», designaron a «Serrano», «Mateo» y «Joaquín» para acompañar a Peregrín Pérez «Ricardo», en su visita al sector 17º y 23º.

Estuvieron en el 17º y después se marcharon hacia el 23º. Este campamento estaba en el término de La Cerollera, muy cerca de Aguaviva y La Ginebrosa, entre estos tres pueblos. Al llegar se encontraron que había sido asaltado, no había nadie y no encontraron nada de comida.

Llevaban tres días sin comer, «Joaquín» conocía el terreno y los llevó al paraje denominado “La Cazma”, en el término de La Ginebrosa. Se decidieron a comprar dos corderos a un pastor que Joaquín conocía, «El Esmorrellat» que al ser de La Ginebrosa sabía que no los iba a delatar. (Esto ocurre por la mañana, la noche anterior un campesino, «Samperino», vio de lejos a tres hombres que cruzaban la carretera y se metían en el monte en dirección a “La Cazma” y al llegar al pueblo se lo comunicó a la Guardia Civil).

Una vez con los corderos, estos se alejaron 1 Km. monte arriba en la misma zona. En el centro del pinar, «Joaquín», que conocía el oficio de carnicero ya que en su casa habían tenido carnicería, se quitó el chaquetón de pana que le había hecho su madre, se quedó en mangas de camisa, dejó sobre una piedra el chaquetón y la ametralladora y empezó a despellejar y a descuartizar los corderos que habían colgado de un árbol, para preparar la comida.

La Guardia Civil, al tener el aviso de la noche anterior, a media mañana se dio una vuelta por donde les habían dicho que habían entrado y una vez arriba del monte sorprendieron a tres guerrilleros que estaban abajo, en un claro del pinar. El cuarto, que era «Ricardo», estaba arriba de vigilante en el otro lado por donde subió la G.C. y no los vio. La G.C. al verlos correr efectuó un par de disparos, que alertan al centinela «Ricardo», que también efectuó dos disparos. Al disparar se descubre la posición donde estaba un G.C. que al subir se había abierto más. Se encontró a unos 30 o 50 metros de él y fue éste el que disparó a «Ricardo».

Éste, herido, corre en la misma dirección de «Mateo», luego rectifica y baja por el barranco hacia el molino y unas masadas de La Ginebrosa (bajaba a trompicones según me comentaron dos labradores que estaban al otro lado del río).

Cuando llega a la carretera general, Ginebrosa-Aguaviva, a unos 500 metros del molino y a 1 Km. del puente, la cruza y se esconde en la acequia que pasa próxima. Allí se curó con el agua y se agachó escondiéndose, para que la G.C. no lo encontrara.

Una vez visto que ya no había peligro, salió y se dirigió malherido a los Llanos (Una explanada de bancales planos de 3 a 5 Km. en el límite de Aguaviva-La Ginebrosa), dirección al campamento 17. Caminó durante 3 Km., donde le fallaron las fuerzas, por lo que se arrimó a una olivera, la más cercana al pinar. Allí con el fusil en las manos en posición de disparo, sentado en el suelo y apoyado en un olivo, murió desangrado.

«Joaquín», «Serrano» y «Mateo», llegaron al punto de reunión, La Tarayola (término de La Ginebrosa), pero no así Peregrín «Ricardo».

Lo estuvieron buscando durante cinco días sin lograr encontrarlo. Ernesto, cuñado de «Joaquín», los hermanos Bermud y el «Bayarri», los cuales estaban labrando los campos que tenían cerca de La Tarayola, les llevaron comida durante los días que duró la búsqueda.

El pastor que les vendió los corderos, «El Esmorrellat» nunca los delató. Era joven y dormía con el ganado. También estaba como pastor por la zona José, que vio y vivió lo ocurrido:

“Cuando aquel hombre (Peregrín) me pagó los corderos, sacó del bolso un fajo de billetes, era mucho dinero. Me llamó mucho la atención y esto me hizo dar muchas, muchas vueltas. Le dijo «El Esmorrellat» el pastor que les vendió los corderos”.

Allí murió -nos comentó José-. El pastor vio la trayectoria porque le dijo: “En aquella olivera se muere un Maqui con mucho dinero”. Se acercaron a verlo, escondidos pero ya estaba muerto. Fue visto por varios pastores pero ninguno dio parte.

El parte a la G.C. de que había un Maqui muerto en los Llanos lo efectúa José, el joven pastor.

Lo recogieron cuando hacía 14 días que había muerto. Fue José quien acompañó a tres guardias civiles y al practicante del pueblo, Don Camilo, para certificar la muerte y por si había alguna bomba trampa.

El practicante era de izquierdas por lo que recibió malos tratos y cárcel tiempo después, y el cual comentó con José, que el muerto llevaba un fajo de billetes encima.

En el parte que G.C. efectúa a su central, nunca se menciona el dinero ni los papeles como jefe de la A.G.L.A.

Se le enterró en el cementerio de La Ginebrosa, entrando por la puerta principal a la derecha, al fondo, sin ninguna señal.

Preguntamos a José y nos comentó que él no creía que «El Esmorrellat» se hubiera atrevido a tocar a Peregrín y menos coger el dinero. Este pastor, al año y medio, marchó para Barcelona, nunca mas volvió al pueblo. La última vez que se le vio fue en Cornellà (San Ildefonso) con unos Jubilados.

«Joaquín» nunca pudo disparar (como algunos comentan) sobre Peregrín, no llevaba su arma. La chaqueta y la metralleta de «Joaquín» fueron compañeras de viaje de mi padre desde el Mas de las Matas hasta la cárcel de Teruel y de ahí a Zaragoza, viaje que duró cinco días (por lo que fue detenido y pasó dos años en la cárcel).

Datos obtenidos por la conversación con mi padre, Ernesto Ibáñez, (cuñado de Joaquín Boj Bayod «Joaquín») con José Bosque (el joven pastor que lo vivió todo), con los labradores del otro lado del río de Aguaviva y «El Esmorrellat».

Álvaro Ibáñez Boj

Nota adicional de la Gavilla Verde.

El fin de semana del 15-17 de Agosto, un grupo de “La Gavilla Verde” fuimos al Maestrazgo Turolense, para asistir al acto de homenaje a los desaparecidos de la cárcel de Alcañiz y posteriormente asesinados en el Mas de la Serra el 11 de Noviembre de 1947.

Monroyo, Aguaviva, La Ginebrosa …. entre otras, fueron las localidades en las que tuvimos la oportunidad de entrevistar a protagonistas que vivieron durante la posguerra, hechos relacionados con el fenómeno de la «Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón» (A.G.L.A.).

Precisamente José Bosque, el joven pastor que Álvaro Ibáñez menciona en el relato anterior, tuvo la gentileza de acompañarnos buena parte de la mañana y enseñarnos, primero el corral en el monte donde compraron los corderos a su amigo «El Esmorrellat», luego el lugar donde «Ricardo» se hizo la primera cura con agua.

Con el coche nos movimos otra vez hasta la zona del olivar. Nos enseñó el olivo exacto donde «Ricardo» se apoyó cuando le fallaron las fuerzas y murió desangrado. Justo debajo del olivo hay un desnivel. Por ahí es por donde pasó junto al «El Esmorrellat» montados en un mulo y vieron el cuerpo. José nos comentó que «El Esmorrellat» seguramente había pasado varias veces por allí anteriormente, pero no se atrevió a dar parte a la G.C., por lo que -piensa él- le llevó ese día con él para que José se fijara y lo descubriera, como así fue.

José vivía junto a su familia, en una masada en el monte, llamada “de la tía Rafelina”, justo debajo del monasterio abandonado de los “Carmelitas Descalzos” o también llamado del “Desierto de Calanda”, y nos contó cuando llegamos a su antiguo hogar -ya en ruinas- que en la época del maquis, lo mismo venían por la noche, a las dos o las tres de la madrugada, tanto los guerrilleros como la Guardia Civil. Su casa fue un punto de apoyo obligado para la guerrilla que tenía su campamento en un cerro próximo, desde donde vigilaban la zona de posibles movimientos de la fuerza pública. Sus padres nunca fueron colaboradores voluntarios del maquis, aun cuando estos les pagaban -lo que costaba, sin compensaciones- por lo que se llevaban. Era mucho lo que se jugaban en el caso de ser descubiertos. Cuenta José, que aun cuando ya eran frecuentes las visitas de los maquis, su madre siempre se sobresaltaba al oír los golpes en la puerta de madrugada.

Gracias José por tu compañía y testimonios.

Juanbe
Sierra y Libertad
La Gavilla Verde